
Introducción
Presentador: Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.
Bienvenidos a nuestro programa «¿Me amas más que éstos?«, donde cada día les traemos una entrevista exclusiva con uno de los hombres que acompañaron a Jesucristo durante su vida terrenal y que fueron testigos de su resurrección.
A través de sus relatos, podremos conocer más de cerca al Maestro, su mensaje, sus milagros, su pasión, su gloria. También podremos aprender de su ejemplo, su fe, su amor, su servicio, su misión.
Presentación del personaje
Hoy tenemos el honor de contar con un invitado muy especial: San Juan, el discípulo amado de Jesús, el autor del cuarto evangelio, el único apóstol que estuvo al pie de la cruz y que recibió el encargo de cuidar de la Virgen María.
Él nos va a relatar en primera persona lo que vivió la mañana del primer día de la semana, cuando fue al sepulcro de Jesús con Pedro y vio las vendas y el sudario, pero no el cuerpo de Jesús. También nos va a compartir cómo entendió el sentido de lo que vio, y cómo se dio cuenta de que Jesús había resucitado.
No te pierdas esta entrevista exclusiva, realizada por nuestro reportero intrépido, que te hará sentir como si estuvieras allí, en el lugar de los hechos.
Prepárate para escuchar el testimonio más impactante, conmovedor y esperanzador de la historia.
Conexión
Reportero: Buenos días, San Juan. Gracias por concedernos esta entrevista exclusiva. ¿Puedes contarnos qué ocurrió la mañana del primer día de la semana, cuando fuiste al sepulcro de Jesús con Pedro?

San Juan: Buenos días, reportero. Fui al sepulcro con Pedro porque María Magdalena nos había dicho que la piedra que lo cerraba había sido removida, y que no sabía dónde habían puesto el cuerpo de Jesús. Corrimos los dos juntos, pero yo llegué primero al sepulcro. Me asomé y vi las vendas en el suelo, pero no entré. Luego llegó Pedro, que sí entró, y vio las vendas y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aparte, enrollado en un lugar. Yo también entré entonces, y vi y creí.
Reportero: ¿Qué fue lo que viste y creíste, San Juan?
San Juan: Vi que el sepulcro estaba vacío, y que las vendas y el sudario estaban allí, pero no el cuerpo de Jesús. Creí que Jesús había resucitado, como había dicho que iba a hacer. Creí que él era el Hijo de Dios, el Verbo hecho carne, la luz que brilla en las tinieblas. Creí que él había vencido a la muerte, al pecado y al mal. Creí que él era el camino, la verdad y la vida.

Reportero: ¿Cómo entendiste el sentido de lo que viste, San Juan?
San Juan: Entendí que lo que había visto era el cumplimiento de las Escrituras, que habían anunciado la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Entendí que lo que había visto era el signo más grande del amor de Dios por nosotros, que nos había dado a su Hijo único para que tuviéramos vida eterna. Entendí que lo que había visto era el inicio de una nueva creación, de un nuevo cielo y una nueva tierra. Entendí que lo que había visto era el misterio más profundo y más bello de la historia.
Reportero: Gracias, San Juan, por compartir tu experiencia con nosotros. Has sido el primer testigo de la resurrección de Jesús, el primer creyente en el Señor vivo, el primer evangelista de la fe. Que el Señor te bendiga y te acompañe siempre. Hasta pronto. Devolvemos la conexión.
Devuelve la conexión

Presentador: “Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó el primero al sepulcro; e inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro; vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollados en un sitio aparte”.
Una dinámica judía
El lienzo doblado tiene que ver con una dinámica diaria entre el amo y el siervo – y todo niño judío conocía bien esa dinámica.
El siervo, cuando preparaba la mesa de comer para el amo, procuraba tener la certeza de hacerlo exactamente de la manera deseada por su señor.
Después de que la mesa era preparada, el siervo quedaba esperando fuera de la visión del amo hasta que él terminase de comer. El siervo no se atrevería nunca a tocar la mesa antes de que el amo hubiese acabado.
Al terminar, el amo se levantaría, se limpiaría los dedos, la boca y la barba, haría una bola con el lienzo y lo dejaría en la mesa. El lienzo arrugado quería decir: «He terminado«.
Ahora bien, si el amo se levantara y dejara el lienzo doblado al lado del plato, el siervo no osaría tocar aún la mesa, porque ese lienzo doblado quería decir: «¡volveré!»
Lienzo tendido
Ya no se habla de “vendas en el suelo”, sino de “lienzos tendidos”.
¿Qué ha sucedido? Pues que el texto anterior era una mala traducción del griego. La traducción actual es la que se ajusta al original griego.
Cuando Juan se refiere a “vendas” usa otra palabra griega, κειρία. Así sucede en Juan 11,44, donde, refiriéndose a la resurrección de Lázaro, se dice: “y salió el difunto, atado de pies y manos con vendas (κειρίαις)”. Obsérvese, por ciento, que no se dice que Lázaro estuviera todo él vendado como las momias egipcias, sino que únicamente tenía vendas que le ataban los pies y las manos.
Así pues, la palabra ὀθόνιον, empleada tres veces en Juan 20, ha de traducirse por lienzo, término que es aplicable desde luego a la Sábana Santa de Turín.
Para referirse a la sábana o lienzo con la que se envolvió el cuerpo de Jesús el evangelista Marcos usa la palabra griega σινδών, que también significa lienzo o sábana. Así sucede en Marcos 15, 46: “Y habiendo comprado una sábana (σινδονα), descolgándolo lo depositó en la sábana (σινδονι)”. La misma palaba se usa cuando se habla del joven que en el huerto de Getsemaní tenía “una sábana (σινδόνι) sobre el cuerpo” y que luego “soltando la sábana (σινδόνα), desnudo, se escapó”. Y también usan esta palabra Mateo y Lucas para referirse a la sábana o lienzo que se usó en la sepultura de Jesús: Mateo 27,59 y Lucas 23,53. Las palabras griegas σινδών y ὀθόνιον significan por lo tanto lo mismo: lienzo o sábana.
En la traducción que hasta hace poco se nos ofrecía en la liturgia se decía que esta tela (mal llamada “venda”) estaba “en el suelo”. Este detalle era poco relevante y no se comprendía porqué el evangelista insistía dos veces en ello. Todo cambia con la nueva traducción, en la que se dice que los lienzos estaban “tendidos”.
La palabra griega que antes se traducía por “en el suelo” y que ahora se traduce por “tendidos” es κεῖμαι. Su significado es “estar tendido, echado”.
En el episodio de Juan 20, 3-10 también se hace mención a otra tela presente en el sepulcro vacío. En Juan 20,7 se dice que vieron igualmente “el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollados en un sitio aparte”. También aquí se da gran importancia al detalle de la colocación: enrollados y en un sitio aparte de donde estaba el lienzo.
El sudario
En Juan 20,7 se da también mucha importancia a la posición concreta en la que hallaba el sudario. No estaba tendido como la sábana, sino que, por el contrario, estaba alejado o en un sitio aparte (χωρὶς) respecto de ella, y envuelto o enrollado (ἐντετυλιγμένον).
Esta información de Juan 20.7 sobre el sudario usado para cubrir la cabeza de Jesús y sobre cómo fue encontrado en el sepulcro vacío encaja a la perfección con lo que sabemos del Santo Sudario de Oviedo, gracias a los estudios forenses y médico-legales a los que se ha sometido.
Estos estudios han reconstruido, a partir de las manchas de sangre y los pliegues, cómo fue utilizado el sudario tras la muerte de Jesús. El sudario estaba en posición plegada cuando le fue retirado de la cabeza de Jesús, inmediatamente antes de ser envuelto con la sábana. Por eso el sudario fue dejado envuelto en lugar aparte de la sábana usada para envolver el cuerpo de Jesús.


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