
Introducción
Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.
Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que éstos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.
A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.
Presentación
Hoy tenemos el honor de contar con una invitada muy especial: María Magdalena, la primera testigo de la resurrección de Jesús, la primera mensajera de la Pascua, la primera apóstol de la fe. Ella nos va a relatar en primera persona lo que vivió la mañana del primer día de la semana, cuando fue al sepulcro de Jesús y lo encontró vacío.
También nos va a compartir cómo fue su encuentro con el Señor resucitado, y cómo cambió su vida a partir de ese momento. No te pierdas esta entrevista exclusiva, realizada por nuestro reportero intrépido, que te hará sentir como si estuvieras allí, en el lugar de los hechos.
Prepárate para escuchar el testimonio más impactante, conmovedor y esperanzador de la historia.
Conexión
Reportero: Buenos días, María Magdalena. Gracias por concedernos esta entrevista exclusiva. ¿Puedes contarnos qué ocurrió la mañana del primer día de la semana, cuando fuiste al sepulcro de Jesús?

María Magdalena: Buenos días, reportero. Las mujeres fuimos al sepulcro muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, y vimos que la piedra que lo cerraba había sido removida. Nos asustamos mucho y pensamos que alguien había robado el cuerpo de Jesús.
Reportero: ¿Y qué vieron allí?
María Magdalena: Vimos que el sepulcro estaba vacío, y que las vendas que habían envuelto el cuerpo de Jesús estaban allí, pero el sudario que había cubierto su cabeza estaba aparte, enrollado en un lugar. Las demás mujeres se quedaron perplejos y se volvieron a su casa para avisar a los apóstoles, pero yo me quedé llorando junto al sepulcro.
Reportero: ¿Y entonces qué pasó?
María Magdalena: Entonces miré dentro del sepulcro y vi a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Ellos me preguntaron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Y yo les respondí: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto».
Después de decir esto, me volví y vi a Jesús de pie, pero no lo reconocí. Él me dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Yo pensé que era el jardinero, y le dije: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo recogeré».
Entonces él me dijo: «¡María!» Y yo lo reconocí y le dije: «¡Rabboni!», que significa «Maestro». Él me dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Pero ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios'».
Así que fui corriendo a anunciar a los discípulos: «¡He visto al Señor!»
Reportero: ¡Qué testimonio tan impresionante, María Magdalena! ¿Qué sentiste al ver a Jesús resucitado?
María Magdalena: Sentí una alegría indescriptible, una paz profunda, un amor inmenso. Sentí que mi vida tenía sentido, que mi esperanza se había cumplido, que mi fe se había fortalecido. Sentí que Jesús era el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, el Señor de la vida. Sentí que él me conocía, me amaba, me llamaba por mi nombre. Sentí que él me enviaba a ser testigo de su resurrección, a compartir la buena noticia con todos.
Reportero: ¿Qué pasó con los otros discípulos?
María Magdalena: Los otros discípulos tuvieron diferentes experiencias con el Señor resucitado. Algunos lo vieron en el camino a Emaús, otros en el cenáculo, otros en el lago de Tiberíades. Algunos dudaron de su resurrección, otros se alegraron de verlo, otros le pidieron perdón por haberlo negado o abandonado.
Todos recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés y salieron a predicar el evangelio por todo el mundo. Algunos murieron como mártires, otros como ancianos, otros como exiliados.
Puedes leer más sobre sus historias en los Hechos de los Apóstoles y en las tradiciones de la Iglesia
Reportero: Gracias, María Magdalena, por compartir tu experiencia con nosotros. Has sido la primera testigo de la resurrección de Jesús, la primera mensajera de la Pascua, la primera apóstol de la fe. Que el Señor te bendiga y te acompañe siempre. Hasta pronto. Devolvemos la conexión
Devuelve la conexión

«En ese rostro podemos reconocer la pasión de una forma estremecedora. Y vemos, además, una gran dignidad interna. Ese rostro desprende sosiego y resignación, paz y bondad. En este sentido nos ayuda de verdad a imaginarnos a Cristo»
Joseph Ratzinger

Presentamos aquí un esquema de la posible armonía de los relatos evangélicos respecto a los principales eventos del Domingo de Resurrección:
- Las santas mujeres llevando especies que habían previamente preparado para ungir el cuerpo de Jesús en el sepulcro. Inquietas por la remoción de la piedra, sin saber nada de la guardia oficial del sepulcro. (Mt 28, 1-3; Mc 16,1-3; Lc 24,1; Jn 20,1). El ángel que con su brillo atemorizó a los guardias y los hizo salir corriendo; rodó la piedra y se sentó no sobre (ep autou) sino por encima de ella (epano autou) (Mt 28,2-4).
- María Magdalena, María la Madre de Santiago, y Salomé que se acercan al sepulcro y ven la piedra movida, sobre lo que María Magdalena vuelve inmediatamente a informar a los Apóstoles (Mc 16,4; Lc 24,2; Jn 20,1-2).
- La otras dos santas mujeres entran al sepulcro, encuentran a un ángel sentado en el vestíbulo y les muestra el sepulcro vacío, les anuncia la Resurrección, y les encomienda avisar a los discípulos y a Pedro que deben ver a Jesús en Galilea (Mt 28,5-7; Mc 16,5-7).
- Un segundo grupo de santas mujeres, el de Juana y sus compañeras. Llegan al sepulcro, donde probablemente habían quedado en encontrarse con el primer grupo, entran al sepulcro vacío y son avisadas por dos ángeles que Jesús ha resucitado según Él mismo había predicho (Lc 24, 10).
- No mucho después, Pedro y Juan, quienes fueron avisados por María Magdalena, llegan al sepulcro y encuentran los paños de un modo que excluía toda suposición de que el cuerpo haya podido ser robado, pues simplemente estaban por el suelo, indicando que el cuerpo sagrado había salido de ellos sin siquiera haberlos tocado. Cuando Juan lo percibe, inmediatamente cree (Jn 20, 3-10).
- María Magdalena regresa al sepulcro, ve primero a dos ángeles dentro, y luego a Jesús mismo (Jn 20, 11-16; Mc 16,9). Los dos grupos de santas mujeres, quienes probablemente se encontraron al regresar a la ciudad, son favorecidas con una visión de Cristo resucitado, quien les encarga decirle a sus hermanos que los verá en Galilea (Mt 28, 8-10: Mc 16,8). Las mujeres relatan sus experiencias a los Apóstoles, pero se topan con su incredulidad (Mc 16,10-11; Lc 24,9-11).
- Jesús se aparece a los discípulos en Emaús, y regresan a Jerusalén; los Apóstoles parecen estar entre la duda y la fe. (Mc16 ,13-35).
- Cristo se aparece a Pedro, y por eso Pedro y Juan creen firmemente en la resurrección (Lc 24,34; Jn 20,8).
- Luego del regreso de los discípulos de Emaús, Jesús se aparece a todos los apóstoles excepto Tomás (Mc 16,14;Lc 24,36-43; Jn 20, 19-25).
La armonía de las otras apariciones de Cristo luego de su Resurrección no presenta especial dificultad.
Brevemente, sin embargo, el hecho de que la Resurrección de Cristo sea atestiguada por mas de 500 testigos oculares, cuya experiencia, simplicidad y honestidad de vida los torna incapaces de inventar una fábula tal, mucho menos en una época en la que cualquier intento de engañar hubiera sido fácilmente descubierto, más aún cuando tenían mucho que perder en la vida y muy poco que ganar, y cuya valentía moral mostrada en el apostolado se puede explicar solamente por su íntima convicción en la verdad objetiva de su mensaje.
Nuevamente el hecho de la Resurrección de Cristo es atestiguada por el silencio elocuente de la Sinagoga, que había hecho todo lo posible para evitar un engaño, y que más bien hubiera descubierto fácilmente el engaño, si éste hubiera existido. Lo único que consiguieron oponer a estos testimonios, los de la adormecida guardia, que no pudo rebatir el testimonio de los Apóstoles excepto amenazarlos para que no “hablen más en este nombre a persona alguna” (Hch 4,17).
Finalmente los miles y millones, tanto judíos como gentiles, que creyeron en el testimonio de los apóstoles, a pesar de todas las desventajas que una creencia tal supone, en pocas palabras, el origen de la Iglesia, requiere para ser entendida, la realidad de la Resurrección de Cristo, pues el surgimiento de la Iglesia sin la Resurrección hubiera sido un milagro mayor que la Resurrección misma.

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