Soldado romano

Presentador del programa Imperium Romanum TV News
Presentador del programa

Introducción

Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.

Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que éstos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres y mujeres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.

A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.

Presentación del personaje

Hoy tenemos el privilegio de hablar con el hombre que le infligió el mayor sufrimiento a Jesús, antes de su crucifixión. Él es el soldado romano que le dio los latigazos, que le abrieron las heridas, que le causaron el dolor.

En esta entrevista exclusiva, nos contará cómo vio a Jesús por primera vez, qué sintió al azotarlo, y qué hizo después de la crucifixión. También nos revelará si cree o no en la resurrección de Jesús, y qué espera de su encuentro con él. No se pierdan esta conversación única e impactante con el soldado que le dio los latigazos a Jesús, a continuación.

La cantidad de latigazos que recibió Jesús antes de ser crucificado es un tema debatido y no hay una respuesta definitiva. Según los relatos bíblicos, Jesús recibió 39 latigazos, una cifra que tenía una importancia simbólica en la tradición judía. 

Sin embargo, según las visiones y revelaciones de Santa Brígida, una mística y santa católica del siglo XIV, Jesús recibió 5480 latigazos, una cifra que refleja el extremo sufrimiento que padeció. Estos latigazos tenían un profundo significado simbólico, ya que representaban el dolor y la humillación que Jesús experimentó en nombre de la redención de la humanidad.

Conexión

Reportero: Buenas tardes, señor. Gracias por concedernos esta entrevista. Usted es el soldado romano que le dio los latigazos a Jesús de Nazaret, antes de su ejecución. ¿Cómo conoció a Jesús?

Soldado: Buenas tardes, reportero. No conocí a Jesús hasta el día de su juicio, cuando me ordenaron que lo azotara, como parte de su castigo. No sabía quién era, ni por qué lo habían condenado. Solo sabía que era un judío, que decía ser el rey de los judíos.

Reportero: ¿Qué le dijo Jesús cuando lo vio?

Soldado: Jesús no me dijo nada, reportero. Él estaba callado, resignado, sufrido. Lo único que hizo fue mirarme con unos ojos llenos de tristeza, de compasión, de perdón. Me desconcertó su actitud, su paciencia, su dignidad.

Reportero: ¿Qué sintió usted al darle los latigazos?

Soldado: Sentí una mezcla de indiferencia, de crueldad, de remordimiento. Indiferencia, porque era mi trabajo, porque había azotado a muchos otros antes que a él. Crueldad, porque disfrutaba de su dolor, de su sangre, de su humillación. Y remordimiento, porque sentía que había algo diferente en él, que había algo sagrado en él, que había algo injusto en él.

Reportero: ¿Qué hizo usted después de darle los latigazos?

Soldado: Después de darle los latigazos, me uní a mis compañeros, que lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas y se burlaron de él. Lo golpeamos, lo escupimos, lo insultamos. Lo llevamos a la cruz, lo clavamos, lo elevamos. Lo vigilamos, lo custodiamos, lo esperamos.

Coronado de espinas // Copilot designer

Reportero: ¿Qué espera usted ahora, señor soldado?

Soldado: Ahora no espero nada, reportero. Nada más que cumplir con mi deber, que obedecer a mis superiores, que servir al imperio. No creo en Jesús, ni en su resurrección, ni en su reino. Solo creo en el orden, en la ley, en el poder. Él no es mi Señor, ni mi Maestro, ni mi Rey.

Reportero: Muchas gracias, señor soldado, por compartir con nosotros su testimonio. Le deseamos lo mejor.

Soldado: No me agradezca, reportero, ni me desee nada. No me importa lo que piense, ni lo que diga, ni lo que haga. Solo déjeme azotar en paz.

Reportero: Devolvemos la conexión

Devuelve la conexión

Presentador del programa

Presentador: Los latigazos que se le dieron a Jesús fueron parte del castigo que le impusieron los romanos antes de crucificarlo. Los romanos usaban un tipo de látigo llamado flagrum, que tenía varias colas con bolas de plomo o piezas metálicas en las puntas.

flagrum

Estos latigazos causaban un gran dolor y desgarro en la piel y los músculos de la víctima.

El objetivo de los latigazos era debilitar y humillar a Jesús, mostrando su supuesta impotencia ante el poder romano.

Sin embargo, según la fe cristiana, los latigazos también tenían un propósito divino: proveer la redención y la salvación a través de su sacrificio. Cada latigazo representaba una de las 39 patologías básicas de las cuales se desprenden todas las enfermedades, y por las cuales Jesús pagó el precio con su sangre

Origen