Un velo entre el cielo y la tierra

🎙️ Noticiario imperial — año 747 ab urbe condita

serie: Judea justo antes

🕍 El misterioso telón del templo de Jerusalén

Presentador del programa

Presentador (Lucius Valerius): Salve, amigos de Imperium Romanum TV News. Bienvenidos a su fuente de noticias en este ilustre año 747 ab urbe condita. (7 a. C.), en tiempos de paz y prosperidad bajo la mirada del divino Augusto.

Hoy os traigo una crónica fascinante desde el corazón espiritual de la Judea oriental. En medio de los ecos de martillos y cánticos sagrados por la renovación del Templo, hay un elemento que suscita misticismo y reverencia entre los habitantes del pueblo judío: hablamos del velo del Templo de Jerusalén.

Templo de Jerusalén en obras// Copilot designer

Este no es un simple tapiz ni una cortina ceremonial. ¡Oh, no! Este velo es, para los judíos, una frontera sagrada entre lo humano y lo divino.

📜 ¿Qué es el velo del Templo?

Conocido entre los hebreos como el «Parójet», el velo es una gran cortina tejida con esmero, colgada entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo del Templo —este último, llamado también el Sancta Sanctorum, donde se cree que mora la presencia invisible del Dios de Israel.

Solo el Sumo Sacerdote, y únicamente una vez al año durante el Día de la Expiación (Yom Kippur), tiene permiso para cruzar este velo, llevando consigo incienso y la sangre del sacrificio, con el fin de interceder por los pecados del pueblo. ¡Una escena que bien podría inspirar las tragedias de nuestros teatros imperiales!

Velo del Templo

🧵 ¿De qué está hecho?

El velo no es obra de telares comunes. Se elabora con una mezcla de lino fino y lana teñida, en cuatro colores sagrados:

  • Azul cielo (tejelet)
  • Púrpura (argamán)
  • Carmesí escarlata (tólaat)
  • Lino blanco (shesh)

Estas telas, entrelazadas con hilos dorados según algunas fuentes rabínicas, se dice que son tan gruesas que ni una lanza romana podría atravesarlas fácilmente. De hecho, ¡requiere de cientos de sacerdotes para ser instalado o movido!

💫 ¿Cuál es su significado?

Para el pueblo judío, el velo representa la separación entre lo sagrado y lo profano, entre el mundo de los hombres y la morada de su Dios. Al igual que el tabernáculo de Moisés, el velo recuerda que la presencia divina no debe tomarse a la ligera, y que sólo mediante la pureza, el sacrificio y la mediación del sacerdote se puede acercar uno a ella.

Incluso se cree que el velo está bordado con imágenes de querubines, criaturas celestiales que, según los escritos hebreos, custodian la entrada al paraíso desde los tiempos de Adán.

⚒️ ¿Y qué hay del velo durante las reformas del Templo?

Con las grandes reformas del rey Herodes, en pleno apogeo en este mismo año, el velo se ha retirado temporalmente mientras se amplía el Sancta Sanctorum. ¡Un hecho extremadamente delicado! No se permite la entrada de obreros gentiles al lugar donde normalmente se alza. Solo sacerdotes debidamente purificados han podido manipular el velo y resguardarlo en depósitos especiales del Templo.

Se rumorea que Herodes, siempre ambicioso, ha encargado a los artesanos más refinados una nueva versión del velo, aún más espléndida, con hilos traídos de Tiro y Egipto, y tintes traídos desde el mismo mar Rojo.

📣 Detalle llamativo para los curiosos del Imperio.

Según algunas leyendas locales —que los rabinos no siempre confirman— el velo «respira». Es decir, cuando el sacerdote entra en el Sancta Sanctorum en el día de la Expiación, una brisa suave sale del velo hacia el pueblo, como símbolo de que el sacrificio ha sido aceptado. Otros dicen que ninguna paloma se atreve a volar por encima del Templo cuando el velo está colgado, por temor reverente.

🎙️ En resumen, estimados ciudadanos del Imperio, el velo del Templo no es solo una pieza textil, sino un símbolo viviente del pacto entre el Dios invisible de Israel y su pueblo. Y aunque nuestras tradiciones difieran, no podemos sino admirar la solemnidad y el misterio con el que estos hombres tratan lo que consideran sagrado.

Conexión con Jerusalén

🎤 El templo, el velo y los ojos del pensador griego.

📍 Transmisión en vivo desde las murallas exteriores del Templo de los judíos.

Reportero (Gaius Valerius Maximus): Salve, ciudadanos del Imperio. Hoy, en las laderas del monte Moriah, donde se erige el célebre templo de los judíos, tengo el honor de conversar con un joven visitante que ha llamado la atención por su atuendo griego, su porte filosófico… y su mirada de asombro.

Con nosotros está Menandro de Alejandría, discípulo de la escuela filosófica del Logos. Apenas ha pisado la Ciudad Santa por primera vez.

Menandro de Alejandría// WordPress AI

Reportero: Menandro, bienvenido al noticiario imperial. Cuéntanos… ¿Qué ha sentido un joven formado en los jardines de los sabios al encontrarse con esta majestuosa construcción?

Menandro (con mirada reflexiva): ¡Ah, Roma excelsa! ¿Cómo explicarlo? He caminado entre columnas dóricas y he escuchado las disertaciones de mis maestros en la biblioteca de Alejandría, pero nada… absolutamente nada me había preparado para lo que vi aquí. Desde las colinas, el Templo parece una joya suspendida entre el cielo y la tierra. Es como si los dioses de Platón hubieran descendido y modelado esta estructura en proporciones ideales.

Pero lo más asombroso… lo más desconcertante para un griego… es ese velo. Ese telón que no vela a una estatua, sino el vacío sagrado. No hay imagen. No hay forma. Solo misterio.

Reportero (interesado): ¿Has logrado acercarte al velo?

Menandro: Desde la explanada de los gentiles, lo he visto parcialmente durante una ceremonia. Un instante apenas, entre el incienso y los cánticos. ¡Pero qué instante! El velo… es como una frontera tejida entre el mundo de los sentidos y aquello que está más allá del nous, de la razón pura.

Un sacerdote me explicó que nadie, salvo el Sumo Sacerdote, lo traspasa una vez al año. ¿No es eso, acaso, una alegoría perfecta de cómo el alma solo accede al Bien Supremo tras purificación y silencio?

Reportero: Y tú, como discípulo del Logos… ¿Qué reflexión te llevas?

Menandro (sonriendo con humildad): En Alejandría estudiamos que la verdad es accesible por la razón. Pero aquí, frente a ese velo, comprendo que hay verdades que solo se revelan por lo sagrado, no por la lógica. El Templo me ha enseñado sin palabras, y el velo… el velo me ha susurrado que el silencio también es un maestro.

Reportero (dirigiéndose a cámara): Desde Jerusalén, donde el mármol romano se encuentra con el misterio hebreo, les habló Gaius Valerius Maximus. En esta ciudad donde la piedra habla y el velo calla, Roma aprende que no todo lo visible es lo real… y no todo lo invisible está lejos.

¡Sigan con nosotros para más crónicas desde las fronteras del Imperio! 🏛️📜

Devuelve la conexión.

Presentador del programa

Presentador: Salve, reportero. Felicidades por la entrevista.

¿Cuál fue el velo que se rasgó por la muerte de Cristo?

En el capítulo 27 del evangelio de san Mateo se lee que, en el momento de la muerte de Jesús en la cruz, “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo; la tierra tembló y las rocas se partieron”.

Más allá de su veracidad histórica, lo cierto es que esos versículos mencionan una pieza real que se encontraba en el interior del Segundo Templo de Jerusalén, centro por excelencia de la fe judía, restaurado y ampliado por el rey Herodes el Grande.

Había dos grandes velos en este santuario. El primero separaba el exterior del interior del templo, mientras que el segundo, llamado “parokhet”, separaba el “hekal”, el salón donde los sacerdotes efectuaban los oficios religiosos, del “devir”, el recinto más interior y sagrado del edificio.

Este segundo velo fue el que se rasgó según el texto bíblico. Medía 20 metros de altura, 10 de ancho y 10 centímetros de espesor. Según el historiador Flavio Josefo, era tan pesado que ni siquiera dos caballos tirando de cada lado podían romperlo. Asimismo, se necesitaban setenta hombres para enrollarlo.

El velo era de lino finísimo, estaba tejido con hilos de color azul, púrpura y carmesí e incluía querubines bordados. Tras él, como dijimos, estaba el devir, también llamado “Santo de los Santos”.

Era un pequeño cuarto cúbico que antiguamente había albergado el Arca de la Alianza, aquel tabernáculo de madera forrada de oro que custodiaba las tablas de la ley con los Diez Mandamientos, pero que en la época de Jesús estaba totalmente vacío, y solo ingresaba allí el Sumo Sacerdote una vez al año, en el Día del Perdón o “Yom Kippur”, para quemar incienso y rociar sangre de animales sacrificados a manera de expiación por los pecados del pueblo judío.

Despedida

Desde Imperium Romanum TV News, ¡donde el mundo es Roma, y Roma lo cuenta! Seguimos atentos a los acontecimientos en Judea y en todo el Imperio. Que los dioses los protejan y que la Pax Romana continúe iluminando nuestros días.

Hasta una próxima conexión.

Valete, amigos de Imperium Romanum TV News.

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