Las tres negaciones

Presentador del programa Imperium Romanum TV News
Presentador del programa

Introducción

Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.

Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que éstos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres y mujeres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.

A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.

Presentación del personaje

Hoy tenemos una invitada muy especial, que nos va a contar lo que vio en una de las noches más dramáticas de la humanidad: la noche en que Pedro, el discípulo más cercano de Jesús de Nazaret, lo negó tres veces ante el fuego. Ella es una de las sirvientas que trabajaba en el palacio del sumo sacerdote, donde Jesús fue llevado después de ser traicionado por Judas.

«Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha reclamado para cribaros como el trigo. Pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú cuando te conviertas, confirma en la fe a tus hermanos»

Jn

¿Qué dijo Pedro cuando lo reconocieron? ¿Cómo reaccionó cuando escuchó el canto del gallo? ¿Qué sintió la mujer al ver el llanto de Pedro?

Éstas y otras preguntas las responderá nuestra invitada en esta entrevista exclusiva.

No se la pierdan, porque les aseguro que será una historia que les hará reflexionar sobre la fe, el amor y el perdón.

Les presento a la mujer que vio las negaciones de Pedro.

Es posible reconstruir con un cierto orden los hechos.

Juan marcha a conseguir un permiso para entrar en el atrio del palacio del pontífice, Pedro permanece en la puerta. En lugar de callar es indiscreto y habla con aquella mujer, la cual, como suele suceder en su oficio, era curiosa y percibe tanto el nerviosismo y agitación de Pedro como su inconfundible acento galileo.

Pedro no piensa que el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios.

La primera negación es fruto de imprudencia y de irreflexión. Juan habla con la portera y garantiza la personalidad de su amigo.

Conexión

Reportero: Buenas noches, estamos aquí con una mujer que estuvo presente en el patio del sumo sacerdote, donde Jesús fue llevado después de ser arrestado. Ella dice haber visto a Pedro, uno de los discípulos de Jesús, negar tres veces que lo conocía. ¿Nos puede contar qué pasó esa noche?

La portera del palacio// Copilot designer

Mujer: Buenas noches. Sí, yo estaba allí, porque trabajaba como sirvienta del sumo sacerdote. Estaba haciendo fuego en el patio, porque hacía frío, y vi entrar a Pedro con otros que habían seguido a Jesús desde el huerto de Getsemaní. Pedro se acercó al fuego, y yo lo reconocí, porque lo había visto antes con Jesús.

Reportero: ¿Y qué hizo usted?

Mujer: Yo le dije a los que estaban allí: «Éste también estaba con Jesús, el nazareno«. Pero Pedro lo negó, diciendo: «No sé de qué hablas«. Luego se alejó, y fue al portal, donde cantó un gallo.

Canto del gallo

Reportero: ¿Y qué pasó después?

Mujer: Pues, otra sirvienta lo vio, y dijo a los que estaban allí: «Éste es uno de ellos«. Pero Pedro volvió a negarlo, diciendo: «No lo soy«. Después de un rato, los que estaban allí se acercaron a Pedro, y le dijeron: «Seguro que eres uno de ellos, porque eres galileo, y tu forma de hablar te delata«. Entonces Pedro empezó a maldecir y a jurar: «No conozco a ese hombre«. Y en ese momento, cantó el gallo por segunda vez.

Reportero: ¿Y cómo reaccionó Pedro?

Mujer: Pedro se dio cuenta de lo que había hecho, y se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces«. Entonces Pedro se echó a llorar amargamente, y salió corriendo del patio.

Reportero: ¿Y usted, qué sintió al ver todo esto?

Mujer: Yo sentí pena por Pedro, porque sé que él quería a Jesús, y que lo había negado por miedo. También sentí rabia por los que habían condenado a Jesús, que era inocente, y que lo habían maltratado y burlado. Y sentí curiosidad por saber quién era realmente Jesús, y por qué había dicho que resucitaría al tercer día.

Reportero: Muchas gracias por compartir su testimonio con nosotros. Ha sido una entrevista muy conmovedora. Le deseamos lo mejor.

Mujer: Gracias a ustedes. Que Dios los bendiga.

Reportero: Devolvemos la conexión

Devuelve la conexión

Presentador del programa

Presentador: Las negaciones fueron tres, en tres circunstancias distintas ante tres personas diferentes. La progresión en la intensidad de la negación desvela mejor la gravedad de la caída de Pedro.

No fueron sus negaciones una evasiva ante una pregunta indiscreta, sino una negación que incluirá juramentos, es decir, poner a Dios por testigo de una falsedad. Al menos las dos últimas negaciones fueron claramente pecados graves.

  • La primera negación (Lc 22,57): «Pero Él negó delante de todos diciendo: no sé qué dices».

«Y seguía a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este otro discípulo era conocido del pontífice y entró con Jesús en el palacio del pontífice mientras que Pedro se quedaba fuera, en la puerta. salió el otro discípulo, conocido del pontífice, habló con la portera e introdujo a Pedro”(Jn).

Y dice la portera a Pedro «mirándole fijamente» y comentando que estaba con Jesús el galileo: ´¿No eres tú también de los discípulos de este hombre?´ Él respondió: ´No soy´. Los siervos y los guardias que habían hecho fuego, pues hacía frío, estaban calentándose. Estaba también Pedro con ellos y se calentaba»(Jn).

Pedro inquieta añade: «No sé lo que dice», «ni sé ni entiendo lo que tú dices», «mujer, no lo conozco»(Lc).

  • La segunda negación (Lc 22,58): «Éste estaba con Jesús el Nazareno. Y volvió a negar, con juramento: «¡No conozco a ese hombre!».

La portera abrió la puerta al desconocido con una cierta desconfianza. Le nota nervioso y huidizo. Y decide no perderle de vista. Pedro piensa que la mejor manera de pasar inadvertido es hacer lo que los demás hacen: se acerca al fuego, y allí se produjo la segunda tentación.

Pedro se coloca a plena luz ante el fuego, un poco por frío, y otro poco para aparentar naturalidad. Cuando Pedro sintió la mirada de la criada que le examinaba fijamente, desvió la vista algo asustado.

Lo lógico era percibir un peligro, huir o declararse discípulo de Jesús, pero no hizo ni lo uno, ni lo otro. Y llega la negación previsible, pero imprevista. Se desentiende de lo que más entiende, no sabe lo más sabido, niega ser discípulo del Maestro amado. Hacía sólo unas cuatro horas que había asegurado que estaba dispuesto a morir por Él; pero una simple pregunta bastó para que negase conocer a Jesús.

La criada era terca, y todos están pendientes de Pedro. La respuesta ya no puede ser evasiva. Vuelve a repetirse el dilema anterior, pero más claro e inevitable. ¡Qué oportunidad tan buena para declararse discípulo de Cristo y morir por Él si fuera preciso! Pero Pedro está ya interiormente desmontado, y niega, una vez más, conocer a Jesús y ser discípulo suyo. «No conozco a ese hombre»; es más, no soy discípulo suyo. La magnitud de la negativa es mayor en esta segunda negación. Poco antes, de un gallinero cercano había cantado un gallo, pero Pedro no lo oyó.

  • La tercera negación (Lc 22, 60): «Entonces empezó a maldecir y a jurar: ¡No conozco a ese hombre!»

La segunda negativa tan rotunda le da un respiro; los criados se calman. Pero no del todo. Cuando el proceso de Jesús ante Anás concluyó, el grupo que se agolpa junto a la puerta vuelve al calor del fuego. Y, junto a los soldados, vinieron los criados del pontífice que habían participado en el prendimiento de Jesús y luego en el proceso.

Uno de ellos era precisamente un pariente de aquel Malco a quien había cortado Pedro la oreja. Se le quedó mirando y volvió a inquirir si no era él uno de los discípulos del procesado: «¿No te vi yo en el huerto con Él?»(Jn).

Las dudas no disipadas de los demás renacen y se vuelven contra él con fuerza: «Verdaderamente tú eres de ellos, pues tu habla te descubre»; al argumento de «que eres galileo» se une la afirmación del pariente de Malco.

El grupo rodea amenazador a aquel galileo desconocido. Entonces se produce la tercera negativa y Pedro visiblemente aturdido:

 «comenzó a maldecir y a jurar: yo no conozco a ese hombre»(Mt, 26, 74).

La tercera negativa carece de subterfugios; no es la evasiva de la primera cuando aduce no conocer o no entender; tampoco es el desprecio a «ese hombre» ya con juramento, es decir con pecado grave contra el segundo mandamiento de la ley de Dios; sino que, esta vez, está lleno de maldiciones.

Canta el gallo
«Y enseguida cantó por segunda vez un gallo, y se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: ´antes de que el gallo cante dos veces me negarás tres´. Y recordándolo, lloraba».

Cantó el gallo, y Pedro volvió en sí. Jesús sale entonces de la casa de Anás a la de Caifás, y en el revuelo de la salida, sus miradas se cruzan. Jesús le mira con compasión. Pedro se da cuenta de lo que ha hecho y «salió fuera y lloró amargamente»(Mt).

El pecado de Pedro

Canto del gallo

La amargura y las lágrimas de Pedro arrojan mucha luz sobre su conducta. El pecado de Pedro no fue falta de amor, sino debilidad y presunción.

Acude al palacio del pontífice por amor, se queda allí por amor, pero era más débil de lo que pensaba. Su negación no es falta de fe, sino debilidad pasajera. Estaba fuera de sí cuando negó al Señor, como el hijo pródigo de la parábola. Por eso, cuando vuelve en sí, la amargura inunda su corazón.

Origen