La mejilla toletana

Introducción

[Música solemne de fondo. El sonido de trompetas romanas suena mientras la cámara se enfoca en el presentador de toga blanca, que se encuentra de pie ante un fondo de columnas de mármol.]

Presentador del programa

Presentador (con voz grave y respetuosa): Salve, amigos de Imperium Romanum TV News. En el año 747 ab urbe condita. (7 a. C.)

Hoy les traemos una noticia que está causando gran asombro en todo el Imperio. Hoy, en las bulliciosas calles de Toletum, una ciudad de nuestra Hispania se ha producido un hecho insólito que ha dejado a los habitantes de la región boquiabiertos y, para algunos, hasta desconcertados.

Mercado de Toletum// Copilot designer

[Corte a una representación de una plaza de Toletum, con ciudadanos romanos y locales, la cámara se centra en una escena de dos hombres. Un hombre de toga se acerca a otro, que viste ropa más sencilla, y le da una bofetada en la mejilla derecha.]

Presentador (en voz en off):

«Un ciudadano, conocido en el mercado de Toletum por su gran respeto hacia la tradición y la ley romana, fue sorprendido hoy cuando, tras recibir una bofetada directa en su mejilla derecha —un golpe que en nuestra cultura romana representa una afrenta a su honor y su posición—, tomó una decisión que ha sorprendido a todos los presentes

[La escena muestra al hombre de la bofetada, visiblemente desconcertado, colocando su rostro hacia el agresor nuevamente, como si estuviera ofreciendo la otra mejilla.]

Presentador (en cámara, volviendo a su postura original):

¡Sí, cives! Este hombre, en lugar de devolver el golpe, como dicta nuestra honorable tradición de la lex talionis, optó por algo que muchos no esperaban: simplemente puso la otra mejilla. En un acto que desafía la costumbre de nuestra grandiosa Roma, la gente se quedó en silencio, observando cómo este ciudadano de Toletum no sólo aceptaba la humillación física, sino que ofrecía una segunda mejilla al agresor.«

[La cámara muestra una primera reacción de los presentes, algunos murmuran, otros se acercan con curiosidad.]

Presentador (mientras la cámara muestra a algunos ciudadanos especulando):

Los testigos de este acto insólito no tardaron en discutir entre sí. Algunos, muy preocupados por la posible pérdida de honor del ofendido, comentaban: ‘¿Acaso este hombre ha olvidado lo que es ser romano? ¿No responde a la ofensa? ¿No busca restaurar su honra con el debido castigo?’

Otros, por otro lado, empezaron a murmurar en voz baja, reflexionando sobre si este hombre, tal vez influenciado por las enseñanzas extranjeras o nuevas ideas filosóficas, ha encontrado una forma de enfrentar la vergüenza sin recurrir a la violencia.

[El presentador toma un respiro y ajusta su toga mientras se dispone a dar más detalles.]

Presentador (con tono reflexivo):

El agresor, tras un momento de sorpresa, aparentemente optó por retirarse en lugar de continuar con su ataque. Algunos en la multitud afirman que pudo haber sido incapaz de continuar con tal acción ante la inesperada tranquilidad del agredido. Este acto, que muchos califican de sabiduría o incluso de locura, abre una cuestión profunda sobre los valores en nuestra sociedad romana.

Una animada conversación entre varios ciudadanos, en la que se escuchan opiniones diversas sobre lo sucedido.

Presentador (de vuelta al set):

«Este hecho nos invita a una reflexión sobre los límites de la justicia personal y el honor en nuestra sociedad. Mientras los estoicos y filósofos enseñan que debemos ser dueños de nuestras pasiones, ¿está este ciudadano de Toletum demostrando una valentía extraordinaria o, por el contrario, arriesgando su respeto ante sus conciudadanos? ¿Es este gesto un símbolo de fortaleza interior, o simplemente un acto incomprensible para los que valoramos la venganza legítima como parte integral del orden romano?«

[El presentador mira a la cámara con una leve sonrisa.]

Presentador:

«Lo cierto es que en esta ciudad de Toletum, al sur de la Hispania, un ciudadano ha puesto en cuestión las tradiciones más profundas de nuestra cultura. Y hoy, este hecho quedará grabado en la historia de esta región, un momento que, como muchos otros, podría marcar el comienzo de una nueva forma de entender el honor, el perdón, y tal vez, incluso la justicia en el Imperio.

[El presentador se levanta lentamente, mirando a la cámara con gravedad.]

Presentador:

«Cives, lo que ha sucedido hoy es un recordatorio de que el Imperio, aunque grande, sigue siendo un crisol de ideas y desafíos. Estaremos atentos para ver si este acto solitario de «poner la otra mejilla» se convierte en una corriente filosófica que se expanda más allá de las fronteras de Toletum… o si, por el contrario, será visto como una anomalía digna de ser olvidada

[Pausa breve, mientras el presentador toma aire.]

Conexión con Toletum

[El sonido de trompetas resuena, mientras la cámara corta a un bullicioso mercado en Toletum. El reportero, con toga y corona de laurel, se acerca al agresor, un hombre de mediana edad, con rostro severo, acompañado de algunos conocidos. La cámara enfoca al reportero mientras se prepara para la entrevista.]

Reportero (mirando a la cámara):

Salve, cives! Nos encontramos en el mercado de Toletum, donde hoy se ha suscitado un hecho que está causando gran revuelo.

Tras el inusitado gesto de un ciudadano que ofreció la otra mejilla después de recibir una bofetada, nos encontramos con el hombre que dio el golpe. Se trata de Cayo Decimio Rufus, un respetado mercader de la ciudad, quien no dudó en responder a lo que él consideró una grave ofensa. Ahora, con nosotros, él nos dará su versión de los hechos.

[La cámara enfoca a Cayo Decimio Rufus, quien se acomoda la toga mientras mira al reportero con una expresión de indiferencia.]

Reportero (en tono profesional):

Cayo Decimio, muchas gracias por atendernos. Sabemos que lo sucedido hoy ha causado gran sorpresa entre los ciudadanos de Toletum. Nos gustaría saber, ¿qué lo motivó a darle una bofetada a su compatriota?

Cayo Decimio Rufus (con voz firme y mirada desafiante):

Salve. No es un placer hablar de esto, pero, en fin, lo diré claramente. Este hombre, Lucio Atilio, es conocido por sus actitudes provocadoras. Se ha dedicado a ridiculizar a mis comerciantes y ha hecho comentarios sobre mi familia. Yo simplemente actué según lo que mi honor me dictaba. Un golpe en la mejilla derecha es lo que la ley romana manda cuando se trata de restaurar el respeto. No iba a quedarme callado.

[El reportero asiente, observando atentamente al agresor.]

Reportero (curioso):

Entendemos que el golpe era una respuesta a lo que usted percibió como una afrenta. Sin embargo, lo que sorprendió a muchos fue que, tras la bofetada, su víctima decidió poner la otra mejilla. ¿Cómo reaccionó usted ante este gesto?

Cayo Decimio Rufus (con tono de incredulidad):

¿La otra mejilla? ¡Es una locura! ¿Qué significa eso? ¿Acaso este hombre ha perdido el juicio? Yo esperaba que, como cualquier romano de honor, él me respondiera, que buscara la revancha, que me desafiaría. Pero lo que hizo fue aún más desconcertante… No hubo ira, no hubo desafío. Solo… silencio. Por un momento pensé que quizás me estaba poniendo a prueba, esperando que fuera yo quien actuara con desmesura. Pero no, no había agresividad en su rostro. Era como si estuviera… esperando una respuesta espiritual.

[El reportero levanta una ceja, mostrando interés.]

Reportero (pensativo):

Entonces, ¿considera que lo sucedido fue más que un simple desacuerdo? ¿Fue una especie de prueba de fortaleza moral, tal vez influenciada por nuevas ideas o enseñanzas ajenas a la tradición romana?

Cayo Decimio Rufus (con tono desconcertado, pero reflexivo):

«No lo sé. En un principio, pensé que Lucio Atilio había caído bajo el influjo de alguna de esas extrañas filosofías foráneas, como el estoicismo o incluso algo más radical. No lo descarto. Quizás, él pensó que al no devolver el golpe estaba demostrando una gran templanza, una serenidad imperturbable. Pero ¿quién en Roma va a aceptar tal humillación sin responder? ¿Acaso no nos enseñan desde jóvenes que debemos proteger nuestro honor? Si alguien te golpea, debes defenderte. No hay lugar para la pasividad.«

[El reportero, ahora más curioso, se inclina hacia Cayo Decimio.]

Reportero:

«En ese caso, ¿cómo calificaría usted el gesto de este hombre? ¿Lo considera una muestra de falta de respeto hacia la ley romana o, tal vez, una manifestación de sabiduría ante la violencia?«

Cayo Decimio Rufus (pausa, mirando al horizonte como si estuviera meditando):

«Honestamente, no sé qué pensar. Al principio, me sentí… incómodo, tal vez hasta molesto. Pero al ver su calma, al ver que no reaccionaba con ira, me pregunté si, en alguna parte de su mente, estaba tratando de enseñarme algo. ¿Por qué no reaccionó? Tal vez él cree que la violencia nunca es la respuesta. Tal vez lo hace porque no cree que el honor se defienda con más agresión.«

[El reportero mira a Cayo Decimio con una sonrisa ligera.]

Reportero:

«Interesante, Cayo. Su reflexión, sin duda, deja mucho en qué pensar. Al final, ¿cree que este tipo de gesto podría ser el comienzo de algo nuevo en nuestra sociedad, un cambio en la forma de entender el honor y la venganza?«

Cayo Decimio Rufus (con una ligera sonrisa escéptica):

«No lo creo. Lo que ocurrió hoy no cambiará lo que somos. En Roma, el honor y la justicia se defienden con firmeza. El perdón no tiene lugar en nuestra ley. Sin embargo, debo reconocer que algo en mí se ha cuestionado… Quizás, en el futuro, si alguna vez me encuentro en una situación similar, me detendré a pensar. Pero, en el fondo, sé que si alguien me insulta, la venganza es lo que la ley dicta, y eso es lo que me obliga a hacer.«

[El reportero asiente lentamente, mientras observa al agresor.]

Reportero (con tono final):

«Muy bien, Cayo Decimio. Sin duda, la reflexión sobre este insólito hecho no ha hecho más que comenzar. Gracias por su tiempo y por ofrecernos su perspectiva.»

[Cayo Decimio asiente brevemente, se ajusta la toga y se aleja mientras el reportero se vuelve hacia la cámara.]

Reportero (mirando a la cámara, con tono reflexivo):

«Cives, lo que hoy hemos presenciado no es solo una pelea entre dos hombres, sino una grieta en la manera en que entendemos el honor, la justicia y la respuesta ante la agresión. Mientras algunos defienden la tradicional retribución, otros parecen inclinarse por un camino de paz y serenidad, influenciados quizás por filosofías nuevas. ¿Será este el inicio de una era de cambio en nuestra sociedad? Solo el tiempo lo dirá.«

[El reportero se despide con un leve gesto de la mano mientras la cámara se aleja y la música solemne resuena en el fondo.]

Devuelve la conexión.

Presentador del programa

Presentador: Salve, reportero. Felicidades por la entrevista.

Bofetadas en epoca romana

Las bofetadas en la época romana, especialmente aquellas que se daban en la mejilla, tenían una carga simbólica y cultural muy fuerte. El significado de golpear en una u otra mejilla no solo dependía del acto en sí, sino también de la relación entre las personas involucradas, el contexto social y la intención detrás del golpe.

El contexto cultural y social de la bofetada en la Roma antigua

En la Roma clásica, la bofetada era un acto de humillación y deshonra, más que una agresión física destinada a causar daño. Las bofetadas, especialmente las que se daban en la cara, se utilizaban como una expresión pública de desprecio o como una forma de sanción moral.

En la sociedad romana, el honor y el estatus social eran fundamentales, y cualquier ataque a la honra de una persona —por ejemplo, un insulto o una bofetada— podía considerarse una ofensa grave que requería una respuesta de igual magnitud. Por ello, el golpe en la mejilla no era solo un acto físico, sino también un medio de poner en evidencia una desigualdad de poder o de humillar públicamente a alguien.

Bofetada en la mejilla derecha vs. izquierda

La distinción entre la mejilla derecha e izquierda no es una cuestión menor en la cultura romana, pues había un significado simbólico que podía variar dependiendo de qué lado se golpeara.

  • La mejilla derecha: En la cultura romana, la mano derecha era vista como la «mano recta» o la «mano virtuosa». La mano derecha era utilizada para la mayoría de las actividades cotidianas y era la que los romanos asociaban con la honorabilidad y el respecto. Golpear a alguien en la mejilla derecha, especialmente con la mano derecha, podría ser visto como una afronta directa y humillante, porque se utilizaba la mano asociada con la dignidad y el respeto para deshonrar a la persona. También se creía que una bofetada con la mano derecha reflejaba una ofensa más seria.
Bofetada con la mano derecha en la mejilla izquierda
  • La mejilla izquierda: La mano izquierda, en cambio, tenía connotaciones más negativas, asociadas con lo impropio o impuro. En la antigua Roma, se la consideraba la «mano sucia», pues en muchas sociedades (no solo en Roma), la mano izquierda se utilizaba para tareas relacionadas con la higiene o la limpieza. Por lo tanto, golpear a alguien en la mejilla izquierda, particularmente con la mano izquierda, tenía un carácter menos solemne pero, aun así, indicaba desprecio, aunque no tan directo o fuerte como una bofetada en la mejilla derecha.
Bofetada en la mano izquerda en la mejilla derecha

Las implicaciones sociales

  • Golpear a un inferior social: Si un hombre de estatus alto (como un patricio o un senador) golpeaba a alguien de rango inferior (un esclavo o un plebeyo), la bofetada en cualquier mejilla podría considerarse un acto de dominación. Sin embargo, si el golpe era con la mano derecha y en la mejilla derecha, la humillación era aún más profunda.
  • Golpear a un igual o a un superior: Si una bofetada se daba entre personas de estatus similar o entre un esclavo y su amo, también era un acto de humillación, pero con un matiz diferente. Golpear a un igual en la mejilla derecha podría implicar una falta de respeto grave, que en algunos casos podía terminar en una venganza pública o una disputa legal. En cuanto a golpear a un superior, este tipo de agresión sería vista como una transgresión importante contra las normas de jerarquía social y podría llevar a castigos severos.

El significado más allá de la agresión física

En la Roma antigua, una bofetada en la mejilla era, en muchas ocasiones, un acto de humillación pública más que un simple ataque físico. A menudo, este gesto se usaba para establecer o reafirmar una jerarquía y la dominación de un individuo sobre otro. El simple hecho de que una bofetada se diera en la mejilla indicaba que la persona golpeada estaba siendo despreciada públicamente y, a menudo, se esperaba que la víctima respondiera con una revancha o con un comportamiento que restaurara su honra.

Por ejemplo, en la Roma republicana, si un individuo era golpeado en la mejilla y no respondía, se podía interpretar como una señal de que había perdido el honor. Si respondía violentamente, estaba siguiendo la tradición de la venganza legítima, que en muchos casos terminaba en un duelo o un proceso legal.

«Poner la otra mejilla» en el contexto romano

Si un romano se hubiera enfrentado a una bofetada en la mejilla, la respuesta probablemente no habría sido «poner la otra mejilla» como en el cristianismo. Más bien, se esperaría que la persona ofendida respondiera para restaurar su honor, ya sea a través de un duelo o una disputa legal. La idea de no devolver el golpe podría haber sido vista como una humillación adicional o como una aceptación de la pérdida de honor.

Es interesante notar cómo, a pesar de estas tradiciones romanas de venganza y restauración del honor, el cristianismo promovió una visión radicalmente diferente con la idea de «poner la otra mejilla». En ese sentido, el cristianismo hizo una ruptura cultural con las normas romanas de justicia personal y retribución.

Despedida

Por ahora, les dejamos con esta reflexión. Que los dioses nos den sabiduría para comprender lo que está por venir. Hasta la próxima, cives romani.

Valete

[La cámara se aleja, la música de fondo se intensifica y el logo de la emisora romana aparece en la pantalla.]

Origen

  • Conversación con Copilot
  • Toletum – Wikipedia