Le hicieron una capilla

Introducción

He pasado por delante de esta puerta en incontables ocasiones y me ha sucedido lo mismo que en otros muchos lugares de la ciudad, que sabes que está ahí, pero pasas de largo por ignorancia, porque tan solo es un rincón más de la ciudad. Sin embargo, en esta ocasión, como en todas, me alegro de haberme detenido y hecho la eterna pregunta que todo el mundo se hace cuando viene a Toledo «¿Qué hay tras esa puerta?» Porque si te detienes, si te paras un momento, te quedas con la certeza de que hay algo, que esas rejas no están ahí sin más. En mi caso he de reconocer que mi falta de curiosidad ha sido la creencia de que se trataba de otro edificio, sin demasiado interés. Pero, claro, como dicen, los de Toledo somos quienes menos conocemos la ciudad y necesitamos un guía que nos saque de lo cotidiano y nos muestre las maravillas que tenemos ante nuestros ojos.

Estamos en la calle Núñez de Arce y mi interés por traer esa visita era por otro motivo, buscaba referentes para llevaros a uno de esos rincones escondidos a los que ya he aludido con anterioridad en otras entradas. Antes que decir que hay que acercarse hasta esas rejas, he sentido curiosidad por saber qué es lo que protegen y como suelo decir, me he tomado la molestia de llamar a la puerta, que me abran y sacien mi curiosidad e ignorancia al respecto.

Eso otro que pretendía mostraros, que necesita de esos referentes para llegar, lo visitaremos mañana, en la próxima entrada. Muchos me diréis que ya habéis estado. De hecho, estuvimos en marzo, pero me apetecía volver y mostraros el camino. De modo que la Capilla de San José, es un lugar digno de visitar y un buen punto de referencia para no perderse si nos adentramos por esos callejones de la ciudad. Estamos cerca del Miradero y por la calle Núñez de Arce suelen pasar coches que buscan salir de la ciudad, procedentes de la calle Alfileritos.

La capilla de San José

Ubicada en el número 5 de la calle Núñez de Arce, se trata de una construcción del siglo xvi, obra del arquitecto Nicolás de Vergara «El Mozo». Podría encuadrarse en un estilo renacentista. Los elementos que la componen están basados en las formas clásicas de la época grecorromana y cumplen una función más decorativa que constructiva, columnas adosadas en el interior con fustes sencillos, sin apenas ornamentación ni movimiento en su perfil, solo formas equilibradas que se manifiestan en la portada con las columnas que la flanquean. El arco de entrada y el remate en un frontón con tres bolas como acróteras. En el friso hay una sencilla inscripción que indica que el templo está dedicado a san José.​

La Capilla de San José fue fundada por un caballero que se llamaba Martín Ramírez en el siglo XV. Él le ofreció a Santa Teresa y a algunas de sus religiosas construirles un convento y ellas se trasladaron a las casas que estaban donde hoy se encuentra la Capilla, para posteriormente fundar el convento… pero cosas de la vida… Resulta que el tal Martín Ramírez murió antes de estar construido el convento y los herederos pusieron condiciones muy duras para su fundación, por lo que aquel proyecto se quedó reducido a la construcción de esta Capilla funeraria privada teniendo Santa Teresa y sus religiosas que buscarse la vida.

Como patronos de la Capilla, dejaron a los Marqueses de San Antonio y, posteriormente, los Condes de Guendulain.

Puerta de la capilla

Al exterior los muros son de mampostería y ladrillo, con una portada realizada en granito y compuesta por un arco de medio punto, enmarcado por dos columnas de fuste liso y capitel dórico que soportan el entablamento y el frontón triangular con acróteras de bolas. El friso lleva una inscripción que dice así: BIS GENITI TUTOR, JOSEPH, CONIUXQUE PARENTIS,/HAS AEDES HABITAT, PRIMAQUE TEMPLA TENET/ (José, tutor del hijo de Dios, y esposo de su madre, habita esta casa, y tiene en ella su primer templo).

Frontón de la puerta

En contraste a las formas arquitectónicas clásicas, sobrias, en equilibrio, el edificio en su interior posee una gran riqueza ornamental, así como una cripta con enterramientos familiares. En la parte superior del inmueble destaca una galería de arcos de medio punto, que descansa sobre pilares que, a su vez, se hallan decorados con pilastras. Una espadaña corona todo el edificio y pone una nota religiosa a la fachada civil.​

El 7 de noviembre de 1995, fue declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, en una resolución publicada el 1 de diciembre de ese mismo año en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha.​

La capilla de S. José comenzó a construirse en 1588 por el arquitecto Nicolás de Vergara «El Mozo» y finalizó en 1596. La iniciativa se debió al mercader toledano Martín Ramírez, siendo de estilo renacentista.

Escudo de la entrada. palacio de los Condes del Vado y de Guenduláin

Los elementos que la componen están basados en las formas clásicas de la época grecorromana y cumplen una función más decorativa que constructiva, con columnas adosadas en el interior con fustes sencillos, sin apenas ornamentación ni movimiento en su perfil, solo formas equilibradas que se manifiestan en la portada con las columnas que la flanquean.

Posee un arco de entrada rematado por un frontón con tres bolas como acróteras. En el friso hay una sencilla inscripción que indica que el templo está dedicado a San José.

En la parte superior de la fachada del inmueble destaca una galería de arcos de medio punto, que descansa sobre pilares que, a su vez, se hallan decorados con pilastras.

Una espadaña corona todo el edificio y pone una nota religiosa a la fachada civil.

En contraste a las formas arquitectónicas clásicas, sobrias, en equilibrio, el edificio en su interior posee una gran riqueza ornamental, así como una cripta con enterramientos familiares.

cartel de la capilla
Puerta. palacio de los Condes del Vado y de Guenduláin

Interior

Antes de entrar, en el atrio, una amable empleada me indica que el tiempo sugerido para la visita son 15 minutos. Ahorro exteriorizar cualquier comentario, aunque para mi fuero interno pienso que no es de recibo escatimar el tiempo que cada uno dedique a la contemplación de la capilla y de sus elementos artísticos, algo que no sucede en ningún otro museo o exposición, que yo recuerde.

Obvio es decir que no está permitido hacer fotografías y que la información que recibe el visitante se limita a la que figura en una cartela interior, bastante somera, por cierto.

En su interior, compruebo que la capilla es un edificio de planta centrada cubierto por cúpula, siguiendo un eje longitudinal. En la planta podemos distinguir tres espacios: la entrada que es un vestíbulo rectangular con bóveda de cañón donde está situado el coro alto; en medio, un cuerpo principal cuadrangular cubierto con cúpula semicircular sobre pechinas y, finalmente, el presbiterio cubierto con bóveda semicircular de media naranja, al que se accede por medio de dos escalones (añadidos en el siglo XVIII).

Previo a centrarme en los dos cuadros de El Greco hago un recorrido visual por los muros laterales donde hay gran número de lienzos y algunas tallas que no parecen de gran calidad.

Comenzando, de forma heterodoxa, por el lado del Evangelio (izquierda, según se entra), podemos ver una “Virgen con el niño”, (siglo XVI); “Santa Catalina” coronada de espinas y abrazada a un crucifijo (siglo XVII); una cuadro grande de “Cristo en la cruz”, muy tenebrista (siglo XVII); un “Niño Jesús abrazando una cruz” (siglo XVII) y otra “Virgen con el Niño” en su regazo, de influencia italiana (siglo XVII). En el retablo lateral de este lado donde estuvo el cuadro de El Greco “San Martín y el mendigo” hay una pésima copia del original.

Los retablos y pinturas de su interior fueron encargados al Greco en 1597. En el retablo central, considerado como el más innovador de los realizados por El Greco, se muestran los dos únicos lienzos originales del pintor que hoy se conservan en ella, San José con el Niño y en el ático una Coronación de la Virgen. Los cuadros de los retablos laterales, San Martín y el mendigo y la Virgen con el Niño, Santa Inés y Santa Martina, fueron adquiridos a comienzos del siglo XX por la National Gallery de Washington.

Interior de la capilla. Fotografía en blanco y negro

La capilla, de propiedad privada, pertenece desde su origen a la misma familia, hoy los Marqueses de Eslava y mantiene intacto su ambiente original tal como El Greco la decoró en su momento.

Altar
Coronación de la Virgen

El episodio más triste de la historia de esta capilla, al que ya hemos aludido  al principio, tuvo lugar en 1906 cuando fueron vendidos por su propietario, el  conde de  Guendulain, los dos cuadros de El Greco que figuraban en los retablos laterales “La Virgen con el Niño en gloria con las santas  Inés y Martina” y “San Martín partiendo su capa con el pobre”, también conocido como “San Martín y el mendigo”. La historia de la venta de estos cuadros  a un anticuario francés, M. Parés, por 30.000 duros, la contó la escritora y periodista Carmen de Burgos “Colombine”, por entonces “desterrada” en Toledo. Según cuenta Colombine en  sus  “Memorias” ni el Arzobispado, ni el Gobierno Civil ni el Ayuntamiento  de la época movieron un dedo por impedir la venta de estos cuadros  solicitada por su propietario “para atender  a los gastos de las reparaciones de la capilla y para fundar otras capellanías”. “Entre todos la mataron” sentencia la afamada y combativa periodista y los cuadros fueron finalmente a la colección  Widener de Filadelfia y de allí a la National Gallery de Washington, donde actualmente se encuentran (ahora temporalmente han vuelto a Toledo).

Web de referencia

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