Tú, mi caballero andante.

A ti te regalo mi espada asertiva, que ni hiere ni mata, que ni juzga ni muere. Te concedo el don de la palabra, la magia de la poesía, la dulzura del verso y el placer del poema.
Te regalo la espada asertiva para que tomes asiento y me digas cómo te sientes y cómo te sientas.

Porque, caballero andante, para hablar primero has de sentarte, que de pie se cansa el alma, tira del cinturón la espada.

Y una vez sentado, el corazón calla para escuchar al viento. Si el viento calla, te hablarán las musas.

Y, si las musas callan, entonces que hable la espada, la espada asertiva y el escudo empático, ¡que hable la poesía!

Y, si hasta la poesía calla, ¡que hable el poeta y cuente historias de castillos encantados y caballeros andantes!

Yo te concedo el don de la palabra y donde haya palabra, habrá un verso; donde haya un verso, habrá un poema; donde haya un poema, habrá poesía. Y donde haya poesía…

¿Dónde hay poesía?…..
Origen
- Un texto original de Manuel Pellicer Sotomayor

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