
Introducción
Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.
Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que estos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres y mujeres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.
A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.
Presentación del personaje
Hoy tenemos un invitado muy especial, un hombre que presenció uno de los momentos más trascendentales de la fe cristiana: la crucifixión de Jesús de Nazaret. Él es un soldado romano que estuvo a cargo de la ejecución y que escuchó las últimas palabras de Jesús y su conversación con su madre.
¿Qué sintió al verlo morir? ¿Qué pensó de sus milagros y sus enseñanzas? ¿Qué impacto tuvo en su vida?
No se pierdan esta entrevista exclusiva e inédita con el romano que estuvo al pie de la cruz.
Conexión
Reportero: Buenos días, señor. Soy un reportero que quiere saber más sobre lo que ocurrió hoy en el Gólgota. ¿Puedo hacerle algunas preguntas?
Soldado: Sí, claro. Estoy aquí para cumplir con mi deber, pero no tengo nada que ocultar.
Reportero: ¿Qué le pareció el hombre que fue crucificado junto con otros dos ladrones? ¿Qué sabe de él?
Soldado: Su nombre era Jesús de Nazaret, y se decía que era el Mesías, el hijo de Dios. Yo no sé mucho de esas cosas, pero he oído que hacía milagros y predicaba el amor y la paz. Algunos lo seguían, pero otros lo odiaban y querían matarlo.

Reportero: ¿Y usted qué opina de él? ¿Cree que era realmente el hijo de Dios o un impostor?
Soldado: No lo sé, la verdad. Nunca había visto a nadie como él. Tenía algo especial, una autoridad, una paz, una bondad que no se veía en los demás. No parecía odiar a nadie, ni siquiera a los que le maltrataban y le insultaban. Al contrario, les pedía a Dios que les perdonara. Y cuando murió, el cielo se oscureció, la tierra tembló y el velo del templo se rasgó. Fue algo sobrenatural, algo que me hizo pensar que quizás había algo de verdad en sus palabras.
Reportero: ¿Cómo fue el camino al Calvario? ¿Qué vio usted?
Soldado: Fue terrible. Le pusieron una corona de espinas y le azotaron hasta sangrar. Le hicieron cargar con su cruz, pero estaba tan débil que se cayó varias veces. La gente le insultaba y le escupía, pero él no respondía. Solo miraba al cielo y pedía perdón por ellos.
Reportero: ¿Y qué pasó cuando llegaron al lugar de la ejecución?
Soldado: Le clavaron las manos y los pies a la cruz y le levantaron entre los dos ladrones. Uno de ellos le injuriaba, (Gestas) pero el otro le defendía (Dimas) y le pedía que se acordara de él en su reino. Jesús le dijo que hoy estaría con él en el paraíso. También vi a su madre, que estaba al pie de la cruz, junto con algunas mujeres y un discípulo. Jesús le dijo a su madre que ese era su hijo, y al discípulo que esa era su madre. Fue muy conmovedor.
Reportero: ¿Y qué me puede contar de la conversación que tuvo Jesús con su madre?
Soldado: Fue muy conmovedora. Vi a su madre, que estaba al pie de la cruz, junto con algunas mujeres y un discípulo. Jesús la miró con amor y le dijo: «Mujer, he ahí tu hijo». Y luego dijo al discípulo: «He ahí tu madre».
Reportero: ¿Qué más escuchó usted decir a Jesús desde la cruz?
Soldado: Dijo varias cosas. Una vez dijo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Otra vez dijo: «Tengo sed». Y le dieron a beber vinagre. Al final dijo: «Todo está consumado». Y luego dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y expiró.

Reportero: ¿Qué impresión le causaron esas palabras?
Soldado: Me impresionaron mucho. Me pareció que tenía una fe muy grande y una confianza plena en su Padre celestial. También me pareció que cumplía una misión importante, como si fuera el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, como decían algunos de sus seguidores.
Reportero: ¿Y qué pasó después de su muerte?
Soldado: Pues pasaron cosas extrañas. El cielo se oscureció, hubo un terremoto, se rasgó el velo del templo. Parecía que la naturaleza se rebelaba contra ese crimen. Yo mismo me asusté y dije: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
Reportero: ¿Qué sintió usted al verlo morir?
Soldado: No sé cómo explicarlo. Sentí una mezcla de pena, de admiración y de temor. Nunca había visto a nadie morir así, con tanta dignidad y amor. Y cuando murió, el cielo se oscureció, la tierra tembló y el velo del templo se rasgó. Me dije a mí mismo: «Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios».
Reportero: ¿Qué pasó con su cuerpo después de su muerte?
Soldado: Un hombre rico llamado José de Arimatea, que era un discípulo secreto de Jesús, pidió permiso a Pilato para sepultarle en su propio sepulcro, que estaba cerca del lugar de la crucifixión. Pilato se lo concedió, y José, junto con otro discípulo llamado Nicodemo, bajaron el cuerpo de la cruz, lo envolvieron en una sábana limpia y lo pusieron en el sepulcro. Luego, sellaron la entrada con una gran piedra y pusieron una guardia para evitar que nadie robara el cuerpo.
Reportero: ¿Y qué espera que pase ahora? ¿Cree que este será el fin de la historia de Jesús o que habrá alguna sorpresa?
Soldado: No lo sé, la verdad. He oído que algunos de sus seguidores dicen que él prometió resucitar al tercer día, pero me parece una locura. ¿Cómo puede alguien volver de la muerte? No creo que sea posible, pero tampoco puedo negar que este hombre era diferente a los demás. Tal vez haya algo más que no entendemos, algo que solo Dios sabe. Lo único que sé es que hoy he sido testigo de algo que no olvidaré jamás.
Reportero: Devolvemos la conexión
Devuelve la conexión

Presentador: Junto al reo a veces se colocaba un titulus (en griego: τίτλος, títlos) o inscripción del cargo. El uso de este tipo de letreros del cargo está consignado en la Historiæ Romanæ, de Dion Casio (54.3.7-8).

Los evangelios narran que sobre Jesús se colocó una inscripción semejante, pero solo el Evangelio de Juan declara que el títlos fuera escrito en tres idiomas, hebreo (que los profesores Alfred Wikenhauser y Brown, entre otros, sugieren podría ser el arameo), griego y latín, a fin de ser leído por las multitudes de extranjeros que acudían a la Pascua.
El Evangelio de Juan dice que el letrero del cargo de Jesús decía «Jesús el Nazareno, el rey de los judíos» (ιησους ο ναζωραιος ο βασιλευς των ιουδαιων).
- En Marcos solo dice: «El rey de los judíos» (ο βασιλευς των ιουδαιων);
- en Lucas «Este es el rey de los judíos» (ο βασιλευς των ιουδαιων ουτος);
- en Mateo «Este es Jesús el rey de los judíos» (ουτος εστιν ιησους ο βασιλευς των ιουδαιων).
Solo Juan menciona también la objeción de los principales sacerdotes, que pidieron que se cambiase la inscripción para «Este dijo: Soy rey de los judíos». Pilatos desestimó esta petición respondiendo: «He escrito lo que he escrito» (Juan 19:22).
En el latín de la Vulgata la versión joánica del títlos es
«Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum»,
y de ahí viene la sigla INRI típica del arte cristiano de tradición latina; en la tradición griega la abreviación es ΙΝΒΙ, correspondiente al mismo texto de Juan: Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ βασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων.
Disposición de los clavos
El Evangelio de Juan dice que a Jesús le clavaron las manos. Sin embargo, la palabra griega para mano, usada en el evangelio, es «χείρ (kheír)», que se refiere tanto al antebrazo como a la mano.
Esta palabra utilizada en los evangelios traducida como “mano” aparece también en Hechos de los Apóstoles, donde se narra que las cadenas de Pedro cayeron de “sus manos”, siendo que debieron de estar colocadas en las muñecas.
Debido a esto, el doctor Frederick Zugibe, exjefe médico forense del condado de Rockland, Nueva York, cree que los clavos pudieron haber sido colocados entrando en la palma, en la base del dedo pulgar y saliendo por la muñeca, pasando por el túnel carpiano.

Origen
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- Crucifixión de Jesús – Wikipedia, la enciclopedia libre

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