Friday, July 7, 1995 Wednesday 5 Mostly sunny Swimming pool Thursday 6 Mostly sunny Swimming pool Friday 7 Partly cloudy Back Medford
09:00 AM. Bedroom
El día ha amanecido algo nublado, pero ya da igual porque por fin regresamos al St. Clare’s. Nos marchamos hace dos semanas y no estaremos ausentes ni un solo día más. Ayer llamamos y nos confirmaron que las obras se han terminado y tenemos el St. Clare’s habitable, lo que para mí es toda una noticia porque ya me he cansado de no hacer nada y Ana ha tenido tiempo suficiente para todas esas gestiones. Por lo que me ha contado sobre ello, que no ha sido mucho, porque no quiere que hable más de la cuenta y la noticia llegue a su destinataria antes de tiempo. Todo ha salido mejor de lo esperado. Sin embargo, tengo la sensación de que ha habido algo, no sé muy bien qué, que no ha funcionado cómo tenía previsto. Tengo la intuición que esperaba encontrarse con alguien, pero se ha encontrado con la puerta cerrada y sin posibilidad de localizar a esa persona o que ésta no le ha dado la respuesta que esperaba. En definitiva, que no me creo eso de que este viaje haya sido por asuntos del St. Clare’s, más bien, que Ana aprovecha las vacaciones para excederse en sus funciones y quizá busca familias de acogida a aquellas chicas que no la tienen, en vez de esperar a que éstas presenten la solicitud por medios más formales. Es posible que ésta haya sido la primera toma de contacto con una de esas familias adoptantes. En cualquier caso, todo gestionado dentro de la legalidad, porque en el St. Clare’s no se trafica con nosotras.
Ana: ¿Lista para irnos? – Me pregunta. – Nos quedamos unos días más, si te apetece. – Me propone con complicidad. – Estamos de vacaciones y hasta septiembre no se inicia el curso. – Me comenta. – Estamos a tiempo y no he descartado que quizá te hayas animado y quieras que hagamos otra visita a la ciudad, que vayamos de compras y nos demos un capricho de última hora o un viaje a Toledo en busca de tu Daddy. – Me propone animada, aunque no soy tan crédula como supone.
Jess: No, vayámonos. – Le respondo. – Esta vez no hace falta que me insistas. – Le aseguro. – No sé lo lejos que estaremos de Daddy, pero el viaje de regreso es al St. Clare’s. – Justifico. – ¡Con el paseo que nos dimos el domingo ya tengo bastantes excursiones para una larga temporada! – Le aseguro.
Ana: ¿Tan mal te lo has pasado? – Me pregunta extrañada. – Pensé que te divertías. Has estado en la piscina todo el tiempo que has querido y tan solo has venido a la casa para comer y dormir. – Constata, aunque exagere un poco en su apreciación. – ¡Al final no fue tan mala idea que metiera el bikini en la maleta! – Constata. – También nos hemos dado nuestros paseos al atardecer y no hemos hecho más porque no te has animado.
Jess: Me he pasado las mañanas en la piscina porque no había nada mejor y se encuentra cerca. – Alego. – No me apetecía quedarme en la casa, porque con este calor tampoco ha habido dónde ir. ¡Estamos en mitad de ninguna parte!
Ana: Te aseguro que aceptar la hospitalidad de estos amigos no ha sido por evitar tus planes de fuga. – Me contesta con complicidad. – Mis amigos viven aquí todo el año y, cómo has visto, dependen del coche porque el autobús no pasa con suficiente frecuencia. También has visto que hay chicos y chicas en la urbanización; si no has hablado con ellos es porque no has querido.
Jess: Hablan en un idioma que no entiendo. Además, ¿para qué hablar con ellos, si nos vamos hoy? – Alego.
Ana: ¡Tú, como diplomática, no tienes precio! – Replica. – ¡Como te esfuerces un poco más se acaban las guerras en el mundo! – Me dice con ironía. – ¿Para qué se pelea la gente, si después tienen que firmar la paz? – Pregunta de manera retórica. – Es una tontería, un doble esfuerzo.
Jess: Yo me entiendo. – Me defiendo de sus comentarios.
Ana: Sí, ya sé que tú te entiendes. – Me responde con complicidad. – Lo que me alivia es eso, que tú te entiendes porque para los demás resulta un tanto complicado. – Me dice. – Has tenido la oportunidad de tratar con chicas de tu edad, pero te has comportado como un fantasma, ni tan siquiera te has molestado por echarle una mirada a los chicos, por si hubiera alguno que te llamase la atención.
Jess: ¿Regresamos a Medford? – Le pregunto y no le respondo.
Ana: Sí. No te pongas de morros. – Me responde. – Regresamos a Boston en vuelo directo. Es un poco más caro, pero necesito que lleguemos pronto. – Me aclara. – Mis amigos nos llevan al aeropuerto y de allí derechas a casa.
Jess: ¿Dónde estamos? ¿En qué país de Europa? – Le pregunto. – Me parece que aquí todo el mundo habla español, pero apenas les entiendo, hablan muy deprisa y con un vocabulario que a veces me resulta raro.
Ana: Eso ya da lo mismo. Algún día te lo contaré, si te portas bien. – Me responde. – Regresamos a Medford y cuando lleguemos al aeropuerto aún será de día. – Me explica. – Como sé que no te tengo que llevar por la fuerza, confío en que esta vez te comportarás.
Jess: Hace dos semanas viajamos de noche y no pude ver nada desde la ventanilla. – Le comento. – El avión volaba muy alto y estaba todo muy oscuro.
Ana: Los aviones se elevan por encima de las nubes. – Me contesta. – No sé explicarte muy bien por qué, pero es así. – Justifica. – Cada uno tiene su ruta y supongo que de este modo se evitan los accidentes.
Jess: Al menos esta vez espero ver la ciudad desde el aire, mientras despegamos. – Le digo ilusionada. – El otro día me quedé con ganas de ver Philadelphia, pero era de noche y con el estado de ánimo que llevaba no tenía entusiasmo por nada. – Le confieso.
Ana: Pues no vayas en el coche con los ojos cerrados y procura no perderte. – Me aconseja. – Estamos en un país extranjero y no quiero que nos veamos en problemas por tu culpa.
Jess: Quiero volver a Medford. – Le contesto como si eso bastase para que le prometa formalidad.
Ana: Lo que me preocupa es que te pierdas por el aeropuerto. – Me confiesa. – No te separes de mi lado por ningún motivo. Aún estás a tiempo de saciar tu curiosidad, pero no quiero que ello nos cause problemas. Si necesitas ir al baño o se te antoja alguna compra de última hora, dímelo e iremos juntas. – Me indica.
Jess: Prometido. – Le respondo. – De todos modos, no tengo prevista ninguna compra de última hora. – Le aseguro. – Ya he cerrado la maleta. – Justifico.
Ana: En general, ¿Cómo te lo has pasado? – Me pregunta con complicidad. – Sé que el paseo que nos dimos el domingo te encantó, aunque te niegues admitirlo, que, si no hubiera sido por eso, tan solo habrías visto el campo que se ve desde el chalé y la piscina, que no habrías hecho nada más. – Me dice. – Casi hubiera preferido que por una ocasión te portases mal y te hicieras notar. – Se lamenta. – Pero la única vez que conseguí que cogieras la bicicleta te diste un paseo muy breve.
Jess: Muy aburrida, con ganas de regresar. – Le contesto. – Si hubiéramos estado en algún sitio más poblado, tal vez habría sido más entretenido, aunque no haya estado con ánimos para nada. La visita a la ciudad no ha hecho que me animase.
Ana: Lo siento, pero no podías venirte conmigo cuando he ido a hacer esas gestiones y después no te has mostrado demasiado entusiasmada con la idea, aunque te lo ofrecí y de verdad que estaba dispuesta a que hiciéramos turismo. – Se disculpa y a la vez recrimina mi escaso interés. – Me hubiera gustado organizar el viaje de otra manera, pero, como has visto, el asunto me ha tenido ocupada hasta que lo he resuelto.
Jess: Al menos has conseguido algo. – Le digo con complicidad y para que no se sienta tan culpable por mi desánimo. – Espero que algún día, cuando puedas, me lo cuentes. – Le indico con confianza para que sacie mi curiosidad.
Ana: Supongo que ha quedado algo pendiente porque no hemos venido en la mejor época del año. – Me dice. – Aquí también está todo el mundo de vacaciones y el asunto que tenía que tratar es un poco complicado. – Me dice. – Bueno, llevemos las maletas al coche y marchémonos antes de que se nos haga tarde y perdamos el avión.
Jess: Por mí no te preocupes porque no seré yo quien se quede atrás. – Le aseguro. – ¡Regresamos a Medford, al St. Clare’s! – Le digo entusiasmada.
Ana: Raro es que te alegres de la vuelta, cuando tu mayor anhelo es que Daddy vaya y te saque de allí. – Constata.
Jess: Si no estoy, seguro que no me encuentra. – Replico.
Ana: Sí, bueno, supongo que ese es un argumento que no admite dudas. – Me responde
Me quedaría, si me aseguraran que hay alguna mínima oportunidad de que me cruce con Daddy, pero todo lo que piense o intuya en ese sentido no son más que divagaciones sin mucha coherencia. Es absurdo que piense que Ana me ha traído tan cerca de Daddy y privado de la oportunidad de que nos conozcamos, aunque sea desde la distancia o me culpe a mí porque no me he separado del teléfono. No sé dónde estamos ni si todo lo que ha pasado aquí durante estas dos semanas tiene algún sentido, pero me quedo con la sensación de que hay algo que no me ha dicho o por lo que no le he preguntado con demasiado interés ni insistencia ante el temor de que la respuesta no sea de mi agrado, que me digan que estamos cerca de Toledo; que Daddy vive en el chalé de al lado y no quiere saber nada de mí. Lo que me gustaría que me dijesen es que estamos en Toledo, que Daddy vive en el chalé de al lado, se ha pasado todos los días por delante de la puerta a la espera de que saliera a saludarle y ahora se lamenta porque no lo he hecho ni una sola vez y ya es tarde para enmendarlo porque regresamos al St. Clare’s. Entonces tendría un motivo para enfadarme conmigo misma porque me he reprimido en ese deseo de salir de paseo por los alrededores ante el riesgo de perderme o descubrir algo que no debía.
A Ana no le han preocupado mis huidas porque tampoco ha habido a donde escapar. Que me hubieran controlado más o menos habría sido indiferente. Lo más interesante que hay es la piscina comunitaria que se encuentra en el centro de la urbanización, ya que por los alrededores tan solo hay campo. Ni siquiera me he atrevido a pensar en lo extensa que es la urbanización ni si más allá del campo hay algún pueblo. Las únicas veces que he cruzado la verja del chalé ha sido porque me han llevado o de paseo por la zona o a misa, pero no me ha dado la sensación de que hayamos ido muy lejos, tal vez a la urbanización de al lado, que no se divisa desde aquí porque los árboles y la colina que hay entre medias lo impiden. Quizá Ana esperase que aprovechara alguna de sus ausencias, e incluso que se lo propusiera, y me diera un paseo por los alrededores, que aflorase mi espíritu explorador la primera vez que me he alejado de Medford y de mi entorno. Pero, como no sé dónde estoy y existía el temor de que me perdiera, no he puesto un pie en la calle sin su compañía. Incluso en alguna ocasión he temido que me confundiría de puerta trasera cuando he ido a la piscina, porque son todas iguales, aunque cada cual le haya dado su toque personal a su chalé o la parcela. Incluso me ha parecido que había chalés distintos y parcelas más grandes.
Después de dos semanas no me he ganado mi derecho a que me entregue mi tarjeta de embarque. No me permitió que lo viera a la ida y con más motivo a la vuelta, aunque en esta ocasión ya conozco nuestro destino. Si la pista de aterrizaje se alargara un poco más, el avión se detendría a las puertas del St. Clare’s y no habría falta que buscásemos un taxi o nos vengan a recoger al aeropuerto. La verdad es que no estoy muy segura de sí quiero o no saber dónde estamos, a dónde me ha traído Ana, ya nos marchamos, pero me tiene algo intrigada las razones de este viaje, que durante la primera semana Ana estuviera tan pendiente de ese asunto y en estos últimos días tan solo la he perdido de vista cuando he buscado la intimidad del cuarto de baño, con la certeza de que cuando salía ella no andaba muy lejos. He estado tentada a coger la bicicleta alguna que otra vez y explorar por mi cuenta, averiguar dónde fue Ana aquel día, pero como no me ha quitado el ojo de encima, tampoco he tenido ocasión. No hemos recibido ninguna visita extraña y todo ha estado demasiado tranquilo, como si de manera premeditada Ana hubiera querido que estuviéramos localizables en todo momento, lo que para mí ha sido un alivio porque no hemos desaprovechado ni una sola ocasión la posibilidad de que llamasen desde el St. Francis y nos dijeran que Daddy ha llamado, que no lo ha hecho. Lo cierto es que en algún momento he llegado a pensar que se asomaría por la puerta del chalé, que esa ha sido la razón de este viaje, pero nos marchamos esta mañana y seguimos sin noticias ni pistas de Daddy. Para mí el viaje ha sido una pérdida de tiempo porque las únicas dos ocasiones en que me he alejado del chalé ha sido porque me han llevado a misa. El paseo que me di en bicicleta la semana pasada no ayudó a que resolviera mis dudas, tan solo que confirmara que estoy en mitad de ninguna parte.
Lo que me mosquea es que en esta ocasión nos marchamos a plena luz del día, que no es tan prudente a la hora de impedirme saber dónde estamos, como si ya nada le preocupara porque nuestra vuelta está un poco más organizada, sobre todo porque no se ha de esperar hasta el último momento para avisarme, dado que es seguro que mi interés es mayor que el suyo. Hasta ahora no me ha querido decir nada sobre dónde estamos, se supone que he de averiguarlo por mí misma, por lo cual esta confianza es casi como un premio, por si ya lo hubiera averiguado, pero lo cierto es que estoy tan perdida como el día que llegamos. Ni siquiera estoy segura de querer leer las indicaciones de la carretera en busca de alguna pista. Ya me da igual. Descubrir ahora la verdad no creo que sirva de mucho, dado que nos marchamos y no tendrá remedio que quiera quedarme porque vea alguna indicación sobre Toledo. Ana no me abandonará aquí y en el supuesto de que me haya traído para que conociera a Daddy, si éste no ha querido nada conmigo, de poco sirve que quiera conocerle.
10:00 AM. Street
A diferencia de hace dos semanas, esta vez soy yo quien bajo mi equipaje al coche, sin que me lo tengan que pedir dos veces. Tampoco es que quiera parecer de desagradecida con los amigos de Ana, pero han de entender que si me he hecho el equipaje es porque me marcho, regreso a Medford y mi alegría no puede ser menos comedida. Es la evidencia de que Ana y yo regresaremos juntas, que no habrá más sorpresas, salvo que me tenga alguna última preparada, pero sí me preguntan al respecto, no tengo el menor interés por quedarme, porque me acoja en su casa nadie que no sea Daddy, de tal manera que si estas dos semanas han sido algo así como una prueba para ver cómo me adapto. Ya puedo decir que no he cambiado de parecer. Los amigos de Ana son simpáticos, pero yo ya tengo un padre, aunque no le conozca o, aunque me digan que si me quedase estaría más cerca de éste y será más probable que lo conozca porque es muy posible que esto sea España y por lo tanto que Toledo no se encuentre tan lejos, a pesar de que haya varios centenares de millas hasta la playa más cercana o sea yo quien me equivoque en la localización de dicha ciudad. Se supone que Daddy me tiene que venir a buscar a Medford porque fue allí donde me abandonaron al nacer y la única pista segura que tiene de mí, aunque sea la única.
Para ir al aeropuerto, en vez de pedir un taxi, nos llevarán los amigos de Ana. No estoy muy segura de si aquí también hay servicio de taxis o, por eso de que esto está demasiado lejos, no es algo que resulte muy económico y, por lo tanto, la gente prefiere disponer de su propio coche. Podríamos intentar ir en el autobús, pero para ello tendríamos que habernos levantado dos horas antes y, sobre todo, que nos explicasen si existe esa posibilidad. Porque, según tengo entendido, el autobús que pasa por aquí tan solo lleva a la ciudad y lo hizo hace tres horas. No sé si habrá una línea que lleva desde la ciudad al aeropuerto, porque tampoco estoy muy segura de la distancia que hay hasta allí. Pero por los paseos que nos hemos dado estos días me temo que no se encuentra demasiado cerca. Porque, además, tampoco he visto pasar muchos aviones por aquí y la mayoría a suficiente altitud como para tan solo reconocer su estela entre las nubes. De hecho, supongo que como las pistas de los aeropuertos han de ser largas y estar en un terreno llano y espacioso, por aquí hay muchas colinas. El aeropuerto de Boston se encuentra en la costa.
Ana: Una vez que hayas metido la maleta en el coche, di adiós; da las gracias por la hospitalidad de estas dos semanas y que estás encantada de conocerlos. – Me dice con autoridad y tono afable.
Jess: Adiós, gracias y encantada de haberos conocido. – Les digo con impaciencia.
Ana: Si te atamos con una cadena al coche, Carlos se ahorra la gasolina y seguro que llegamos antes al aeropuerto. – Me dice con tono recriminador y complicidad.
Jess: ¿No nos vamos? – Le pregunto con impaciencia y contrariada por su comentario.
Ana: Sí, pero tenemos tiempo de sobra. – Me responde. – No hace falta que corramos. – Me aclara. – Además, como me temo que en cuanto te subas al coche te vas a tapar la cara, mejor que te relajes antes. – Me aconseja.
Sonia: Déjala, no pasa nada. – Interviene en mi favor. – Lleva dos semanas fuera de su ambiente y es normal que éste inquieta.
Ana: Es Jessica en su estado natural. – Le explica. – Cabezota como nadie para quedarse en el St. Clare’s y me da la sensación de que estos días con vosotros no han hecho que se relajara.
Sonia: Pues llévatela a casa y así os relajáis las dos. – Le responde con buen humor.
Ana: ¡Eso es justo lo que pienso hacer! – Le contesta con mucha firmeza y complicidad.
Sonia: Pues, subid al coche y os llevo al aeropuerto.
12:00 PM. Airport

Mientras Ana se ocupa de los pasajes, tengo un momento de tranquilidad entre tantas prisas para detenerme ante el tablón de salidas para intentar averiguar dónde estamos e incluso dejarme llevar por la curiosidad para descubrir si desde aquí habría alguna posibilidad de ir a Toledo, aunque ya me ha quedado claro que este viaje es para regresar a casa, que he perdido mi oportunidad, si es que en alguna ocasión la he tenido, porque me parece muy osado eso de que hace dos semanas Ana me propusiera que fuese yo quien escogiera nuestro destino para este viaje, cuando pocas horas antes ni tan siquiera se me había pasado por la cabeza la posibilidad de moverme del St Clare’s, ni tan siquiera para acercarme al parque o ir a Carson Beach, porque temía que ella me fuera a decir que estaba muy ocupada con todas las gestiones y tareas que debía hacer por el final de curso. De hecho, casi temía que me fuera a pedir que me ocupase yo de la limpieza de los dormitorios o algo de eso. La cuestión es que aquí tampoco hay ningún vuelo con destino a Toledo, por lo cual lo único que me llama la atención e interesa es nuestro vuelo a Boston.
¿Cuánto cuesta el viaje? Si se lo pregunto a Ana estoy segura de que no me responderá, porque antes debería decirme dónde estamos, para que tenga las ideas más claras con respecto a las distancias y sobre todo si es un coste admisible dentro de los gastos del St. Clare’s o me tendré que pasar los próximos meses a pan y agua para que cuando comience el curso las demás no se encuentren con que hemos de dormir todas en la calle porque no se puedan pagar las facturas. Con mi asignación, creo que como mucho me puedo pasar el viaje de ida y vuelta en autobús a Carson Beach, por lo que no espero que este viaje implique que se me vaya a privar de esa asignación, sobre todo porque el próximo curso iré al Medford High y no tendré las ventajas de estudiar en el St Francis School. Esto es, que, si me pienso demasiado el coste del viaje, deduzco que Ana ha debido encontrar un tesoro escondido, porque de otro modo no es algo que nos podamos permitir sin que tenga repercusión en nuestro día a día. Al menos el alojamiento de estas dos semanas ha salido gratis porque estábamos en casa de sus amigos, aunque hemos tenido otro tipo de gastos.
Ana: Pero, si no sabes de dónde vienes, tampoco tiene mucho sentido que sepas dónde vas. – Me dice en tono aleccionador.
Jess: Vengo de Medford y regreso a Medford. – Le respondo sin entrar en discusiones.
Ana: Pero ¿Ya sabes dónde hemos estado? – Me pregunta intrigada. – Ya te dije que lo tenías que averiguar por ti misma, pero no le has puesto el suficiente interés a esa tarea.
Jess: ¿Tan importante es que lo sepa? – Le pregunto extrañada. – No me has contado a qué hemos venido, de modo que no tiene mucho sentido que sepa esa.
Ana: Lo siento, pero no te puedo contar nada. – Me responde.
Ya sé. Es un asunto del internado, afecta a una de las chicas y yo no me caracterizo precisamente por ser muy discreta, aunque sea una chica tímida y reservada, poco sociable, pero si me enterase de algo importante lo más seguro es que mi nerviosismo me delatase, por lo cual es mejor que no me lo cuente, ni el asunto en sí ni a quien el afecta, porque puede ser cualquiera. Incluso de las nuevas que se incorporen en septiembre, aunque como Ana me ha dicho en alguna ocasión, su deseo sería que cada año el St. Clare’s fuera menos necesario, pero se encuentra con que se ocupan las catorce camas, como si hubiera una lista de espera infinita de chica deseosas de vivir allí, lo que da una imagen de la familia y la estabilidad que se supone ha de haber en éstas. De hecho, por lo que yo sé, yo acabé allí porque nadie quiso hacerse cargo de mí, de un bebé abandonado en unas circunstancias tan extrañas, de tal manera que para mí aquella fue la última y única opción, que de no haber sido por la llegada de Ana mi estancia y mi vida hubieran seguido siendo una pesadilla, sin que la expectativa del traslado a Matignon High sea muy optimista, por lo cual, aunque soy la primera en reconocer que preferiría no vivir allí, sino tener una vida más normal, al final me siento afortunada por tener a oportunidad de quedarme otro año más.
02:30 PM. Airplane AM 1845

Friday, July 7, 1995 De regreso al St. Clare’s, a casa. Esta vez tengo claro cuál será nuestro destino, aunque no tanto el punto de partida porque Ana no he dejado que me entretuviera más de la cuenta. Además, como viajaremos de día, en esta ocasión no tengo la excusa del cansancio para que me esté tranquila. Según Ana, cuando lleguemos aún disfrutaremos de algunas horas de sol. Si el viaje de ida el día se me hizo corto, ahora me parecerá largo, por lo que esta tarde tengo permiso para salir de paseo, si me apetece y así compense todo lo que no he salido en estas dos semanas. Lo malo es que por Medford es difícil que me cruce con Daddy por la calle, sin que haya descartado que en el sitio donde hemos estado hubiera alguna posibilidad. Como Ana no me ha dejado la tarjeta de embarque porque mantiene su empeño de que no me tiene que dar pistas para que descubra dónde hemos estado, me la tengo que inventar. Lo cierto es que no sé si perderé tiempo o me molestaré en averiguar algo más, por mucho que tenga permiso para ser todo lo cotilla y curiosa que quiera sobre este asunto. Pistas o punto de partida lo cierto es que no tengo demasiados, aparte de nuestro paseo del domingo y del hecho de que el chalé de los amigos de Ana se encontrase en medio de ninguna parte. Ciudades amuralladas y con río supongo que habrá muchas y esa era una de tantas. No sé el nombre del río, aparte de que me mantengo en mi postura e ignorancia de saber de España lo justo e imprescindible como para que no me suspendan, en caso de que sea alguna pregunta de examen. Estoy segura de que a los profesores no les importa dónde he estado de vacaciones este verano, ya que ni yo estoy segura de donde hemos estado ni si de verdad querré saberlo alguna vez. Flight: AM 1845 Airline: US Airways Operated by American Airlines Departure: ¿Barajas/ Spain? Terminal: 1 Gate: B20 Departure Time: 01:55PM on Friday, July 07, 1995 Arrive: Boston, Logan Int (BOS) Terminal: B Gate A7 Arrival Time: 09:50PM on Friday, July 07, 1995 Stops: Non-Stop Travel Time: 7hr 55mins Classes offered: Economy Change Time: 2:30 PM -> 08:30 AM Arrival Time: 03:50PM Buenas tardes, ¿buenos días? Dado que Ana me ha pedido que en esta ocasión adelante el reloj me siento un poco contrariada con respecto a la hora, sobre todo porque en esta ocasión no parece que tenga intención de ocultarme nada, que voy a ser consciente de todo el viaje desde el primer momento porque tiene la tranquilidad y seguridad de que no le causaré ningún problema, regresamos a casa y como me dijo esta mañana, voy sin que me obligue, sin que tenga que estar pendiente de mí porque no me perderé por el camino ni haré ninguna tontería, más bien, estaré pendiente de que sea ella quien no se despiste ni me deje por el camino, por si me tuviera alguna sorpresa preparada, como que me haya encontrado alguna familia de acogida o me vaya a dejar en Matignon High y estas vacaciones tan solo han sido una distracción o excusa para sacarme del St. Clare’s. No pienso separarme de su lado hasta que no me encuentre de nuevo en mi dormitorio, sin que admita ninguna otra alternativa. No lo anotaré porque me parece un pensamiento un tanto absurdo, pero, si no fuera por el cambio de hora, porque he adelantado el reloj, no tengo muy claro si es que estaremos todo el día en el avión o es que estamos a punto de aterrizar. Lo que es seguro es que esto me confunde bastante, porque como Ana me ha dicho, si no sé de dónde vengo, dónde he estado estas dos últimas semanas, el hecho de que sepa a dónde voy tampoco ayuda demasiado a que me aclare. Lo que sí tengo claro es que un adelanto del reloj me genera una evidente confusión porque es como si acabase de levantarme de la cama, cuando ya he tenido tiempo de hacer la maleta, desayunar, venir al aeropuerto, almorzar y subir al avión. Ha sido una mañana muy entretenida como para que de buenas a primeras me comporte como si nada de eso hubiera sucedido, como si ahora me despertase de un sueño o una pesadilla, como si de manera un tanto sutil Ana me sugiriese que me olvidase de este viaje, como si no hubiera sucedido, a pesar de empeño en que averiguase por mi cuenta dónde hemos estado. Con tal que permita que me quede en el St. Clare’s estoy dispuesta a olvidar lo que sea.. Como se supone que viajaremos de día y estoy lo bastante despierta, en esta ocasión no creo que Ana me vaya a pedir que intente dormir, aparte que tampoco me siento capaz de conciliar el sueño, porque me siento algo nerviosa, inquieta, con la sensación de que ha pasado algo relevante, pero sin ser muy capaz de definir el qué ni si me afecta tanto como para que me haya de preocupar por ello. Lo más probable es que ello se deba a la novedad del viaje a que ha sido la primera vez que me he alejado del St. Clare’s y me han sacado del país. Yo creo que más lejos no me podría haber llevado y que es una manera de compensar el hecho de que no me vaya a mudar a Matignon High, pero tampoco piense que soy tan lista como para no pasar por esa experiencia de verme alejada de mi entorno, aunque estoy convencida de que para mí el impacto ha sido mucho más fuerte que para Jodie y Brittany, porque he estado en otro país, con gente que hablaba un idioma distinto, en español, por lo cual ha sido más un castigo que un premio, para que empiece a ser consciente de las consecuencias de mi bloqueo mental, que una vez que voy más allá de donde alcanza mi vista me siento completamente perdida, desubicada, pero, aun así, seguiré a la espera de que Daddy venga a por mí o recibamos noticias de éste, en los próximos días, semanas, meses o años, cuanto antes mejor.
Ana: ¿Ya te has cansado de escribir? – Me pregunta extrañada. – Tampoco es necesario que te pases todo el vuelo con el cuaderno entre las manos.
Jess: Tan solo pensaba para mí. – Le respondo y explico. – No sé dónde hemos estado, a qué hemos ido ni si esperas que saque alguna conclusión de todo esto. – Le confieso y comento.
Ana: Te aseguro que regresamos a casa. – Me contesta para que me tranquilice. – Te voy a tener que aguantar al menos durante un tiempo, aunque no deberías sentirte una chica tan afortunada, dado que ello forma parte de tu educación, de tu crecimiento personal.
Jess: Tan solo aclárame una cuestión ¿Hemos estado en España? ¿En Toledo? ¿Hemos ido en busca de Daddy y no le hemos encontrado? – Le pregunto con inquietud.
Ana: Eso tienes que averiguarlo por ti misma. – Me responde en tono afable. – No esperes que yo te haga todo el esfuerzo.
Jess: Pero, si descubrieras algo sobre Daddy ¿Me lo contarías? – Le pregunto dubitativa y temerosa.
Ana: Siempre te voy a ser sincera en todo lo referente a Daddy. – Me dice con gesto serio y queriendo ser sincera. – Pero tampoco conviene que pienses que te voy a mandar con un extraño.
Jess: Entonces ¿Hemos ido en busca de Daddy y éste no sabía nada de mí? – Le pregunto con inquietud. – ¿Por eso no me has dejado con él?
Ana: Hemos ido de visita a casa de unos amigos y porque tenía que resolver un asunto importante. – Me contesta. – Lo demás son divagaciones tuyas que espero hayas pensado bien.
Jess: Bueno, ¡Da igual! – Le respondo porque tampoco me apetece insistir sobre ello. – Si Daddy no me ha querido ahora quizá dentro de unos años.
Ana: ¿Por qué piensas que hemos ido en busca de Daddy? – Me pregunta intrigada. – Cuando haya una razón para que te rindas, seré la primera en decírtelo.
Jess: Entonces ¿es cierto que hemos ido a buscarle? – Le pregunto confiada en su sinceridad.
Ana: Es cierto que ahora regresamos a casa. – Me responde con evasivas. – Cuando encontremos una pista fiable sobre Daddy, tranquila que serás la primera en enterarte. – Me dice convencida
Debería comentarle que tengo la casi completa certeza de que hemos estado en España. Eso no creo me lo pueda desmentir porque todo el mundo hablaba en español, pero tal vez sea mi única evidencia, porque cuando estuvimos de visita por la ciudad el otro día, no quise llevarme ningún recuerdo y a lo largo de estas dos semanas tampoco es que haya tenido ocasión de hablar con nadie. Los únicos que quizás podrían haberme dicho algo son los amigos de Ana, pero han compartido su secretismo al respecto, si quería saberlo, debía averiguarlo por mí misma, pero su casa está en medio de ninguna parte y cuando me han llevado a la civilización me he sentido demasiado controlada, aparte de cohibida. Además, por lo que sé España tampoco es un país tan grande, por mucho que Ana me asegurase que la playa se encontraba a más de doscientas millas, que ya sé que eso es mucho más que la distancia desde el St. Clare’s a Carson Beach, pero me cuesta creer que estuviera tan lejos. Hay unas 2500 millas de distancia entre New York y Los Ángeles según han explicado en clase.
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