El hombre del cántaro

La Última cena

Presentación del personaje

Hoy tenemos un invitado muy especial, que nos va a contar lo que vivió en una de las noches más trascendentales de la humanidad: la Última Cena de Jesús. Él es uno de los sirvientes que atendió a Jesús y sus discípulos en esa cena, y que pudo observar de cerca lo que sucedió entre ellos.

Los tres evangelios sinópticos y la Primera carta de Pablo a los corintios incluyen la narración de la institución de la eucaristía, en la cual Jesús tomó pan, lo rompió y lo dio a los otros diciendo que era su «cuerpo» (los apóstoles no son mencionados explícitamente en la carta).

​El Evangelio de Juan no narra este hecho, pero cuenta que Jesús lavó los pies de los apóstoles (Juan 13:1-15) dando un mandamiento nuevo: «amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Juan 13:33-35). Juan también relata un discurso de despedida, en el que llama a los apóstoles «amigos y no siervos», a medida que los prepara para su partida (Juan 14-17).​

¿Qué dijo Jesús a sus amigos? ¿Cómo reaccionaron ellos? ¿Qué sintió el sirviente al ver todo eso? Estas y otras preguntas las responderá nuestro invitado en esta entrevista exclusiva.

No se la pierdan, porque les aseguro que será una historia que les conmoverá el corazón. Les presento al sirviente de la Última Cena.

Ultima Cena// Película «La Pasión»

Conexión

Reportero: Buenas noches, estamos aquí con uno de los sirvientes que atendió a Jesús y sus discípulos en la Última Cena. ¿Nos puede contar qué sucedió esa noche?

Sirviente: Buenas noches. Fue una noche muy especial, pero también muy tensa. Jesús había pedido que le preparáramos una sala para celebrar la Pascua con sus amigos. Nosotros obedecimos y les servimos pan, vino, hierbas amargas y cordero asado.

Reportero: ¿Y qué pasó después?

Sirviente: Pues, Jesús empezó a hablar con sus discípulos de cosas muy profundas. Les dijo que uno de ellos lo iba a traicionar, y que él iba a morir pronto. También les lavó los pies a todos, como un gesto de humildad y servicio. Y les partió el pan y les dio el vino, diciendo que eran su cuerpo y su sangre.

Reportero: ¿Cómo reaccionaron los discípulos?

Sirviente: Algunos estaban confundidos, otros tristes, otros enojados.

Judas, el que lo traicionó, se fue antes de terminar la cena.

Pedro, el más impulsivo, le dijo a Jesús que lo seguiría hasta la muerte, pero Jesús le dijo que lo negaría tres veces antes del amanecer.

Juan, el más joven, se recostó sobre el pecho de Jesús, como buscando consuelo.

Los demás le hicieron muchas preguntas a Jesús, sobre el reino de Dios, el Espíritu Santo, el amor y la verdad.

Reportero: ¿Y usted, qué sintió al presenciar todo esto?

Sirviente: Yo sentí una mezcla de admiración y temor. Admiración por Jesús, que era un hombre bueno, sabio y poderoso, que hacía milagros y enseñaba con autoridad. Temor por lo que le iba a pasar, porque sabía que los líderes religiosos lo odiaban y querían matarlo. También sentí curiosidad por sus palabras, que eran diferentes a todo lo que había escuchado antes. Me preguntaba qué significaba todo eso, y qué iba a pasar después.

Reportero: ¿Qué fue lo que más le llamó la atención de lo que dijo Jesús?

Sirviente: Lo que más me impactó fue cuando dijo que nos amaba a todos, incluso a sus enemigos, y que quería que nosotros también nos amáramos unos a otros. Dijo que ese era el mandamiento más importante, y que si lo cumplíamos, estaríamos con él para siempre. También dijo que nos iba a enviar otro Consolador, que nos guiaría y nos recordaría todo lo que él nos había enseñado.

Reportero: ¿Y cómo se sintió cuando se enteró de que Judas lo había traicionado y que lo habían arrestado?

Sirviente: Me sentí muy triste y enojado. No podía creer que Judas, que había compartido tantas cosas con Jesús, lo hubiera vendido por unas monedas. Tampoco podía entender cómo los soldados y los sacerdotes habían sido tan crueles con él, que no había hecho nada malo. Me daba miedo pensar en lo que le harían después, y me dolía el corazón por él y por sus discípulos, que lo habían abandonado.

Reportero: ¿Qué espera que pase ahora?

Sirviente: No lo sé. Espero que Dios haga un milagro y lo salve, o que al menos le dé fuerzas para soportar lo que le espera. También espero que sus discípulos no pierdan la fe, y que sigan sus enseñanzas. Y espero que algún día, todos podamos verlo de nuevo, y entender el propósito de todo esto.

Reportero: Muchas gracias por compartir su testimonio con nosotros. Ha sido una entrevista muy reveladora. Le deseamos lo mejor.

Sirviente: Gracias a ustedes. Que Dios los bendiga.

Reportero: Devolvemos la conexión

Devuelve la conexión

Presentador: La narración comienza con dos datos temporales contradictorios. Las dos fiestas, la de la Pascua y la de los Panes Ázimos (mazzots), coincidían en su fecha de celebración por razón de que rememoraban un único acontecimiento, la liberación de la esclavitud en Egipto.

Pascua y Ázimos comenzaban al iniciarse el día 15 de nisán, es decir, al anochecer del 14, según el modo judío de contar el día: de puesta a puesta de sol.

El cordero, elegido el día 10, debía ser macho, de un año y sin mancha ni defecto. Se sacrificaba en el recinto del templo entre las 2,30 y las 5,30 del mediodía del 14.

Nadie salvo un no judío desconocedor absoluto de las fiestas podría afirmar, como hace aquí Marcos, que el cordero pascual se sacrificaba el día primero de los Ázimos.

Durante la Última Cena, Jesús compartió un momento significativo con sus discípulos antes de su crucifixión. Aquí está lo que ocurrió en esa cena:

  1. Lavatorio de los pies: Antes de la cena, Jesús realizó un acto simbólico al lavar los pies de sus discípulos. Este gesto humilde y servicial representó su amor y disposición para servir a los demás. Pedro inicialmente se resistió, pero Jesús le explicó que este acto tenía un significado más profundo y que ellos también debían lavarse mutuamente los pies como un ejemplo de humildad y amor 1.
  2. La institución de la Eucaristía: Durante la cena, Jesús compartió pan y vino con sus discípulos. Él les reveló que el pan representaba su cuerpo y el vino su sangre, que sería derramada por ellos y por muchos para el perdón de los pecados. Este momento marcó el inicio de la Eucaristía, un sacramento central en la tradición cristiana.

Origen