Introducción
Cuando el año pasado Daddy escribió esa entrada sobre el internado, lo hizo como si él alguna vez hubiera estado allí, recorrido esos pasillos, subido y bajado esas escaleras, cruzado esa puerta; pasado ratos en el porche, escapado por la puerta del jardín para ir a jugar al parque o estado castigado a no salir del dormitorio por mal comportamiento.
Como él dice, yo necesitaba un sitio donde vivir, donde esperar a que viniera a buscarme. Pero la verdad es que él lo más cerca que ha estado ha sido lo que su imaginación le ha permitido, ya que yo me harté de esperarle. Hasta el punto de que cuando me llegó el momento de ir a la universidad, me echaron a la calle sin contemplaciones. Me iba a la universidad, no a vivir debajo de un puente. Ya no tenía edad ni sentido que me quedase, como tampoco noticias de que Daddy supiera de mi existencia.
El “St. Clare’s Home for girls” está situado en Fulton Street, Medford, Massachusetts. Como tal, es una entidad que no existe, inventada para esta novela. ¿Qué fue lo que me llevo hasta allí? Lo fácil sería decir que el azar, porque, como tal, desde el primer momento tenía claro que Jessica debía ser norteamericana y debido a ese vínculo particular con su Daddy, a ese deseo de reunirse con él, que las distancias entre ellos estuvieran bien establecidas, pero que no parecieran insalvables. Por lo cual, debía ser una población situada en la costa Este. De manera que no sé muy bien dónde leí el nombre de Medford, pero sí que me llamó la atención y lo busqué de manera premeditada en el Google Maps, de tal manera que, como se cuenta en la novela con respecto al modo en que encontraron a Jessica en la cuna del hospital, sin que haya una explicación lógica, esa zona de Medford parecía encajar a la perfección con la localización que yo buscaba para mi novela, con su iglesia, su colegio y, en consecuencia, cumplía con la idea original que yo buscaba. El hecho de sacarme el internado de mi imaginación era la última pieza que le faltaba para que Jessica tuviera un sitio donde crecer, donde vivir, donde esperar a que su amado y anhelado Daddy vaya a buscarla.
St. Clare’s Home, 18 de octubre 2021

Daddy, arquitecto y decorador de interiores
Ante lo complicado de lograr que una de esas viviendas del barrio o de Fulton St, encajen con mi idea del internado, ante la necesidad de acompañar a Jessica por ese recorrido por el interior del edificio, de buscarle un rincón que se ajuste a ese personaje, opté por el diseño en 3D, por construirlo; por buscar los planos de una casa que fuese fácil adaptar y encontré unos planos donde había cabida para ese trastero abuhardillado sobre el garaje, un tanto aislado, como un añadido del núcleo central del edificio.
St. Clare’s Home, 18 de octubre 2021
Al internado «All are welcome», (todos son bienvenidos), pero se supone que las visitas no pasaban de la puerta, porque ya había bastante jaleo con quince niñas revoltosas donde quizá el orden y la limpieza no siempre predominasen y para que a Daddy le hubieran permitido que pasase de la puerta antes hubiera tenido que justificar su relación familiar con alguna de nosotras. De manera que lo que sabe del internado es lo que yo he tenido a bien contarle, Como eso de que me mandaron a dormir al trastero cuando entendieron que no me iría de allí ni por la malas. En el trastero, sobre el garaje, por lo menos, mi presencia pasaba más inadvertida. Hasta allí iba a ser tan complicado que se colasen los chicos, en caso de que yo hubiera tenido interés por alguno como que mantuviera mi mala costumbre de escaparme al parque cuando me venía en gana, en vez de estudiar.

Como está construido en base a mis recuerdos, la verdad, para Daddy es más como una casa medio vacía, sin amueblar, sin vida por dentro. Sin embargo, durante el tiempo que yo viví allí hubo tiempo para muchos cambios, reformas, averías inesperadas, etc. Ya os contaré esa del verano de 1995 y de cuando Ana me propuso que hiciese cambios en mi dormitorio, en ese trastero, para que tuviera más aspecto de ser el dormitorio de una adolescente, sobre todo por eso de que yo iba a ser la primera adolescente que pasada la edad de los catorce años seguiría residiendo allí. Supongo que yo era la única que no era demasiado consciente de la relevancia de ese hecho. Que cambiase los muebles o la orientación de éstos, era la evidencia de que me quedaría

Fotos de mi dormitorio hay unas cuantas, al igual que del pasillo, incluso del despacho por el que se hace inevitable pasar, aunque se suponía que, salvo que se tratase de alguna reunión importante, yo siempre tenía el paso libre, tanto para entrar como para salir, excepto si estaba castigada. Es más, gracias a esa «privacidad», me evitaba que las demás fueran a curiosear. Era la ventaja o desventaja de ocupar el trastero. ¡Pero no vayáis a pensar mal! Era una habitación amplia, y bien iluminada. Lo único es que estaba un poco apartada del resto de la casa y resultaba algo fría durante los meses de invierno. Sin embargo, en cuanto a tranquilidad, no me podía quejar. Allí no me controlaba nadie, aunque, de igual modo, Ana o Monica (las tutoras) se presentaban sin avisar para asegurarse de que estaba y qué hacía. De todo lo bueno, menos estudiar la asignatura Spanish, aunque lo estudiara por mi cuenta y más por obligación que por curiosidad.
Mi jaula de cristal
Afirmar que me gustaba la vida y estancia en el internado era engañar a todo el mundo y sobre todo, a mí misma. Prefería estar en cualquier otro sitio, que nadie me relacionase con el internado, porque ello era motivo de burlas, que no me dijesen que yo era «la bebé abandonada», porque veía a quienes no residían en el internado y les veía felices, que tenían padres. incluso las chicas que pasaban por el internado y encontraban familias que las adoptasen se terminaban marchando. Nos quedábamos las pobres que no teníamos a nadie que nos quisiera. Yo era la única que no tenía ni tan siquiera una familia de acogida para las vacaciones ni los fines de semana, porque no eran Daddy y durante esas ausencias siempre cabía la posibilidad de que Daddy se presentase y preguntara por mí
Lo único bueno, lo que me retenía allí, porque no iba a ninguna parte, salvo a clase entre semana y a la iglesia los días de precepto, era porque se suponía y esperaba que Daddy me viniera a buscar, que me encontraría allí, si sabía de mi existencia y tenía interés en saber de mí, una chica nacida en Medford, sin padres, debía residir en ese tipo de instituciones. Aunque yo no tuviera constancia formal de que le hubieran informado, que se hubieran tomado en serio avisarle. Sin embargo, me daba igual, mientras no me moviera del internado había una posibilidad de que me encontrase.

Aparte de mis escapadas al parque, para jugar con los chicos, hasta que me pareció que estos empezaban a comportarse como «chicos», y era mejor quedarme sola, tan solo Ana me logró convencer para que fuera un poco menos cerrada de mente e incluyese la visita a la playa entre esos lugares a los que no me importase ir con relativa frecuencia. Ir a la playa implicaba acercarse un poco más a la costa y desde la costa, observar hacia el horizonte e imaginarme a Daddy al otro lado. aunque debido a la diferencia horaria y a mi desconocimiento de la geografía de España, era un planteamiento un tanto iluso. tan complicado iba a ser que Daddy y yo coincidiéramos como el hecho de vernos, si teníamos un océano entre los dos.
Como escribía daddy en el blog:
Ya solo quedaba dar forma a la historia, que los bocetos o borradores previos cobrasen sentido, aunque, como tal, sobre la idea original del internado pocos cambios se le habían de hacer. Debía ser un sitio donde en un primer momento Jessica se sintiera perdida, incomprendida, donde a sus cuidadoras les importase más su día a día que sus problemas, sus traumas, donde ella no quisiera estar, pero a la vez de donde tampoco se quisiera marchar y que ello se reflejase en su personalidad, que quizás ese recelo hacia todo lo referente a España, su idioma y su cultura no fuese más que la punta de iceberg. Debía mostrarse como una niña capaz de saltarse las normas a conveniencia y tener mil y un recursos para esconderse ante la menor insinuación de que le han encontrado una posible familia de acogida. Ella debía tener preferencia y obsesión por no mostrarse muy fácil de tratar, para que ninguna pareja ni familia que interesase por ella, aunque en el fondo no fuera más que un pedazo de pan, un angelito que pretendiera llamar la atención para que alguien le haga caso.
St. Clare’s Home, 18 de octubre 2021
¿Qué se cuenta del internado?
El internado depende administrativamente de la parroquia y durante el tiempo que yo estuve allí estuvo dirigido por Monica. Una mujer de carácter serio, con cierta edad y experiencia, entregada a su trabajo 24/7 horas a la semana, salvo en vacaciones de verano porque se supone que no se queda nadie, excepto yo. En el fondo tiene buen corazón. Lo cual no la convierte en la mujer más encantadora del mundo, pero se hace querer a su manera. Es alguien poco dado a los cambios; a ser demasiado complaciente con las niñas y poco propensa a implicarse de manera personal en sus problemas. Más allá del hecho de buscarnos una buena familia adoptante o de acogida, un hogar mejor que el internado. Es una mujer que no siempre entiende las mejoras que se le pueden hacer a la vida en el internado, pero llega a aceptarlas una vez que se le explican.
El presupuesto, lo que es la economía del día a día, depende en gran medida del capital recibido por parte de la parroquia y el colegio, así como de las donaciones de las familias de acogida o por altruismo. Esas donaciones no siempre son en dinero, a veces también incluye ropa, en principio suele ser de segunda mano y no del estilo que a nos gustaría. Aunque sin salir del barrio, mis únicos referente es el modo de vestir de la gente que me cruzo por la calle. Ante lo cual no queda otro remedio que resignarse hasta tener ocasión de que nos lleven de compras, si no hay que dar prioridad a otros gastos.
En mi caso, sin el permiso ni beneplácito de las tutoras, mi mejor opción era buscarme las mañas para trapichear con esas prenda en el colegio. Aunque cuando me descubrían, lo normal era llevarse más de una charla, una llamada de atención por intercambiarme la ropa con los chicos, porque antes o después esas prendas han de pasar por la lavadora. Aparte que mi particular estilo de vestir de esos años me deja en evidencia en más de una ocasión. Las chicas hemos de vestir como chicas y no pretender parecer un chico.
En septiembre de 1988 el internado sufre una restructuración. Para el desarrollo de la historia este cambio resulta vital porque afecta de manera directa a mi vida y mentalidad. Hasta esa fecha el internado había recogido a niñas de cualquier edad, desde recién nacidas hasta los catorce años, que siempre ha sido la fecha tope, antes de pasar al high school. Sin embargo desde ese año el acogimiento se centra en niñas en edad escolar, ya no hay más bebés. Las quince niñas han de tener una mayor autosuficiencia, porque el internado empieza a estar más vinculado al colegio. Por cuestiones presupuestaria sufre una reducción de plantilla. Se prefiere prescindir del trabajo de determinadas personas antes que reducir el número de niñas, dado el carácter caritativo y humanitario de la entidad.
Es cuando se incorpora Ann Catcher, Ana, una chica recién graduada por la universidad, quien con anterioridad ya ha tenido alguna que otra colaboración como voluntaria y conoce el funcionamiento de la institución. Una chica joven que, a diferencia de Monica, trae una mentalidad un poco más abierta, más abierta y moderna, más cercana a nosotras, más dispuesta a implicarse en nuestros problemas; a darnos un trato un poco más personalizado. Ana se ha especializado en tratar a niñas con problemas y, sin lugar a dudas, encuentra en mi su mayor reto: conseguir que «esa pequeña rebelde sin causa», ese quebradero de cabeza para las demás tutoras y cuidadoras que le han precedido, abandone esa pesadilla personal que ella misma se ha creado en su cabecita y se empiece a comportar como una niña un poco más normal. Porque, si no me quiero comportar como una niña, me habrá de tratar como si fuera un perrito.
Con la llegada de Ana, en cierto modo, todo el internado se revoluciona un poco. Sin que como tal Monica pierda su autoridad en ningún momento, pero Ana tiene una manera un poco diferente de trabajar. Nos trata de manera más individual, valorara a cada una según sus necesidades y encuentra en esos problemas una oportunidad para reconducir nuestras vidas por el buen camino, por medio de la sutileza, de ganarse nuestra confianza, de que seamos nosotras quienes descubramos la la manera de dar ese giro a nuestra vida.
De modo que, si pretendo reunirme con su amado Daddy, tendré que ser quien le busque. Y si pretendo que Ana me ayude en esa búsqueda, tendré que abandonar poco a poco esa actitud rebelde, aceptar una serie de condiciones. Hasta el punto que para acaparar la atención de Ana, para que ésta se muestre más afable y comprensiva, he de superar mis recelos hacia todo lo referente al idioma español, a la asignatura de Spanish. Estar dispuesta a que Ana me hable en ese idioma y asuma el esfuerzo por comprenderla. Lectura no comprensiva y en voz alta para que mis oídos se acostumbren al idioma y mejore mi vocalización y pronunciación. El remate será asistir a al menos un curso a esa asignatura. Pero hasta que me convenza de esto, puedo faltar a clase porque nadie me echará de menos ni repercutirá en mi expediente académico.
Con Ana llega también la televisión vía satélite, los canales TV internacionales. Aunque será Ana quien determine qué programas ver, incluso el volumen en que lo escuchemos. Porque a veces será más importante observar las imágenes que escuchar a los interlocutores, dado que éstos no hablan en inglés, a veces incluso en español, desde España, o pueden dar información que es preferible que no trascienda.
Porque, si Ana asegura que se trata de la Cabalgata de los Reyes Magos retransmitida desde Madrid, la capital de España, ¡es lo que Ana haya dicho y no hay más que hablar! Aunque para entonces mi amiga Yuly ya venga de visita y haya sido la instigadora para conseguir permiso para ver la retransmisión. Ésta protestará porque el paisaje no le resulta conocido ni la cabalgata tan larga ni multitudinaria como está acostumbrada a ver.
Es el 5 de enero de 1997, es el canal TV internacional de España y se trata de la cabalgata de los Reyes Magos, cada uno en su carroza adornada para la ocasión. Por lo tanto, es la cabalgata retransmitida en directo desde Madrid. ¿Qué vamos a saber un par de adolescentes que no sepa Ana?

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