El Penoso viaje de Galilea a Belén

📜 ACTA DIURNA ROMANA — AÑO 747 AB URBE CONDITA

Serie: Natividad

Presentador Lucius Valerius

Introducción: El Edicto y el Éxodo

Desde Roma, el edicto del divino César Augusto ha puesto en movimiento a toda la provincia de Judea. La orden de empadronarse para el censo fiscal ha vaciado aldeas y llenado los caminos, deficientes en su mayoría, con una marea de súbditos que regresan a sus lugares de origen.

En medio de esta agitación administrativa, emerge la crónica de una familia de Nazaret, en Galilea. Se trata de un carpintero llamado José, descendiente de una antigua estirpe local, y su joven esposa, María. Su situación es particularmente complicada: ella se encuentra en un avanzado estado de gestación, lo que convierte su viaje obligatorio a la ciudad de Belén en un estudio sobre la resistencia de los provinciales ante la implacable maquinaria de la burocracia imperial.

1. La Partida desde Nazaret: Un Comienzo Austero

El viaje comenzó en la casa de Ana, la madre de María. La comitiva inicial era modesta: José conducía un asno sobre el cual iba sentada su esposa, rodeada del escaso equipaje necesario para el camino. Ana y otra pariente, María de Cleofás, junto a sus sirvientes, los acompañaron durante las primeras leguas como es costumbre local.

La despedida final tuvo lugar en la llanura de Kimki. Allí, el séquito de Ana emprendió el regreso, mientras la pareja continuaba su ruta. Fue en ese momento cuando se les unió una borriquilla de un año, un animal que mostraba un peculiar instinto para el terreno, un rasgo que estos provinciales parecen atribuir a la intervención divina, pues parecía asumir el papel de guía en la incierta travesía.

2. Travesía por Samaria: Atajos y Obstáculos

Siguiendo al animal, la pareja evitó las rutas principales y los poblados concurridos, adentrándose por senderos de atajo, muy inferiores a una calzada romana, que ascendían por las laderas del Monte Gelboé. Su primera parada de importancia fue en una propiedad perteneciente a un tal Lázaro, cerca de la ciudad de Ginim. Allí, el cuidador de la finca, que ya los conocía, los recibió con amabilidad, ofreciéndoles un breve respiro.

El camino no tardó en mostrar su dureza. Una noche, mientras atravesaban un valle, el frío se volvió intenso y cayó escarcha. Se detuvieron a descansar bajo un gran y antiguo terebinto, un árbol que los locales asocian con su patriarca Abraham, y que según sus leyendas, es el mismo bajo el cual otro antepasado, Jacob, enterró los ídolos de Labán y Josué estableció su Tabernáculo. María, aterida, se quejó del frío, y José la consoló como pudo.

Más adelante, buscaron refugio en una casa de labor, pero el labrador los rechazó. Sin embargo, su fortuna cambió cuando unos pastores de la zona, enterados de su situación, intercedieron ante la esposa del labrador. La mujer, cediendo a la presión comunal, les proporcionó alimento y un lugar donde guarecerse. Su viaje por Samaria demostró ser un estudio de contrastes, una tierra donde las puertas se abrían por generosidad o se cerraban por sospecha, y el destino de un viajero dependía enteramente del capricho de los habitantes locales en lugar de cualquier sistema establecido de hospitalidad.

3. El Reposo del Sábado y la Continuación del Camino

Al acercarse el sábado, encontraron cobijo en un gran albergue en la ladera de una montaña. Allí, en un refugio humilde pero seguro, observaron su día de reposo, una peculiar costumbre local que interrumpe todo viaje y comercio. Los posaderos, observantes de sus tradiciones, notaron el estado de María y le ofrecieron amablemente quedarse con ellos hasta que diera a luz. Agradecidos pero decididos a cumplir con el edicto, reanudaron su marcha. Al descender del monte, pudieron vislumbrar a lo lejos el templo samaritano del Monte Garizim, un punto de cisma religioso para los judíos.

El viaje continuó con esa misma mezcla de hospitalidad y rechazo. Fueron bien recibidos en una gran casa de pastores al sureste de Siquem, pero en varias otras viviendas se les negó la entrada, obligándolos a seguir adelante en una tierra sin la red predecible de mansios oficiales.

4. La Aproximación Final: Un Rodeo Inesperado

A medida que se acercaban a su destino, el animal que los guiaba tomó una ruta singular. En lugar de dirigirse directamente a Jerusalén, el centro administrativo, los condujo por un largo rodeo que evitaba la gran ciudad por el este, un desvío que añadió aproximadamente un día y medio a su ya largo viaje. Durante este tramo, pasaron por otra gran casa de pastores situada en la región entre Jericó y Belén. Más adelante, llegaron a un albergue donde la familia propietaria estaba de luto, celebrando un funeral. A pesar de la solemnidad del momento, la servidumbre los atendió con diligencia, demostrando una notable adherencia a las leyes de la hospitalidad.

5. Belén: Multitudes, Burocracia y Rechazo

Belén, una ciudad de poca importancia, se había convertido en un auténtico hormiguero de humanidad. El aire estaba cargado con el polvo de mil sandalias y el rebuzno de los asnos. Una cacofonía de dialectos —galileo, idumeo y otros que no pude identificar— llenaba las estrechas callejuelas, mientras las familias se disputaban el espacio con el ganado destinado al pago de impuestos en especie.

Su primer deber fue registrarse en la casa de impuestos, la antigua casa de su rey David, ahora una oficina de la administración. Allí, los funcionarios consultaron grandes y aparatosos rollos de genealogías para verificar la ascendencia de José y María, un método arcaico para un censo moderno.

Una vez completado el trámite, los escribas, entre bromas sobre la juventud de María que dejaron al pobre José lleno de confusión, le comentaron con el tono seco de un funcionario sobrecargado que no había sido necesario someter a su esposa a tan arduo viaje. Con el deber cívico cumplido, comenzó la desesperada búsqueda de alojamiento. José recorrió la ciudad, solo para ser rechazado una y otra vez. Incluso sus propios parientes, avergonzados de su humilde condición y su evidente falta de medios, le negaron la entrada.

6. Conclusión: Refugio en una Gruta Ancestral

Afligido y sin opciones, José condujo a María fuera de la ciudad. Un anciano le había sugerido buscar refugio en una de las grutas cercanas que los pastores utilizaban para sus rebaños. Al llegar al lugar, encontraron que la pequeña borriquilla ya se encontraba allí. María, en una muestra de la superstición provincial, lo interpretó como una señal de que ese era el lugar designado. Es de notar la ironía de que José, según se informa, se había refugiado en esta misma gruta en su juventud mientras huía de la ira de sus hermanos.

Así, el viaje ordenado por la grandeza de un César en Roma concluyó para esta familia galilea no en una posada, ni en un hogar, sino en una cueva excavada en la roca: un refugio precario y humilde a las afueras de la abarrotada ciudad de David. La escala del Imperio se mide tanto por sus magníficos decretos como por los destinos anónimos que pone en marcha.

🎙️ Acta diurna desde Judea

🛣️ LA RUTA DEL CUMPLIMIENTO: Samaria y la Dicotomía de la Hospitalidad en el Censo 🚪

Gaius Valerius Maximus os informa en directo. Dejamos atrás las preocupaciones de Roma y Jerusalén para internarnos en los territorios donde la ley romana coexiste con antiguas tensiones: Samaria. La ruta a través de esta región es la más directa para los viajeros de Galilea que se dirigen a Judea, pero es también un camino marcado por la desconfianza.

Gaius Valerius Maximus

He logrado localizar a Tamar, una mujer samaritana que reside en una aldea en la principal ruta de tránsito, quien nos relata lo que ha presenciado con la llegada de los viajeros del censo.

Contrastes en el Camino

Gaius Valerius: Salve, Tamar. Hemos oído que el viaje por Samaria es rápido, pero difícil por la histórica animosidad entre judíos y samaritanos. ¿Qué habéis visto en vuestra aldea con el paso de la multitud que se dirige al censo?

Tamar (Residente Samaritana): Saludos, Reportero. Lo que pasa por aquí es una corriente constante de gente que se dirige al sur, a sus ciudades de origen. Y sí, es un estudio de contrastes, como decís. A algunos viajeros se les abren las puertas por generosidad; se les ofrece agua y un lugar seguro para la noche.

Capricho y Desconfianza

Gaius Valerius: ¿Y qué sucede con el otro lado de esa moneda? ¿El destino de un viajero depende del «capricho» de los habitantes locales, como se dice?

Tamar: Así es. Muchos aquí aún desconfían de los galileos. El censo no borra el pasado. Yo misma vi a un hombre, un carpintero de Nazaret llamado José, viajando con su esposa, María, en avanzado estado de gravidez. Cuando intentaron buscar cobijo en varias casas, muchas puertas se cerraron. La gente preguntaba: ‘¿Sois de Judá? ¿Sois peregrinos de la fiesta?’ Y si la respuesta era afirmativa, o si no les gustaba el aspecto de los viajeros, se quedaban fuera.

Gaius Valerius: ¿Podríamos decir que la seguridad que proporciona Herodes en los caminos es ignorada por la tensión social en las aldeas?

Tamar: Las patrullas romanas y las de Herodes vigilan las carreteras, sí, para evitar ladrones, pero no entran en las casas. Dentro de las aldeas, la ley es la sospecha. La hospitalidad no está garantizada por un sistema establecido; depende de la buena voluntad de cada familia. Es un riesgo que asumen todos los que cruzan Samaria: pueden ser tratados como amigos o como intrusos.

Vox Romana: “Audimus, videmus, narramus”.

La Encuesta Rápida del Acta Diurna

Ciudadanos, la falta de una hospitalidad asegurada es un riesgo real para los viajeros.

Lucius Valerius

¿Debería Roma imponer un edicto de hospitalidad obligatorio para los viajeros del censo en provincias como Judea y Samaria, o es la hospitalidad un asunto privado en el que el Imperio no debe intervenir? 🤔

Despedida

El camino a Belén es más que una distancia geográfica; es una lección sobre las divisiones dentro del Imperio. La verdad es la luz que guía a la humanidad. Volvemos a Lucius Valerius en Roma.

¡Permanezcan atentos al Acta Diurna para más noticias que nos ayudan a entender la vida en nuestro Imperio! ¡Que los dioses les sean favorables!

Valete, amigos de Imperium Romanum TV News.

“Vox Romana: “Audimus, videmus, narramus”.

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