Puerta de Alcantará

Para entrar en Toletum

Introducción

Presentador del programa

Presentador: Salve, amigos de Imperium Romanum TV News. En el año 747 ab urbe condita. (7 a. C.)

Orografía de Toletum

Hoy traemos ante vosotros un relato sobre la ciudad de Toletum, aquella que se alza en un cerro abrupto y desolado, donde el terreno parece desafiar al hombre, pues se presenta carente de población, o al menos, sin un asentamiento que influya sobre su naturaleza agreste. Este cerro, de difícil acceso, está rodeado de pendientes imponentes, algunas de ellas casi verticales, que se desploman hacia el río Tagus que lo rodea y lo defiende.

Cerro

Varios autores han querido compararla con nuestra gran Roma, por ser ciudad formada por colinas, y aunque algunos insisten en que Toletum posee siete como nuestra amada capital, la realidad es que, en términos de alturas, ¡es mucho más que eso! Pues no tiene siete, sino doce alturas que superan los 500 metros de altitud. De esas, hay tres que están a punto de alcanzar esa altitud exacta: el callejón de Córduva, con 515 metros, el Seminario, con 510 metros, y el callejón de la Divisa, con 509 metros.

Este aislamiento natural, querido por los dioses, otorga a la ciudad un valor defensivo sin igual, característica que no pasó desapercibida a los primeros conquistadores de la región. Al norte, sur y este, Toletum se ve rodeada por las aguas del Tagus, con desniveles de hasta 50 metros, que se desploman casi verticalmente hacia el río, haciendo aún más inaccesible el acceso a la ciudad. Además, por el este, el terreno se separa en dos profundas vaguadas, una hacia el sur y otra hacia el norte, reforzando su naturaleza aislada.

Acantilado del río en el entorno a Toledo,

Es, sin duda, una ciudad de colinas, y en eso, Toletum supera a Roma, ¡y no de una, sino de tres maneras! Sin embargo, algunos de esos autores que se empeñan en darle todo el protagonismo a nuestra eterna capital, solo consideran como colinas principales las dos más altas: la fortaleza y la central.

Pero al estudiar el plano topográfico de Toletum, vemos que las colinas no son simples alturas, sino que se aíslan entre sí por desniveles pronunciados, haciendo que sea, en realidad, una ciudad de doce colinas, de las cuales nueve son de gran importancia y tres menores.

Así que, cives, a la hora de comparar, debéis recordar que Toletum no es solo una ciudad de colinas, sino una ciudad multitudinaria en alturas, un verdadero fortín natural, digno de ser admirado y respetado.

Accesos a Toletum

Cives Romani, hemos dedicado un tiempo a estudiar el cerro toledano desde un punto de vista estratégico, y ahora es momento de examinar sus accesos. De los 360 grados que conforman la circunferencia de este cerro, aproximadamente 240 grados están dominados por el río Tajo, cuyas aguas se encuentran encajonadas entre acantilados imponentes, tanto en sus márgenes como en sus alrededores.

En algunos lugares, las pendientes alcanzan casi el 100 por cien, con alturas que superan los 50 metros. Por lo tanto, salvo por las dos vaguadas que desembocan en el río al sur del cerro, el acceso por este lado se presenta prácticamente inviable.

Sin embargo, el panorama cambia en la parte norte del cerro, entre el puente de Alcántara y la zona del baño de la Cava, donde el terreno ofrece mayores posibilidades de aproximación. En el noroeste, el terreno comienza a suavizarse, partiendo de los 441 metros de altitud que tiene el río en esta zona, hasta alcanzar los 470 metros, donde las pendientes se vuelven más pronunciadas, con un valor del 50 por ciento, subiendo hasta los 500 metros, donde se encuentra la meseta.

Muralla en la zona de la Cava

Esta característica geográfica se mantiene desde el oeste hasta el norte, donde se encuentra la Puerta de Via Sagra. En esa zona, la pendiente es más suave, de tan solo un 15 por ciento, pero al continuar hacia el puente de puente, nuevamente las pendientes pronunciadas se imponen, mostrando una topografía desafiante.

Puente de Alcántara

Después de haber analizado todos los posibles accesos a lo largo de la periferia del cerro, llegamos a una conclusión clara: la única zona de fácil acceso se encuentra en la Puerta de Via Sagra. Este punto, protegido por las colinas circundantes y con menos dificultades de terreno, se revela como la única entrada que permite acercarse al corazón de Toledo sin enfrentar una barrera natural insuperable.

Puerta Antigua de Bisagra (Alfonso VI)

Conexión con Toletum

[La cámara se enciende, y el reportero, con toga sencilla pero distinguible, se acerca a un ciudadano toledano que se encuentra en las afueras de la ciudad, junto a un pequeño campo cultivado.]

Reportero (con voz amigable y curiosa): Salve, ciudadano de Toletum! Me gustaría saber, ¿cuáles crees que son las ventajas de no vivir dentro de la ciudad amurallada, en lugar de establecerse aquí, fuera de sus murallas?

Ciudadano (sonriendo con una mirada pensativa): ¡Salve, amigo! Pues, aunque muchos de los nuestros se sienten atraídos por la protección de las murallas de Toletum, hay varias razones por las cuales he elegido vivir fuera. La principal, como podrás imaginar, es la calma. Dentro de la ciudad amurallada, el bullicio de los mercados, las calles estrechas llenas de gente y el constante ir y venir de los comerciantes y soldados pueden ser… algo agobiantes.

Reportero (asintiendo con interés): ¡Lo comprendo! Pero, ¿acaso no temes que estar fuera de las murallas te exponga más a ataques o peligros?

Ciudadano (riendo ligeramente): ¡Ah, no tan rápido! Aunque es cierto que la ciudad amurallada ofrece una gran protección contra invasiones, vivir fuera tiene sus propias ventajas estratégicas. El terreno que rodea a Toletum es muy accidentado y tiene muchas colinas. Desde aquí, puedo ver con tiempo cualquier movimiento de tropas o viajeros extraños.

Además, el río Tajo actúa como una excelente barrera natural en varios puntos, y hay muchas vías que nos permiten escapar o refugiarnos rápidamente si fuese necesario. De hecho, a veces me siento más seguro estando aquí, ya que en la ciudad, entre las murallas, uno puede quedar atrapado en caso de un cerco.

Reportero (pensativo): Interesante punto. Entonces, ¿también hay alguna ventaja en cuanto a la comida o el sustento?

Ciudadano (asintiendo con energía): ¡Por supuesto! Aquí fuera, el acceso a los campos es mucho más directo. Puedo cultivar mis propios productos y, además, los animales que crío tienen más espacio para moverse y alimentarse. No depender de los mercados urbanos es una gran ventaja, especialmente cuando los precios suben por la demanda.

En la ciudad, todo es más caro debido a la constante necesidad de abastecer a los habitantes amurallados. Aquí, puedo comerciar directamente con mis vecinos o vender mis productos a los que entran en la ciudad.

Reportero (sonriendo y levantando una ceja): ¿Y en cuanto a la libertad? ¿Hay alguna diferencia entre vivir dentro o fuera de las murallas?

Ciudadano (con una mirada orgullosa): ¡Ah, sin duda! Aquí fuera, no estamos tan controlados. No hay tantas patrullas de soldados vigilando nuestras acciones, ni los funcionarios públicos que se encargan de imponer impuestos o regulaciones. La libertad que uno tiene al vivir fuera de las murallas es algo que muchos en la ciudad ni siquiera entienden. Es cierto que carecemos de algunas de las comodidades que ofrece la ciudad amurallada, pero a cambio ganamos autonomía.

Reportero (sonriendo y mirando a la cámara): Pues, ciudadano, parece que vivir fuera de Toletum tiene sus beneficios y su sabiduría estratégica. ¡Te agradezco por compartir tu perspectiva! Sin duda, muchos ciudadanos de la ciudad amurallada tomarán tus palabras en cuenta.

Ciudadano (con una sonrisa amplia): ¡Gracias a ti! Que los dioses te guíen en tu camino. ¡Vivat Toletum!

[El reportero asiente, la cámara se aleja mientras el ciudadano vuelve a sus quehaceres en el campo. El reportero mira hacia la ciudad de Toletum, pensativo.]

Reportero (mirando a la cámara con voz grave): Como hemos escuchado, las ventajas de vivir fuera de la ciudad amurallada de Toletum no son pocas. En un lugar rodeado de terrenos difíciles, colinas y una naturaleza que ofrece tanto protección como libertad, muchos ciudadanos eligen la vida fuera de los muros. Sin embargo, la seguridad de las murallas y la vida dentro de la ciudad siguen siendo una opción atractiva para muchos. Este es un tema que seguirá siendo debatido entre los habitantes de la ciudad.

Vivat Toletum! ¡Vivat Hispania!

Devuelve la conexión.

Presentador del programa

Presentador: Salve, reportero. Felicidades por la entrevista.

Pero pasemos, ahora, a comentar los lugares donde se ubican esas nueve colinas, los nueve promontorios, los altozanos en los que se subdivide la roca toledana. Para esto, debemos comenzar por imaginar la ciudad desprovista de edificios y visualizar correctamente las alturas. También es importante dejar claro lo que entendemos por colina, que sería –ni más ni menos– un lugar elevado desde el cual ya solo podremos descender en cualquier dirección que tomemos. Visto esto, tendríamos las siguientes:

  • 1- El Alcázar ;
  • 2- La zona central de la calle Sillería ;
  • 3- La parte superior de la cuesta del Can ;
  • 4- La parte central de la calle de la Plata , con prolongación hasta el final del callejón sin salida de los Husillos;
  • 5- El final, sin salida, de la calle Instituto ;
  • 6- San Román, delante de la puerta de la iglesia y coincidente con el altar mayor de la iglesia del convento de S. Clemente El Real ;
  • 7- La confluencia del callejón de Esquivias con el de las Siete Revueltas; 
  • 8- El cerro de la Virgen de Gracia; y, por último,
  • 9- S. Cristóbal (Montichel), en la parte más alta de su callejón.

Las peculiaridades de estos nueve enclaves son muy interesantes.

Por ejemplo, el hecho de que S. Román sea la más alta. A pesar de que su cota y la del Alcázar coincidan (548 m.), comprobamos –al entrar al museo del Ejército– que la primitiva alcazaba de los Trastámara se yergue a partir de una cota bastante inferior a la del actual edificio, elevado este artificialmente sobre las fortificaciones más antiguas, lo que ha implicado un error en el cálculo de su cota real.

Otra curiosidad es poder observar, todavía hoy, la roca viva en dos de las colinas: Montichel y cerro del Can, sobresaliendo indemnes a la acción del hombre. Y además, al final del callejón de las Siete Revueltas y en el antiguo patio de Telefónica, en la calle de la Plata, tenemos dos de los pocos patios elevados (1’5 m.) sobre el nivel de la vía que hay en Toledo.

Algo que sabemos con seguridad es que las dos más altas (Alcázar y S. Román) ya en época romana dieron fundamento a la distribución de agua potable dentro del casco histórico, delimitando las vertientes más importantes y significativas con sus caídas hacia los diferentes puntos cardinales: hasta una llegaba el agua a través del acueducto, y la otra servía como distribuidor principal de las zonas norte y oeste, haciendo ya a Toledo una ciudad perfectamente habitable, por lo que al suministro de agua se refiere.

Tenemos, además, cinco pequeñas prominencias (menores de un metro de altura) que en algunos casos han sido llamadas colinas, pero que, desde mi punto de vista, no merecen tal nombre; aunque tres de ellas ya fueron registradas como tales en el primer cuarto del siglo XX por el topógrafo y sismólogo Alfonso Rey Pastor, en una época en que los aparatos de medición daban cotas diferentes a las actuales.

Son las siguientes, comenzando por las tres de Rey Pastor:

  • 10- La zona media del callejón de S. Justo (antiguo de la Divisa);
  • 11- La explanada del seminario;
  • 12- El final del callejón de Córdova;
  • 13- La parte alta de la calle Cárcel del Vicario;
  • 14- Roca Tarpeya.

Despedida

Hasta una próxima conexión.

Ave, amigos de Imperium Romanum TV News.

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