08:15 AM. Bedroom
Thursday, August 24, 1995 Anoche, cuando me vine a la cama, Ana me avisó de que madrugaría esta mañana y que lo más seguro es que ya se hubiera marchado cuando despertara. Por lo cual, no hay demasiado motivo para que me inquiete por la tranquilidad y el silencio que reina en el St. Clare’s en estos momentos. Al menos, tengo la tranquilidad de saber que no me ha abandonado, que se fía de mí y no considera necesario que la acompañase. ¡La expectativa del madrugón no resulta muy motivadora en estas fechas ni en ninguna otra! Me dijo que tenía que acudir a Boston a hacer unas gestiones y que, en estos casos, es mejor estar en la puerta a primera hora, porque se suele concentrar bastante gente. No me ha querido dar detalles, pero entiendo que se tratará de algún asunto del St. Clare’s. De esos sobre los que nunca me cuenta nada. Aparte que, después de nuestro viaje, se muestra algo más reservada con ciertos temas. Aunque sobre otras cuestiones no se muestra tan recelosa a la hora de compartirlo conmigo. Sobre lo del viaje insiste en que he de ser yo quien averigüé dónde estuvimos. Que, si no lo descubrí mientras estuvimos allí, habré de ingeniármelas porque no piensa darme más pistas ni ayuda en ese aspecto. Según ella, soy lo bastante lista como para descubrirlo por mí misma, al menos para entender que mi comportamiento tiene sus consecuencias. De momento, y como Ana no es tan confiada como Monica, se supone que no tengo permiso para ir a Carson Beach por mi cuenta. Tan solo tengo catorce años, soy menor de edad y, aunque sienta ese impulso irreprimible en cuanto siento un ligero rayo de sol, Ana prefiere que esta mañana sea tan tozuda como siempre y no me mueva del St. Clare’s. Ni aún en el supuesto de que Daddy se presente en la puerta y me proponga que le acompañe. Ya soy lo bastante mayor y responsable como para entender que, ante situaciones así, es mejor que desconfíe incluso de mi padre, mientras sea un completo desconocido. Entiendo que, si Ana me ha comentado eso de las dificultades de la adopción es para que asuma que no es tan sencillo como a mí me gustaría. Que no basta con que Daddy llame a la puerta y diga que es mi padre. Antes de que yo salga por la puerta habrán de hacerse las oportunas gestiones y no es algo que se haga en una mañana ni de un día para otro. Por lo cual, si Daddy viene, lo único que se le permite es que me haga una visita para que nos conozcamos. Pero nada de sacarme del St. Clare’s ni que me vaya con él. Ana sí me puede sacar porque se supone que es mi tutora y se hace responsable de mí. De hecho, entiendo que nuestro viaje a ese destino desconocido fue menos improvisado de lo que supuse en un primer momento. Tuvo que pedir un motón de permisos. Ya que, de otro modo, no me habrían dejado que subiera al avión. Que tuviera mi pasaporte es la prueba de que nuestro viaje cumplía con todos los requisitos. Es posible que yo sea la única persona que no tenga claro nuestro destino. Lo cierto es que ni siquiera tengo pensado acercarme por el parque. Ya estuve ayer por la tarde y prefiero tomarme una cierta distancia con los chicos para no verme en las mismas tesituras y compromisos de hace unos años. Ayer ya hice bastante el ridículo y de poco sirvió que me dejasen jugar al béisbol con ellos. Fue un auténtico desastre y yo hice el mayor de los ridículos al entusiasmarme más de la cuenta. Los chicos tuvieron ocasión y motivos para reírse de mí por las ocasiones en que acabé por los suelos, sin que nadie se hubiera peleado conmigo. Sin embargo, tenía que lanzarme a la base para que no me eliminasen. De hecho, no fui la primera ni la única que tuvo ese comportamiento. Pero sí la única chica, lo que resultaba bastante más llamativo para los chicos de los dos equipos. Los del otro equipo se supieron mejores que los del mío por el hecho de que hubiera una chica y, al final, tuve que reconocer que sus primeras impresiones no iban desencaminadas. Pero, al menos, no les pusimos la victoria demasiado fácil. Regresé al St. Clare’s con algunos arañazos y moratones, de los que no esperaba volver a ver, pero con mi orgullo intacto porque al menos me esforcé todo lo que pude. Aunque ello no fuera suficiente y quizá contribuyera de manera evidente a los muchos fallos que mi equipo tuvo en el juego. Pero también a que sumásemos algún que otro punto. En cualquier caso, quedó patente que me faltaba práctica y que no estaba demasiado mentalizada ni centrada en el juego. No sé si fue de manera consciente o porque me sentía incómoda ante la sensación de que todos me observaban, pero supongo que se percataron de que evitaba determinadas posturas que me resultaban inapropiadas. Me faltó naturalidad. Supongo que en algún momento llegué a estar más pendiente y preocupada por las miradas que por el juego en sí. Me mostré demasiado prudente a la hora de recoger las pelotas del suelo o al sacudirme la ropa después de haberme lanzado a la base. La conclusión a la que llegó es que hay determinado tipo de actividades que chicos y chicas no pueden compartir. Al menos si los equipos no están equilibrados. Ayer me faltó la complicidad de otra chica y al final hice lo que me pareció más prudente, abandonar el juego con la excusa de que se me hacía tarde para regresar al St. Clare’s. Hace cuatro años tal vez hubiera apurado más, pero no me sentía lo bastante motivada para ello. Sin permiso para moverme del St. Clare’s, tengo pocas opciones. Por lo que de momento no me he movido de la cama. Bueno, he ido al cuarto de baño y vuelto, la urgencia típica de todas las mañanas. Pero con la falta de motivación de un día como éste en que me siento atrapada y sin nada que hacer. Según Ana, la mejor manera de matar el aburrimiento es que coja alguno de los libros de español y me dedique a la lectura, lo que ahora mismo no me apetece. Por otro lado, tengo la opción de dejarme llevar por la curiosidad, aprovechar que no hay nadie en el St. Clare’s y meter las narices donde se supone que no debo, confiada en que nadie me descubra. Admito que no es algo que me caracterice demasiado. Dentro de lo que se puede esperar, soy una chica bastante responsable y respetuosa. Que, si no quiero que las demás curioseen en mi dormitorio, no es muy lógico que no actúe en consecuencia con los dormitorios de las demás. Pero, tal y como en alguna ocasión llegue a comentar con Jodie y Brittany, en el despacho hay demasiados secretos y es posible que tengan guardada información sobre nosotras que ni nosotras mismas conocemos. Sin embargo, cuando he aludido a ello en mis conversaciones con Ana, ésta me ha asegurado que no nos oculta nada. En cualquier caso, considera que hay cuestiones que es mejor que no sepamos con demasiado detalle hasta que sea oportuno. Reconozco que estoy bastante intrigada por averiguar qué han descubierto y saben sobre Daddy. Lo del viaje me ha dejado un tanto mosqueada, por la sensación de que Ana me llevó a conocer a Daddy, que estuvimos en Toledo. Pero no tengo la menor certeza al respecto porque lo que vi no coincide con mis expectativas. En cualquier caso, no fuimos de visita a casa de nadie, más que de sus amigos. No era la casa de Daddy y estoy convencida de que la relación de éstos con Daddy es nula. Mi intuición me lleva a pensar que Ana sí llegó a hablar con Daddy. Aún me mosquea el asunto de la carpeta que siempre llevaba consigo, pero que con la que un día ya no volvió. No me pareció que fuese algo que le preocupara, como si se la hubieran robado o la hubiera perdido. Entiendo que se la entregó a su destinatario y quiero pensar que era Daddy. Sin embargo, éste no tuvo la respuesta que esperaba y tal vez la carpeta haya acabado en la basura. Lo que me extraña es que, a pesar de ello, Ana insista en que aprenda español. Quizá la intención del viaje tan solo fuera que Daddy supiera de mi existencia y no pensara que todo esto es un engaño, porque hasta ahora no ha habido manera de convencerle de que yo existo. Que, si Ana no me ha dejado con él, es por lo que me explicó, no es una gestión tan sencilla como me gustaría y quizá no sea muy conveniente que me dejen con él tan pronto, porque no está preparado para cuidar de mí. No sé si decir que las vacaciones del verano de 1995 ahora que se terminan. Supondrán un antes y un después en mis expectativas e ilusiones con respecto a Daddy. Pero sospecho que ese viaje y mi continuidad en el St. Clare’s tienen una relación directa. Aunque no quisiera pensar que de pronto he desaparecido para todo el mundo. Que es como si me hubieran secuestrado porque les han hecho creer a los de Matignon High o a los administradores que yo ya he dejado el St. Clare’s. O que tal vez Ana estaba tan segura de que Daddy se quedaría conmigo que ya es un poco tarde para rectificar. En cualquier caso, mi solicitud para que me admitieran en el Medford High se presentó cuando correspondía. Por lo cual, no ha sido algo tan repentino ni improvisado. Si Ana hubiera previsto que me quedase en Toledo, se hubiera preocupado de buscarme un high school allí. Tal vez se lo exigiera a Daddy, pero en vista de que éste no ha hecho ninguna gestión en ese sentido, no me pudo dejar con él. En cualquier caso, aunque no tenga la certeza de ello, quiero pensar que Daddy es alguien real y que cada día está más cerca el momento en que nos conozcamos, que vendrá a por mí.
📻: 🎼 Debería haberlo visto venir cuando murieron las rosas, debería haber visto el final del verano en tus ojos, debería haber escuchado cuando dijiste buenas noches. Realmente querías decir: «adiós. Cariño», ¿No es gracioso, cómo nunca aprendemos a caer? Estás realmente de rodillas. Crees que estás erguido, pero solo los tontos lo saben todo. Sí, me hice el tonto por ti … 🎼
El sonido de la radio me saca de mis pensamientos y reflexiones, aún no es “the end of summer”, aunque, en cierto modo, a éste ya no le queda tanto. En una semana y poco se inician las clases, se acaban las vacaciones.
En la radio deberían sonar canciones alegres y no ésta que resulta un tanto triste, de esas románticas que a los chicos le gusta cantarles a las chicas y que, según algunas, a nosotras nos encanta que nos canten porque así los chicos sufren por nosotras y no son tan engreídos ni presuntuosos. Dejan que aflore su corazoncito.
Según Ana, cuando me aconseja sobre el tema de los chicos, si algún día me llego a interesar por alguno, porque soy una chica y se supone que eso tiene que pasar por mucho que me resista, más que fijarme únicamente en su atractivo o en las primeras impresiones, he de ser un poco más sensata y fijarme en su manera de comportarse, de tratarme. Porque hay muchos que van por ahí de “know-it-all”, pero en el fondo son unos auténticos “fools” que miran a las chicas por encima del hombro y tan solo pretenden presumir de conquistas. Cuando lo cierto es que lo hacen de sus fracasos, porque un chico que ha estado con muchas chicas demuestra poca personalidad y mucha indecisión.
El chico que se interese por mí ha de ser uno que me respete y me quiera conocer como persona. No solamente por la expectativa de lo que haya bajo la falda. Lo de la falda me lo dijo en el sentido de que los chicos presumen de lo que llevan en los pantalones. Fue una manera de establecer una distinción entre sexos. Pero en la práctica no hay motivo para que considere la falda como una prenda obligatoria en mi vestuario ni ahora ni dentro de cinco años.
Me puedo vestir cómo quiera, siempre y cuando me sienta a gusto conmigo misma. Porque Ana ya sabe que eso de mirarme al espejo es una costumbre a la que prefiero no habituarme. Sin embargo, no le tengo el mismo reparo a las fotos y tampoco es que huya de los espejos como si fuese un vampiro. Lo que no me gusta de los espejos es la sensación de que mi reflejo me haga acordarme de mi madre. Porque tengo la creencia de que ésta me abandonó porque soy una chica. Ana ha conseguido que me empiece a creer eso de que esa es justo la razón por la que Daddy vendrá a por mí algún día. Supongo que Daddy tendría más en común con un chico. Por eso de que todos los hombres quieren tener un heredero que siga su ejemplo. Pero los hay que también quieren a su princesita. Me conformo con que Daddy me quiera y acepte por mí misma.
Supongo que es hora de que me cambie de ropa y baje a desayunar para que Ana no me encuentre aún en la cama y en pijama cuando regrese de esas gestiones. Aún estoy de vacaciones y se supone que no tengo nada que hacer más que disfrutar del verano. Pero, como me encuentre inactiva y aburrida, es casi seguro que tiene una lista larga de cosas por hacer para que esté entretenida hasta el comienzo de las clases.
No me puedo pasar el día en la playa ni esperar que me lleven porque Ana ya me ha dejado claro que iremos tan solo los sábados que haga buen tiempo. Entre semana ella está demasiado ocupada y los domingos tenemos que ir a misa. Por lo que, aunque madruguemos y nos sobre tiempo, esa posibilidad queda descartada. Lo cual me desmotiva bastante a la hora de coger un libro de español, de que mantengamos nuestro acuerdo. Acabo con la sensación de que me debe demasiadas horas de playa. A pesar de que se escude en que ese tiempo se descuenta por mi mal comportamiento o por cada vez que ella me sugiera que coja un libro y me niegue. Ante lo cual me conviene que el saldo me sea favorable o, de lo contrario, acabaré por ser yo quien le deba horas de lectura. Que estoy segura de que querrá saldar, incluso aunque el día se presente con una fuerte tormenta.
Mi desventaja es que las excursiones a la playa están condicionadas por la meteorología, pero la lectura tan solo por mi entusiasmo por coger el libro. Para los momentos en que esté aburrida, no hay mejor entretenimiento y, para cuando llueva, una buena lectura hace que el encierro en el St. Clare’s resulte mucho más soportable. Al menos, de momento, los días que hemos ido a la playa no he necesitado meter ningún libro en la mochila. Tan solo la toalla y todo lo que he considerado que necesitaría. Que, como dice Ana, tal vez haya gente que piense que no tengo las ideas claras. Pero los días de playa de lo que no hay duda es de que soy una chica. Lo soy las veinticuatro horas del día desde que mis padres me concibieron.
11:00 AM. Bedroom
11:00 AM He bajado a desayunar y confirmado que me encuentro sola en el St. Clare’s, que no sé a qué hora regresará Ana porque ello dependerá de lo que se entretenga en Boston con las gestiones que haya de hacer. Dado que supongo será algo relacionado con el asunto ese del viaje y quisiera pensar que se trata de algo relacionado conmigo y con Daddy. Pero, como dice Ana, si quiero enterarme, es mejor que lo averigüe por mí misma y no pregunte. La cuestión es que ya ha pasado más de mes y medio desde nuestro regreso y aún seguimos sin noticias ni novedades con respecto a Daddy. Por lo cual, no sé qué pensar al respecto, si es que Ana no le ha localizado o que éste ha sabido de mi existencia y no ha querido nada conmigo. De modo que no se sabe qué hacer conmigo. Porque el fundamento de mi continuidad en el St. Clare’s es porque Ana no ha abandonado la búsqueda y yo necesito enterarme de sus progresos por pequeños que sean, aunque hasta ahora no me haya contado nada que yo no supiera, que, más bien, es poco o nada. Sigo algo inquieta y preocupada por lo sucedido ayer en el parque, no tanto por el hecho de que perdiéramos el partido, que me hubieran pedido que participase los del equipo perdedor ni porque me las quisiera dar de lista y tal vez fuese yo la causante de tal derrota, sino por el trato recibido por parte del equipo contrario. Supongo que en parte también del propio, dado que era la única chica y lo que hubiera sido un juego para disfrutar provocó que me convirtiera en el objetivo de comentarios poco afortunados referentes a mi anatomía. A lo cual, supongo que ya debería estar acostumbrada. Pero lo de ayer fue un poco cruel, por mucho que se justificasen con que era parte del juego, con idea de que me acobardara. A mí me parece que los chicos son tontos y simplemente lo confirmaron por sí mismos, por su actitud y comportamiento. No quiero escribir ni enumerar todo lo que se atrevieron a decirme porque ayer quise comportarme como si no los oyera. En cierto modo mi respuesta estuvo en que me tomé el partido de béisbol en serio. Saqué toda la rabia e intenté darles una lección, aunque los del otro equipo nos ganaran y los del mío no supieran estar a la altura ni hacer una remontada en condiciones. Lo que sí quiero resaltar es el hecho de que no se fijaran tanto en que soy una chica, que eso, hasta cierto punto, les daba lo mismo. Porque, como tal, era una más en el juego. Destaco más que dichos comentarios y apreciaciones contra mí eran referentes a mi pecho, al que una y otra vez lo comparaban con el tamaño de la pelota de beisbol. En el sentido de que ésta se veía más grande. Al menos no se llegó a plantear que jugase sin camiseta. Lo que no hubiera aceptado en ningún caso, porque ya no soy tan ingenua ni tan niña como hace tres o cuatro años. Esto me preocupa no tanto porque, según los chicos, no tenga, que sí tengo, aunque sea de talla pequeña y haya sido motivo de alguna que otra burla en el St. Francis School, porque se me comparaba con las compañeras de clases. Había quien pensaba que debo tener algún problema de desarrollo, que, lo que hasta ahora ha sido mi vida, ha derivado en esto. Sin embargo, según Ana, no he de acomplejarme por nada de ello, que no tengo ningún problema en ese aspecto. Tan solo que mi cuerpo se ha desarrollado así. La verdadera belleza, mi personalidad, ha de estar en mi mirada y no en algo que, en realidad, queda escondido bajo la ropa y que sí, sí que está ahí, aunque comparado con otras chicas de mi edad, tal vez no sea algo que destaque tanto. Es más, si me comparase con los chicos, nadie pondría en duda que soy una chica. Por lo cual mejor que no intente ser tan tonta como éstos porque tengo muchas cualidades y aptitudes que tal vez a ellos les falten y tan solo intentan disimular. La cuestión es que dentro de una semana, comienzan las clases en el Medford High. Nuevos compañeros, nuevo ambiente, y quizá sea esta cuestión lo que muchos quieran que más destaque de mí. Porque, si de todas las chicas de clase, soy la que destaca menos por esto, me convertiré de nuevo en el objetivo de todas las burlas. Aunque Ana me aconseje que no me agobie por ello antes de tiempo y sin motivo. Ya me siento bastante cohibida por el hecho de que se trata de un lugar nuevo y que habré de enfrentarme a la asignatura de Spanish. Que ya no disfrutaré de la misma condescendencia ni benevolencia que los profesores han tenido conmigo. Allí seré una alumna más. Dará igual que sea una chica del St. Clare’s. Según Ana, los profesores serán mucho más objetivos en sus valoraciones y tendrán en cuenta los méritos que haga cada uno. Que, si no estudio, de poco me servirá que ponga cara de niña buena porque el suspenso estará asegurado. Los profesores del Medford High no se dejarán chantajear porque les quiera dar pena. Ya tengo los catorce años cumplidos y en todos los aspectos soy una chica como las demás. Sin embargo, lo único que los demás resaltan de mí no es algo de lo que me sienta orgullosa. No es ninguna de mis muchas virtudes, sino uno de mis defectos. Por lo que me siento de algún modo algo más acomplejado. Aunque, en realidad, no es algo que me obsesione tanto, porque, cuando acudo a Carson Beach, no tengo reparo en ponerme el bikini. A pesar de que tampoco es que me pasee por delante de todo el mundo para que me vean. Soy una chica de talla pequeña, pero Ana me insiste en que ello no tiene nada de malo. Incluso debo ser un poco más consciente de sus ventajas. Ante todo, me he de gustar a mí misma y no permitir que la opinión de los demás me condicione. Todo es cuestión de sentirme a gusto conmigo misma y que sea el tiempo, mi desarrollo natural, lo que determine mis capacidades. Lo relevante, en todo caso, es que eso está ahí, con independencia de que resulte más o menos llamativo. Sea como sea, es mío, soy yo. Cualquier solución artificial que se le quiera dar, aparte de cara, será como si me robaran la personalidad. Mi anhelo, en todo caso, es que Daddy me quiera y acepte por mí misma, con todas mis virtudes y defectos, sin condiciones. De manera que es absurdo que me las imponga yo misma.