¡A ese no!

El poema “!A ese no, Jerusalén!” de Manuel Pellicer Sotomayor es un texto lírico que recrea la escena bíblica de la liberación de Barrabás y la condena de Jesús, desde la perspectiva del primero.

El poeta se identifica con el personaje de Barrabás, que se siente culpable y confundido por el destino que le ha tocado, y que reconoce en Jesús al verdadero Rey y Salvador.

!A ESE NO, JERUSALÉN!
Escucha, Jerusalén, a tu pueblo,
escucha el grito de la plaza
“¡Crucifícale, a ese, crucifícale!”
Escucha que dicen mi nombre,
que ya me asignaron la cruz,
que ya me ponen las cadenas.
Pero escucha a tu pueblo gritando:
“¡Libérale, a ese no, libérale!”

Mira, Jerusalén, que me liberan
que yo mentí, que ya llevo cadenas,
que pusieron la cruz en mis hombros,
pero mira que ahora me liberan.

“¡Crucifícale, a ese, crucifícale!”
Mira que cogen a un inocente,
a uno que ha sanado a la gente,
a aquel que está entregando su vida
y que se está abrazando a la muerte.
“Crucifícale, Jerusalén, crucifícale,
al Hombre, a ese Hombre, crucifícale”

Pon mi cruz sobre sus hombros,
pon su Nombre en mi cartel.
Crucifica al Rey de los Judíos
al Rey de cuántos yo engañé.

Mira, Jerusalén, que se lo llevan,
que yo me quedé en la plaza,
que a mí me han dejado solo,
porque todos se han ido tras Él,
quieren ver cómo muere el Hombre,
asegurarse de que le crucifican a Él,
pero es a mí a quien me clavan,
porque Él me carga en sus hombros
es mi cruz la que lleva su sangre,
no me deja que me muera aquí solo.
Crucifixión

¿Por qué el poema se llama ‘!A ese no, Jerusalén!’?

El poema se llama ‘!A ese no, Jerusalén!’ porque es una frase que resume el contraste y la ironía que se produce en la escena que el autor recrea.

Por un lado, es lo que grita la multitud enfurecida que pide la liberación de Barrabás y la condena de Jesús, sin saber que están eligiendo al culpable y rechazando al inocente.

Por otro lado, es lo que siente el propio poeta, que se da cuenta de que él no merece ser liberado y que Jesús es el verdadero Rey y Salvador. El signo de exclamación inicial indica la sorpresa y el asombro del hablante, que no se explica cómo puede ocurrir tal injusticia.

El signo de exclamación final indica la indignación y el reproche del hablante, que acusa a Jerusalén de ser responsable de la muerte del Hombre.

El título del poema es, por tanto, una forma de expresar el drama y el misterio de la Pasión de Cristo.

Análisis y comentario

El poema está escrito en versos libres, sin rima ni medida fija, lo que le da un tono más cercano al habla coloquial y a la expresión espontánea de los sentimientos. El autor utiliza recursos como el diálogo, el monólogo interior, la interrogación retórica, el paralelismo y el contraste para crear un efecto dramático y conmovedor.

El poema se estructura en cuatro partes, marcadas por el cambio de interlocutor y de escenario.

En la primera parte, el hablante se dirige a Jerusalén, la ciudad que representa al pueblo judío que ha pedido su liberación y la crucifixión de Jesús. El hablante expresa su sorpresa y su angustia por el grito de la multitud que le salva a él y condena al inocente.

En la segunda parte, el hablante se dirige a sí mismo, reflexionando sobre su situación y sobre la figura de Jesús, al que admira y respeta. El hablante se siente indigno de ser liberado y desea cambiar su lugar con el que va a morir.

En la tercera parte, el hablante vuelve a dirigirse a Jerusalén, pero esta vez con un tono más acusatorio y reprochador. El hablante denuncia la injusticia que se está cometiendo con Jesús, al que reconoce como el Rey de los judíos y el Hombre por antonomasia. El hablante pide que se ponga su cruz sobre los hombros de Jesús y que se borre su nombre del cartel que lo identifica como reo.

En la cuarta y última parte, el hablante narra lo que ocurre después de que se lo lleven a Jesús al Gólgota. El hablante se queda solo en la plaza, abandonado por todos, mientras que Jesús es seguido por una muchedumbre curiosa y hostil. El hablante se da cuenta de que en realidad es él quien está siendo crucificado, porque Jesús lleva su cruz y su pecado sobre sí mismo. El hablante siente que Jesús no lo deja morir solo, sino que lo acompaña con su amor y su sacrificio.

El poema es una muestra de la poesía religiosa contemporánea, que busca renovar el lenguaje y las imágenes para expresar la fe cristiana desde una perspectiva personal e íntima. El autor utiliza un personaje bíblico marginal y oscuro como Barrabás para representar al ser humano pecador y necesitado de salvación, que solo puede encontrarla en Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre.

El poema es también una invitación a reflexionar sobre el sentido de la Pasión y la Cruz de Cristo, que son signos de amor y de esperanza para toda la humanidad.

Origen