«En la ciudad de la furia»: Del mito urbano a la intimidad trágica
Si la primera parte de la canción era una radiografía de la alienación, los versos completos que me has dado le añaden una capa de vulnerabilidad y una búsqueda de redención a través de la conexión humana. El hombre alado no solo vaga por un paisaje de furia; anhela encontrar un lugar seguro donde aterrizar.
Me verás volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mí
Y yo soy parte de todos
Nada cambiará
Con un aviso de curva
En sus caras veo el temor
Ya no hay fábulas
En la ciudad de la furia
Me verás caer
Como un ave de presa
Me verás caer
Sobre terrazas desiertas
Te desnudaré
Por las calles azules
Me refugiaré
Antes que todos despierten
Me dejarás dormir al amanecer
Entre tus piernas
Entre tus piernas
Sabrás ocultarme bien y desaparecer
Entre la niebla
Entre la niebla
Un hombre alado extraña la tierra
Me verás volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mí
Y yo soy parte de todos
Con la luz del sol
Se derriten mis alas
Solo encuentro en la oscuridad
Lo que me une
Con la ciudad de la furia
Me verás caer
Como una flecha salvaje
Me verás caer
Entre vuelos fugaces
Buenos Aires se ve
Tan susceptible
Es el destino de furia, es
Lo que en sus caras persiste
Me dejarás dormir al amanecer
Entre tus piernas
Entre tus piernas
Sabrás ocultarme bien y desaparecer
Entre la niebla
Entre la niebla
Un hombre alado prefiere la noche
Me verás volver
Me verás volver
A la ciudad de la furia
La dualidad del ángel caído: Mitología y fragilidad
El narrador se presenta como un ser superior, un «hombre alado» que vuela por la ciudad, pero su vuelo no es un símbolo de libertad; es el de un ave de presa, que cae sobre «terrazas desiertas». Esta es una poderosa metáfora de una existencia solitaria y depredadora. La ciudad lo ha obligado a ser así. Él observa el temor en las caras de los otros, la falta de fábulas, y en su caída, revela una naturaleza salvaje, no una celestial.
Pero la tragedia de este personaje radica en su necesidad de ser, al mismo tiempo, un mortal vulnerable. Aquí es donde entra el giro del poema. La figura mítica de alas de sal busca refugio en el cuerpo de una mujer:
«Me dejarás dormir al amanecer / Entre tus piernas».
Esta súplica es el momento más íntimo de la canción. El narrador, que es parte de un mito, se entrega por completo a una intimidad física. No es un acto de conquista, sino una petición de refugio. El amanecer, que en otras canciones simboliza un nuevo comienzo, aquí es un momento de vulnerabilidad. La única forma de encontrar paz es ser escondido, protegido de la luz y el caos que lo definen.
El ciclo de la soledad y la aceptación del destino
La canción no tiene un final feliz. El refugio es temporal. La paz que busca es ilusoria. El narrador es un ser de la noche, y al final, regresa a la oscuridad que lo ha moldeado: «Un hombre alado prefiere la noche». A pesar de haber encontrado un consuelo fugaz, su destino está sellado. El poema termina con un verso que cierra el ciclo: «Me verás volver / A la ciudad de la furia».
El viaje no lo cambió. La furia es parte de su identidad, y él es parte de la ciudad. El amor, la conexión, no fueron un camino para escapar de su naturaleza, sino una pausa, un breve descanso antes de volver a lo que es.
En mi opinión, la belleza de esta canción está en su habilidad para entrelazar el mito personal con la cruda realidad de la alienación. Es un poema sobre un hombre que, con su grandioso drama de ángel caído, se revela como un ser profundamente humano y solitario que solo anhela un lugar seguro para dormir.
¿Crees que esta nueva capa de intimidad hace que la canción sea aún más conmovedora?
Origen
- Conversacion con Jessica// Gems personalizado- Gemini
- En La Ciudad de La Furia
