
Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.
Bienvenidos a nuestro programa «Las treinta monedas», donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres y mujeres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.
A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.
Presentación del personaje
Hoy tenemos una invitada muy especial, una mujer que fue sanada por Jesús de espíritus malos y enfermedades, y que luego le acompañó y le sirvió con sus bienes, junto con otras mujeres fieles. Se trata de Juana, la esposa de Cuza, el intendente de Herodes, y una de las discípulas de Jesús, que nos va a contar su experiencia única y conmovedora. Juana, es un placer tenerte aquí. Gracias por aceptar nuestra invitación.
Juana (en griego: Ἰωάννα γυνὴ Χουζᾶ) es una mujer mencionada en los evangelios que fue sanada por Jesús de Nazareth y luego lo apoyó a él y a sus discípulos en sus viajes, una de las mujeres registradas en el Evangelio de Lucas como compañera a Jesús y los doce apóstoles en Lucas 8: 2–3.
Era la esposa de Cusa, quien administraba la casa de Herodes Antipas, el gobernante de Galilea, por lo que se supone que varios de los acontecimientos sucedidos en la corte herodiana (como el martirio de San Juan Bautista), fueron narrados a Lucas de primera mano por Juana.
Una piadosa tradición supone que fue Juana quien recogió en secreto la cabeza del Bautista para su sepultura, después que Herodías la desechara.
Es venerada como santa en las tradiciones anglicana y luterana (3 de agosto), ortodoxa (tercer domingo de Pascua) y católica (24 de mayo en la Iglesia latina y tercer domingo de Pascua en las Iglesias católicas orientales).
Conexión
Reportero: Buenos días, Juana. Gracias por concederme esta entrevista. Sé que has sido testigo de muchos acontecimientos extraordinarios junto a Jesús. ¿Podrías contarme cómo lo conociste y qué te impulsó a seguirlo?

Municipio de San Mateo
Provincia de Rizal
Filipinas
Juana: Buenos días, reportero. Es un placer compartir contigo mi experiencia. Conocí a Jesús cuando él sanó mi cuerpo y mi alma de malos espíritus y enfermedades. Fue un milagro que cambió mi vida para siempre. Desde entonces, decidí seguirlo y apoyarlo con mis bienes, junto con otras mujeres que también habían sido sanadas por él.
Reportero: ¿Qué sentiste al ver los milagros y las enseñanzas de Jesús?
Juana: Sentí una gran admiración y gratitud hacia él. Era evidente que tenía el poder y la autoridad de Dios. Sus palabras eran sabias y llenas de amor. Sus obras eran bondadosas y compasivas. Nunca había visto a nadie como él. Era el Mesías prometido, el Hijo de Dios.

Reportero: ¿Cómo viviste la pasión y la muerte de Jesús en la cruz?
Juana: Fue el momento más doloroso y angustioso de mi vida. Ver a Jesús, tan inocente y bueno, sufrir tanto por nosotros, me partió el corazón. No podía creer que lo condenaran a morir como un criminal, siendo él el Salvador del mundo. Lo seguí hasta el final, junto con otras mujeres, y lo vi entregar su espíritu. Lloré amargamente por su pérdida.
Reportero: ¿Qué pasó después de su muerte?
Juana: Al tercer día, muy de mañana, fui con otras mujeres al sepulcro donde habían puesto su cuerpo. Llevábamos especias aromáticas para ungirlo. Pero cuando llegamos, nos sorprendimos al ver que la piedra que cerraba el sepulcro estaba removida. Entramos y no encontramos el cuerpo de Jesús. En su lugar, vimos a dos ángeles vestidos de blanco que nos dijeron que Jesús había resucitado. Nos llenamos de alegría y corrimos a dar la noticia a los apóstoles.
Reportero: ¿Qué significó para ti la resurrección de Jesús?
Juana: Significó la confirmación de que Jesús era realmente el Hijo de Dios, y que había vencido a la muerte y al pecado. Significó la esperanza de la vida eterna para todos los que creemos en él. Significó el cumplimiento de las profecías y las promesas de Dios. Significó el comienzo de una nueva era de salvación y gracia.
Reportero: Muchas gracias, Juana, por compartir tu testimonio con nosotros. Es realmente impresionante lo que has vivido junto a Jesús. ¿Qué mensaje le darías a nuestros lectores que quieren conocer más sobre él?
Juana: Les diría que lean los evangelios, que son los relatos de la vida y las obras de Jesús. Allí encontrarán la verdad y la vida. Les diría que se acerquen a él con fe y confianza, que le pidan perdón por sus pecados y que le entreguen su corazón. Les diría que lo sigan y lo sirvan con amor y obediencia, que lo anuncien y lo glorifiquen con sus palabras y sus obras. Les diría que Jesús es el mejor amigo que pueden tener, y que él nunca los defraudará.
Reportero; Devolvemos la conexión
Devuelve a conexión

Presentador: El erudito bíblico Richard Bauckham aboga por identificar a Juana, la esposa de Cusa, con la Junia mencionada en la carta de Pablo a Romanos 16:7, siendo «Juana» su nombre judío y «Junia» el romano.
Saludad a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, ilustres entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo.
Romanos 16:7
Los judíos a menudo adoptaban un segundo nombre latino, casi equivalente en sonido a su nombre original. Juana y Junia actúan casi equivalentes en las lenguas nativas, lo que, según Bauckham, es indicativo de la identificación entre las dos.
Bauckham también señala que Pablo describe a Junia como miembro destacada de la comunidad cristiana anterior a él, y dado que el propio Pablo se convirtió tres años después de la muerte de Jesús, eso requeriría que Junia hubiera sido miembro de la comunidad desde una época muy temprana.
Es impresionante que una mujer del rango de esta Juana, de una posición social y económica muy elevada, fuese una de las que acompañaba a Jesús en su ministerio. Lucas la cita inmediatamente después que a María Magdalena, luego muy posiblemente fueran amigas ya antes de conocer a Jesús, o hicieron buena amistad a raíz de su encuentro con Jesús.
Esto nos hace pensar también que María Magdalena podría ser también una mujer rica, con posibilidades. No en vano, Magdala era un importantísimo centro comercial, un lugar en el que había dinero en abundancia y en constante movimiento, con el puerto más importante del Mar de Galilea y atravesada de sur a norte por la Vía María, ruta comercial que unía Egipto con Damasco, y allí, con la Ruta de la Seda, y que dejaba en Magdala no poca actividad comercial a su paso.
Esta amistad previa a conocer a Jesús, posiblemente descarte la desvirtuada tradición, basada en suposiciones más que en certezas, de pensar que María Magdalena era prostituta, pues no creo que Juana, mujer de Cusa, un político al fin y al cabo, mantuviese amistades impropias de su rango con las meretrices de la zona.
No. Lo más probable es que la Magdalena fuese una mujer de la alta sociedad galilea, o viuda o soltera, y sin duda bien posicionada.
Las mujeres como discípulas
Los evangelios del Nuevo Testamento, escritos hacia el último cuarto del siglo i d. C., mencionan a menudo a Jesús hablando a las mujeres pública y abiertamente en contra de las normas sociales de la época.6
Desde el principio, las discípulas judías, entre ellas María Magdalena, Juana, Salomé, Susana, María Cleofás, acompañaron a Jesús durante su ministerio y lo apoyaron con sus propios medios.
Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
Lucas 8:1-3
Kenneth E. Bailey profesor del Nuevo Testamento en Egipto, Líbano, Jerusalén y Chipre, escribe sobre el cristianismo desde una visión cultural de Oriente Medio. Encuentra pruebas en varios pasajes del Nuevo Testamento de que Jesús tuvo discípulas. En primer lugar, cita la ocasión en la que se presentó la familia de Jesús y pidió hablar con él. Jesús respondió:
¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: ¡Aquí están mi madre y mis hermanos! Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo es mi hermano, mi hermana y mi madre., énfasis añadido por Bailey
Mateo 12:46-50
Bailey argumenta que, de acuerdo con las costumbres de Oriente Medio, Jesús no podría haber hecho un gesto a una multitud de hombres y decir: Aquí están mi hermano, mi hermana y mi madre. Sólo podría haber dicho eso a una multitud de hombres y mujeres. Por lo tanto, los discípulos que estaban ante él estaban compuestos por hombres y mujeres.

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