San Felipe, el apóstol

Presentador del programa

Introducción

Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.

Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que éstos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres y mujeres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.

A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.

Presentación del personaje

Hoy tenemos un invitado muy especial, uno de los doce apóstoles de Jesús de Nazaret, el Mesías de Israel.

Él es Felipe, el que lo siguió desde el primer momento, el que le presentó a otros discípulos, el que le sirvió y le defendió con fidelidad. Él nos va a contar cómo conoció a Jesús, cómo lo acompañó, cómo lo vio morir y resucitar, y cómo se convirtió en un predicador de su evangelio.

Felipe el Apóstol fue uno de los doce apóstoles de Jesús de Nazaret. Era originario de la ciudad de Betsaida, región de Galilea.

  • Uno de los primeros discípulos de Jesucristo.
  • Atributos: Cruz, cesta con pan…
  • Patronazgo: Sombrereros, vendedores ambulantes y pasteleros.
  • Festividad: 3 de mayo
  • Nombre: Felipe el Apóstol, San Felipe

En el Evangelio de Juan, Felipe, tras haber sido llamado por Jesús a seguirle, se encuentra con Natanael (Bartolomé) y le dice que han encontrado a aquel de quien habían escrito Moisés y los profetas (en referencia al Mesías). Felipe le dice que se trata de «Jesús, hijo de José, de Nazaret». Acto seguido Natanael (Bartolomé) le respondió con ironía: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?«. Ante esto Felipe le contestó: «Ven y lo verás«.

Felipe era de Bestsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro.

Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»

Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»

Juan 1, 44-46

Jesús de Nazaret utilizó una expresión parecida cuando los discípulos de Juan el Bautista le preguntaron dónde vivía y él contestó: «Venid y lo veréis«.

Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.

Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.

Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.»

Juan 6, 4-7

Durante la Última Cena, Felipe le dijo a Jesús que les mostrara al Padre Eterno, dándole la oportunidad a Jesús de instruir a sus discípulos sobre la unidad del Padre y del Hijo

Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»

Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?

¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.

Juan 14, 8-10

No se pierdan esta entrevista emocionante y reveladora, que les hará reflexionar sobre el significado de la obediencia, el servicio y la misión. Les presento a Felipe, el apóstol obediente.

Conexión

Reportero: Buenas tardes, Felipe. Gracias por concederme esta entrevista. Sé que eres uno de los doce apóstoles de Jesús de Nazaret, el Mesías de Israel. ¿Cómo lo conociste?

Felipe

Felipe: Buenas tardes, reportero. Conocí a Jesús cuando él vino a Galilea, donde yo vivía. Él me encontró y me dijo: «Sígueme». Yo sentí una atracción irresistible hacia él, y lo seguí sin dudar.

Reportero: ¿Qué te impresionó de él?

Felipe: Me impresionó su sabiduría, su autoridad, su amor y su poder. Él me enseñó cosas que nunca había oído, ni siquiera de los escribas y los fariseos. Él me mostró el verdadero rostro de Dios, un Dios de gracia y de misericordia. Él me demostró su poder haciendo milagros y sanando a los enfermos. Él me amó como nadie me había amado antes.

Reportero: ¿Y qué hiciste tú por él?

Felipe: Yo traté de servirle y de obedecerle en todo. Yo le presenté a mi amigo Natanael, que también se convirtió en su discípulo. Yo le ayudé en la organización de sus actividades y de sus viajes. Yo le defendí cuando fue atacado y calumniado por sus enemigos.

Reportero: ¿Qué harías si el Sanedrín te ofreciera treinta monedas para que lo traicionaras?

Felipe: Nunca lo haría. Él es mi Maestro, mi Amigo, mi Rey. Él me ha dado todo lo que tengo, todo lo que soy, todo lo que espero. Por él estoy dispuesto a dar mi vida, a sufrir el martirio, a proclamar su nombre. Él es el único que me ha amado hasta el extremo. Él es el único que me ha revelado al Padre. Él es el único que me ha dado la vida eterna.

Reportero: ¿Cómo viviste su pasión y su muerte?

Felipe: Fue un momento de gran dolor y de gran confusión. No entendía por qué tenía que sufrir tanto, por qué tenía que morir en una cruz, como un malhechor. No entendía por qué nos dejaba solos, después de habernos dado tanta esperanza. Yo temí por mi vida, y me escondí con los otros apóstoles.

Reportero: ¿Y cómo reaccionaste cuando supiste que había resucitado?

Felipe: Al principio no lo creí. Pensé que era una ilusión, una mentira, una burla. Pero luego lo vi con mis propios ojos, lo toqué con mis propias manos, lo escuché con mis propios oídos. Y entonces me llené de alegría y de fe. Supe que él era el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, el Señor de la vida.

Reportero: ¿Cómo fue tu vida después de la resurrección?

Felipe: Mi vida después de la resurrección fue una aventura de fe y de misión. Seguí el mandato de Jesús de llevar su evangelio a todas las naciones, empezando por Samaria, donde tuve el gozo de bautizar a un eunuco etíope que había venido a Jerusalén a adorar a Dios (Hch. 8:26-40).

Luego viajé por varias ciudades de la costa, predicando y haciendo discípulos, hasta llegar a Cesarea, donde me establecí con mi familia. Allí recibí la visita de Pablo, que venía de Jerusalén para despedirse de los hermanos antes de ir a Roma (Hch. 21:8-14).

Tuve cuatro hijas vírgenes que profetizaban, y que seguramente continuaron mi obra después de mi muerte (Hch. 21:9).

No sé con certeza cómo ni cuándo morí, pero según la tradición fui martirizado en Hierápolis, en Frigia, junto con mi amigo y compañero Bartolomé. Me crucificaron boca abajo, como mi Señor, y así sellé mi testimonio con mi sangre.

Reportero: Devolvemos la conexión.

Devuelve la conexión

Presentador del programa

Presentador: Según el Martirologio romano tanto Felipe como Santiago el Menor fueron crucificados y enterrados bajo unas piedras en Escitia, cerca de Hierápolis (en la actual Turquía).​

La Iglesia católica conserva sus restos en la basílica de los Santos Apóstoles de Roma.

Martirio

Según las tradiciones, San Felipe llevó el mensaje del Evangelio a lugares lejanos como Frigia, en el oeste de Asia Menor, siendo uno de los primeros misioneros en difundir la fe cristiana fuera del entorno judío.

Se dice que realizó muchos milagros y curaciones, convirtiendo a numerosas personas al cristianismo. La obra más notable de San Felipe fue su martirio.

Según los relatos, San Felipe fue crucificado boca abajo por su fe en Hierápolis, actual Turquía, donde murió en el año 80 d.C.

Su valentía y fidelidad al evangelio son recordadas por la Iglesia con gran honor.

Iconografía

Felipe es asociado comúnmente con el símbolo de una cruz latina.​

Al principio se le representaba con un aspecto juvenil, aunque posteriormente se le empezó a representar mayor y barbado.

Sus atributos suelen ser una cruz, una piedra, una serpiente (en referencia al templo pagano de la Víbora que aparece en los apócrifos Hechos de Felipe)​ una cruz con dos panes (por su respuesta a Jesús en Juan 6:7), una cesta llena de pan, una cruz patriarcal y un cruz con una escuadra.​

Felipe le respondió:

—Ni siquiera el salario de doscientos días bastaría para comprar el pan suficiente para que cada uno recibiera un poco.

Juan 6:7

La primera representación histórica del apóstol Felipe es en un capitel de la iglesia de San Pedro de la Nave, en El CampilloZamoraEspaña. Se trata de un relieve visigodo del siglo vii que acompaña a otros similares de los apóstoles Pedro, Pablo y Tomás. En este relieve de piedra se representa a Felipe llevando en sus manos una corona con piedras preciosas. El simbolismo de ese atributo se desconoce.​

Festividad

Los motivos de que comparta la fiesta del 3 de mayo con Santiago el Menor no guardan relación con las circunstancias de las vidas de ambos apóstoles. Ocurre que el papa Julio II edificó en Roma, en el siglo IV una gran basílica (que mucho tiempo mas tarde llegó a llamarse «de los Doce Apóstoles»).

En el siglo VI el templo fue remodelado, y nuevamente se lo transformó totalmente en el siglo XV; hasta entonces podía leerse en el ábside una dedicación a Santiago y Felipe.

En 1873 se descubrió bajo el altar mayor un altar del siglo VI, con un relicario conteniendo restos de dos esqueletos. Un trozo de diente encajaba perfectamente con otro resto de diente en la reliquia de la cabeza de Santiago que se conservaba en la catedral de Ancona. Si uno de los cuerpos era de Santiago, el otro era de Felipe; eso justificaría la dedicación de la iglesia a ambos juntamente.

Y como la consagración de esa iglesia había tenido lugar un 1º de mayo, esa pasó a ser la fiesta común de ambos apóstoles (trasladada en 1969 a la fecha del 3 de mayo en que se celebra actualmente)

Origen