El Sanedrín, el Consejo Supremo

Presentador del programa Imperium Romanum TV News
Presentador del programa

Introducción

Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.

Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que éstos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres y mujeres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.

A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.

Presentación del personaje

Hoy tenemos un invitado muy especial, que nos va a contar su testimonio sobre uno de los acontecimientos más trascendentales y polémicos de todos los tiempos: la condena y la crucifixión de Jesucristo.

Gamaliel es uno de los miembros del Sanedrín, el consejo supremo de los judíos, que juzgó y sentenció a Jesucristo por blasfemia, y lo entregó a las autoridades romanas para que lo ejecutaran.

Nos va a revelar los motivos y las circunstancias que llevaron al Sanedrín a tomar esa decisión, y cómo vivió él personalmente aquellos dramáticos momentos.

Reunión de los miembros del Sanedrín

El Sanedrín tenía competencia en materias religiosas, penales y civiles, pero no podía condenar a muerte sin el consentimiento de las autoridades romanas. 

El Sanedrín era el consejo supremo de los judíos, que trataba y decidía los asuntos de Estado y religión. Estaba compuesto por un mínimo de 23 y un máximo de 71 jueces, que eran rabinos o sabios. 

El Sanedrín judío era una asamblea o consejo de sabios que se estructuraba en un mínimo de 23 jueces y un máximo de 71. Este número, 71, se debía a que la Biblia expresa que Dios dijo a Moisés en el desierto: “Coge 70 de entre los ancianos de Israel y haz la asamblea de Israel”.

Los miembros del Sanedrín estaban divididos en tres grupos:

  1. Los ancianos (senadores o presbíteros), que pertenecían casi todos a la aristocracia y a la clase más pudiente.
  2. Los sumos sacerdotes, que eran, en su mayoría, saduceos.
  3. Los letrados o maestros de la ley, que en su mayor parte eran fariseos.

El Sanedrín era, de hecho, la Corte Suprema de la ley judía cuya misión era administrar justicia interpretando y aplicando la Torah, la ley sagrada. Era competente en asuntos religiosos, penales y civiles. Sin embargo, aunque el Sanedrín podía entender de las causas que le eran propias, no podía condenar a nadie a muerte.

El Sanedrín fue el tribunal que condenó a Jesucristo por blasfemia, y lo entregó a Poncio Pilatos para que lo crucificara. 

Conexión

Reportero: Buenos días, Gamaliel. Gracias por concederme esta entrevista. Sé que está muy ocupados con sus asuntos religiosos y políticos, pero me gustaría hacerle algunas preguntas sobre el caso de Jesucristo, el hombre que fue crucificado hace unos días por orden de Poncio Pilatos.

Sacerdote del Sanedrín // Copilot Designer

Gamaliel: Buenos días, reportero. Estoy dispuestos a responder a tus preguntas, siempre que sean respetuosas y no pongan en duda nuestra autoridad y nuestra fe.

Reportero: Por supuesto, señor. Mi intención no es ofenderlos, sino informar a la gente sobre lo que ocurrió. Empecemos por el principio. ¿Cómo conoció a Jesucristo y qué opinión tenían de él?

Gamaliel: Conocí a Jesucristo hace unos tres años, cuando empezó a predicar por toda Judea y Galilea. Al principio, no le dimos mucha importancia, pensando que era uno más de los muchos falsos profetas que aparecen de vez en cuando. Pero pronto nos dimos cuenta de que era un peligroso agitador, que se hacía pasar por el Mesías prometido, que realizaba supuestos milagros y que atraía a las masas con sus enseñanzas heréticas y blasfemas.

Reportero: ¿Qué enseñanzas heréticas y blasfemas, señores?

Gamaliel: Jesucristo se atrevió a contradecir la Ley de Moisés, la Torá, que es la palabra de Dios revelada a nuestro pueblo. Se atrevió a violar el sábado, a comer con pecadores y publicanos, a perdonar los pecados, a criticar a los escribas y fariseos, a decir que el Templo sería destruido y reconstruido en tres días, y a proclamarse a sí mismo como el Hijo de Dios, igualándose al Altísimo.

Reportero: ¿Y por qué no lo detuvieron antes, si era tan peligroso?

Gamaliel: Porque no teníamos el poder de arrestarlo y juzgarlo sin el consentimiento de las autoridades romanas, que eran las que gobernaban nuestra tierra. Además, teníamos que actuar con cautela, porque Jesucristo tenía muchos seguidores entre el pueblo, que lo aclamaban como el Rey de los judíos. Temíamos que si lo deteníamos, se produjera una revuelta popular, que nos acarrearía la ira de Roma.

Reportero: ¿Entonces, cómo lograron capturarlo y llevarlo ante el tribunal?

Gamaliel: Gracias a la colaboración de uno de sus discípulos, Judas Iscariote, que nos lo entregó por treinta monedas de plata. Judas nos avisó de que Jesucristo iba a pasar la noche en el huerto de Getsemaní, y allí lo arrestamos con la ayuda de una escolta romana. Lo trajimos ante el Sanedrín, donde lo interrogamos y lo acusamos de blasfemia, lo que llevó a su condena a muerte.

Reportero: ¿Pero no era ilegal juzgarlo de noche y sin testigos?

Sanedrín: No, no era ilegal. Era una medida de emergencia, necesaria para evitar que el pueblo se enterara y se alborotara. Además, sí hubo testigos, aunque falsos, que declararon contra Jesucristo. Y él mismo se condenó con sus propias palabras, al admitir que era el Hijo de Dios.

Reportero: ¿Y qué pasó después?

Gamaliel: Después, lo llevamos ante Poncio Pilato, el gobernador romano, para que ratificara la sentencia y ordenara la ejecución. Pilato se mostró reacio al principio, porque no veía ningún delito en Jesucristo, pero nosotros le presionamos, diciéndole que si lo soltaba, se hacía enemigo de César, porque Jesucristo se había hecho pasar por rey. Pilato, entonces, cedió a nuestra demanda, y mandó azotar a Jesucristo y entregarlo para que fuera crucificado.

Reportero: ¿Y no sintieron ninguna compasión por él, al verlo tan maltratado y humillado?

Gamaliel: No, ninguna. Al contrario, nos alegramos de verlo sufrir y morir, porque era un impostor, un blasfemo, un enemigo de nuestro pueblo y de nuestra religión. Lo vimos colgado en la cruz, con una corona de espinas y una inscripción que decía: “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”. Lo vimos agonizar y expirar, y pensamos que con él se acababa su influencia y su memoria.

Reportero: ¿Y qué opinan de los rumores que circulan por ahí, de que Jesucristo ha resucitado y se ha aparecido a sus discípulos?

Gamaliel: Son mentiras, inventadas por sus seguidores, para engañar al pueblo y mantener viva su falsa esperanza. Nosotros sabemos lo que pasó. Después de que Jesucristo muriera, pedimos a Pilato que sellara su tumba y pusiera una guardia, para evitar que alguien robara su cuerpo y dijera que había resucitado. Pero los discípulos de Jesucristo sobornaron a los soldados, y se llevaron el cadáver, y luego difundieron el rumor de la resurrección. No hay ninguna prueba de que Jesucristo haya vuelto a la vida. Es una fábula, una ilusión, una estafa.

Reportero: Bueno, señor, muchas gracias por su tiempo y por sus respuestas. Ha sido una entrevista muy interesante y reveladora. Espero que no le haya molestado demasiado.

Gamaliel: No, no nos ha molestado. Al contrario, nos ha servido para aclarar la verdad y desmentir las falsedades. Esperamos que transmitas fielmente lo que te he dicho, y que no caigas en el error de creer en Jesucristo, el falso Mesías. Adiós, reportero.

Reportero: Adiós, señores. Que tengan un buen día. Devolvemos la conexión

Devuelve la conexión

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Presentador: No entraremos en valoraciones sobre esta entrevista

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