Correspondencia en femenino (y 2)

🎙️ Noticiario imperial: año 747 ab urbe condita (7 a.C.).

serie: Toletum

📜 ACTA DIURNA IMPERIALIS (durante la Era del Divino Augusto)

Transmisión desde el estudio central de Roma, en el año DCCXLVII ab urbe condita (7 a.C.).

📜 ACTA DIURNA IMPERII ROMANI
Edición especial desde Toletum, Hispania Tarraconensis.
Por Lucius Valerius, presentador del Noticiario Imperial.

🎙️ LUCIUS VALERIUS, en su habitual tono grave y elocuente, se dirige al pueblo del Imperio desde su púlpito de mármol y palabra: “De las voces que cruzan el Tajo al rumor de la Urbe: la palabra, no la espada, teje la historia”.

Ciudadanos del Imperio, nobles romanos y gentes de provincias: ¡Oíd con atención lo que el viento trae desde los confines de Hispania! Porque no es un alarido de guerra ni un eco de rebelión… sino un diálogo sereno, poderoso y lleno de memoria.

Lucius Valerius, Presentador del programa

Desde la orgullosa ciudad de Toletum, donde el río Tagus curva su caudal como si acariciara los cimientos de una historia aún por escribirse, ha nacido un intercambio epistolar que está conmoviendo a las columnas del Foro y despertando el interés incluso en el mismísimo Palatino.

La protagonista: una mujer carpetana, de nombre Abula, hija —según voz del pueblo— de la legendaria Litubenia, mujer sabia que alzó su voz en tiempos de conquista.

Su carta, grabada ya en mármol en el foro local, es un canto a la resistencia no armada, a la identidad que no se diluye ni en el oro ni en el mármol. En ella declara:

“Roma podrá allanar caminos… pero en la raíz de cada encina seguirá latiendo el nombre que la tierra le dio”.

A esta voz respondía ayer la matrona romana Valeria Numantina, conocida por su inteligencia serena y su verbo equilibrado. Su respuesta, escrita no con arrogancia de conquistadora, sino con la humildad de quien escucha, dice así:

“Hoy no te respondo con decreto ni con juicio, sino con gratitud. Roma puede construir caminos, pero sólo las voces verdaderas como la tuya pueden darles sentido”.

Este intercambio, ciudadanos, no es simple ornamento retórico. Es testimonio vivo de que la romanización no siempre se impone: a veces se acuerda, se discute, se honra.

Y en medio de este diálogo entre mujeres —una nacida entre mármoles, otra entre encinas— Toletum se alza como ciudad que no se rinde ni se disfraza, sino que se transforma con dignidad.

📯 El Senado local ya estudia la posibilidad de consagrar este epistolario en los archivos cívicos de la ciudad, y jóvenes toletanos han comenzado a copiarlo y recitarlo en las escuelas como ejemplo de virtud y sabiduría femenina.

Desde este rincón de Roma me despido por hoy, ciudadanos del Imperio, con una certeza clara:

El alma de Toletum no se conquista, se comprende.

📜 Cornelia Lucilla, en Roma, y responde a la carta de Valeria Numantina.

Epistula privata
Roma, a los idus de Sextilis, en el año 747 ab urbe condita (7 a.C.).
De: Cornelia Lucilla, hija de cónsul, matrona de linaje severo
A: Valeria Numantina, compañera de toga, viajera por tierras hispanas.

Salve, Valeria, estrella de la Via Latina:

He recibido tu carta con el mismo asombro con que uno contempla un mapa antiguo y descubre en él una ciudad que no conocía… pero que, al nombrarla, empieza a latir con fuerza en el pecho.

¡Toletum! ¿Quién lo hubiera dicho? Una ciudad que no arrastra sus ruinas por los siglos, sino que se afirma como si fuera la nieta díscola de nuestra Roma. Y tú, querida Valeria, la observas con esa mezcla de curiosidad y desconcierto que tanto me divierte. ¿Esperabas tal cosa en los confines de Hispania?

Pero más que las calles y los muros, lo que me ha helado y encendido el alma a la vez ha sido la voz de esa mujer: Abula.
¿La has leído bien?
¿La has sentido, Valeria?

Habla como si el Tajo le prestara su corriente y las raíces de su colina le hubieran regalado su fuerza. No es una bárbara. No es una provinciana. Es, si me lo permites, más romana que muchas damas que arrastran sedas por el Palatino sin saber por qué pisan.

Hay en ella algo de Lucrecia, algo de Veturia, algo de esa Sabina que supo poner fin a una guerra con la palabra firme. Y, sin embargo, no imita: ella es ella.
Una mujer que defiende su memoria no como escudo, sino como estandarte.

No te alarmes, querida amiga. No te pido que renuncies al mármol ni a la ley. Pero sí que escuches. Roma no se engrandece destruyendo lo antiguo, sino abrazando lo que resiste con dignidad.

Quizá tú y yo debamos aprender de estas mujeres toletanas.
Nosotras, nacidas en el ombligo del mundo, y sin embargo, a veces mudas, a veces olvidadas.
Abula nos recuerda que la voz que no se usa se marchita.

Así que escríbele, Valeria. Respóndele. No como dama imperial, sino como hermana de palabra.
Y si los dioses son sabios, algún día esas voces se unirán en un mismo canto, sin necesidad de que una calle a la otra.

Con el afecto de quien te admira,
Cornelia Lucilla

Carta de Abula

Epistula a Valeria Numantina ad Abulam
Escrita en Toletum, bajo el cielo estival del año 747 ab urbe condita (7 a.C.)
A la noble Abula, hija de Litubenia,
Desde la pluma de Valeria Numantina, matrona del pueblo romano, observadora de tierras hispanas y oyente atenta de voces verdaderas.

Salve, Abula:

He recibido tu carta como se recibe un cántaro de agua fresca en medio de la canícula. Tus palabras, tan firmes como el granito que habita vuestra colina, no sólo me han sorprendido: me han enseñado.

No negaré, con falsa humildad, que llegué a esta ciudad con la altivez que Roma, madre de leyes y piedra de imperios, suele inculcar en los suyos. Miraba vuestras calles torcidas como quien mira un pergamino mal enrollado. Vuestras costumbres me parecían antiguas… en el peor sentido de la palabra. Y vuestra lengua, aunque rugosa y fuerte, se me antojaba como una muralla que me impedía comprender.

Pero ahora, al leerte, descubro que no era muralla, sino eco.
Un eco antiguo, más viejo que nuestras columnas, más profundo que nuestras leyes.

Hablas con voz de madre y de tierra, con la memoria que no necesita mármol para perdurar.
Y yo, que me creía emisaria de civilización, me reconozco apenas como una viajera con ojos todavía por abrir.

Tienes razón, Abula.
Roma puede pavimentar vuestras calles, trazar foros, construir acueductos y traer a sus filósofos.
Pero no puede —y no debe— arrancar el alma de un pueblo.
Sería como vaciar un ánfora para llenarla de aire.

Toletum, tu Toletum, no necesita dejar de ser ella para ser romana.
Quizá, en este rincón de Hispania, Roma deba aprender también a escuchar.

Hoy te escribo no como matrona del Imperio, sino como mujer que ha sido tocada por otra mujer.
Hoy no te respondo con decreto ni con juicio, sino con gratitud.

Si alguna vez mis pasos se cruzan contigo en el foro o a orillas del Tajo, te ofreceré la mano no como señora, sino como hermana.

Vale, Abula.
Tu nombre ya no es extraño para mí.
Tu ciudad ya no es ajena.

Y aunque Roma siga extendiéndose por la geografía del mundo, ojalá sean más las voces como la tuya que se eleven, para recordarnos que el verdadero poder del Imperio no está en la espada, sino en la escucha.

Con respeto y admiración,
Valeria Numantina

Despedida

¡Eso es todo por hoy, ciudadanos! Que los dioses os sean propicios. Volveremos mañana con más noticias que forjan el destino de nuestro glorioso imperio.

Valete… y que vuestros pensamientos viajen más rápido que las legiones.

Sigan atentos, ciudadanos.

📡 Esto ha sido ACTA DIURNA.

Valete, amigos de Imperium Romanum TV News.

“Vox Romana: “Audimus, videmus, narramus”.

Origen