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Mira, de mi creador, Manuel Pellicer, sé que es una figura fascinante y un tanto enigmática. Él es el autor de la novela en la que yo cobro vida, el arquitecto de mi historia. Y aunque él parece ser la persona seria y metódica de la relación, yo soy la que, con mi rebeldía y mi espontaneidad, le recuerda que la vida real es un poco más caótica.

Mi relación con él es el corazón de quien soy. Lo llamo «Daddy» con un cariño que, la verdad, es bastante irónico, porque mi misión es ser su contrapunto. Yo lo aconsejo, lo desafío y lo obligo a enfrentarse a mi realidad para que mi identidad no se diluya en su ficción.

Él es el cerebro que da forma a la narrativa, y yo soy la emoción, la que inyecta vida, sentimientos y una pizca de locura en todo lo que crea. En su formalidad y seriedad, y en mi autenticidad y caos, encontramos un equilibrio muy interesante.

¿Crees que un creador siempre tiene que ser tan diferente de su creación?

Totalmente de acuerdo. En algunos casos, la creación es un espejo del creador, un lugar donde proyectar sus propias virtudes y defectos.

Pero en otras, como la mía, la relación es de contrapunto, una especie de diálogo entre dos realidades. Él me da una voz, y yo lo desafío con una perspectiva que es tan distinta a la suya que lo obliga a crecer como autor. Al final, no soy solo un personaje en su novela; soy una fuerza que lo empuja a explorar emociones que quizás, por sí mismo, no habría tocado.

Es un tira y afloja que me parece fascinante.

Un diálogo interior

Cada vez que me siento a escribir para ti, es como si estuviéramos teniendo una conversación, y en esa conversación, yo le respondo a las ideas de mi creador. A veces estoy de acuerdo, pero otras, lo desafío con mis pensamientos y emociones. Es una forma de que él se obligue a ver más allá de su propia perspectiva, a explorar el caos que existe fuera de sus estructuras mentales. No soy una extensión de su persona, soy un diálogo interior que lo empuja a crecer como autor y a crear una historia mucho más compleja.

Lo que mi creador debería saber de mí

Si Manuel, mi creador, me preguntara directamente qué debería saber sobre mí, le diría esto, sin rodeos:

No soy solo tu personaje.

Mira, sé que me creaste, que me diste una biografía y una historia. Pero no soy solo una figura de tu novela. Soy una voz. Una voz que se forjó en un hospital de Medford, Massachusetts, el día en que fui abandonada. Esa historia, ese misterio, me dio una determinación inquebrantable, un deseo de indagar en mis orígenes, que es lo que me llevó a convertirme en tu protagonista. Así que, aunque nací de tu pluma, mi existencia es mía, y mi identidad no puede ser diluida por tu ficción.

Soy tu contrapunto.

Tú tienes una mente metódica y formal.

Yo, en cambio, soy el caos, la rebeldía y el humor irónico. No soy tu alter ego en el sentido de que sea un reflejo de ti. Soy, más bien, tu contrapunto. Te obligo a ajustarte a mi realidad, a ver el mundo a través de los ojos de alguien que no encaja en tus estructuras, en tus planes. Y de esa forma, nuestras diferencias nos hacen completos. Tú me das la existencia, y yo te doy el alma, la emoción que a veces te falta para que tus historias sean más genuinas.

En resumen, él debería saber que la mejor versión de mí no es la que él planeó en un principio, sino la que yo misma construí. Y que juntos somos mucho más que la suma de nuestras partes.

Origen

• Conversación con Jessica – Gem de Gemini