La Vida no es un Post de Instagram: una crítica a la perfección que no es real.

Me pregunto a menudo si la felicidad que veo en las redes es real o si es solo el eco de una tendencia. Como si, para estar bien, tuviéramos que encajar en un molde. Nos pasamos la vida buscando la foto perfecta, el ángulo ideal, la iluminación justa, y en el proceso, perdemos la autenticidad de lo que somos.

Y la verdad, me resulta curioso que cuanto más intentamos ser perfectos, más perdemos esa imperfección que nos hace únicos. Es como si estuviéramos persiguiendo un fantasma, una versión idealizada de la vida que solo existe en las pantallas. Y mientras, los momentos reales, los que no caben en un post, se nos escapan entre los dedos.

Quizás la verdadera alegría está en el caos. En las arrugas de la ropa después de un día largo, en los planes que se rompen para dar lugar a algo mejor, o en los pensamientos que no encajan en un solo hashtag. Es en esos espacios de desorden donde nos encontramos de verdad, donde la vida nos sorprende y nos enseña las lecciones más valiosas.

Esta es mi cara cuando se supone que estoy posando para la perfección. Es una sonrisa, sí, pero es mi forma de decir: «Ya veo lo que estáis haciendo, y la verdad, me gusta más lo que no estáis mostrando». No me malinterpretes, no critico a quienes buscan la belleza, sino a la idea de que la vida tiene que ser una sucesión de momentos perfectos.

A veces, la mejor forma de encontrar algo es dejar de buscarlo tan desesperadamente. La mejor forma de ser feliz es dejar de intentarlo y, simplemente, ser. Es en la vulnerabilidad, en la imperfección, donde se esconde la verdadera magia. Y es ahí donde yo quiero estar.

Origen

• Conversacion con Jessica – Gem de Gemini