St Clare’s Home

El “St. Clare’s Home for girls” está situado en Fulton Street, Medford, Massachusetts. Como tal, es una entidad que no existe, inventada para esta novela. ¿Qué fue lo que me llevo hasta allí? Lo fácil sería decir que el azar, porque como tal desde el primer momento tenía claro que Jessica debía ser norteamericana y debido a ese vínculo particular con su Daddy, a ese deseo de reunirse con él que las distancias entre ellos estuvieran bien establecidas, pero que no parecieran insalvables, por lo cual, debía ser una población situada en la costa Este. De manera que no sé muy bien dónde leí el nombre de Medford, pero sí que me llamó la atención y lo busqué de manera premeditada en el Google Maps, de tal manera que, como se cuenta en la novela con respecto al modo en que encontraron a Jessica en la cuna del hospital, sin que haya una explicación lógica, esa zona de Medford parecía encajar a la perfección con la localización que yo buscaba para mi novela, con su iglesia, su colegio y en consecuencia cumplía con la idea original que yo buscaba. El hecho de sacarme el internado de mi imaginación era la última pieza que le faltaba para que Jessica tuviera un sito donde creer, donde vivir, donde esperar a que su amado y anhelado Daddy vaya a buscarla.

Mapa de Medford, Ma. Google Maps

Ante lo complicado de lograr que una de esas viviendas del barrio o de Fulton St, encajen con mi idea del internado, ante la necesidad de acompañar a Jessica por ese recorrido por el interior del edificio, de buscarle un rincón que se ajuste a ese personaje, opté por el diseño en 3D, por construirlo, por buscar los planos de una casa que fuese fácil adaptar y encontré unos planos donde había cabida para ese trastero abuhardillado sobre el garaje, un tanto aislado, como un añadido del núcleo central del edificio.

Plano del internado 2 planta

Ya solo quedaba dar forma a la historia, que los bocetos o borradores previos cobrasen sentido, aunque como tal sobre la idea original del internado pocos cambios se le habían de hacer. Debía ser un sitio donde en un primer momento Jessica se sintiera perdida, incomprendida, donde a sus cuidadoras les importase más su día a día que sus problemas, sus traumas, donde ella no quisiera estar, pero a la vez de donde tampoco se quisiera marchar y que ello se reflejase en su personalidad, que quizás ese recelo hacia todo lo referente a España, su idioma y su cultura no fuese más que la punta de iceberg. Debía mostrarse como una niña capaz de saltarse las normas a conveniencia y tener mil y un recursos para esconderse ante la menor insinuación de que le han encontrado una posible familia de acogida. Ella debía tener preferencia y obsesión por no mostrarse muy fácil de tratar, para que ninguna pareja ni familia que interesase por ella, aunque en el fondo no fuera más que un pedazo de pan, un angelito que pretendiera llamar la atención para que alguien le haga caso.

Dormitorio de Jessica

El internado depende administrativamente de la parroquia y está dirigido por Monica, una mujer de carácter serio, entregada a su trabajo, que en el fondo tiene buen corazón, por lo cual no es la mujer más encantadora del mundo, pero se hace querer a su manera. Es alguien poco dado a los cambios, a ser demasiado complaciente con las niñas, poco propensa a implicarse de manera personal en sus problemas, más allá del hecho de buscarles una buena familia adoptante o de acogida, un hogar mejor que el internado; que no siempre entiende las mejoras que se le pueden hacer, pero llega a aceptarlas una vez que se le explican.

El presupuesto depende en gran medida del capital que reciben de la parroquia, así como de las donaciones de la gente, Jessica de manera particular resalta el tema de la ropa, en principio porque suele ser ropa de segunda mano y no del estilo que a ella le gusta, aunque no le queda otro remedio que resignarse o buscarse las mañas para trapichear con ello en el colegio y llevarse más de una charla, llamada de atención por intercambiarse la ropa con los chicos, porque antes o después esas prendas han de pasar por la lavadora, aparte que su particular estilo de vestir la deja en evidencia en más de una ocasión.

En 1988 el internado sufre una restructuración. Para el desarrollo de la historia este cambio resulta vital porque afecta de manera directa a la vida y mentalidad de Jessica, Hasta esa fecha el internado a recogido a niñas de cualquier edad, desde recién nacidas hasta los catorce años, pero desde ese año el acogimiento se centra en niñas en edad escolar, ya no hay más bebés. Las quince niñas han de tener una mayor autosuficiencia, porque el internado empieza a estar más vinculado al colegio. Por cuestiones presupuestaria sufre una reducción de plantilla. Se prefiere prescindir del trabajo de determinadas personas antes que reducir el número de niñas, dado el carácter caritativo y humanitario de la entidad.

En septiembre de ese año es cuando se incorpora Ana, recién graduada en la universidad, quien con anterioridad ha tenido alguna que otra colaboración como voluntaria y conoce el funcionamiento de la institución, una chica joven que a diferencia de Monica, trae una mentalidad un poco más abierta, cercana con las niñas, más dispuesta a implicarse en sus problemas, a darles un trato un poco más personalizado. Ella se ha especializado en tratar a niñas con problemas y sin lugar a dudas encuentra en Jessica su mayor reto, conseguir que esa pequeña rebelde sin causa, ese quebradero de cabeza, abandone esa pesadilla personal que ella misma se ha creado en su cabecita y se empiece a comportar como una niña un poco más normal, porque, si no se quiere comportar como una niña, se la habrá de tratar como si fuera un perrito.

Jessica de niña

Con la llegada de Ana, en cierto modo, todo el internado se revoluciona un poco, sin que como tal Monica pierda su autoridad en ningún momento, pero Ana tiene una manera un poco diferente de trabajar con las niñas, de tratarlas de manera más individual, de valorar a cada una según sus necesidades y encontrar en los problemas una oportunidad para reconducir sus vidas por el buen camino, por medio de la sutileza, de ganarse su confianza, de que sean ellas mismas quienes encuentren la manera de dar ese giro a sus vidas, de modo que si Jessica quiere reunirse con su amado Daddy, va a tener que ser quien le busque y si pretende que Ana le ayude en esa búsqueda va a tener que abandonar poco a poco esa actitud rebelde y aceptar una serie de condiciones, hasta el punto que para acaparar la atención de Ana, para que ésta se muestre más afable y comprensiva con ella, ha de superar sus recelos hacia todo lo referente al idioma español. Estar dispuesta a que Ana le hable en ese idioma y ser ella quien se esfuerce por comprenderla, leer en voz alta para que su oído se acostumbre el idioma y mejore su pronunciación y el remate es asistir a menos un curso a esa asignatura.

Con Ana llega también la televisión vía satélite, los canales TV internacionales, aunque será Ana quien determine qué programas ver, incluso el volumen de los mismos, porque a veces será más importante observar las imágenes que escuchar a los interlocutores, dado que éstos no hablan en inglés o pueden dar información que es preferible que no trascienda. Porque, si Ana asegura que se trata de la Cabalgata de los Reyes Magos retransmitida desde Madrid, aunque Yuly esté de visita y haya sido la instigadora para conseguir permiso para ver la retransmisión y el paisaje no le resulte conocido ni la cabalgata tan larga ni multitudinaria como está acostumbrada, ¡es lo que Ana diga y no hay más que hablar! Es 5 de enero, es el canal TV internacional de España y salen los Reyes Magos, por lo tanto, es la cabalgata retransmitida en directo desde Madrid

Cabalgata de los Reyes Magos
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