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¿Qué te parece si nos adentramos en la ciudad después de haberla rodeado? Porque Toledo, aparte del río, de sus historia y de sus monumentos emblemáticos, dentro de este puzle de arte u arquitectura que es el casco histórico, también se caracteriza por esos rincones que no dejan indiferente a nadie y a los que ya he aludido en alguna ocasión. Son parte de la magia y el misterio de esta ciudad, de sus calles. Porque como ya sabemos, hubo un tiempo en que a los habitantes de la ciudad les dio por anexionarse las casa vecinas a la propia, por ganar espacio y ante la constatación de que las calles son de la ciudad de Toledo, no de sus ciudadanos, lo que algunos no lograron a nivel del suelo, apropiándose de la calle, lo consiguieron con pasadizos en altura, aunque incluso eso se tuvo que regular porque dichas construcciones no debían impedir el paso.
¿Qué son los cobertizos?
Se trata de una estructura que servían para ganar espacio en la ciudad, aunque fuera en la altura, y para comunicar espacios. Espacio, es lo que falta en Toledo y, mediante esta solución, se pretendía ganar.
Esta construcción imperó en Toledo. Debía haber muchos construidos (hoy no se conservan tantos y, los más famosos e importantes son los de esta zona).
Este tipo de estructura convertía, a la ciudad de Toledo, en una ciudad oscura e insalubre.
Pasearte por Toledo
Por el día, puede verse cómo las calles que cuentan con un cobertizo son calles oscuras.
Pero, también y no menos importante, los cobertizos convirtieron a Toledo en una ciudad muy insalubre puesto que, aunque lloviese, si la calle era plana y estaba techada, el agua no corría por ella por lo que no se limpiaba y la basura e inmundicias quedaban ahí acumuladas.
Como ejemplo de estos cobertizos que han sobrevivido al paso de tiempo, lo más significativos y que además están juntos tenemos:
- Cobertizo de Santa Clara
- Cobertizo Santo Domingo el Real
De manera que aprovecharemos el paseo y los recorreremos juntos, ya que no hay necesidad ni riesgo de perderse callejeando por la ciudad para ir del uno a otro, basta con dar la vuelta a la esquina.

Cobertizo de Santo Domingo el Real
Para llegar hasta el cobertizo de Santo Domingo el Real, y no teletransportarnos hasta allí sin más, mejor que nos ubiquemos en un lugar fácil de encontrar y de localizar, suponiendo que ya sabemos llegar hasta aquí, vengamos desde donde vengamos, al final de la calle Alfileritos, porco antes de llegar a la plaza de San Vicente, bordeamos la antigua iglesia de San Vicente (En la actualidad Circulo de Arte) y nos adentramos por ella calle

Al llegar al callejón Santa Clara y giramos a la derecha para seguir por la calle Santa Clara hasta encontrarnos con la cruce con la calle Santo Domingo el Real, donde se encuentran los cobertizos. El de Santo Domingo el Real a la izquierda y el de Santa Clara a la derecha.

Caminando unos minutos llegamos a una de las zonas con mayor encanto de Toledo: el cobertizo de Santo Domingo el Real y su plaza.
Un rincón apartado, silencioso, rodeado de altos muros y que por la noche nos envuelve con numerosos misterios. Allí podríamos leer alguna leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer o si tenemos suerte y el Convento de Santo Domingo el Real está abierto, acceder a uno de los muchos secretos que conserva esta ciudad.
Realmente este cobertizo pertenece al convento de Santa Clara, pero la calle se conoce como perteneciente a Santo Domingo el Real, que es el convento fundado en 1364 con licencia de Pedro I “el Cruel”. Es el cobertizo de mayor longitud de los que quedan y por las noches es una auténtica experiencia pasear, en soledad, por estas calles.
Imagina las calles de Toledo en una fría noche de invierno, oscuridad y niebla… Caminas sin rumbo buscando los famosos cobertizos de Toledo, en soledad. No encontrarás ni un alma, aunque el recuerdo de las muchas que han habitado la milenaria ciudad se siente en las piedras. Giras una esquina y la imagen es sobrecogedora. Parece un viaje en el tiempo al siglo XV o XVI. Una tenue luz ilumina un elevado pasadizo que comunica dos edificios, sobre la estrecha calle. Es el cobertizo de Santo Domingo el Real, tenuemente iluminado. Tan sólo un moderno semáforo en rojo rompe la magia y la sensación de encontrarnos en el siglo XXI (eso es algo que el Ayuntamiento debería solucionar)

Es uno de los cobertizos más largos e importantes de Toledo. No es más que una calle cubierta que comunica a diferentes conventos de la zona. Pero este cobertizo tiene historia, ya que fue la archiconocida y renombrada Juana la Loca, la que mandó tirar todos los cobertizos de la ciudad que no midieran por lo menos algo más de lo que ocupaba un caballero montado a caballo y con una lanza vertical.
Fue hacia 1509 cuando se decidió prohibir la proliferación de estos cobertizos, pues estaba dejando sin luz diurna (y menos nocturna) a muchas calles de Toledo, además de las graves condiciones de salubridad que provocaban, con la acumulación de desperdicios (imaginen el terrible olor). También por las posibilidades de refugio y lugar de emboscada para los malhechores que acechaban estos oscuros rincones de la ciudad.
Muchas fueron las calles cubiertas que se destruyeron debido a su corta altitud que no dejaba entrar ni la luz y que hacía de ellas un lugar oscuro y cerrado, pero el Cobertizo de Santo Domingo permaneció intacto, debido a su gran altura y se encuentra en perfecto estado hasta la actualidad.
En este cobertizo se unen los conventos de Santa Clara y de las Comendadoras de Santiago. Las monjas de Santa Clara encuadernan libros y hacen dulces, y las Comendadoras de Santiago se encargan de una guardería.
Guarda la historia que en el Convento de Santa Clara se guardaban todas las llaves de la ciudad con las que se cerraban las puertas cada noche. Y la reliquia del Santo Sudario de Cristo, una de las más antiguas conocidas permanece en el Convento de las Comendadoras de Santiago.
El cobertizo de Santo Domingo el Real, es un lugar perfecto para pasear y dejar volar la imaginación, sobre todo si se hace de noche. Una belleza sin igual rodeado de conventos y por la plaza renacentista, obra de Juan Bautista Monegro en 1612. Un rincón escondido en Toledo que merece la pena visitar por lo menos una vez en la vida.
Esperas ver aparecer, a lo lejos, por debajo del cobertizo algún caballero embozado con capa y una espada que brilla con la escasa luz de la noche… O un caballero camino de alguna lejana batalla para liberar las tierras del sur…

Son los mágicos cobertizos de Toledo. Viejas construcciones que unen dos edificios pertenecientes a una misma propiedad, para evitar que sus propietarios tengan que salir a la calle. Era habitual que unieran las posesiones de un convento (que crecían por los donativos realizados por poderosos nobles de casas contiguas a modo de dote o donativo, por ejemplo para que sus hijas ingresaran en el Convento)
CUANDO SE CONSTRUÍA UN COBERTIZO, HABÍA QUE HACERLO “A TAL ALTURA QUE PUEDA PASAR SO ELLA EL CAVALLERO CON SUS ARMAS”
Izquierdo Benito, Ricardo (1996): “La Escuela de Traductores de Toledo”.
Un poco más tarde en ese mismo siglo, una ordenanza del corregidor fijó la altura mínima que deberían tener los cobertizos, siendo de un caballero montado con sus armas. Así, los propietarios que no alcanzaban estas medidas, hubieron de derribar o elevar sus cobertizos. En algún caso, como el cobertizo de Santa Clara, fue rebajado, picando la roca para cumplir la normativa.
Estos cobertizos solían tener imágenes o cruces con faroles para dar un poco de compañía a lugares tan poco claros, sobre los que los románticos del siglo XIX se interesaron de forma notable. (“La Casa Toledana” RABACHT, 62-63)
Cobertizo de Santa Clara

En este caso el pasadizo perteneció al palacio de los Rivera, señores de Valdepusa y Malpica. No pertenecía, como se piensa, al convento de Santa Clara. Es aquí donde se puede observar el rebajo al que se vio sometida la calle, picando la piedra en obra probablemente realizada hacia 1568, para facilitar el paso bajo el cobertizo y para derivar las aguas de lluvia.

Cobertizo de Pozo Amargo
Cerca de la Catedral de Toledo, en el vecino barrio del Pozo Amargo, está el cobertizo del Pozo Amargo, junto al pozo que da nombre a este barrio. Un callejón sin salida. el Pasaje Pozo amargo

Casi oculto en un barrio residencial muy concurrido ahora por el famoso pozo y su leyenda, y antiguamente por ser el lugar donde muchos vecinos se surtían de agua para uso no potable. Es una zona legendaria, no sólo por la anterior leyenda que enlazamos, sino por las muchas anécdotas que oculta este barrio, como la del obispo de Jaén que hacia 1565 en alguna casa de esta zona murió, “dando lugar a un proceso contra los embalsamadores, por tomar cierta parte de su unto, sin duda para usos mágicos”. Lamentablemente este oculto cobertizo está actualmente desmantelado, por la obra de un Hotel que allí se está realizando y esperamos que en breve sea recuperado. (29 de enero de 2019)

Magia, brujas y hechiceras se reúnen en torno a la zona del Cobertizo de Pozo Amargo. En Toledo hacia el siglo XVI tuvo mucho relieve todo este tema y fueron muy famosas algunas hechiceras en esta ciudad. Encantamientos, mal de ojo, enamoramientos y todo este tipo de prácticas se daban en las callejuelas de esta ciudad donde se reunía la gente para conseguir sus deseos por medio de la magia y la brujería. Imaginaros en otros tiempos por estas calles la Inquisición persiguiendo a todo aquel relacionado con este oficio. Cuando entras en el pasadizo de Pozo Amargo que te lleva hasta el cobertizo, hoy día una zona bastante mal conservada y ruinosa, sientes algo de todas esas historias y leyendas que se forjan alrededor y un pequeño escalofrío te invade al ver correr por la zona algún gato asustado por tu presencia que sale a toda velocidad de cualquier rincón escondido. Este lugar muestra un poco de la historia de la ciudad y de los tiempos en que todas estas creencias estaban muy arraigadas en la gente ya fuera por creencia o por miedo y superstición.
Miguel A. Cartagena


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