Herodes Antipas

Presentador del programa Imperium Romanum TV News
Presentador del programa

Introducción

Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.

Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que éstos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres y mujeres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.

A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.

Presentación del personaje

Hoy tenemos el privilegio de adentrarnos en los pasajes bíblicos y conversar con una figura intrigante: Herodes Antipas.

Herodes, más conocido como Herodes Antipas o Herodes el Tetrarca (Judea, 20 a. C. – Lugdunum Convenarum, 39) fue tetrarca de Perea y Galilea desde 4 a. C. hasta su muerte. Es célebre merced a los extractos del Nuevo Testamento que relatan su participación en los acontecimientos que desembocarían en la muerte de Juan Bautista y parte del juicio de Jesús de Nazaret.

Este gobernante de Galilea y Perea se cruzó en el camino de Jesucristo, y su historia nos revela momentos cruciales de la antigüedad.

¿Cómo fue su encuentro con el Mesías? ¿Qué pensaba de aquel hombre que desafiaba las normas y predicaba el amor y la compasión?

Acompáñennos en esta entrevista exclusiva mientras exploramos los misterios y las decisiones que marcaron la vida de Herodes Antipas. ¡Comencemos!

Conexión

Reportero: Estamos en Jerusalén, en el año 33 d.C., y tenemos el placer de hablar con el tetrarca de Galilea y Perea, Herodes Antipas, el hombre que tuvo la oportunidad de ver a Jesús de Nazaret antes de su ejecución. Herodes, gracias por concedernos esta entrevista.

Herodes Antipas: Buenas tardes. Es un placer estar aquí.

Reportero: Gracias por concedernos esta entrevista. Como gobernante de Galilea y Perea, su papel en la historia bíblica es significativo. ¿Podría contarnos cómo conoció a Jesucristo?

Herodes Antipas: Permítame retroceder en el tiempo. Fue durante mi mandato como tetrarca que escuché por primera vez sobre un hombre llamado Jesús de Nazaret. Los rumores sobre sus enseñanzas y milagros se extendían por toda la región.

Al principio no le di mucha importancia, pensé que era otro de los muchos agitadores que surgían entre el pueblo.

Decían que hacía prodigios, que sanaba a los enfermos, que expulsaba a los demonios, que enseñaba con autoridad y que decía ser el Mesías, el Hijo de Dios.

Pero luego me preocupé, porque temí que fuera Juan el Bautista, a quien yo había mandado decapitar por culpa de mi mujer Herodías, que se había divorciado de mi hermano Filipo para casarse conmigo. Me sentía culpable por haber matado a un hombre justo y santo, y pensé que tal vez había resucitado y venía a vengarse de mí.

Mi curiosidad me llevó a querer conocerlo en persona.

Reportero: ¿Qué hizo usted entonces?

Herodes: Quise verlo, quise hablar con él, quise saber quién era realmente. Le mandé llamar varias veces, pero él nunca vino. Se escondía de mí, o se iba a otros lugares. Hasta que un día, el destino quiso que se cruzara en mi camino.

Reportero: ¿Cómo fue ese encuentro?

Fue cuando Pilato, el gobernador romano, me lo envió para que lo juzgara. Resulta que Jesús era galileo, y por tanto, súbdito mío. Pilato se lavó las manos y me pasó el problema a mí.

Jesús fue arrestado y llevado ante mí para ser juzgado. Los líderes judíos lo acusaban de afirmar ser el “rey de los judíos”. Sin embargo, cuando lo interrogué, noté que Jesús no se defendía con vehemencia ni respondía a las acusaciones con ira. Era diferente de cualquier otro prisionero que había enfrentado.

Reportero: ¿Qué impresión le dejó Jesús?

Herodes Antipas: Jesús era un hombre tranquilo, sereno. No se inmutó ante mis preguntas. Esperaba que realizara algún milagro frente a mí, pero se negó. No pronunció muchas palabras. Su silencio me intrigó. ¿Quién era este hombre que no se defendía ni se sometía a la ira de sus acusadores?

Reportero: ¿Qué hizo usted cuando lo vio?

Herodes: Me alegré mucho, pensé que por fin iba a poder satisfacer mi curiosidad. Le hice muchas preguntas, le pedí que me mostrara algún milagro, que me demostrara que era el Hijo de Dios. Pero él no me respondió nada, ni una palabra, ni una señal. Solo me miraba con una mirada penetrante, que me hacía sentir incómodo.

Entonces me di cuenta de que era un hombre diferente, un hombre especial, un hombre inocente. No encontré ninguna culpa en él, ni ningún motivo para condenarlo. Pero los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos estaban furiosos con él, y me exigían que lo matara.

Que Pilato hiciera lo que quisiera con él, yo ya no quería saber nada más de él.

Reportero: ¿Qué sucedió después?

Herodes Antipas: Mis soldados se burlaron de él, lo vistieron con un manto magnífico y lo enviaron de regreso a Poncio Pilato. Ese día, Pilato y yo, que antes éramos enemigos, nos convertimos en amigos. Aunque no condené a Jesús, fue Pilato quien finalmente tomó esa decisión. Lavé mis manos de su destino.

Reportero: ¿Qué sintió usted al saber que lo crucificaron?

Herodes: Sentí tristeza, sentí compasión, sentí remordimiento. Pensé que había perdido la oportunidad de conocer a un hombre extraordinario, que quizás era el enviado de Dios, que quizás era el Mesías que esperábamos. Pensé que había sido injusto con él, que había sido débil con los que lo odiaban, que había sido cruel con los que lo amaban. Pensé que había cometido un gran error, que había participado en un gran crimen, que había ofendido a un gran Dios.

Reportero: ¿Cómo interpreta usted ahora la figura de Jesucristo?

Herodes Antipas: Jesús sigue siendo un enigma para mí. Su mensaje de amor, compasión y perdón ha perdurado a lo largo de los siglos. A veces me pregunto si debería haber actuado de manera diferente aquel día. Pero en ese momento, mi deber como gobernante prevaleció. Jesús, sin embargo, dejó una huella imborrable en mi memoria.

Reportero: Muchas gracias por compartir su experiencia con nosotros, señor Herodes Antipas. Su historia es parte fundamental de la narrativa bíblica.

Herodes Antipas: Ha sido un honor. Que la paz esté con ustedes.

Reportero: Así termina nuestra entrevista con el tetrarca Herodes Antipas, que nos ha contado su versión de los hechos que han marcado la historia. Volvemos al estudio.

Devuelve la conexión

Presentador del programa

¿Qué piensa Herodes sobre la resurrección de Jesús?

Según el Evangelio de Mateo, Herodes se enteró de la resurrección de Jesús por los soldados que habían custodiado su tumba. Éstos le contaron que un ángel había bajado del cielo y había hecho rodar la piedra que la cerraba, y que Jesús había salido vivo de ella. Los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos, al saber esto, sobornaron a los soldados para que mintieran y dijeran que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo mientras ellos dormían.

Herodes, al oír esta versión, no la creyó. Pensó que era una excusa para encubrir el hecho de que Jesús había resucitado de verdad. Herodes se sintió aún más culpable y asustado de lo que había hecho. Recordó las palabras de Juan el Bautista, que le había anunciado el juicio de Dios por su pecado.

Recordó también las palabras de Jesús, que le había advertido de que volvería con poder y gloria. Herodes se dio cuenta de que había ofendido al Hijo de Dios, y temió su venganza. Herodes no se arrepintió de su mal, sino que se endureció más en su corazón. Herodes no reconoció a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios, ni como el resucitado.

Familia y carrera

Hijo de Herodes I el Grande y de la samaritana Maltace y hermano de Herodes Arquelao. Fue criado en Roma junto con Arquelao y su hermano Herodes Filipo. A la muerte de su padre, Augusto le otorgó la tetrarquía de Galilea y Perea. Contrajo un escandaloso matrimonio con Herodías, esposa de su medio hermano Herodes Filipo.

Para poder casarse con Herodías, repudió a su esposa legítima, hija de Aretas IVrey de los nabateosreino árabe con capital en Petra, limítrofe con su reino. Enfurecido, Aretas atacó a Herodes y solamente la intervención del gobernador romano de SiriaLucio Vitelio, evitó su derrota completa.

Herodes Antipas continuó la labor constructora de su padre. Fortificó Séforis, haciendo de ella su capital, hizo alzar la fortaleza de Bet-haram en Perea y más tarde la ciudad de Tiberíades, bautizada así en honor del emperador Tiberio, a orillas del lago Genesaret, a donde trasladó su capital y la ciudad dio su nombre al lago y fue durante mucho tiempo un gran centro cultural judío.

Al parecer por instigación de Herodías, acudió a Calígula, recién nombrado emperador, a reclamar la corona de Judea, en manos de su sobrino Agripa I. En respuesta, Agripa escribió al emperador Calígula, acusando a Herodes de haber concertado una alianza secreta con los partos contra Roma.

Calígula entonces ordenó deportar a Herodes Antipas y su mujer en 39 a Lugdunum Convenarum (Saint-Bertrand-de-Comminges), donde Herodes murió ese mismo año.

Origen