Ya hemos hablado de estas juergas estudiantiles, pero mencionarlo de nuevo da a entender la influencia e importancia que ha tenido Toledo en los grandes artistas del siglo XX a nivel español e internacional. El reconocimiento que desde siempre ha tenido esta ciudad, incluso en sus peores momentos.
“Toledo … en la década de los 20 recibió a un grupo, en apariencia, igual a los demás, y lo hubieran sido de no ser por la trayectoria posterior de muchos de ellos. La biografía y el recuerdo de muchos de estos personajes son hoy fuente imprescindible para acercarnos a esta especie de broma y caricatura esperpéntica que formaron aquellos que estaban deseosos de nuevas experiencias estéticas y vivenciales. La búsqueda de la sorpresa, la rebeldía juvenil, el gusto por lo desconocido, por la leyenda, lo escondido e incluso lo que provocaba miedo y respeto fueron causas que atrajeron a este grupo de estudiantes. Allí le hicieron, en sorprendente simbiosis, cómplice de sus ‘locuras’”.
La Orden de Toledo: paseos imaginarios en tiempos de vanguardia | Periodistas en Español (periodistas-es.com)
La aventura fue esporádica, y aunque no sirvió para revitalizar la adormecida cultura toledana, sí caló en sus protagonistas, como una fogonada más en aquella formación rebelde y vanguardista que desembocó en las principales creaciones de avanzada de la cinematografía, literatura y arte españoles.
“El contraste entre lo ultramoderno y una ciudad «anclada en su pasado»
En realidad, fue un acto de vanguardia y por eso aparece así en el título. Es una obra más de ese movimiento, igual que las películas de Buñuel de la primera época como ‘Un perro andaluz’ y ‘La Edad de Oro’, que fueron experimentos que encajan en la época. Esto era una forma de acercarse a la diversión en una ciudad totalmente anti-vanguardista, y que a principios del siglo XX estaba muerta y anclada en su pasado, imbuida del espíritu religioso y de cierto conservadurismo. La Orden de Toledo generó el contraste entre lo ultramoderno y una ciudad decadente. Eso acentúa aún su toque dadaísta y surrealista”.
En los demás también fue así, un “contacto irrepetible con una ciudad muerta”, formando parte “de una mitología que empezó con los años del modernismo”. La prueba es que los que luego fueron personas más conocidas, como Salvador Dalí, así lo recordaron. Y el propio Alberti, cuando regresó del exilio tras la dictadura franquista, acudió a la toledana Venta de Aires, donde acudían a comer los miembros de la Orden, para rememorar la experiencia.
En sus notas, ni Buñuel ni otros miembros del grupo dejaron constancia precisa de sus recorridos. Citan algunos lugares como la mencionada Venta de Aires, la Posada de la Sangre donde se hospedaban o el campanario de la Catedral, pero poco más.
La Orden de Toledo
La Orden de Toledo fue una asociación vanguardista de escritores y artistas jóvenes estudiando en Madrid que viajaban a menudo a Toledo. Los miembros se sumergían en la mística de las calles laberínticas y la historia mosaica de la ciudad.
La Orden de Toledo es conocida por sus preceptos extravagantes y su estilo de vida bohemio. A pesar de que la Orden se disolvió en 1925, su legado ha perdurado hasta nuestros días.
La Orden que fundó el cineasta Luis Buñuel en el día de San José, que tuvo una visión después de intentar colarse en un convento carmelita para robar su caja. Se fundó en el centenario restaurante Venta de Aires en 1923 y aceptaba miembros hasta 1936.

«Me paseo por el claustro gótico de la catedral, completamente borracho, cuando, de pronto, oigo cantar miles de pájaros y algo me dice que debo entrar inmediatamente en los Carmelitas, no para hacerme fraile, sino para robar la caja del convento. Me voy al convento, el portero me abre la puerta y viene un fraile. Le hablo de mi sumito y ferviente deseo de hacerme carmelita. Él, que sin duda ha notado el olor a vino, me acompaña a la puerta. Al día siguiente tomé la decisión de fundar la <<Orden de Toledo.>>»
Luis Buñuel
Esta misma esencia de los jóvenes, por aquel entonces desconocidos, supo contagiar a los intelectuales y artistas más cercanos de la generación del 27, dando luz a la intelectualidad del siglo XX. Así, poco a poco, fue creciendo el número de ‘Caballeros de La Orden de Toledo’ con la llegada de Federico García Lorca, Dalí y Rafael Alberti, entre otros.
La Orden también es conocida por sus miembros famosos, de entre sus más veinte miembros destacan:
- Luis Buñuel se convirtió en uno de los cineastas más influyentes del siglo XX.
- Federico García Lorca es considerado uno de los poetas más importantes e influyentes del siglo XX en España.
- Salvador Dalí es conocido por sus pinturas surrealistas y su estilo extravagante.
- Pepín Bello se convirtió en un escritor y poeta muy respetado .

El propósito de la Orden era vagar por las calles en la búsqueda de aventuras individuales. Los miembros anticipados fueron iniciados cuando las campanas de la Catedral tañeron a la una de la mañana.
En sus memorias, Rafael Alberti cuenta su iniciación. Fue traído a la Plaza de Santo Domingo. Los otros miembros aparecían, uno por uno, cubiertos en sábanas blancas, “fantasmas de otro tiempo, en la callada irrealidad de la penumbra toledana.» Después, fue abandonado hasta la madrugada, vagando solo por las calles durante las horas en que la ciudad “parece estrecharse, complicarse aún más en su fantasmagórico y mudo laberinto.”

Reglas
Aunque el nombre de la orden sugiera un propósito político, religioso, o militar, la Orden en realidad fue una oportunidad para que los jóvenes pudieran explorar sin limitación. No obstante, en su propia moda bohemia, la Orden se operaba bajo algunas reglas estrictas, nombradas en los papeles de Buñuel:
- Cada uno debía aportar diez pesetas a la caja común, es decir, pagarme diez pesetas por alojamiento y comida.
- Había que ir a Toledo con la mayor frecuencia posible y ponerse en disposición de vivir las más inolvidables experiencias.
- La fonda en la que nos hospedábamos, lejos de los hoteles convencionales, era casi siempre la «Posada de la Sangre», donde Cervantes situó La ilustre fregona. La posada apenas había cambiado desde aquellos tiempos: burros en el corral, carreteros, sabanas sucias y estudiantes. Por supuesto, nada de agua corriente.
- Los miembros de la «Orden» tenían prohibido lavarse durante su permanencia en la ciudad santa.
- Comíamos casi siempre en tascas, como la «Venta de Aires», en las afueras, donde siempre pedíamos tortilla a caballo (con carnes de cerdo) y una perdiz y vino blanco de Yepes.
- Al regreso, a pie, hacíamos un alto obligado en la tumba del cardenal Tavera, esculpida por Berruguete. Unos minutos de recogimiento delante de la estatua yacente del cardenal, muerto de alabastro, de mejillas pálidas y hundidas, captado por el escultor una o dos horas antes de que empezara la putrefacción.
- Después, subíamos a la ciudad para perdemos en el laberinto de sus calles, acechando la aventura
- Para acceder al rango de caballero había que:
- Amar a Toledo sin reserva
- Emborracharse por lo menos durante toda una noche
- Vagar por las calles
- Los que preferían acostarse temprano no podían optar más que al título de escudero.
Visitas a Toledo
Las visitas de Toledo fueron marcados por los rituales de tiempo y espacio. Como explicaba Pepín Bello en una entrevista, los sábados por la tarde los miembros salían por tren desde Madrid hacia la estación de Toledo, de ahí caminaban hacia la Plaza de Zocodover y sorbían el vino tinto.
Conversaban y cenaban, alimentándose para los vagos nocturnales. Podía que vistieran a la Plaza de Santo Domingo el Antiguo o la bibliotequita de Bécquer, callejeando hasta la madrugada.
Entonces, regresaban a la Posada de la Sangre, siempre sucia, pero, en su antigüedad e inalterabilidad, tan inimitable. Por la mañana, después de pocas horas de dormir, se reunían en Zocodover, esta vez para el café. Seguían la visita—a la catedral, al Alcázar, al sepulcro del Cardenal Tavera—o sea, a todos los puntos altos, medios y bajos de la ciudad. El homenaje siempre se concluyó con cena en la Venta de Aires.

La Orden entró en un panteón literario e histórico de pensamientos itinerantes en la ciudad. No obstante, exploraba más allá de estos predecesores y sus recorridos turísticos:
«Los caballeros de la Orden de Toledo no iban a la ciudad matriz en busca de los detalles que emboban a los turistas, sino de experiencias personales.
En vez de alojarse en los hoteles señalados por las Guías, se acomodaban en las Posadas de la Santa Hermandad o de La Sangre, entre arrieros, burros y telarañas que seguían siendo los mismos que en tiempos de los Reyes Católicos o de Cervantes.
Cenaban y bebían sin continencia y se lanzaban luego al laberinto de las callejuelas que, desde luego, estaban menos alumbradas que ellos. Hacían mofa de los monumentos consagrados, pero besaban las piedras por las que habían pisado generaciones y razas y mucha gente como ellos, los Grecos, Lope de Vegas, Cervantes, Herreras, Quevedos, Calderones.
Alucinados e inquietos, buscaban sitios de miedo; caminaban esperando sorpresas.»
María Teresa León, mujer de Rafael Alberti y miembro de la Orden, describe las actividades de la Orden como aún más traviesos:
«Los Hermanos de la Orden de Toledo hablaban alto, opinaban, escandalizaban. Hasta cantaban mirando a las chicas o inventaban palabras para lanzarlas como dardos contra los muros y hasta frases que eran alabanza y requiebro.
Desbordábamos una alegría que no iba demasiado bien con aquella ciudad amurallada, siempre a la defensiva.
Debieron creernos invasores. Invasores que caminaban sobre el pecho de la Historia de España igual que las chinches de la Posada de la Sangre sobre el pecho de Rafael.»
Lista completa de los miembros
Condestable: Luis Buñuel
Secretario: Pepín Bello
Caballeros fundadores: Pedro Garfias, Augusto Centeno, José Uzelay, Rafael Sánchez Ventura, Federico García Lorca, Francisco (Paco) García Lorca, Ernestina González.
Caballeros: Hernando y Lulu Viñes, Rafael Alberti, José Barradas, Gustavo Durán, Eduardo Ugarte, Jeanne Buñuel, Monique Lacombe, Margarita Manso, María Luisa González, Ricardo Urgoiti, Antonio G. Solalinde, Salvador Dalí, José M. Hinojosa, María Teresa León, René Crével, Pierre Unik.
Escuderos: Georges Sadoul, Roger Désormieres, Colette Steinlen, Elie Lotar, Aliette Legendre, Madeleine Chantal, Delia del Carril, Helene Tasnon, Carmina Castillo Manso, Nuñez, Mondolot, Norah Sadoul, Pilar Bayona, Manolo A. Ortiz, Ana María Custodio.
Jefe de invitado de escuderos: José Moreno Villa.
Invitados de escudero: Luis Lacasa, Rubio Sacristán, Julio Bayona, Carlos Castillo G. Negrete.
Invitado de invitado de escudero: Juan Vicens, Marcelino Pascua.3
Final de la Orden
Las actividades de la Orden de repente terminaron en el julio de 1936 cuando Francisco Franco tomó Toledo en el Asedio del Alcázar en el primer año de la Guerra Civil Española.
Los miembros se dispersaron durante la guerra, la Segunda Guerra Mundial y el periodo siguiente—algunos huyeron; algunos lucharon; algunos fueron exiliados; otros fueron fusilados.
Buñuel escribe en sus memorias que, al principio de la Guerra Civil Española, una brigada anarquista en Madrid descubrió una caja etiquetada “Orden de Toledo” durante un registro.
El hombre que guardaba la caja trató de explicar que el nombre no significó un título noble. Sin embargo, al fin, le costó la vida.
Origen
- La Orden de Toledo – Wikipedia, la enciclopedia libre
- Los secretos de la Orden de Toledo de Buñuel, Dalí o Lorca: 100 años de normas peculiares y misterios (elespanol.com)
- La Orden de Toledo. Toledo olvidado 2008
- La ‘Orden de Toledo’ cumple 100 años desde su fundación en la bodega de Venta de Aires – Noticias Toledo y Provincia | Toledodiario
- Cuando Buñuel, Lorca y Dalí convirtieron un Toledo decadente en una «gamberrada vanguardista» – Noticias Toledo y Provincia | Toledodiario
- La Orden de Toledo: paseos imaginarios en tiempos de vanguardia | Periodistas en Español (periodistas-es.com)
- Un siglo de juerga – TRAS EL ÚLTIMO VERSO (manuelpellicer.com)
