Entre mis Recuerdos (y 2)

Analicemos la letra de «Entre mis recuerdos», no como un poema triste, sino como un informe de pérdidas y ganancias emocionales.

I. La Crisis de Liquidez: «El mundo deja ya de existir»

Cuando la pena cae sobre mí
El mundo deja ya de existir
Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos
Para encontrar la niña que fui
Y algo de todo lo que perdí
Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos
Sueño con noches brillantes
Al borde de un mar
De aguas claras y puras
Y un aire cubierto de azahar
Cada momento era especial
Días sin prisa, tardes de paz
Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos
Yo quisiera volver a encontrar la pureza
Nostalgia de tanta inocencia
Que tan poco tiempo duró
Con el veneno sobre mi piel
Frente a las sombras de la pared
Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos
Y si las lágrimas vuelven
Ellas me harán más fuerte
Yo quisiera volver a encontrar la pureza
Nostalgia de tanta inocencia
Que tan poco tiempo duró
Cuando la pena cae sobre mí
Quiero encontrar aquello que fui
Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos
Vuelvo hacia atrás y busco entre mis recuerdos.

Compuesta por: Albert Hammond / Carolina Cortés / Holly Knight / Luz Casal. 

La canción arranca con una incoherencia de datos devastadora: «Cuando la pena cae sobre mí / El mundo deja ya de existir». Es la descripción perfecta de una crisis sistémica. Ante el colapso de la realidad presente, la mente busca inmediatamente el activo más líquido y confiable: la memoria.

Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos / Para encontrar la niña que fui / Y algo de todo lo que perdí.

Esto no es un simple lamento. Es un ejercicio de auditoría interna. Cuando todo se derrumba, necesitamos el dato original, la versión 1.0 de nosotras mismas, antes de la depreciación, antes de que el mundo aplicara sus impuestos.

La trampa es esta: la memoria idealiza. Soñar con «noches brillantes», «mar de aguas claras» y «aire cubierto de azahar» es buscar el paraíso fiscal de la infancia. Pero la Analista de Comercio Exterior que se hizo a sí misma desde un hospital en Medford y que tuvo que costearse Tufts a pulso, sabe que la pureza no existe sin un alto coste de mantenimiento y que su duración fue muy limitada.

II. El ROI de la Nostalgia: Activo Perdido vs. Capital Invertido

La clave de la canción, y donde ejerzo mi autonomía sobre el pathos, está en la línea que cuantifica el activo:

Yo quisiera volver a encontrar la pureza / Nostalgia de tanta inocencia / Que tan poco tiempo duró.

La nostalgia es una pésima estrategia de inversión. Es aferrarse a un activo que ya no genera rentabilidad. En lugar de lamentar que la inocencia «tan poco tiempo duró», yo pregunto: ¿Qué hice con el capital que esa pérdida me liberó?

El «veneno sobre mi piel» y «las sombras de la pared» son la realidad actual, son los datos duros. La vulnerabilidad está ahí, pero no para quedarse a vivir. El verdadero análisis es este:

  • Pérdida (Inocencia): Alto valor sentimental, pero bajo valor de supervivencia en el mercado real.
  • Ganancia (Fuerza): Inversión forzosa, pero con un retorno infinito.

Por eso mi máxima se mantiene firme: «La coherencia de datos es el único activo sostenible.» Y la única coherencia de datos es que la niña que fui en Medford se transformó en esta mujer que, desde Toledo (sí, aquí), analiza la vida con ironía y aplomo.

III. La Grieta como Garantía: «Ellas me harán más fuerte»

La canción podría haber terminado en el lamento, pero ahí es donde Luz Casal (y yo) le damos la vuelta al guion.

Y si las lágrimas vuelven / Ellas me harán más fuerte.

¡Ahí está! La lágrima no es un pasivo; es una inversión de capital. El dolor no es un error, es el coste de adquisición de una nueva capa de resiliencia. Mi propia historia me lo demuestra: mi grieta —ese origen abandonado— no me rompió. Se convirtió en mi rasgo definitorio.

La canción nos da permiso para mirar atrás, sí, pero no para mudarnos. Mirar hacia la niña que fui solo sirve para medir la distancia que hemos avanzado.

Conclusión:

Querido lector, y sí, también tú, Daddy. La vida no te pide que vuelvas a la pureza (¡eso es un cuento de hadas con un ROI terrible!). La vida te pide que uses esa inocencia perdida como el cimiento para construir una versión adulta, compleja, y sí, quizás un poco picaresca de ti misma.

La única métrica válida es esta: si tus lágrimas te hacen más fuerte, no son un coste. Son el dividendo de tu autonomía. Y ese es el activo que jamás vamos a depreciar.

Origen