Una reliquia fuera del Ochavo

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Introducción

Seguimos en nuestro empeño de llamar a todas las puerta, de probar en todas las cerraduras, de no dejar ni un rincón en el que podamos adentrarnos todo lo que nos dejen. De manera que, si el otro día ya estuvimos en el Ochavo viendo los tesoros que guarda la catedral, una capilla que no es accesible para las visitas y nosotros «nos colamos» porque se dejaron la puerta abierta en un descuido. Ahora no vamos a ser menos curioso y hacer lo propio con esa reja que hay tras el altar de la catedral.

Como siempre, lo primero es que nos den permiso, no vaya a ser que nos llamen la atención por meternos donde no nos llaman, aunque ahora sí que nos llaman

La puerta de la cripa es fácil de localizar en el trasaltar,

La cripta

Recientemente se ha restaurado, puesto en valor y abierto al público la cripta de la Catedral Primada. Con gran acierto por parte del Cabildo-Catedral, lo que era un espacio oscuro y olvidado se ha convertido en una zona abierta más, muy interesante, de las muchas que guarda el templo primado.

Casi todas las catedrales góticas suelen tener la cripta debajo del Altar Mayor, siendo claro ejemplo de ello, además de la de Toledo, la de Barcelona. En nuestra catedral, la cripta ha estado cerrada y sin uso prácticamente desde siempre. Solo la he visto abierta durante la restauración de la capilla del Sagrario que tuvo lugar en la década de los setenta y que por tal motivo se decían aquí las misas de cotidiano que suelen decirse en la capilla de nuestra patrona.

El Concilio Vaticano II, en el punto 111 del Sacrosanctum Concilium, dice que «(…) De acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y sus reliquias(…)». Y la Catedral de Toledo es un claro ejemplo de ese culto porque, a lo largo de su milenaria existencia, ha venerado más de un centenar de relicarios que, desde 1591, se custodian en el “Sacrarium” catedralicio (la Sala de El Ochavo) que el cardenal Quiroga ordenó construir para alojar todas las reliquias que se encontraban dispersas por el templo.

Pero hay una reliquia fuera del Ochavo y de la que apenas hay documentación. Se trata de los restos de Santa Úrsula. Y permanecen custodiados tras las rejas de la cripta central del templo, convertida en capilla en tiempos del rey Sancho IV de Castilla (1284- 1295) para que fuera enterrado en ella. La singularidad del continente (debajo del altar mayor), y sobre todo la de su contenido (un esqueleto de una mujer dentro de un sarcófago) confiere tanto a la cripta de la catedral como a la propia reliquia, una importancia que hasta la fecha no había sido expuesta al público, ni investigada, ni reconocida.

El espacio puede considerarse el epicentro de la Primada; es la cripta original de la catedral, situada sobre la antigua Capilla de la Santa Cruz y El Altar Mayor, que Sancho IV (El Bravo) reserva para su propio sepulcro después de trasladar los de Alfonso VII el Emperador, Sancho III el Deseado y Sancho II Capelo de Portugal, a la Capilla de la Santa Cruz.

Cripta de la catedral
Cripta de la catedral

Pero a finales del S.XV, el cardenal Cisneros (1495-1517) decide trasladar el culto funerario de los Reyes a la Capilla del Espíritu Santo, que a partir de ese momento pasa a llamarse de Reyes Viejos para diferenciarla de los Reyes Nuevos (construida para la dinastía de los Trastámara), aunque los restos de Alfonso VII, su hijo Sancho el Deseado y Sancho el Bravo permanecen en los laterales de la capilla mayor.

Durante años la cripta custodió distintas reliquias, como otros espacios catedralicios, hasta que a finales de siglo se concentran en El Ochavo. Pero el cardenal Pascual de Aragón (1666-1677) necesitaba un espacio singular en la catedral para los restos de Santa Úrsula que le había regalado la duquesa de Feria – esposa de su hermano, Pedro Antonio de Aragón-, y pertenecían al papa Clemente X (según el investigador y miembro de la Real Academia de Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Mario Arellano García). Para tal fin decide construir una urna de madera y cristal con el escudo cardenalicio en su frontis y dejarlo sobre el altar central de la cripta, frente a la espectacular talla del entierro de Cristo elaborada por el maestro Diego Copín de Holanda.

Detalles de la cripta

La primera visión es sobrecogedora. Se accede por uno de los dos pasadizos laterales del altar mayor que sirven ahora de entrada y salida del espacio abierto al público. La altura de la escalera de piedra que conduce a la cripta subterránea, de apenas una docena de peldaños, nos obliga a caminar encorvados durante unos segundos hasta que descubrimos los tres altares laterales de la pared semicircular; el central dedicado al Santo Entierro -con una espectacular talla de Diego Copín-, otro dedicado a San Sebastián – con pinturas de Francisco Ricci-, y un tercero a San Julián.

Una vez dentro, nos llamarán la atención los techos abovedados y las enormes rejas de hierro que impiden el acceso al altar mayor que preside todo el conjunto y sobre el que ya podemos ver la urna de Santa Úrsula.

Al acercarnos comprobaremos que dos grandes cristales enmarcados en el frontis de la estructura de madera dejan ver el esqueleto entero; el cráneo (sobre una almohada y coronado con una diadema), y el cuerpo y las extremidades (protegidas por una especie de maya metálica en la parte superior, y sujetas por una tela rígida que mantiene unidas cada una de las partes), en un cuidado trabajo de embalsamado.

Cripta de la Catedral de Toledo por Lisardo Gómez

La arqueta preciosa fue depositada en el altar central de la cripta, situado justo enfrente del singular conjunto escultórico llamado «El santo entierro de Cristo» creación de Diego Copín de Holanda y con policromía de Juan de Borgoña.

El Santo entierro de Cristo, de Diego Copín

El Santo entierro de Cristo
El Santo Entierro de Cristo. Diego Copín de Holanda ©SICP Foto: Carlos Dueñas Rey.

Este grupo escultórico de madera policromada tallada por Diego Copín en 1514, (Diego de Holanda), fue un encargo expreso de una comunidad religiosa, según recoge la historiadora Margarita Estella en sus “Apuntes para el estudio de los Entierros del siglo XVI”.

La policromía original fue realizada por Juan de Borgoña, aunque la talla fue repintada en el S. XVII.

Copín es también es el autor de algunas tallas del altar mayor de la Primada, así como del Sepulcro de Reyes Viejos, del pórtico de entrada a la Sala Capitular y, junto a otros escultores, de la portada de la Fachada de los Leones.

Todas estas obras, junto a “El Entierro” o “Santo Entierro de Cristo” representan, según los expertos, la españolización de los escultores y tallistas franceses y centroeuropeos que trabajaron como maestros en España enriqueciendo el panorama artístico del primer tercio del siglo XVI.

La escena describe como María, San Juan y las tres Santas Mujeres, contemplan, de pie, el cuerpo muerto de Cristo en la sábana que sostienen José de Arimatea y Nicodemo, semiarrodillados a la cabeza y los pies del sepulcro.

La obra es un claro exponente del delicado realismo de esta escuela, de la Copín es su máximo exponente en la catedral de Toledo, aunque dejó también algunos trabajos en las catedrales de Burgos y León.

Tríptico de san Francisco de Asís

Tríptico de san Francisco de Asís: Francisco Fernández.
Degollación de los Inocentes: Francisco Ricci. San Juan Bautista: Francisco Ricci. ©SICP Foto: Carlos Dueñas Rey

Sendos retablos en forma de tríptico completan la decoración de la cripta de la catedral Primada. En el primero de ellos según descendemos a la izquierda, está el obispo san Julián, flanqueado por san Bartolomé y san Juan y en segundo lugar vemos el óleo llamado san Francisco de Asís recibiendo los estigmas acompañado de la degollación de los Inocentes y san Juan Bautista.

Tríptico del obispo san Julián

Tríptico del obispo san Julián: Anónimo.
San Bartolomé: Antonio Veneziani. San Juan: Antonio Veneziani. ©SICP Foto: Lisardo Gómez

Con la puesta en valor de la cripta, Toledo se suma al conjunto de ciudades donde existen expuestos sendos relicarios de santa Úrsula, como puede ser Colonia, Brujas, Pamplona, san Joan de Valls, o los museos de Arte e Historia de Durango o el diocesano de Ávila.

Leyenda de Santa Úrsula y las once mil vírgenes

El martirio de Santa Úrsula junto con las once mil vírgenes es un relato histórico que ha inspirado a grandes artistas, como Caravaggio o Rubens y que también nos ha llegado mediante la poesía o las novelas. Muy pocos conocían que sus restos se hallaban en la Catedral de Toledo, ahora que se han abierto las puertas de la cripta es un buen momento para acercarse a descubrir uno más de los secretos que guarda nuestra Catedral.

La idea errónea de que las compañeras de martirio de Úrsula fuesen once mil surge en un documento datado en el año 922 que se conserva en un monasterio cerca de Colonia, donde se hace referencia a la historia de Santa Úrsula y sus compañeras. En el citado documento entre otras cosas se decía:

Dei et Sanctas Mariae ac ipsarum XI m virginum

donde “XI m virginum” debía leerse como “undecim martyres virginum” (once mártires vírgenes)

y en su lugar leyeron “undecim millia virginum” (once mil virgenes)

Durante siglos esta confusión se extendió sin que nadie la pusiera en duda, dando lugar así a la leyenda de las “once mil vírgenes”.

Según un relato cincelado en una lápida de Colonia, en el siglo IV fue martirizado un grupo de doncellas cristianas.

Cuatrocientos años después, los relatos sobre esas mujeres dieron lugar a una fabulosa leyenda:

Úrsula, hija del rey inglés Donatu de Dummonia, era cristiana, y se había fijado la fecha de su boda con el príncipe pagano Conan Meriadoc de Armórica (actual Bretaña).

La joven propuso posponer las nupcias por un periodo de tres años, esperando que su prometido se convirtiera al cristianismo. Mientras tanto abordó un barco junto con sus damas de compañía y emprendió una peregrinación a Roma. 

A su paso por Colonia, ella y sus doncellas fueron atacadas por los Hunos. Úrsula rechazó la propuesta de matrimonio del mismo Atila, jefe de los bárbaros y todas ellas fueron asesinadas. Según la tradición, la joven cristiana fue asaeteada.

Desde muy antiguo se la considera patrona de las jóvenes y colegialas.

Urna con los restos de Santa Úrsula. ©SICP Foto: Lisardo Gómez

La devoción a la joven Santa cobra fuerza en el S. IX cuando aparecen en Colonia los restos de una iglesia del siglo VI con un epígrafe que algunos interpretaron como: «Martirio de Úrsula y 11.000 vírgenes», y que dió pie al histórico error en torno al tamaño del séquito de la princesa ya que, siglos después, se descubre que la traducción correcta del número de mártires que acompañaron a la Santa en sus últimos años de vida es de 11 y no de 11.000. Sobre esa iglesia se edificó la actual Basílica de Santa Úrsula, en cuyo interior hay una inquietante estancia, la “Cámara de Oro”, con los restos óseos de miles de esqueletos de una antigua necrópolis romana local que algunos siguen atribuyendo a las 11.000 vírgenes ursulinas.

Y tras la Segunda Guerra Mundial, la leyenda del martirio de Santa Úrsula y sus vírgenes volvió a ser actualidad al encontrarse en la basílica de Colonia el cementerio original de la primitiva iglesia con un sillar de piedra, expuesto ahora en el coro, en el que se puede leer que el edificio fue construído “en el lugar donde algunas vírgenes encontraron la muerte por su fe (“..sanctae Virgines pro nomine Christi sanguinem suum fuderunt …”).

Web de referencia

La cripta de la Catedral de Toledo – Leyendas de Toledo

Cripta de la Catedral Primada de Toledo y los restos de Santa Úrsula. – Destino Toledo

Revista Catedral de Toledo | El secreto de la cripta de la Primada

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