Otro duelo a espadas

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Introducción

Me quiero detener de manera intencionada en la plaza de San Justo ¿Qué mejor motivo que otra de esas leyendas de Toledo?

Ésta es una de esa plazas que a mí se me olvida un poco dónde están y que me dan a entender lo perdido que en ocasiones me siento cuando salgo a pasear por la ciudad. Tengo mi historia personal con esta plaza, pero antes que aburriros con mis historias, que sea la ciudad, la plaza, quien nos cuente las suyas

LA LEYENDA DEL CRISTO DE LAS CUCHILLADAS

La historia de Don Diego de Ayala e Isabel.

“No hay cobertizo seguro ni callejón en que al menos, sin alma quede algún Silva o algún Ayala esté muerto.”

En el barrio de San Justo, en noble casa, Isabel espera la visita de su amado: Don Diego de Ayala. Unos pasos oye y corre a desencajar el portón que cierra la casa… No es Don Diego, sino unos hombres que sujetan con fuerza a la joven. Ya llevan varios días planeando cómo secuestrar a la prometida de un Ayala, y en la noche elegida prestos acuden a realizar su fechoría.

Portada con escudo de armas. Fachada actual del antiguo Sanatorio Nuestra Señora del Carmen en la plaza de San Justo.

Una noche se encontraba Don Diego caminando hacia el barrio de San Justo, donde vivía su amada Isabel.

Cristo de la Misericordia y Soledad de los Pobres

Un poco antes de llegar, como buen cristiano, paró ante la imagen del Cristo de la Misericordia para rezarle.

“… de un caballero que fiel, será don Diego de Ayala que tiene a orgullo y por gala, rendir a doña Isabel”

Cuenta la leyenda que, de repente, unos gritos de mujer rompieron el silencio de la noche y Don Diego, caballero ante todo, decidió acudir rápidamente en su ayuda.

Unos hombres retenían a la mujer en contra de su voluntad.

Fuente de la Plaza de San Justo (Toledo)

Para su sorpresa, los gritos pertenecían a su amada Isabel y, los hombres, a la familia Silva, enemigos rivales de su familia.

Diego desenvaina la espada indignado en defensa de aquella doncella y con certero golpe de su noble acero toledano derriba a uno de los captores y se acerca a la dama, viendo con gran sorpresa que efectivamente se trataba de su prometida.

Lucha de espadachines en Toledo

Los hombres atacaron al caballero enamorado intentando dar fin a su vida, pero Don Diego se defendía a pesar de su desventaja y consiguió arrebatar de sus brazos a Isabel.

“Le acosan, rápidos, diez, A todos a raya tiene, y contra todos mantiene su arrogante intrepidez.”

El entrechocar de aceros resuena en la Plaza de San Justo. La noche toledana cubre con su oscuridad, a duras penas iluminada por la luna y el farolillo que hay bajo el Cristo el duro enfrentamiento que transcurre entre don Diego de Ayala y los Silva. Ante el gran número de atacantes, Diego se siente desfallecer y a duras penas consigue proteger su vida y la de doña Isabel.

Los Silva arrinconaron a Don Diego bajo la imagen del Cristo de la Misericordia, el mismo al que había estado rezando, hiriendo al joven en el pecho.

“En relámpagos la espada con las contrarias se cruza, y más parece que aguza su filo cada estocada.”

Herido, ya acorralado, apoya sus espaldas en la feroz lucha en la pared de la Iglesia de San Justo, protegiendo a doña Isabel, y al mirar a lo alto pide al Cristo que no muy lejos se encontraba que salve al menos la vida de su prometida.
“Detrás se apoya en el muro A poco, da en el rincón. ¡Para tantos como sones el lugar más seguro!”

Más ve por su mala estrella que le derrotan fijo, y entonces:

Éste se encomendó al Cristo pidiéndole que salvara a su amada aún perdiendo él la vida
“Señor –se dijo- ¡Si no a mí, salvad a ella!”

El farolillo que alumbraba la zona se apagó y, abriéndose una grieta en la pared de la iglesia donde cayó herido el caballero, el joven y su amada desaparecieron, quedando protegidos dentro del templo (la iglesia de San Justo).


En este mismo instante, los muros de la Iglesia se abrieron engullendo a don Diego y a Isabel al interior del templo, cerrándose a continuación como si de una puerta de madera se tratase. Los secuestradores quedaron inmóviles, sin saber muy bien qué había sucedido…
Tras la sorpresa inicial, ciegos de cólera dieron en la pared con las espadas, hasta cien cuchilladas que en la dura piedra quedaron.

Sus contrincantes, sin darse cuenta de este hecho, siguieron dando espadazos hacia donde ellos pensaban que estaba su enemigo, dejando en el muro las huellas de los mandobles que lanzaban.

Posteriormente, queriendo entrar en la iglesia los Silva para terminar su hazaña, comenzaron a sonar las campanas alto y fuerte de manera inesperada, despertando al párroco y a los vecinos creyendo éstos que se trataba de un incendio, por lo que los atacantes huyeron para no ser descubiertos.

Los enamorados fueron encontrados asustados detrás del altar y se interpretó que había sucedido un milagro del Cristo para salvarles la vida.

  • Si miramos de frente la iglesia de San Justo, en su lado izquierdo, podemos encontrar la imagen del Cristo de la Misericordia y una placa que hace alusión a la leyenda acontecida en aquel lugar que reza:

Leyendas Toledanas

El Cristo de las Cuchilladas

… abriéronse los muros en un protector abrazo que engulló a Don Diego y a Isabel  al interior del templo…

Extractos en verso del poema de Federico de Mendizábal (Publicado en “Leyendas de Toledo, Antología”, de Luis Moreno Nieto)

Leyenda de El Cristo de las Cuchilladas – Paperblog

El Cristo de las Cuchilladas – Leyendas de Toledo

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