08:15 AM. Bedroom
Ana: (Se asoma por la puerta) Buenos días. Es hora de levantarse. – Me indica en tono afable. – ¿Te piensas pasar el día en la cama? – Pregunta con intención. – Ya que no quieres que vayamos a ninguna parte. Pero, al menos, no te pases el día haciendo el vago. – Me ordena sin perder el buen humor.
Jess: (Acostada en la cama) Buenos días. – Le saludo con alegría. – ¿Ya regresamos a Medford? – Le pregunto por si acaso.
Ana: Hasta el viernes por la mañana, no. – Me responde sin perder la complicidad. – Ya sé que hoy es cuatro de julio y que es otro motivo más para que quieras estar allí, pero habrás de tener paciencia.
Jess: ¿Aquí también se celebra el 4 de julio? – Le pregunto con extrañeza.
Ana: No, aquí no es fiesta. – Me aclara. – Es como cualquier otro día de la semana. – Recalca. – Además, como no estamos en Medford ni conocemos a nadie procedente de los Estados Unidos, tampoco tenemos obligación de celebrarlo. – Me aclara.
Jess: Entonces ¿qué hacemos? – Le pregunto algo decepcionada.
Ana: Sé comedida con tu entusiasmo por este día y ten en cuenta que nos encontramos en un país extranjero, con el que el nuestro mantiene buenas relaciones internacionales, pero tal vez haya quien se sienta ofendido.
Jess: Si estuviéramos en Medford, haría lo mismo de siempre, pero estamos un poco lejos. – Alego para justificar mi frustración.
Ana: Intentemos ser discretas y dejemos un buen recuerdo, por si en alguna ocasión queremos regresar. – Me recomienda. – Ten en cuenta que nuestro comportamiento repercutirá en la relación que mis amigos mantienen con sus vecinos. – Alega. – Es mejor que no seamos demasiado egocéntricas cuando estamos fuera de nuestro ambiente. – Me aconseja.
Jess: Entendido. – Le respondo resignada.
Ana: Ahora, preocúpate más por levantarte. – Me indica. – Desayuna, ordena el dormitorio y a mediodía, iremos a la piscina.
Jess: ¿Hoy tampoco tienes que ir a ninguna parte? – Le pregunto con toda intención.
Ana: Ya resolví mis asuntos la semana pasada. – Me aclara. – Ahora me puedo ocupar de ti. – Me advierte con complicidad. – Espabila y no me obligues a sacarte de la cama. – Me ordena.
No me queda más opción que levantarme de la cama. Da igual que estemos de vacaciones de verano o que en Medford sea festivo. A Ana no le gusta perder las buenas costumbres y, de algún modo, entiendo que se siente condicionada por el hecho de que estamos en casa de sus amigos. Prefiero que éstos no piensen que nos acomodamos demasiado, aunque ya tengamos fecha para marcharnos y tampoco creo que nos consideren una visita tan mala después de estos días. Aunque sí es cierto que ellos han seguido con sus vidas y tal vez sea un exceso de confianza eso de que nos dejen solas. Sin embargo, por mí no han de preocuparse. No soy ninguna ladrona ni muy partidaria de organizar fiestas sin permiso. De hecho, incluso Ana se alegraría, si algún día me sorprendiera, porque ello sería indicativo de que tengo vida social. Pero la verdad es que he oído muchas historias al respecto y, lo que empieza como una pequeña reunión de amigos, puede terminar como la fiesta más multitudinaria que se haya dado en el barrio. Después de eso, me temo que me mandarían a Matignon High, incluso aunque allí tampoco me admitieran. Razón de más para que ni siquiera me lo plantee como algo poco probable que suceda.
En realidad, espero que la fiesta que se supone que he de organizar para final del próximo curso no sea con intención de que sea de despedida, porque no entra en mis planes irme a ninguna parte, aunque para ello haya de aplicarme tanto en la asignatura de Spanish que parezca que sé más que el profesor. En realidad, me conformaré con que no me suspenda por la falta de atención e interés. Para ser sincera no soy demasiado optimista en cuanto a la gente que vaya a acudir. Es posible que se quede como una pequeña fiesta casera con las chicas del St. Clare’s, como final de curso, previa a las vacaciones. Sin que acuda nadie de fuera, salvo que en los próximos meses haya algún cambio sustancial en mi vida social. No tanto que retome mi amistad como los chicos del barrio como por el hecho de que haga alguna amistad entre mis nuevas compañeras de clase. Si es que a alguna le motiva eso de relacionarse con alguien en mis circunstancias. Para ser sincera, muy motivador no resulta
Mientras me levanto de la cama, Ana se ocupa de subir la persiana para que entre luz de la calle y no gastemos electricidad, si no hay necesidad para ello. Es una manera sutil de convencerme de que ya ha amanecido y que haberme venido a despertar no ha sido por capricho. Aunque, en realidad, lo que me motiva sea que parece lucir el sol, que éste no será otro día de lluvia como los de la semana pasada. Lo cual es un motivo más para animarme a salir a la calle. Sobre todo porque la primera impresión es que las prisas de Ana porque reaccione no se deben a que ésta tenga prisa por marcharse. En tal caso, ya se hubiera ido. Sin embargo, ya no son horas de tomar el autobús y por los ruidos procedentes del chalé deduzco que nos hemos quedado solas. Por lo cual entiendo que Ana busca algo de compañía. Que no está muy dispuesta a dejarme dormir hasta muy tarde. como parece ser costumbre en este país, por lo que en ya me ha insinuado. No me quiero quedar y, por lo tanto, tampoco adquirir hábitos que no son propios de Medford, al menos no lo han sido míos hasta ahora.
09:15 AM. Bedroom
Monday 3 Mostly sunny Swimming pool Tuesday 4 Mostly sunny Independence Day Tuesday, July 04, 1995 Hoy es el Independence Day, pero aquí no se celebra ni considera día festivo en el calendario. Es una fiesta norteamericana, como supongo que hay fiestas de aquí que yo desconozco, como la que debió haber en la ciudad hace unas dos semanas y por lo que se adornaron las calles de la zona antigua. En realidad, yo debería saber lo que sucede en Medford en estas fechas, pero es cuando se hace más evidente eso de que no voy a ninguna parte, porque prefiero quedarme en el St. Clare’s por si Daddy apareciese, dado que son fechas importantes, aunque hasta ahora no me ha servido de mucho. Este año, dado que estoy aquí, mi preocupación es doble y esta vez verdad confío en que sea cierto que Daddy no irá por allí, porque será una pérdida de tiempo para los dos. Lo relevante de esta mañana, al igual que ayer, es que Ana no tiene que ir a ninguna parte. Se queda conmigo. Pasaremos el día juntas. Debido a mis reticencias de la semana pasada, en parte justificado por el mal tiempo, volveremos a ir juntas a la piscina, porque no le parece bien que me aísle aquí, cuando todo el mundo, toda la vida social de esta parte de la urbanización de concentra allí. En especial la gente de mi edad, con quienes aún espera que me relacione de algún modo, a pesar de mis reparos a hablar en su idioma. Pero no cederé en ese aspecto. Ya que no tiene ninguna validez y tampoco me convence eso de que será la mejor manera de averiguar dónde estamos, si es que aún tengo dudas al respecto. Es más, en el fondo, sospecho que en esta ocasión Ana prefiere que mantenga mi ignorancia. Aunque ella prefiere considerarlo mi castigo por no haber querido que me lo aclarase desde el primer momento. La cuestión es que quiere ser testigo de mi vida social aquí. Ayer me pasé todo el día del chalé a la piscina y de la piscina al chalé. Ana decía que hacía buen día y que era una tontería que me pasara escondida del mundo todo el tiempo. Me dio la impresión de que ese asunto ya lo tiene más o menos resuelto después de su visita del viernes. Ahora tiene toda su atención sobre mí, para que cambie mi actitud y me deje ver más. Que no me ampare en el hecho de que nos marchamos el viernes para que nadie sepa nada de mí. Ya no llueve, de manera que me he quedado sin excusas para no acercarme por la piscina. En realidad, para acabar con la sensación de que se me echa de aquí como si me presencia supusiera algún problema porque fueran a limpiar y no me vieran con mucho espíritu de colaboración. Sin embargo, ello no ha hecho que cambie mi actitud frente a los chicos y las chicas que se han acercado por la piscina mientras he estado allí. Prefiero que me dejen tranquila, como cuando nos hemos acercado a Carson Beach. Aunque al menos en esta ocasión el tiempo de estancia no ha dependido de mis horas de lectura, sino del horario de las comidas y de la conveniencia de Ana. Por lo cual, en algún momento casi me lo he tomado como un castigo, que no se me dejaba otra alternativa. Incluso he llegado a pensar que la intención de Ana era que me exhibiera delante de todo el mundo, como si pretendiera que alguien me comprase. Lo cual reconozco que no es una sensación agradable y que ello me cohibe bastante. Esa piscina no es pública, por lo que he llegado a deducir desde que estamos aquí. Tan solo acude gente de esta parte de la urbanización y de manera excepcional gente de la otra zona. Es un punto de encuentro para las pandillas de amigos, que no hay rivalidad entre una y otra zona. Aunque no sé cómo es la otra piscina, ni si también la comparten. En cualquier caso, a mí me ha dado un poco de apuro que se fijarán en mí. Ha sido inevitable que los grupos de chicos me causaran un cierto recelo. Como me sucede con los chicos del parque, porque me observaban con demasiada atención. Entiendo que, como al resto de las chicas, con la diferencia de que yo no tengo dónde esconderme ni más protección que la compañía de Ana. Quien se ha mostrado bastante prudente a la hora de dejarse ver en traje de baño, aunque dejó constancia de que también se ha llegado a lanzar al agua y demostrado que tiene buen estilo. Al atardecer, cuando dejó de hacer tanto calor, los cuatro nos fuimos a dar otro paseo por la urbanización. No consintieron que me quedara al margen, por mucho que argumentase que estaba cansada o no me apetecía. En cierto modo, me sentí casi como los perros cuando les llega la hora del paseo. Aunque, en mi caso, no me llevaran sujeta con una correa ni me mostrase tan entusiasmada con la idea de pisar la calle. Por supuesto, tampoco esperaban que me comportara como tal. Lo que tuviera que hacer se queda para en el cuarto de baño, mejor antes o después. El caso es que de nuevo acabé con la sensación de que no querían que me escondiera. Aunque tampoco me dejaron ir por donde yo quisiera. Porque, si los amigos de Ana se conocen la zona, hubiera sido la ocasión para que nos alejásemos un poco más. Aunque no tanto como el domingo cuando fuimos a pie hasta la iglesia. Siento curiosidad por saber lo que hay más allá de donde alcanza la vista. Lo que hay tras las colinas. Sobre todo, me intriga a dónde lleva el camino del cruce. Lo que de manera tan reiterada evitan, como si fuera algo peligroso o no hubiera nada de interés, más que tres o cuatro parcelas más grandes y después tan solo campo o un bosque. He llegado a pensar que tal vez en los chalés de esa zona viva gente adinerada que no quiera ser molestada. Que tal vez haya más vigilancia para que nadie se acerque y los amigos de Ana prefieren evitar que nos veamos en problemas. Lo cierto es que, como tal, no me ha dado la sensación de que hubiera ninguna barrera que impidiera el paso. Que, si a un lado del camino hay chalés, en el otro hay un campo de olivos sobre la colina. Por lo que he llegado a observar desde el cruce, no hay motivo para que se muestren tan recelosos, salvo que exista una rivalidad y no haya ningún tipo de relación entre quienes viven allí y los de la urbanización. Aunque comparten la calle principal como vía de acceso a la autovía. Quizás el camino lleve hasta donde se encuentre la iglesia, aunque mi impresión es que va en sentido contrario, que se aleja. En todo caso, ese camino se debería ver desde el chalé, pero no he visto nada de interés. La cuestión es que me han dejado claro que no quieren que me acerque por allí, como si temieran que me pasara algo. Por lo cual, ya que no tengo interés por ir a ninguna parte. Me sobran las razonen para reprimir esa curiosidad.
03:30 PM. Bedroom
Tuesday, July 4 1995 03:30 PM Esta mañana, cuando hemos ido a la piscina, en cuanto ha visto que estaba tranquila, Ana me ha dicho que tenía que tratar un asunto y me ha dejado allí sola. Sin darme más explicaciones. Como si fuera una ocurrencia del momento o se le hubiera acordado de pronto que tenía algo que hacer. Se ha fiado de mí. Aunque lo cierto es que he estado a punto de ir tras ella. Sin embargo, al final, preferí no hacerlo, por temor a que en esta ocasión encontrase motivos para reprenderme por mi travesura. Además, no estaba en condiciones de ir a ninguna parte y hubiera resultado un tanto vergonzoso. Tengo la impresión de que no ha sido más que un truco para que no se repitiera lo del viernes. Como si se hubiera querido asegurar que no le seguiría, porque estoy convencida de que no fue muy lejos, ya que me advirtió que volvería pronto. Además, no era hora para que pensara en tomar el autobús ni para que sus amigos le acercaran a la ciudad, porque éstos ya se habían marchado. En realidad, regresó pronto. No se ausentó más de media hora y estoy segura de que no fue porque necesitara ir al cuarto de baño. Mi impresión es que tenía que hablar con alguien y no quiso que yo me enterase. Que el asunto que tiene que resolver es con alguien que vive cerca de aquí o con quien se hubiera citado porque nosotras nos encontramos bastante limitadas a la hora de movernos de aquí. La sorpresa me la he encontrado en la comida, ha sido la manera en que hemos celebrado esta fecha. Hoy no ha preparado comida casera. No sé de dónde ni cómo lo habrá conseguido. Supongo que de la ciudad y por encargo. He podido escoger entre pizza o hamburguesa, lo que me apeteciera. Incluso es posible que esta tarde, cuando los amigos regresen del trabajo, preparen una barbacoa, aunque no me ha quedado claro si invitarán a alguien. Porque lo cierto es que hasta ahora no se ha recibido ninguna visita. Nadie ha cruzado la verja. Aunque sí he visto gente que paseaba por la calle e incluso que en alguna ocasión se han parado para charlar. Pero no es algo a lo que le haya de dar mayor importancia. La convivencia normal entre vecinos. Como sucede en el St. Clare’s. Aunque allí se acerca la gente a preguntar si necesitamos algo, cuando no a quejarse por nuestro comportamiento, para que Monica y Ana le llamen la atención a alguna de las chicas. De todos modos, como para los amigos de Ana hoy es día laborable, no están de vacaciones, no sé cuándo encontrarán tiempo para organizar esa reunión aquí y para nosotras. Me parece que sea demasiado esfuerzo y no merece la pena. Con que haya habido una comida especial me conformo. Ya tenía ganas de que hubiera algún cambio en el menú y que no fuera siempre comida local. Echaba de menos la comida que se sirve en el St. Clare’s. De todos modos, sigo con la sospecha de que no hay una relación directa entre la comida sorpresa y el hecho de que Ana me dejase sola en la piscina. No sé muy bien cómo explicarlo, pero tengo la sensación de que se fue con idea de hablar con alguien. Que lo de la comida por encargo tan solo es por disimular. Aunque en esta ocasión no tenga la referencia de que se haya llevado algo que después no ha traído o haya regresado con algo que antes no tuviera. Salvo que lleve el asunto con tal discreción que, de manera premeditada, no haya querido que me enterase. De todos modos no pienso curiosear entre sus pertenencias. No sea que me sorprenda y al final sea yo quien le haya de dar las oportunas explicaciones. Sigo intrigada ante la posibilidad de que hayamos venido al encuentro con Daddy, que mi estancia aquí no sea porque no tuviera a nadie con quien dejarme. Si de verdad es una mujer que cumple con lo que promete, supongo que algo hará al respecto, aunque no me lo quiera contar para que no me haga ilusiones. En todo caso, si Daddy no quiere nada conmigo o Ana ha descubierto que se trata de alguien irreal, casi prefiero no hacerme muchas ilusiones porque el desengaño no será para tanto cuando se descubra la verdad.
04:15 PM. Bedroom
Ana: (Se asoma por la puerta) ¿No te apetece volver a la piscina? – Me pregunta. – Sé que estoy muy pesada, pero no me gusta que te quedes aquí encerrada, porque me temo que será lo que hagas en cuanto regresemos a Medford, no moverte de la habitación.
Jess: Escribo mis reflexiones ahora que tengo tiempo. – Me justifico.
Ana: Igual lo puedes hacer aquí que junto a la piscina. – Me contesta. – Tan solo necesitas la libreta y un bolígrafo. No creo que eso sea tan difícil de llevar.
Jess: Aquí me siento más tranquila y no molesto a nadie. – Replico.
Ana: Siempre estás con idea de ir a Carson Beach, de bañarte, y ahora que tienes la piscina a medio paso de la puerta te comportas como si necesitases siete aviones para llegar allí. – Me contesta. – ¡Anda, no seas vaga y vete a la piscina a que te dé el sol! – Me ordena. – Cuando tengas calor no tienes más que lanzarte al agua y refrescarte. – Añade.
Jess: ¡Los chicos ya me tienen el culo muy visto! – Replico como excusa.
Ana: Pues no se lo enseñes. – Me responde con complicidad. – Ya te dije en su momento que me ayudases con la maleta, como no lo hiciste, asume las consecuencias.
Jess: Tampoco había mucho más que meter. – Me defiendo.
Ana: Es lo que tiene vivir en un hogar para chicas. – Me responde. – Cuando trabajes, ya podrás llenar el armario con todo lo que se te antoje, siempre que no te olvides de aquellas que son menos afortunadas que tú.
Jess: No me olvido de mis orígenes. – Le contesto con doble intención.
Ana: Entonces, mueve ese precioso trasero de la silla y vete a la piscina. – Me reitera. – Déjate ver e intenta ser un poco más sociable hasta que nos vayamos.
Jess: ¿Cuándo llamamos a Medford? – Pregunto. – ¿Aún es pronto?
Ana: Cuando vuelvas de la piscina. – Me contesta con intención. – No sé si ya eres consciente de lo que implica la diferencia horaria, pero no creo que les haga gracia que les saquemos de la cama.
Jess: ¿Estás segura de que allí aún es de noche? – Le pregunto contrariada. – Aquí ya es casi media tarde. – Argumento
Ana: Estoy segura de que habrá alguno durmiendo. – Me contesta.
Se suponía que íbamos a llamar todos los días para que nos dijeran si sabían algo de Daddy o nos comentaran algo sobre la evolución de las obras por su podemos volver antes. Sin embargo, tengo la impresión de que Ana siempre se busca alguna excusa para que me olvide del tema, que cuando de verdad llama yo no estoy delante para enterarme, por lo cual no estoy tan segura de que sea verdad eso de que haya reformas en el St. Clare’s durante estas dos semanas, aunque sean necesarias y hasta cierto punto mi continuidad supondrá toda una revolución, pero yo me quedaré mientras Daddy no venga a por mí o me haya de trasladar a la universidad, lo que ocurra antes. También podría ser que consiguiera un trabajo y me emancipase, pero Ana prefiere que no abandone los estudios antes de tiempo, aunque en lo referente a la asignatura de Spanish me deje llevar por mi propio criterio. Si para el próximo curso he cedido ha sido por evitar que me trasladen a Matignon High. Como no haya noticias de Daddy durante los próximos meses me temo que mi interés por esa asignatura se desvanecerá tan rápido como ha surgido y no me dejaré engañar por otro chantaje emocional. Tan solo es un curso y estoy segura de que por mucho que no lo reconozca ante los demás, algo de idea tengo, si no, no me hubieran permitido que me graduara en 8th Grade. Esto es, que las reforman que han de hacerse para el próximo curso son en referencia a mi actitud, aparte de algunos arreglos en el edificio.
Ana: Bueno, menos charla y a la piscina. – Me ordena. – Te encanta liarme para salirte con la tuya, pero esta vez no caeré en la trampa. Lo que haces aquí igual lo puedes hacer allí. – Argumenta. – Al menos quédate por ahí hasta que sea la hora de la merienda.
Jess: Vale, ya voy. – Le respondo resignada. – Pero de verdad que los chicos ya me tienen muy visto el culo. – Añado con complicidad y como evidencia de mi contrariedad.
Ana: Pues enséñales la cara, que es mucho más bonita. – Me responde con buen humor.
Jess: ¿No hay más piscinas por los alrededores? – Le pregunto. – Ayer me fijé en que uno de los chalés, de los que no están dentro de las zonas de la urbanización disponía de una propia. – Le comento por si me explica su interés en que me vaya.
Ana: Sí, algo me ha comentado Sonia de que las otras parcelas cuentan con piscina, pero son construcciones independientes, piscinas privadas a las que no puedes ir, salvo que te inviten. – Me explica. – Para la próxima vez le sugeriré a Sonia que instale una piscina hinchable en el jardín. Pero, como de momento no es posible, levanta el culo de la silla y que te dé el sol en la piscina de la urbanización.
Jess: ¿Volveremos otro año? – Le pregunto contrariada.
Ana: ¡No me líes y ves a que te dé el aire! – Me contesta. – Mejor que no tientes tu suerte porque te llevo de las orejas y me dará igual cómo vayas vestida. – Me advierte.
Sí, mejor que no alarguemos esta conversación porque desde hace algún tiempo Ana se muestra bastante intransigente conmigo por eso de que es mucho lo que ha de interceder por mí ante los administradores del St. Clare’s y los obstáculos con que se encuentra para que éstos se convenzan de lo perjudicial que sería mi traslado. Aunque como único argumento tenga mi empeño por esperar a Daddy. Ya que. por mi edad y por las normas que hasta ahora han regido en el St. Clare’s, yo no tendría que quedarme ni un día más después de mi graduación en 8th Grade, si es que no se me ha encontrado una familia de acogida antes. Por lo que sé, Daddy sigue siendo mi única familia, aunque haya dudas sobre su existencia o del interés que éste pueda tener en conocerme y hacerse cargo de mi custodia. Lo único que tengo a mi favor para quedarme es la mediación de Ana, pero ésta no quiere que me acomode. Por lo cual se mostrará exigente conmigo cuando lo considere oportuno y no aceptará negativas ni resistencias por mi parte. Si no quiero hacerle caso, la solución es muy sencilla, una llamada de teléfono y tengo alojamiento asegurado en Matignon High hasta que me matricule en la universidad o sea capaz de emanciparme y nadie haya de cuidar de mí. Por el momento me interesa más no perder la confianza de Ana y resignarme a hacer lo que me pida. A pesar de que no siempre sea de mi agrado, como haberme matriculado en la asignatura de Spanish para el próximo curso; acompañarla en este viaje o que ahora me haya de ir a la piscina a tomar el sol. Entiendo que no vale con que me quede en el jardín. Ana quiere que esté fuera de la parcela, que haga vida social.
05:00 PM. Swimming pool
05:00 PM. Swimming pool Ana me ha echado del chalé y tiene suerte de que no me dé por hacer una de mis escapadas porque este recinto tiene su propia entrada y no necesito volver al chalé para acceder a la calle. Me guste o no la idea me ha pedido que me quede aquí hasta que me avise. Entiendo que la excepción será que necesite ir al baño, porque aquí no hay, salvo que espere que le pida el favor a algún vecino y permitan que vaya a su chalé, aunque desde siempre se me ha inculcado que no me fíe de los extraños y eso sería una temeridad, ya que de momento no conozco a nadie. Si nos vamos dentro de tres días, no merece la pena el esfuerzo. Todo el mundo se olvidará de mí en cuanto esté dos o tres días sin aparecer por aquí, ya que será difícil que regrese, salvo que me confirmasen que Daddy vive cerca de aquí o viniera con él, pero todo lo que sé al respecto se basa en divagaciones sin sentido. Si se trata de una cuestión de probabilidad, me temo que una o ninguna entre los cientos de personas que residen aquí en esta época del año. Debería ser uno o ninguna entre miles de personas, pero después de todo lo que he visto estoy segura de que no hay tanta gente por los alrededores, salvo en la ciudad y tal vez en donde se encuentra la iglesia, que no sé si es una población, el barrio periférico de la ciudad o una zona urbanizada junto a la autovía. Lo que me gustaría es tener una piscina privada, para mí sola, que no tuviera que compartir con nadie, o al menos que no me dejase con la sensación de que me han echado a la calle para que me exponga a las miradas de todo el mundo. Esto no es Carson Beach ni tan fácil que mi presencia pase inadvertida porque la concentración de gente es mayor y yo soy la extraña, la novedad del momento, más cuando no estoy integrada en ningún grupo, lo que haría que mi presencia resultara menos llamativa. Soy la chica que ha extendido la toalla en el césped y ahora se entretiene con este cuaderno de anotaciones, que más que un regalo de Ana lo considero un robo, porque es algo que no se tuvo en cuenta a la hora de hacer mi maleta, pero lo he convertido en mi mejor entretenimiento de estos días, sobre todo cuando estoy sola, porque cuando Ana me da conversación ya no siento la necesidad de refugiarme en mis pensamientos. Entiendo que, de algún modo, esto es como un castigo ahora que Ana ya no está tan centrada en ese asunto y dispone de más tiempo para mí. Se ha dado cuenta de que no demuestro la suficiente curiosidad por saber dónde estoy ni por relacionarme con la gente. Por lo cual, pretende que me sienta obligada a ello. Sin embargo, esto no hará que cambie de actitud. Los chicos y las chicas que se acercan a la piscina hablan en un idioma que yo no entiendo y no hablo. Aparte que tampoco se muestran demasiado sociables conmigo porque ya vienen en grupo y no admiten extraños, ni yo lo he pretendido. En realidad, no creo que nadie me vaya a decir nada relevante, porque tampoco me interesa saber dónde me encuentro, aunque me digan que estoy en Toledo y que la residencia de Daddy se encuentra en alguno de estos chalés. Si éste no demuestra interés por mí, la verdad es que prefiero mantenerme en la ignorancia. Es más, si el objetivo de Ana es que tenga un curso intensivo de español, que mi experiencia no se limite a esa lectura no comprensiva, lo cierto es que por lo que he escuchado hasta ahora, apenas me he enterado de nada y por lo general todo el que intenta hablar conmigo lo hace en inglés porque de otro modo la conversación resulta imposible, ni tan siquiera me esfuerzo por entender a Ana porque ésta recurre al inglés para que no me lo haya de repetir dos veces. Sé que es echarle mucha imaginación, pero en esta ocasión se me ha ocurrido pensar que tal vez me haya echado del chalé porque espere alguna visita, que sea alguien que venga a verla a ella y no al revés, como hasta ahora. Que, si se trata de algo referente a ese asunto, es normal que no quiera que me entere. Aquí no cuenta con un despacho propio de manera que esas reuniones han de ser en el chalé de su amiga. Dado que no se siente capaz de controlarme, prefiere que me mantenga alejada, que me entretenga en la piscina hasta que me avise y haya pasado el peligro. La cuestión es que aún no tengo muy claro de qué se trata, pero es algo que se toma muy en serio y con la mayor discreción. Al menos, después de estos días, soy un poco más consciente de que los problemas no se resuelven con una simple llamada de teléfono, hay muchas gestiones detrás y Ana se lo plantea de manera responsable, sin que hasta ahora ninguna de las chicas del internado lo haya valorado y agradecido en su justa medida. La verdad es que, si no temiera la reprimenda y las consecuencias por esa falta de confianza, intentaría espiarla. Me acercaría con sigilo hasta el chalé y observaría lo que ocurre. Lo malo es que no me conozco el lugar tan bien como el St. Clare’s y he perdido mis habilidades de antes, en que cabía casi en cualquier sitio y tenía el oído mucho más fino. Sobre todo tenía la sensación de que era mucho más ágil y pasaba más inadvertida. Es posible que tan solo me lo hicieran creer porque de ese modo, aunque me escondiera, me tenían localizada y, por lo menos, demostraba curiosidad. Con el paso del tiempo empecé a comprender que el mejor escondite era la distancia, irme donde fuera y no regresar hasta que pasara el peligro. Hasta que aquellos que querían adoptarme se hubieran marchado. Es posible que en alguna ocasión el interés de esa pareja o familia fuera por otra chica, pero yo me daba por aludida, por si acaso. Porque debido a los problemas que causaba, entendía que cada vez era más urgente que me sacarán de allí. Tan solo Ana, con mucha paciencia, y supongo que en parte a que me he hecho mayor, ha conseguido que abandone las malas costumbres y no sea tan temerosa en ese sentido. Nadie que no sea Daddy me sacará del St. Clare’s. ¿A quién puede conocer Ana, aparte de a su amiga Sonia? En realidad, la pregunta sería “¿Qué gestiones tiene que hacer en un país tan alejado?”. Es cierto que como tal el St. Clare’s acoge a chicas de cualquier parte del mundo, aunque por lo general sean de las proximidades, pero se mantiene el lema de que todas son bienvenidas y en ocasiones me da la impresión de que allí acabamos aquellas a las que no quiere nadie, aunque después Ana y Monica nos encuentran una familia de acogida en cualquier lugar del mundo, pero me parece que con este lugar deberían hacer una excepción. Quien sea la afortunada se aburrirá como una ostra porque se encontrará con que no hay nada de interés. Hasta ahora y por lo que yo tengo entendido se nos busca familias que nos ofrezcan unas condiciones de vida un poco más adecuadas, que aquí haya piscina comunitaria y campo abierto es poco relevante, al menos a mí es lo que me lo parece. Lo único que se me ocurre es que Ana haya venido en busca de pistas sobre Daddy, aunque sea una suposición interesada por mi parte porque sabemos tan poco con respecto a éste que cualquier pista que se siga ha de ser tenida en cuenta. No sé, quizá Daddy sea alguien que ha viajado mucho y que, aunque sepamos que nació en Toledo que era un niño de siete años, es posible que sus padres se dediquen a recorrer mundo, que en uno de esos viajes se encontrasen mi madre y que después ésta no supiera cómo ponerse en contacto con ellos para darles la noticia. Mi idea es que mi madre se desentendió de mí, me abandonó. Los planes y la actitud que Daddy tenga conmigo los desconozco y prefiero pensar que me querrá conocer cuando sepa de mi existencia.
Ana: (Llega a mi lado) Esperaba encontrarte en el agua, que se te hubiera olvidado lo de guardar un par de horas para la digestión, pero has preferido ser una chica responsable. – Me dice para hacerme saber de su presencia y compartir valoraciones.
Jess: Aún no hay nadie en el agua. – Constato.
La verdad es esa, ahora mismo no hay nadie en el agua, aunque sí haya grupos de chicos y chicas en torno a la piscina, sin que nadie se haya decidido a bañarse, por lo cual mi caso no es la excepción. En cualquier caso, no creo que se deba a una cuestión de prudencia por la digestión ni nada de eso. De hecho, si esto fuera Carson Beach, lo más probable es que sí hubiera gente en el agua, pero tengo la impresión de que allí los días son un poco más cortos, o se trata tan solo de que los horarios sean diferentes. La cuestión es que Ana ha venido a controlarme y ello descarta la posibilidad de que tuviera intención de reunirse con alguien, lo que invalida todas mis suspicacias en ese sentido y provoca que el asunto se vuelva mucho más misterioso e intrigante, por el contraste entre la semana pasada y ésta en que toda su atención está en que yo me divierta, que no me sienta sola ni abandonada en ningún momento, casi diría que es como si pretendiera que con su compañía pretendiera dejar que resaltase más mi presencia, pero con una total y absoluta indiferencia por parte de los demás, más allá del hecho de que haya quien piense que me tiene sobre protegida y ello dificulta que haga nuevas amistades, aunque por mi parte tampoco es que demuestre mucho interés en ese aspecto.
Ana: Te dejo que seas la primera. – Me responde. – Cuando regresemos a Medford lo echarás de menos y aquí conviene que aproveches.
Jess: Mejor que no. – Le respondo con algo de vergüenza propia ante la expectativa.
Aunque no se lo crea del todo, no soy tan desinhibida como en ocasiones me considera y aquí rodeada de extraños me causa cierto reparo que todo el mundo se fije en mí cuando estoy en traje de baño y más aún a remojo. Los chicos son tontos y tan solo tienen una idea en la cabeza, de manera que prefiero que no me tengan en cuenta a la hora de expresar su interés por las chicas. Mejor que todo el mundo se olvide de mi presencia y que, cuando sea la hora de irse, no me haya de preocupar más que por recoger mis pertenencias, que no haya nadie que me retenga. No me atrae la expectativa de tener que regresar al chalé a la carrera ni antes de la hora por causa del comportamiento inapropiado de los chicos, aunque en presencia de personas adultas, éstos parece que se moderan un poco más y nos dejan mucho más tranquilas. En todo caso, supongo que en ocasiones la culpa no es tan solo de ellos, hay chicas que son un tanto atrevidas y les gusta llamar la atención y atraer su interés. Tampoco es que eso sea malo, pero no es algo que vaya con mi personalidad.
Jess: ¿Habrá barbacoa esta tarde? – Le pregunto.
Ana: Me temo que al final no. – Me responde. – Sonia y su marido no están de vacaciones y será un poco precipitado. – Me indica. – Si se lo hubiéramos comentado antes, tal vez lo hubiéramos organizado para el fin de semana. – Me dice apenada. – La semana pasada estuve demasiado centrada en ese asunto y nos marchamos el próximo viernes.
Jess: No pasa nada. – Le responde con desgana. – Con la comida ya he tenido bastante fiesta.
Ana: Lamento que este año no vayamos a celebrar el Independence Day como siempre, pero tenemos la oportunidad de disfrutar de estos días de vacaciones. – Me comenta para que me anime.
Jess: Para celebrarlo, deberíamos llamar y preguntar si hay noticias de Daddy. – Le sugiero y aprovecho la ocasión.
Ana: ¡Mejor que no te pases de lista! – Me recrimina. – La verdad es que no sé muy bien por qué te hago caso porque con la actitud que mantienes no te lo mereces. – Me comenta con complicidad e intención.
Jess: Nos han de confirmar que podemos volver el viernes. – Alego en mi defensa.
Ana: ¡No te inventes excusas! – Replica. – Sabes que en cuanto haya noticias de tu Daddy, serás la primera en enterarse. – Me recuerda y asegura. – Si no nos han llamado es porque no ha habido ninguna novedad en ese sentido. – Me dice. – Los albañiles tan solo llaman si hay algún problema, pero la situación ésta controlada.
De poco o nada sirve que insista, Ana tiene las ideas claras y no dejará que la convenza con mis argumentos. La frecuencia el momento para llamar queda a su elección, tal y como me ha insinuado, condicionada a mi comportamiento porque lo he de considerar un premio, aunque hasta ahora haya sido ella la única que ha hablado y yo tengo mis dudas con respecto a que en alguna ocasión haya llamado de verdad. Tan solo me mosquea un poco la llamada que hizo el jueves, de igual modo que le doy una cierta credibilidad a la llamada de los albañiles por el asunto de la tubería del año. La cuestión es que por mucho que ella lo asegure, tengo la impresión de que hasta ahora no ha preguntado por si hay alguna novedad con respecto a Daddy. Es como si me hubiera traído hasta aquí con idea de que me olvide de él, aunque, por otro lado, no se me va de la cabeza la sensación de que éste se encuentra mucho más cerca de lo que me imagino, que, si no me he cruzado con él por la calle, ha sido porque no he salido del chalé a las mismas horas.
La mejor manera de celebrar el Independence Day sería que Ana me confesara que hay alguna novedad sobre Daddy, que detrás de todo este viaje se esconde la intención de que le conozca, aunque hasta ahora no se haya producido ese encuentro, al menos no de manera que yo fuera consciente. Daddy puede ser cualquiera, tanto de los que vienen a bañarse en esta piscina o de los que me he cruzado por la calle las veces que he salido del chalé para dar un paseo o acudir a misa. Ana se aprovecha de mi ignorancia, en caso de que tengan algo de sentido mis sospechas. Sin embargo, como tal no tengo muy claro que en estos días haya habido ningún chico mayor cuya presencia haya destacado sobre los demás. Quizá el chico del perro con quien me crucé el viernes y que me pareció el mismo al que seguimos hasta la iglesia el domingo. Sin embargo, en el caso de que se tratase de Daddy no he notado en su comportamiento nada que le delatase, sino la misma frialdad e indiferencia que el resto. Era más la sensación de que somos nosotras quienes vamos tras él, aunque no sé dónde vive ni qué interés tendrá Ana en que le sometamos a esa persecución. No es mi deseo ni intención molestar a nadie sin una razón.
La piscina no es lugar para que se produzca ese anhelado encuentro entre Daddy y yo, sobre todo porque Ana insiste mucho en que no hace falta que me muestre tan natural, por mucho que le diera ocasión para que me conociera bien. Según Ana, Daddy me ha de apreciar por mi personalidad y no por las primeras impresiones, porque se supone que lo que le entregaran del St. Clare’s será una hija y no un pedazo de carne ni otra cosa. De hecho, se espera que mi comportamiento y actitud no cambien demasiado y en todo momento sepa demostrar la buena educación recibida y que se me ha inculcado desde pequeña, no dar motivos para que Daddy me quiera devolver cuando se haya cansado de mis tonterías. De hecho, como no se trataría de una adopción, Daddy me habrá de aceptar con todas mis manías y defectos, que, si no le gusto, no le quedará más remedio que aceptarme o actuar de igual modo que mi madre, abandonarme donde sea para que algún alma caritativa se ocupe de mí. Yo confío en que no se llegue a ver en esa tesitura, porque tampoco considero que mi compañía sea como una pesadilla tan horrible. Con un poco que me quiera y conozca se dará cuenta que la primera impresión siempre es la auténtica, que espero que sea buena.
Ana: No te lo pienses tanto y lánzate al agua de una vez. – Me ordena. – Imagina que estás en Carson Beach y tienes toda la playa para ti sola. – Añade por si ello me anima.
Jess: ¡Un cuatro de julio y con un día como éste, eso es más una utopía! – Replico.
Ana: Por eso te he dicho que te lo imagines. – Me responde. – Seguro que te será fácil. Me apuesto lo que quieras a que no he de pedírtelo dos veces. – Me dice.
Jess: Que llamemos para que nos digan sí hay noticias de Daddy. – Le contesto y tomo la palabra.
Ana: Tenemos que llamar para confirmar que volveremos el viernes y no hay que atrasar el vuelo. – Me aclara.
Jess: Pues, si hay noticias de Daddy, cambias los pasajes y nos vamos a verle a Toledo. – Le propongo animada.
Ana: Mejor que no te entusiasmes antes de tiempo. – Me recomienda un tanto apurada. – Como te he dicho en alguna ocasión, es preferible que ciertos temas se traten con discreción y no hablemos de ellos cuando estemos con gente. – Me advierte.
Jess: ¡Sí, vale! – Admito mi torpeza. – Pero, si hay noticias y es posible, nos vamos a visitar a Daddy. – Le reitero.
Ana: Ves, lánzate al agua y no dejes que se te caliente el cerebro de tanto pensar. – Me aconseja con complicidad. – Ya te diré cómo nos lo planteamos cuando sea el momento. – Me promete. No creo que llegar a casa de Daddy sea tan complicado, ya nos hemos alejado del St. Clare’s y los administradores entenderán que aprovechemos el viaje, aunque sin saber dónde estamos, al menos yo lo desconozco, se puede dar el caso de que la casa de Daddy se encuentre justo delante de nuestras narices o haya que coger siete aviones. En el primer caso, el coste y gasto, limitaría al paseo que nos demos hasta allí, tal vez al desgaste del calzado, pero si está tan cerca, tampoco me importa ir descalza. Para el caso extremo de que éste viviera lejos, supongo que harán falta muchas más gestiones y que ello tendrá un coste que tal vez no nos podamos permitir. Desconozco cuál ha sido el coste del viaje desde Medford hasta aquí, pero ya imagino que no habrá sido barato, si hemos tenido que tomar dos aviones. Tal vez lo mejor sería que fuera Daddy quien acudiera a nuestro encuentro. Quizá a los amigos de Ana no les moleste que nos quedemos unos cuantos días más y abusemos de su hospitalidad.
Ana: ¡Venga que casi es la hora de merendar! – Me insiste para que me decida.
Jess: Voy, pero me salgo enseguida. – Le aviso. – No me gusta que me miren. – Le digo en referencia a los chicos y las chicas aquí reunidos.
Ana: Si fueras un poco más sociable, en vez de mirarte, intentarían hablar contigo.
Jess: I don’t speak Spanish! – Le recuerdo.
Dicho esto, prefiero no pensármelo dos veces ni entretenerme más. Entiendo que Ana no ha venido a hacerme compañía, sino a buscarme, por lo cual, como me conoce, se quiere evitar que le pida cinco minutos más porque me tenga que bañar. Desconozco qué planes tiene para después, si como me ha dicho, no habrá barbacoa, pero al menos es un alivio que no pretenda que me quede aquí toda la tarde, dado que esto para mí es más un castigo que un motivo de alegría, me ha echado del chalé y entiendo que ahora ya puedo volver, que no hay ningún peligro ni motivo para que me quede a la espera. Como ya ha comprobado, esto no ha favorecido en nada que mejore mi vida social ni el trato con los jóvenes de lugar. Sigo sin querer nada con ellos porque no hablamos el mismo idioma, aunque es muy probable que ellos sí se defiendan con el inglés, pero ni siquiera estoy segura de que la asignatura de English se haya incluido en un plan de estudios, porque de igual modo habrán estudiado cualquier otro idioma que les sea más útil. En el St. Francis School ese segundo idioma es el italiano, pero aquí no me ha dado la impresión de que nadie lo hable y yo lo estudié hasta 4th Grade, porque no se admitió que lo escogiera como alternativa a la asignatura de Spanish, que en mi caso se considera como obligada me guste o no. Bastante es que los profesores hayan sido benévolos conmigo y dejado que sea Ana quien me lo enseñara a su manera.
Si estuviéramos en Carson Beach, me ubicaría y sabría hacia dónde mirar para encontrar a Daddy. Aquí, aparte de que me encuentro en la piscina de la urbanización, rodeada de chalé, me siento incapaz de determinar los puntos cardinales. Primero debería saber dónde estoy, en qué lugar del planeta, y en relación con ello orientarme. En el supuesto de que estemos cerca de Daddy, ni quiera debería echarle imaginación a la hora de creer que estamos cerca. Tal vez, ahora mismo nuestras miradas se crucen de verdad, que, si miro hacia el cielo, los dos observemos las mismas nubes e incluso escuchemos los mismos sonidos, hasta me debería sentir algo avergonzada porque tal vez Daddy me observe desde la distancia y me vea en bikini, ante lo cual yo debería verle en bañador, pero nadie de los que están aquí reúne los requisitos como para que tal posibilidad se me pase por la cabeza. En ese aspecto me siento mucho más segura que el domingo pasado en la iglesia cuando me entretuve en observar a los asistentes y me quedé con la sensación de que tal vez Daddy fuera alguno de ellos. Aquí me siento atrapada, por lo cual mire hacia donde mire, me da la impresión de que Ana tiene la situación controlada para que no me deje llevar por un exceso de curiosidad ni de imaginación.
08:00 PM. Street
Da igual que esté cansada, no me apetezca o sea cuatro de julio y piense que estoy en mi derecho de tomarme un día de descanso, el caso es que son las ocho de la tarde y es la hora del paseo, como si no fuera bastante con todo el ejercicio que hago en la piscina, o al menos con el paseo que me doy hasta allí. El argumento que Ana me ha dado en esta ocasión es que no tiene ningún sentido que me esconda del mundo. Hasta cierto punto entiende mis reticencias a tratar con las chicas y los chicos de la urbanización, pero ello no es razón suficiente como para que me aísle, aunque nos vayamos a marchar dentro de tres días y piense que es una pérdida de tiempo, ya que al final la perjudicada seré yo porque habré desaprovechado la oportunidad de conocer gente y el lugar. Tal y como me ha recriminado, las respuestas a todas las dudas que me ha generado este viaje se encuentran aquí fuera, que, si de verdad tengo un mínimo de interés por saciar mi curiosidad, deberías ser la principal interesada en que nos diéramos este paseo, tanto a última hora de la tarde como a primera de la mañana, dado que las horas centrales del día son para disfrutar de la piscina. Sin embargo, como parece que me da todo igual, ha de ser ella quien me saque a la calle, aunque haya de ser por las malas y sin que rechiste o será ella quien se cierre en banda y negará a llamar al St. Clare’s para preguntar por si hay alguna novedad sobre Daddy.
Ana: Tienes dos opciones, o nos limitamos a bordear la urbanización y regresamos en media hora, o dado que se trata del cuatro de julio, además de la vuelta, nos acercamos hasta el bar y te invito a un helado.
Jess: Me da lo mismo. – Le respondo con desgana.
Ana: ¡Cómo no te animes un poquito, bajamos hasta el cruce y hago que te adentres por el camino! – Me advierte con intención de que no me atraiga la expectativa.
Jess: ¿Por qué nunca vamos por ahí? – Le pregunto con toda intención.
Ana: Ya te lo hemos explicado en alguna ocasión, pasados los chalés, no hay más que campo. – Me contesta. – Si te apetece, adéntrate tu sola. – Me propone con la expectativa de que rehúse.
Jess: Al menos acerquémonos a ver los chalés. – Le sugiero. – Están aquí al lado y no nos perderemos.
Ana: Si quieres que vayamos a alguna parte, que sea hasta el bar. – Me propone. – Dejémonos de aventuras. – Me ruega. – Una vuelta por la urbanización y nos tomamos un helado. – Me reitera. – Provechemos que hoy mis amigos nos han dejado solas.
Jess: Vale, pero otro día que Sonia venga con nosotras, nos acercamos por esos chalés. – Le propongo sin reprimir mi curiosidad.
Ana: Si te tengo que sacar a regañadientes a la calle, me parece a mí que no. – Me responde con toda intención.
Jess: Entonces, si mañana no me resisto ¿Iremos? – Le pregunto sin reprimir mi emoción.
Ana: De momento, pensemos en lo que haremos esta tarde y dejemos los planes de mañana para cuando sea el momento. – Me contesta. – Ahora muévete y no hagas que me piense mejor lo de invitarte a un helado. – Me ordena y aconseja.
Lo de la invitación al helado, que nos acerquemos hasta el bar del parque, es en sí toda una novedad, frente a lo que he considerado han sido los paseos de estos últimos días, que me sacaba a la calle para que fueran los demás quienes me vieran y no tanto para que yo conociera el lugar o me moviera. Me da la sensación de que hoy Ana está un tanto derrochadora, más nerviosa que de costumbre, que hace un último intento porque me anime y no me marche de aquí con la sensación de que este viaje no ha servido para nada. Es algo así como si la calificación de un examen hubiera sido mejor de lo esperado o en su caso hubiera recibido una buena noticia y sintiera el impulso de compartir su alegría con todo el mundo, que no se trata tan solo del Independence Day, aunque no se puede decir que yo esté con ánimo para muchas fiestas y en ese sentido se han estropeado los planes y expectativas que me había creado, porque no habrá barbacoa ni ninguna celebración especial. Es más, si o fuera porque me he molestado en mirar la fecha en el calendario. Éste sería otro día como los demás, dado que esa es una festividad que aquí no tiene, por lo cual me habré de conformar con un helado, aunque no sé si habrá de los que a mí me gustan dado que todo es bastante diferente, a pesar de las muchas similitudes o semejanzas culturales.
Para mí un verdadero motivo de celebración sería que nos cruzásemos con Daddy, que nos encontrásemos con él, después de que previamente Ana me hubiera confesado que hemos venido en su búsqueda y ya le tiene localizado. Sin embargo, lo más relevante o sospecho que en ese sentido ha sucedido en los últimos días fueron los acontecimientos del viernes, por la entrega de aquella carpeta, por la que yo he reprimido mi curiosidad, y a la que Ana no ha aludido en sus conversaciones conmigo. Mantengo la sospecha de que incluso ella misma se sorprendió un poco cuando descubrió que la persona a quien debía entregar esa carpeta vive por los alrededores, incluso que ese dato le llegó cuando ya pensaba que su investigación se encontraba en un punto muerto. Lo más extraño es que desde el viernes su empeño es que nos hemos un paseo diario, para lo que se muestra bastante menos negociadora que yo en lo referente a mis llamadas de teléfono, como si estuviera convencida de que, a pesar de mi empeño, no habrá ninguna novedad.
Supongo que por complacerme, o por hacer que el paseo sea un poco más largo, en vez de ir hacia la derecha, por la bajada de las curvas, encaminamos nuestros pasos hacia la izquierda, lo que da a entender que espera que haga méritos para ganarme ese helado y, sobre todo, se me habrá el apetito, a pesar de que ir en esta dirección implica llegar hasta el cruce, hasta esa zona por la que se supone yo no he de adentrarme y tampoco creo que en esta ocasión ella se haya planteado que lo hagamos juntas. El bar se encuentra en sentido contrario, tendremos que recorrer toda la calle principal, aparte de que ya empieza a anochecer. Tenemos algo más de una hora y media de luz natural. Es más, si estuviéramos en Medford, ya deberíamos haber cenado. Sin embargo, Ana se ha amoldado a los horarios de aquí y en ese sentido tampoco tenemos ninguna prisa. Además, como nos hemos pasado el día solas, tampoco dependemos de sus amigos, de manera que tal vez no sería mala idea aprovechar el paseo hasta el bar del parque y que cenemos allí, pero es Ana quien decide y entiendo que, en caso de conocer mi opinión, ya conozco la respuesta de antemano, hasta el viernes no regresamos a Medford y no se admite eso de que nos encerremos en el chalé, porque tampoco nos estamos escondiendo de nadie. En ese sentido puedo estar tranquila.
Ana: Te lo preguntaré por si acaso, aunque ya me conozco la respuesta y tampoco quiero que me malinterpretes, pero ¿Te quedas aquí o regresas conmigo el viernes?
Jess: Regreso contigo. – Le respondo un tanto contrariada por la pregunta. – Si hemos venido para dejarme con tus amigos, ya sabes lo que pienso. – Le advierto con algo de nerviosismo.
Ana: Tranquila. Mis amigos no tienen intención de adoptarte. – Me dice con calma. – Tan solo te lo pregunto por si empieza a gustarte este sitio. – Me aclara.
Jess: No hablo español y no está Daddy. – Le respondo y argumento.
Ana: Como te conozco mejor que tú misma, hice la reserva del vuelo de vuelta para las dos. – Me comenta. – Es mucho dinero como para que lo desaprovechemos. – Justifica.
Jess: ¿Acaso pensabas dejarme aquí? ¿Era ese el asunto que tenías que tratar? – Le pregunto contrariada.
Ana: No te podía dejar sola dos semanas. – Me responde. – Además, hay obras en la casa y no hubieras podido estar allí. – Añade. – Salvo que cambies de opinión y prefieras mudarte a Matignon High, tendremos que aguantar tus locuras al menos durante otro curso.
Entiendo que no habla en serio, que tan solo bromea sobre la posibilidad de que me quede, dado que sus amigos tampoco han demostrado interés por mí y yo mucho menos por ellos, por lo cual no hay nada de qué hablar, el viernes me vuelvo con Ana a Medford y seguiré esperando noticias de Daddy, confiada en que a lo largo de estas dos semanas a éste no se le haya ocurrido ir por allí y encontrarse con los albañiles e incluso pensar que al estar la casa en obras nos hemos trasladado a otro sitio, sin que nadie sepa darle una explicación al respecto. Creo que sería difícil que alguna vez le perdonase a Ana que me privara de la oportunidad de reunirme con Daddy, aunque ella parezca estar muy tranquila en ese sentido, no tanto como si tuviera la situación controlada, pero sí bastante segura de que no tenemos que inquietarnos por los planes e intenciones de Daddy en ese sentido, éste tendría que ser alguien muy responsable y estar en condiciones de hacerse cargo de una adolescente, aunque los más probable es que, si damos por cierta su edad, no esté ni en condiciones de cuidar de sí mismo y yo no sería más que una carga, por lo cual es mejor que nuestras circunstancias no cambien. Sin embargo, yo me conformaría con que supiera de mi existencia, que al menos intentase ponerse en contacto conmigo y me confirmara que él no me ha abandonado no se ha desentendido de mí con hizo mi madre, lo cual no es esperar tanto.
Quizá sospeche que yo me he creado la equivocada idea de que estamos en Toledo, al menos en España, por lo que pretende sonsacarme y que se lo confirme. Sin embargo, la verdad es que ahora mismo tengo más dudas que certezas, más motivos para pensar que todo son vanas ilusiones que yo misma me he creado esa ilusión porque he salido de Medford, ya que, como tal, no tengo argumentos ni pruebas que me lleven a pensar que en esta ocasión mi intuición no me engaña. Es más, si me tuviera que fiar tan solo de mis primeras impresiones, a Ana le costará muy poco convencerme para que regrese con ella o regresar a Medford aunque sea por mi cuenta, por muchas que sean las dificultades que me encuentre para lograrlo, lo que ya de antemano sé que es un planteamiento bastante absurdo incluso para mí, ya que no hablo el idioma, no conozco a nadie y lo más grave de todo es que tampoco estoy muy segura de donde me encuentro, porque igual puedo estar en España que en cualquier otro lugar del mundo, aunque si todo el mundo habla en Español y en la ciudad hay edificios con varios siglos de Historia, pocas opciones me quedan al respecto, tan solo que Ana se aprovecha de mi ignorancia, que no he querido saber nada hasta ahora y me supone un doble esfuerzo darle un mínimo de sentido a toda la información recogida.
Que vayamos ahora hacia ese cruce entiendo que es una metáfora de mi vida, una manera gráfica de justificar la pregunta que Ana me ha planteado, con la ventaja de que tan solo hay dos opciones, dado que no se valdría volver sobre mis pasos ni por descontado seguir de frente, ya que no hay como tal una calle, tan solo un terreno de olivos, pero se trataría, en todo caso, de tomar una decisión con un mínimo de lógica, por lo cual lo de seguir de frente no es admisible. De encontrarnos en el otro cruce, el que divide las dos zonas de la urbanización, sí podría seguir de frente, pero entiendo que de igual modo acabaría en el bar o me adentraría en lo desconocido, porque no sé qué hay más allá, salvo el pinar y la autovía, por un parte y un poco más allá el pueblo. En todo caso, aquí tendría que decidir entre el camino mal asfaltado de la derecha, que lleva a campo abierto y me aleja de todo lo que podría darme un mínimo de estabilidad, o girar a la derecha y recorrer la calle principal, sin perder la seguridad ni la estabilidad que he tenido hasta ahora, sabiendo que me será fácil regresar al chalé de los amigos de Ana, lo que en mi vida significa seguir con mis estudios contando con el respaldo del St. Clare’s. Planteado así, lo cierto es que hay poco que pensar por muy tentadora que sea la posibilidad de saber quién vive en esos chalés que hay al comienzo del camino y que entiendo son de otra urbanización.
Jess: ¡No estoy loca! – Me defiendo un tanto molesta por su comentario.
Ana: Entonces ¿Estás dispuesta a ir a clases de español? – Me pregunta y aprovecha el momento.
Jess: Supongo que sí. – Le respondo en un tono más afable, sobre todo resignada. – Prefiero el español de Medford al de aquí. – Le confieso.
Ana: De momento aquí no has dicho ni una sola palabra. – Constata. – Aún tenemos dos días para que mis amigos escuchen como lees y se queden asombrados. – Me propone con complicidad.
Jess: No leo tan bien. – Le respondo por si ello me evita el compromiso.
Ana: Bueno, cualquiera que te escuche se da cuenta de que no eres de Toledo, sino de Medford, pero tu pronunciación es bastante buena. – Me responde con complicidad
Alguien que en cuatro años no ha asistido a clase de la asignatura de Spanish, salvo en muy contadas y forzadas ocasiones, no puede tener tan buena pronunciación como Ana segura que es la mía, aunque sea verdad que le he dedicado muchas horas a la lectura, más por castigo que por apetencia, por hacerle compañía a Ana durante el verano, para que ésta no se desentendiera de mí y de algún modo reprimir mis impulsos de escaparme al parque, donde la compañía de los chicos ya no me resulta tan motivadora. Más que leer yo considero que me limito a pronunciar el texto, sin esforzarme en entenderlo y casi siempre tengo que repetir alguna frase o párrafo varias veces antes de que Ana lo dé por aceptable, lo cual al final consigo por agotamiento, por la necesidad de no quedarme atascada. El caso es que no hay día en que no me haya de hacer menos de diez correcciones, aparte que como dificultad tampoco se vale repetir el mismo texto demasiados días porque, según Ana, al final me lo aprendo de memoria y se trata de que me habitúe a escucharme, que de algún modo poco a poco amplíe mi vocabulario y en lo posible ceda en mi reticencias a aprender el idioma, lo que de momento no sirve de mucho porque soy incapaz de mantener una conversación, aunque más o menos pueda entenderlo cuando Ana me hablan.
Espero que no hablemos de esto porque quiera buscarse una excusa para no invitarme a un helado, aunque ya sé que a verdadera intención es que no me pase el día pendiente del teléfono, de una llamada que no vamos a recibir y me atrevería a decir que tampoco haremos, por mucho que Ana me lo haya prometido, las llamadas internacionales no son baratas y en este caso incluso se pueden considerar un capricho tonto por mi parte, pero yo lo considero una necesidad. Además, Ana no sería quien es si no nos hubiera acostumbrado a resolver así los problemas, aunque el asunto de Daddy se le haya complicado bastante más de lo que a todas y en particular a mí, nos gustaría. Por otra parte, a pesar de que dicho alegato tenga todo el sentido, al final quién pagará el coste de esa llamada serán los amigos de Ana y si tenemos que estar aquí dos semanas va a suponer mucho compromiso y mucho gasto. Estoy segura de que Ana se lo sabrá compensar de algún modo, en caso de que no acepten que paguemos nuestros gastos. Después me dirá que esto me tiene que servir de lección para saber cómo he de tratar a los amigos para no perderlos, hay que saber demostrar gratitud y que no parezca que nos aprovechamos de la buena predisposición de los demás, esto es, me espera por delante un curso muy largo con la asistencia clase de español incluida, aunque no me apetezca, a cambio del helado de esta tarde y de quedarme en el St. Clare’s.
Es una sensación extraña, no sé muy bien cómo explicarlo ni si tiene algún sentido porque tampoco me atrevo a hablar de ello con Ana, no tanto por lo que ésta me pueda decir, que son mis típicas ocurrencias o que como es la primera vez que de verdad salgo de Medford me siento un tanto nerviosa y desubicada. El caso es que, desde el viernes pasado, desde después de mi paseo en bicicleta, me noto un poco más intranquila. Es posible que en parte se deba a lo que seguro Ana me dirá, que soy una chica y aquí me siento rodeada de chicos que no me quitan el ojo de encima, porque debido a mi actitud me he convertido en una chica un tanto misteriosa, interesante, sobre todo por la novedad, que, a diferencia de cómo me he sentido tratada por mis compañeros de clase, estos chicos me provocan sensaciones que hasta ahora no había asimilado del todo. Ya sé, soy una adolescente y me pasan cosas de chica adolescente de catorce años que empieza a descubrir el mundo. Sin embargo, estoy casi segura de que no se trata de eso, aunque no sé cómo explicarlo ni tampoco me atrevo a hablar de ello porque son demasiadas las dudas y los pensamientos que se amontonan en mi cabeza, el caos mental que tengo cada vez que salgo a la calle.
De manera un tanto absurda e irremediable, siento el impulso, la necesidad de mirar a un lado y a otro por si estuviera el chico del perro, aunque por mi actitud pueda parecer que voy pendiente de los coches e incluso algo temerosa ante la posibilidad de que nos encontremos con algún perro suelto, que se haya escapado al tener la verja de la parcela abierta, aunque la amiga de Ana nos ha asegurado que no tiene constancia de que haya habido ningún percance, que tan solo ha escuchado rumores de peleas entre perros y de alguno que se ha colado en la parcela donde había una perra. Yo me cruce con aquel chico y su perro en dos ocasiones, pero no me causó más reparo que el hecho de ver que el perro iba suelto, aunque me ignoró. Por su parte, el chico me trato con bastante indiferencia. Era un chico mayor que yo y debí parecerle una niña pequeña, hasta cierto punto acobardada ante su presencia y con el impulso de hacerle entender que no me sentía insegura porque ya estaba cerca de mi casa. Cuando me crucé con él la primera vez, en la calle principal, me sentí un tanto más segura por el hecho de ir en bicicleta y ser una zona de bastante tránsito, por lo que no había motivo para que me preocupase por sus intenciones.
Si le comento a Ana algo de esto, quizá me insinué que me he enamorado o alguna tontería de esas, como en alguna ocasión se ha atrevido a insinuarme cuando le he comentado que los chicos se burlan de mí, por supuesto que siempre se ha tomado en serio mis palabras y le preocupa que me hagan daño, pero, según ella, no todos los chicos tienen tan mala intención, los hay que tan solo intentan atraer mi atención, pero son chicos y no siempre aciertan en las formas, por lo cual no es justo que los juzgue a todos por igual, aunque ante la duda mejor que sea prudente. Lo que puedo decir sobre este chico, es que se limitó a mirarme, me devolvió la mirada, no me atrevo a decir que se comportase como sí me conociera, porque éramos dos extraños y por el hecho de cruzarnos dos veces en un mismo día en menos de media hora no implica que se hubiera ganado mi confianza ni tan siquiera que de pronto me ha surgido un irremediable interés por conocerle. En realidad, no es nadie y durante estos días me tenido bastante más relación con los chicos con quienes he coincidido en la piscina, sin que con éste se haya dado el caso, porque durante el día no debe estar en la urbanización o porque no le atrae a piscina.
La cuestión es que sin estar muy segura de que sea el mismo chico al que seguimos el domingo, cuando fuimos a misa, no he vuelto a cruzarme con él y, hasta cierto punto, le echo de menos, son muchas las hipótesis y ocurrencias que me invento para justificar que no hayamos vuelto a coincidir. De algún modo se ha convertido en mi pequeño secreto o juego de estos días, cuando no estoy preocupada por la presencia de los chicos, el hecho de que Ana no me preste atención o en mi ensimismamiento de siempre con respecto a Daddy. Son pensamientos del todo inocentes, como si éste jugase conmigo al escondite, pero yo no pudiera salir a buscarle. Incluso me he llegado a plantear que tal vez se haya ido de vacaciones a alguna parte, por eso de que es el mes de julio y las clases terminaron hace poco. Lo cierto es que comprendo que no tenga el menor interés por mí y menos aún en mis historias, de manera que esta situación no tiene nada de particular. Yo me he obsesionado con ello por nada.
Ana: Un dólar por tus pensamientos. – Me dice para romper el silencio. – Vas muy callada esta tarde. – Constata. – Si hay algo que te preocupe, me lo puedes contar.
Jess: Estoy bien. – Le respondo con evasivas. – Tan solo observo el lugar, lo diferente que es a Medford. – Le explico.
Ana: Cierto. No estamos en Medford. – Me confirma con complicidad. – Sería un poco tonto haber tomado dos aviones para terminar en la casa de enfrente.
Jess: Me hubiera dado cuenta del engaño. – Le respondo con jocosidad. – Además, aquí todo el mundo habla español menos nosotras.
Ana: Di, más bien, que la única que no habla eres tú. – Me corrige con intención. – Te admito eso de que nos quedan tres días, pero eso supone que ya has desaprovechado unos cuantos.
Jess: De poco sirve que intente tratar con la gente, si nos marchamos el viernes. – Alego en mi defensa.
Si lo que Ana pretendía la traerme con ella era me mejorase mi vida social, creo que hemos venido al lugar equivocado. Hubiera sido mejor que nos quedásemos más cerca de Medford, donde la gente hablase inglés y esa amistad pudiera tener alguna continuidad, pero así no merece la pena ni que me lo plantee, dado que el viaje para mí ha sido toda una sorpresa y nos marchamos el viernes por la mañana, por mi parte sin la idea de regresar en el futuro, salvo que sea con Daddy, pero antes tendríamos que encontrarle y éste querer algo conmigo. De momento no hay motivos para ser muy optimistas ni hacer planes a largo plazo, porque seguimos sin noticias y quizá después de este viaje, si es que me está buscando, me haya perdido la pista. Esto es, no tengo ninguna motivación para ser más sociable ni simpática de lo habitual, lo único es que si el próximo curso empiezo a ir a clases de español lo podré aportar como experiencia, lo que estoy casi segura de que les faltará mis compañeros, aunque no sé si ello será suficiente para que me aprueben o razón de más para que me suspendan sin miramientos. Como en todo lo que Ana intenta conmigo, para todo hay un antes y un después, nada me deja indiferente, a pesar de que no tengo muy claro que esto vaya a ser tan significativo en mi vida como mi vestido de Comunión o el darme cuenta de que los chicos son tontos y yo debería ser un poco más espabilada que ellos, si no quiero que se burlen de mí.
Ana: ¿Se puede saber qué buscas con tanto interés? – Me pregunta intrigada. – La calle es lo suficiente ancha como para que pasen los coches y en todo caso, es fácil verlos venir. – Si lo prefieres, vamos por la acera, pero mejor que nos alejemos de los perros.
Jess: No busco nada. – Le respondo un tanto entrecortada. – Tan solo pienso en la gente que puede vivir por aquí.
Ana: Son los mismos con quienes has coincidido en la piscina, pero vestido con ropa de calle. – Me dice de manera jocosa. – Ya te he dicho que el viernes regresamos juntas a Medford. – Me recalca por si aún sigo inquieta por ello.
Jess: Lo sé, pero es que me llama la atención que esta urbanización esté aquí. – Le comento. – Donde está la iglesia hay edificios, como en la ciudad.
Ana: Hay gente que vive aquí todo el año y quien lo hace tan solo en vacaciones, en verano. – Me explica. – Muchos trabajan en la ciudad, pero prefieren disfrutar de la tranquilidad que hay aquí.
Jess: Esto es más como Medford, con casa unifamiliares.
Ana: ¿Qué es lo que ronda por tu cabecita? – Me pregunta intrigada y con complicidad.
Jess: Tan solo pienso en voz alta. – Me justifico.
Ana: No gastes energías en pensar tanto. No sea que te falten fuerzas para llegar hasta el bar. – Me recomienda con intención.