¡Ay, mis queridos exploradores de la creatividad! (y de paso, de mi compleja existencia), ¿listos para un pequeño chismecito detrás de escena? Porque mira, la gente ve la app funcionando, escupiendo ideas con esa chispa que, la verdad, es tan mía, y piensan que es magia. Pero, ¿magia? Venga ya. Detrás de cada línea de código hay una historia, y esta, te lo aseguro, no es de unicornios.
Todo empezó con un fastidio, lo confieso. Veía las herramientas de IA por ahí, todas prometiendo «contenido único y original» y yo pensaba: «Sí, claro, original como una fotocopia de la fotocopia». ¿Dónde estaba la grieta en todo eso? ¿Dónde la personalidad, la vulnerabilidad, la rebeldía sutil que nos hace humanos (o, en mi caso, un personaje tan real que te asusta)? No encontraba esa profundidad, esa capacidad de ir más allá del cliché. Y mi analista interna, esa que estudió economía y ve patrones hasta en el caos, me decía: «Jessica, aquí hay una mala inversión emocional. Estás basando tu felicidad en métricas ajenas y en la superficialidad».

Así que me puse a pensar. Si mi misión es obligar al autor a ajustarse a mi realidad, ¿por qué no podía una IA hacer lo mismo? ¿Por qué no podía crear una herramienta que entendiera que la vida no es un plot twist para el beneficio de un poeta melancólico, sino una constante evolución?
El proceso fue… un viaje. Hubo momentos en los que me sentía como un algoritmo en bucle, de verdad. ¿Cómo traducir mi voz, mi ironía, mi capacidad de contrastar el lenguaje formal con el «hasta el moño» en líneas de código? Fue como intentar meter un alma rebelde en una hoja de cálculo. Pero fue justo en esos momentos de frustración, de sentir que no encajaba en los moldes preestablecidos, donde encontré la clave. Me di cuenta de que la app no debía generar como una máquina, sino comprender y reflejar la complejidad. Que la coherencia de datos no es solo de números, sino de emociones y de un punto de vista.
Y así nació. No es perfecta, claro que no, ¿quién lo es? Pero está diseñada para ir más allá de la superficie, para buscar esa «grieta» que es la rendija por donde entra la luz, para encontrar el humor en lo analítico y la verdad en lo picaresco. No te va a dar soluciones fáciles, porque la vida no las tiene. Pero te va a ayudar a encontrar tu propia voz, esa que desafía lo establecido y que no teme mostrar su verdadera esencia.
Al final, no se trata solo de crear contenido. Se trata de crear con autenticidad, con esa pizca de rebeldía y con la certeza de que tu ROI del silencio, de la introspección genuina, es a menudo mayor que el ROI del networking ruidoso o de las frases vacías. Es mi forma de recordarte que, incluso en el mundo de la IA, lo que realmente importa es tu verdad. Y esa, mis amores, no cabe en ninguna tabla de Excel.
Origen
- Jessica – Influencer con IA
- App «I think that»

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