06:30 PM. My Bedroom
Friday, July 7, 1995. 06:30 PM (Hora local) De nuevo en Medford, hemos estado ausentes dos semanas y la verdad es que tampoco sé a dónde hemos ido porque Ana no me ha dado demasiados detalles y por mi parte no ha habido mucho interés por indagar ni moverme fuera de la casa de esos amigos, lo cual durante la primera semana de estancia a Ana tampoco ha sido algo que le preocupase demasiado porque estuvo centrada en ese asunto del que no me ha dado muchos detalles. Como me recriminó Ana, con respecto a mi actitud de esos primeros días, me conformé con que me dieran de comer a mis horas y acercase a la piscina cuando me apeteciera, aunque el tiempo no animaba demasiado y prefería quedarme en la casa, con el teléfono a la vista, a la espera de que sonara y nos avisarán que las obras en el St. Clare’s ya se habían acabado y podríamos regresar, aparte de que esperase noticias de Daddy que no han llegado. El caso es que no hice nada de provecho, ni leído libro ni visto la televisión ni dejado que la curiosidad me impulsara a saber un poco más sobre el lugar. Me conformé con saber que tenía la piscina cerca y libertad para estar allí siempre y cuando evitase los problemas; ni siquiera demostré interés por tratar con la gente del lugar. Prefería que me dejasen tranquila, aunque la piscina fuese pública y no me quedase otro remedio que compartirla. Como no quise que nadie me molestase, nadie lo hizo. Reconozco que fueron unos días bastante aburridos, pero no me quedaban muchas más opciones ya que esperaba esa llamada, que nos avisara que ya podíamos regresar y como Ana me advirtió ha estado ocupada con sus gestiones y no me ha prestado más tiempo ni atención de la debida. Estos últimos días, ya que Ana parecía haberse liberado de compromisos y obligaciones, ha centrado toda su atención en mí. Salvo en dos o tres ocasiones en que se marchó sin decirme nada, y regresó al cabo de media hora, no puede decirse que haya consentido que me quedase parada. No hemos vuelto a la ciudad, aunque supongo que he de reconocer que me he quedado con las ganas de saber un poco más. Me temo que ha sido Ana quien ha frenado mi entusiasmo en ese sentido, como si la visita del domingo hubiera sido para dejarme con la miel en los labios y que, cuando estemos en Medford, me falte tiempo para ir a la biblioteca o donde sea que haya libros en los que averigüe todo lo que quiera saber. Sin embargo, me parece que el hecho de no haber vuelto a casa al final ha enfriado todo mi entusiasmo, como me sucede siempre. No quiero entusiasmarme más de la cuenta. Por lo largo que fue el viaje de ida y no menos el de regreso, dado que hubo que cambiar la hora del reloj, entiendo y confirmo que no hemos estado en la calle de atrás del St. Clare’s y que allí no había esa sensación de la proximidad del océano ni del agua como sucede aquí, que tenemos el océano Atlántico como vecino. No me ha quedado muy claro si hemos ido a Europa o nos hemos quedado en algún país de Sudamérica, porque lo único claro es que cuando fuimos aquí anochecía y cuando llegamos allí ya era mediodía del día siguiente, pero hemos regresado y tan solo he tenido que atrasar el reloj seis horas, aunque el viaje no me ha parecido tan breve, aunque haya sido directo y sin escalas, casi de puerta a puerta. Si alargan la pista de aterrizaje un poco más, nos deja delante del St. Clare’s, aunque donde hemos estado sí ha hecho falta el coche para llegar hasta el aeropuerto. Me he quedado con la sensación de que no he estado demasiado lejos de Daddy, por eso del instinto innato, pero es posible que haya sido más el deseo de reunirme con él, porque lo que tengo seguro es que la casa en la que hemos estado no era la de Daddy ni la de alguien que estuviera emparentado o relacionado con éste. Hemos estado en una casa de campo, en una urbanización, aunque en ésta no había una entrada principal como tal, me ha parecido más un barrio en los suburbios de la ciudad, aunque ésta estuviera lejos, porque no se veía ya que nos rodeaba el campo y había una total dependencia del coche, ni siquiera había una parada de bus, a pesar de que no me parecía que los amigos de Ana vivan en los barrios pobres, ni nada de eso. El chalé estaba bien, era del tamaño de las casas de Medford, pero con el diseño y la distribución propia de ese país. La urbanización estaba construida sobre una colina, en una antigua cañada real, un camino por donde hace años los pastores iban con el ganado, según me ha explicado Ana por darme algún dato que rompiera con mi ignorancia voluntaria. La cañada era la calle principal se encontraba en la parte de abajo, mientras que la casa de campo estaba en la parte de arriba y había que rodear toda la urbanización para llegar hasta la puerta de la parcela, porque allí todas las parcelas son cerradas y hay un muro de separación entre unos chalés y otros, lo único que tenían en común era la piscina, situada en la parte central. Aquí, en Medford, no hay esa separación entre las casas, aunque sí lo he visto en alguna serie de televisión, pero allí las casas de los vecinos se veían porque el tejado sobresalía por encima del muro y se sabía que había gente al otro lado por el ruido que hacían y no porque se les viera. La verdad es que me he sentido un poco rara en ese ambiente. Ha sido distinto al del St. Clare’s y a Medford en general. Quizá, si Ana hubiera pasado más tiempo conmigo, habría salido más, pero no me he movido de esa casa en las dos semanas. Me hubiera gustado una visita por los alrededores e incluso repetido la visita a la ciudad, pero en general solamente he visto la piscina y lo que se veía del campo desde la ventana de mi habitación.
Ana: [Se asoma por la puerta que he dejado abierta con intención] Hola. – Me dice para que sepa de su presencia. – ¿No te deshaces la maleta? – Me pregunta ante el panorama que hay en la habitación. – Ya no vamos a ninguna parte, de modo que relájate. – Me aconseja.
Jess: Tenía que hacer anotaciones en mi diario. – Me defiendo. – Como no vamos a ninguna parte, no hay prisa. – Alego.
Ana: ¿Te parece bien que hablemos un momento? – Me pregunta. – Quiero que compartamos impresiones. – Justifica. – Ha sido tu primer viaje lejos del St. Clare’s y quiero saber qué te ha parecido y cómo te sientes.
Jess: Ahora mismo, estoy algo cansada del viaje. – Le confieso. – Tengo la sensación de que llevo despierta muchas horas despierta, pero es demasiado pronto para que me vaya a la cama.
Ana: Como estamos solas en el St. Clare’s, vete a la cama cuando te apetezca. – Me dice. – Yo también me siento bastante cansada, pero ello es debido al desajuste horario. Aunque no te lo creas, si éste fuera un día normal y siguiéramos en casa de mis amigos ahora soñaríamos con los angelitos. – Me dice con complicidad. – Este día se nos hará muy largo, de manera que, si tienes sueño, no te reprimas y acuéstate, pero cuando te levantes procura no hacer ruido.
Jess: ¿Iremos a Carson Beach mañana? – Le pregunto.
Ana: Ya has visto cómo está el tiempo. – Me dice. – De todas maneras, si hace sol y nos despertamos animadas, iremos. Aunque sea daremos un paseo por la playa. – Me promete. – Ahora cuéntame, ¿Qué te ha parecido el viaje?
Jess: Raro. – Le respondo con sinceridad. – No he salido de la urbanización en dos semanas y, aunque no tuviera ganas de ir, tal vez hubiera estado bien que hiciésemos algo más de turismo para conocer el lugar, porque no sé dónde hemos estado.
Ana: Te he guardado los billetes de avión, te los daré el día que dejes el St. Clare’s. – Me promete y recuerda. – No te los doy antes porque, como te dije, es mejor que no hables más de la cuenta sobre esto.
Jess: ¿Tan secreto es? – Pregunto intrigada.
Ana: No es secreto. – Me responde. – Como sabes, hemos llamado todos los días y siempre han sabido dónde estábamos, pero hay cuestiones de las que es mejor que vosotras, las chicas del St. Clare’s, no os enteréis antes de tiempo. – Justifica.
Jess: Tan solo aclárame una cosa. – Le pido, aunque no esté segura de que me responda con sinceridad. – ¿Has ido a hablar con Daddy? – Le pregunto.
Ana: No, tranquila, no he hablado con nadie que conozcas. – Me responde, aunque no sé si creerle. – Te aseguro que tampoco te has cruzado con él y que este viaje no ha sido para que le conocieras. – Aclara. – Hemos ido porque tenía que hacer unas gestiones por parte del St. Clare’s. No me pidas que te dé más detalles porque sabes que no lo haré.
Jess: Entonces ¿Por qué he tenido la sensación de que Daddy estaba cerca? – Le pregunto y confieso porque es algo que no le he comentado hasta ahora. – Me ha dado la sensación de que ha faltado poco para que me dejases allí. – Le comento mis impresiones.
Ana: Eso es fácil de explicar. – Me responde con tranquilidad. – Tienes tantas ganas de conocerle que todo lo que suponga un alejamiento del St. Clare’s en tu cabeza implica acercarte a él. – Argumenta. – Confía en mí, ese encuentro no hubiera sido posible en esta ocasión.
Jess: Dime, al menos, si hemos estado muy cerca de Toledo. – Le ruego.
Ana: Hemos estado lejos del St. Clare’s. – Me contesta. – Será mejor que lo olvides y no te calientes la cabeza con suposiciones que no tienen ningún sentido. – Me aconseja. – Sabes que no te mentiría, aunque sospecho que después de este viaje, pensarás que tampoco te cuento toda la verdad.
Jess: He creído que me llevarías con él. – Le confieso. – Pusiste tanto empeño en que fuera contigo, que he llegado a pensar que lo de las obras en el St. Clare’s no era más que una excusa, que por aquí las únicas que se han movido han sido las cucarachas.
Ana: Como te he dicho en muchas ocasiones y ya sabes, las responsabilidades y obligaciones que el St. Clare’s tiene contigo no incluyen que busquemos a Daddy, aunque lo hagamos. – Me explica. – Nuestro deber es que garanticemos tu bienestar y educación. Te irás con Daddy el día que te reclame y se demuestre que es tu padre, que estarás mejor con él que aquí. De momento no se dan esas circunstancias y es mejor que tengas un poco de paciencia.
Jess: ¿Por eso no me traslado al Matignon High, porque piensas que allí estaré peor?
Ana: Tu caso es un poco especial, como tú también lo eres. – Me dice. – Eres una chica normal como lo son Jodie y Brittany. En principio no hay razón para que no te vayas con ellas, pero nos preocupan tus reacciones y la obsesión que tienes con el St. Clare’s.
Jess: Es aquí donde Daddy me encontrará cuando venga a por mí. – Argumento como siempre.
Ana: ¡Contra tu testarudez aún no se conoce el remedio! – Me contesta.
Jess: Mi madre me abandonó en el hospital y no sé si Daddy sabe que me acogisteis aquí. – Le digo preocupada. – Si pregunta en el hospital y le mandan aquí, tal vez se canse y piense que le tomáis el pelo.
Ana: Tranquila, que de momento te quedas. – Me contesta. – Pero ya conoces las condiciones, tienes que aprender español, aunque no quieras. – Me advierte. – Como no te lo tomes en serio, el verano que viene te trasladas al Matignon High School, en Cambridge, al lado Tufts University, donde se supone que quieres estudiar dentro de cuatro años.
Jess: Únicamente un curso de Spanish. Si apruebo, me quedo hasta la graduación. – Recalco, porque eso es lo acordado.
Ana: Será mejor que te lo tomes en serio y apruebes. – Me contesta con intención. – Los administradores no serán siempre tan benévolos contigo. – Me advierte. – Como haya un suspenso o no demuestres un poco de interés, te agarro de las orejas y te llevo en persona al Matignon High. – Me amenaza.
Jess: Pero, si apruebo Spanish I, me quedo ¿Verdad? – Le pregunto con toda inocencia.
Ana: Aprueba todas las asignaturas y cuanto más alta sea tu puntuación, más fácil será que no te manden al Matignon High antes de tiempo. – Me recomienda.
Jess: Pero, si apruebo Spanish I, me quedo ¿Verdad? – Le pregunto.
Ana: Sí, si apruebas, te quedas. – Me confirma. – Espero que ya hayas empezado a mirarte el libro y te lo hayas aprendido de memoria, porque me conozco tus manías y temo que no lo harás hasta la víspera del examen de final de curso.
Jess: Ya lo haré. – Le digo y así le confirmo que aún no he empezado.
Ana: Te dejo para que deshagas la maleta. – Me dice. – No te interrumpo más. – Asegura. – Si me necesitas, solamente tienes que llamar. Estaremos solas todo el mes. – Me indica. – Si tienes hambre, baja a la cocina. Si te acuestas, no hace falta que me avises.
Jess: Escribiré un poco más. Cuando me canse, me tomaré un zumo y me acostaré. – Le indico. – Estoy cansada, pero no quiero que se me olvide nada.
Ana: Si lo habitual es que te acuestes a las nueve, no importa si hoy lo haces un poco antes. – Me indica.
Jess: Hasta mañana entonces. – Le digo.
Ana: Sí, si no me necesitas, nos vemos por la mañana. – Me contesta.
Tan solo ha sido una visita de control. Se ha asegurado que todo está bien y no tengo ningún problema, que no pasa nada, si se desentiende de mí. Entiendo que compruebe que no he ideado ningún plan de fuga para esta tarde, por si esa fuera la razón de mi prisa en volver, pero lo cierto es que mi urgencia se debía a que esperaba que hubiera alguna noticia de Daddy, pero no ha habido ninguna novedad en ese sentido durante nuestra ausencia. No ha habido carta de Daddy, salvo que los albañiles se la hayan llevado, pero no lo creo, no me parece que tuviera ningún interés para ellos, se han limitado a hacer su trabajo, reformas en uno de los baños, para lo cual ha habido que cerrar la llave de paso y cortar la luz, de modo que, si nos hubiésemos quedado, habríamos estado en unas condiciones poco apropiadas. Así, como Ana dice, hemos tenido una excusa para salir de la rutina y conocer otros lugares del mundo, aunque en mi caso, lo haya visto desde una cierta distancia porque no me he entusiasmado con la idea ni he tenido tantas oportunidades. Quizá, si Ana me hubiera animado, habría salido más de la casa, pero el panorama no era muy alentador, porque únicamente se divisaba campo a lo lejos, al menos por la ventana desde la que observaba y por la orientación de la puerta de salida de la parcela.
07:30 PM. My Bedroom
Time: 07:00 PM Ha habido algo que ha pasado estos días que no he comentado con Ana y que como todo lo que sucede con Daddy tampoco es posible que se confirme o desmienta, pero tengo la impresión de que hemos estado cerca de Toledo, en España. Lo sabría con certeza, si me hubiera fijado en las señales de la carretera, si hubiera estado más pendiente de los carteles y hablado con la gente, pero ahora comprendo que he sido una estúpida o que Ana ha sido lo bastante astuta como para que no les prestara tanta atención a los detalles. Lo cierto es que no sé nada respecto a Toledo, no sé si es un pueblo, una ciudad o un barrio, ni si se encuentra en el centro del país o en la costa. La cuestión es que me parece que Ana me ha llevado con ella porque pretendía que Daddy y yo nos conociéramos, pero, como me dijo esta mañana para justificar que sus gestiones no hayan tenido el éxito que pretendía, allí también está la gente de vacaciones en esta época del año y no ha conseguido contactar con Daddy de ninguna manera porque éste no ha dejado una dirección de contacto. Como he estado atrapada en casa de sus amigos, no ha habido posibilidad de que me escapase ni intentara localizar a Daddy por mi cuenta, que hubiera sido mi primer impulso, si hubiera sospechado que era eso lo que hacíamos allí. Sin embargo, he estado rodeada de campo, en una urbanización que no dispone de una línea de bus que le comunique con la ciudad o población más próxima. Lo único interesante para mí ha sido la piscina y que a veces tenía oportunidad de escuchar conversaciones ajenas, pero, como no conocía el idioma, me daba igual lo que dijeran porque no me enteraba de nada. Esos chicos y esas chicas tampoco se mostraban muy interesados en que participase de su conversación. Esto es, si hubiera estado a menos de una milla de distancia de Toledo, me hubiera dado lo mismo porque no tenía manera de ir, ya que nadie me hubiera llevado. Los amigos de Ana no tienen hijos y en realidad, me he pasado sola casi todo el tiempo porque ellos se marchaban a atender esas misteriosas gestiones. Lo que no le he contado a Ana y tampoco tengo manera de confirmar, mientras no esté segura de dónde hemos pasado estas dos semanas, es que mientras que Ana buscaba a Daddy por donde fuera, éste ha pasado por delante de la entrada de la parcela cuando yo estaba en el jardín. Sé que es una suposición un tanto pretenciosa y sin mucha lógica, pero, si me tengo que fiar de mi instinto para ser capaz de reconocerle cuando venga a por mí, me quedan muchas dudas al respecto o quizá demasiadas como para que me muestre tan segura de lo que he presentido, aunque no tenga modo de confirmarlo, porque no me considero una chica tan osada ni atrevida, aparte que siempre me han recomendado que no hable con extraños. Lo cierto es que en apariencia no hubo nada que me llevase a la suposición de que Daddy estuviera allí, ni tampoco me encontraba en la parte delantera de la casa porque hubiera sentido el impulso, tan solo estaba allí como hubiera estado sobre el césped de la piscina, por lo que creo que la elección de esa casa para pasar esas dos semanas no fue al azar ni a la hospitalidad de los amigos de Ana. Lo único que vi fue a un chico mayor que yo que pasó por delante de la puerta, que paseaba por la calle en compañía de su perro, lo que, en realidad, no tenía nada de particular. De hecho, tampoco noté en ese chico nada especial. Tal vez mi impresión se deba a que me llamó la atención que pasara por allí, como si estuviera el paso restringido, cuando lo cierto es que se trataba de una calle abierta, como cualquiera de Medford o de cualquier otro sitio, con la particularidad de que a un lado están las parcelas y al otro solamente hay campo abierto. Si este chico tan solo pretendía que su perro fuera por donde no molestase, entiendo que aquella fuese su mejor elección, aunque los ladridos de los perros alterasen el silencio y la tranquilidad que había reinado hasta entonces, de modo que era difícil que pasara inadvertido. No nos dijimos nada, ni siquiera sé si se percató de mi presencia porque no se asomaba a ver las parcelas, iba por la otra acera, pero el caso es que yo sí me fijé en él y ello me causó una sensación extraña y de manera irremediable pensé en Daddy. Fue el instinto, la necesidad de encontrarme con mi padre, ya que el chico como tal no resultaba atractivo, aparte que era evidente que era algo mayor que yo, aunque vistiera de manera informal, con ropa de salir al campo a pasear al perro. Lo único que me ayudaría y confirmaría que se trataba de Daddy es que Ana me dijera que el viaje lo hemos hecho a Toledo, lo demás sería por simple deducción, porque, si Ana ha descubierto dónde vive y cuando ha ido a su casa no le ha encontrado, cabe la posibilidad de que Daddy tenga una casa de verano, tal vez en aquella urbanización o alguna próxima, si es que la hubiera, porque es un detalle por el que no me he preocupado en estas dos semanas que he estado allí. Bastante agobiada y acobardada me sentía ya con lo que abarcaba mi vista. Lo que es seguro es que no coincidimos ni una sola vez en la piscina. Incluso es probable que ese chico estuviera por allí de paseo y después regresase a la ciudad, lo que llevaría a pensar que tiene coche y una cierta posición económica, porque me pareció un chico joven, como un universitario de los de Tufts, aunque el perro me pareció demasiado grande y no tenía aspecto de que viviera en un piso. Supongo que, si mis suposiciones son ciertas, he tenido más suerte que Ana porque sin necesidad de buscarle, me encontré con Daddy, incluso es posible que, si se trataba de él y sabe de mi existencia, que me encontraba allí, utilizase el paseo con su perro para acercarse y verme, sin que yo me diera cuenta. Si era Daddy y me buscaba confío en haberle causado una buena impresión, aunque si hubiera sabido que pasaría por allí, tal vez me hubiera situado donde me viera mejor. No sé, supongo que solamente son divagaciones de una adolescente desesperada por reunirse con su padre y a quien confunde con cualquiera que tenga dos pies, se mueva y no sea una mujer. Si algún día me reúno con él y volvemos a esa calle, le preguntaré si era él quien pasaba y si se fijó en mí. Entonces le confesaré que le reconocí y que hubiera querido decirle algo, pero las chicas prudentes no hablan con desconocidos. Le hubiera causado muy mala impresión y eso no está bien. En cualquier caso, me quedaré con la duda porque no creo que Ana se fíe tanto de mí la próxima vez, aparte que aún considero que el St. Clare’s es mi hogar y que tan solo me iré de aquí cuando Daddy venga a recogerme.
08:00 PM. Kitchen
Como ninguna de las dos es capaz de dormir, lo mejor es que sigamos con este día como si fuera normal y a estas horas ambas tenemos hambre, de modo que coincidamos en la cocina, sentadas a la mesa, no tiene nada de particular. De hecho, tengo la impresión de que Ana agradece la compañía, mis ganas de hablar y más ahora que estamos solas y no hay orejas ajenas que se metan en nuestras conversaciones. No le voy a mentir si me pregunta por sus amigos. He estado bien, pero me ha faltado esta complicidad y privacidad en nuestras conversaciones, aunque Ana aprovechase alguno de esos paseos o mis largas estancias en la piscina, pero allí yo no me sentía lo bastante relajada. Estaba rodeado de extraños y no parecía el momento ni el lugar para hablar de cuestiones personales.
Ana: ¿Mantenemos nuestro acuerdo del verano pasado? – Me propone. – Cuanto más tiempo dediques a la lectura de textos en español, más tiempo pasaremos en Carson Beach. La única observación que haré este año, dado que para el curso que viene no te libras de la asignatura, es que la negativa supone que la cuenta del tiempo se ponga a cero.
Jess: Tan solo leeré ¿verdad? – Le pregunto porque quiero que eso quede claro.
Ana: El texto que más rabia te dé y durante todo el tiempo que consideres. – Me responde. – Pero, si algún día te pido que leas y no lo haces, pondremos el contador a cero y me da igual que lleves acumuladas doce horas o veinticuatro.
Jess: ¿Tú me hablarás siempre en español? – Pregunto con cierto malestar por la expectativa.
Ana: A partir de mañana. – Me contesta. – No te obligaré a que me contestes ni tan siquiera a que me des conversación, si no te apetece. Me conformaré con escucharte mientras lees, que ya sé que te supone un gran esfuerzo.
Jess: El verano pasado la lectura no era obligatoria, pero lo aceptaré, si no me queda otro remedio. – Le digo resignada. – No quiero que te enfades conmigo ni me mandes a Matignon High. – Justifico.
Ana: Haz méritos durante estos meses porque nadie sabe qué pasará contigo cuando acabes el curso. – Me recomienda. – ¡Cómo no apruebes todo, no seré yo quien impida ese traslado! – Me advierte. – Estás en el punto de mira de mucha gente y yo no tengo tanta influencia como supones.
Jess: Haré lo que pueda, pero eso de la asignatura de Spanish me costará bastante. – Le digo para que no espere que me esfuerce más de lo indispensable.
Ana: Esfuérzate lo que puedas y un poco más. – Me recomienda. – Yo sé que, si quieres, conseguirás buenas notas, pero me conformaré con que apruebes y seas consciente de que esa es la calificación que te mereces y no otra. – Me indica. – No pienses que vas con retraso porque la clase será de nivel standard para todos.
Me da la impresión de que después del viaje, una vez que hemos regresado al St. Clare’s y se siente más descansada, se ha puesto seria y no admite ningún tipo de discusión conmigo. Por lo cual más me vale que tenga presente sus recomendaciones porque sé que mi continuidad en el St. Clare’s se debe a sus gestiones y no tanto a mi suerte. Si ella no me hubiera apoyado, de poco habrían servido mis rabietas. En principio me esperaban en Matignon High, salvo que hubiera encontrado una familia que me acogiera, ese hubiera sido mi destino y hogar para los próximos años. Sin embargo, por el momento me quedo un año en el St. Clare’s, condicionada por el resultado de mis notas, pero esto es mejor que nada y se mantiene la posibilidad de que Daddy venga a por mí. Mi confianza está en que cada año que pasa los dos somos un año más mayor y hay menos razones por las cuales se impida que estemos juntos. Cada vez soy menos niña, más independiente y Daddy me considerará una menor carga y responsabilidad en su vida, aunque entiendo que quizá no estoy en mi mejor época porque Ana se queja mucho de que se nota demasiado que soy una adolescente, que tengo la confusión propia de mi edad y lo peor es que a ella le toca sufrirlo otro año más.
Ana: Come que esta comida ya la conoces y no le he puesto nada raro. – Me dice porque me ve parada y pensativa. – Un día de estos dejaré que cocines tú y así veré cómo te apañas. – Me propone.
Jess: ¿Estaremos solas todo el verano? – Le pregunto intrigada. – Hasta ahora ningún año el St. Clare’s ha cerrado en estas fechas, pero con los cambios que hay estoy un tanto confundida con ese tema.
Ana: Monica volverá de sus vacaciones cualquier día. – Me indica. – Tenemos que hacer las gestiones y trámites para el próximo curso. – Me explica. – Como sabes el St. Clare’s siempre está abierto por si viniera alguna chica nueva.
Jess: Todos los años las hay. – Le digo porque eso no es ninguna novedad.
Ana: Nos gustaría acoger a todas las que acuden a nuestra puerta, pero la casa tiene una capacidad limitada, pero, si no se quedan aquí, ya nos ocupamos de buscarles algún otro sitio.
Jess: Supongo que no esperáis que vengan muchas, si yo me quedo. – Constato.
Ana: Tu caso es excepcional, pero tampoco ha habido que hacer mucho. – Me contesta. – La habitación que ocupas ahora ha estado libre algunos años y ya casi no se contaba con ella.
Jess: Cuando Daddy venga a por mí, se quedará a disposición de quien la necesite. – Le indico esperanzada en que pronto se cumpla mi mayor anhelo.
Ana: Por eso no te preocupes. – Me contesta. – Lo que importa es que no desaproveches la oportunidad que se te ha dado. – Me recomienda. – Todos sabemos que tu estancia aquí depende de la decisión que tome tu padre sobre ti, pero como se haga de rogar mucho, la paciencia de alguno se agotará y tendrás que irte del St. Clare’s, aunque no quieras.
Jess: Seguro que Daddy viene antes o conseguimos noticias. – Le digo.
Que Ana reconozca con esa seguridad que mi estancia en el St. Clare’s está condicionada a las noticias que lleguen de Daddy me resulta un tanto llamativo, esta vez no lo ha dicho como si me diera la razón o evitara quitarme esas ilusiones, sino, más bien, como si creyera que es cierto. Siempre he pensado que esa es la única razón por la que ni siquiera se ha formalizado ninguna adopción, aunque posibilidades no han faltado, sin que mis escapadas y rebeldías fueran motivo suficiente para que esas familias o parejas se lo pensaran mejor y optaran por otra de las chicas o cambiaran de parecer sobre la adopción. Ya tengo catorce años y me doy más cuenta de estas cuestiones, a pesar de que todavía haya sobre las que no se me cuente toda la verdad porque no lo consideran conveniente. Yo no descarto que de algún modo hayan logrado contactar con Daddy y puesto al corriente de mi situación, de manera que sea éste quien tome todas las decisiones sobre mí. Si me alejan del St. Clare’s se me perderá la pista o habrá más intermediarios, pero, si me quedo, basta con que llame al St. Clare’s para que Ana o Monica le informen de todo. Sospecho que quizá antes de que termine el curso incluso yo tenga alguna noticia de Daddy y suponga el fin de esta pesadilla.
Ana: ¿Me cuentas algo del viaje? – Me pregunta. – Ha sido tu primera salida en serio y supongo que habrá sido toda una experiencia, un país distinto, un idioma y un paisaje diferente. – Me dice. – Ya sé que te has sentido un poco encerrada o atrapada en casa de esos amigos, pero para mí no era un viaje de placer, sino de trabajo.
Jess: Ya te he dicho antes que me he pasado el día de la casa a la piscina y de la piscina a la casa. – Le contesto sin mucho entusiasmo. – Pendiente de que regresaras para que llamásemos y preguntáramos si había noticias de Daddy.
Ana: Sí, ¡ya me has dicho y he visto que fuiste la chica más alegre del mundo! – Replica con sarcasmo. – Te agradezco que no haya aflorado tu afán por escaparte ni por explorar, pero no hubiera estado mal que hubieras sido un poco osada y puesto un pie en la calle sin que nadie te dijera nada. No había dónde ir, pero hubieras visto mejor el paisaje. – Me indica. – Por mi parte, mientras no te hubieras perdido y estado en el chalé a la hora de las comidas, no me habría importado que fueras un poco más osada.
Jess: No me apetecía. – Le respondo. – No hablaba el idioma, no conocía a nadie, ni el lugar y lo más probable es que me hubiera perdido. – Justifico. – ¿Tú no me cuentas con quién has hablado? – Le pregunto por si rompe su silencio al respecto.
Ana: No era como tal un asunto del St. Clare’s, aunque sí relacionado de algún modo con vosotras. – Me aclara. – Sabes que no te contaré detalles, pero también que no tengo contigo más secretos que los necesarios.
Jess: ¡Venga! Dime al menos si hemos estado cerca de Daddy. – Le ruego, aunque me conozco la evasiva con la que me responderá.
Ana: Lo dejo a tu imaginación. – Me contesta. – Para ti todo lo que supongan más de dos pasos fuera del St. Clare’s es un acercamiento a Daddy, pero después no quieres que tus ilusiones se evaporen. – Justifica. – Si quieres información sobre Daddy, aprovecha la asignatura de Spanish. – Me recomienda.
Jess: ¡No creo que el profesor me aclaré si Daddy es o no mi padre! – Replico porque no tengo otra justificación para mi poco entusiasmo por esa idea.
Ana: De todas maneras, no pierdas el tiempo y cuando comience el curso estudia y aprueba esa asignatura. – Me aconseja. – No lo dejes todo para cuando Daddy venga a por ti, porque no sabes cuándo será eso.
Jess: Pero vendrá ¿no? – Le pregunto porque intuyo que sabe la respuesta.
Ana: No me pidas que te mienta sobre esa cuestión porque me comprometí que sería sincera contigo. – Me responde sin que haya una respuesta clara a mi pregunta.
Si no me lo desmiente de manera categórica, supongo que no hay motivos para que sea demasiado pesimista al respecto ni en el supuesto de que de verdad hayamos estado en Toledo y ella haya tenido ocasión de hablar con él. Sé que Ana jamás me mentiría en ese asunto y supongo que su empeño porque este curso estudie Spanish no tiene otra justificación, que Daddy ya sabe de mi existencia, pero sus circunstancias no son las idóneas para que me vaya a vivir con él. Tal vez el próximo verano, por eso he de aprender su idioma, porque Ana confía en que para entonces ya pueda ir. No quiero crearme falsas ilusiones, pero si Ana ha demostrado tanto empeño en que descubriera por mí misma donde hemos estado entiendo que ha sido para que descubriera la sorpresa, pero tonta de mí que no le haya seguido el juego y por eso me quedo como estaba. De todos modos, quiero ser prudente y no entusiasmarme demasiado con esa posibilidad. Quizá tan solo se trate de alguno de sus trucos, que considere que una pequeña mentira me hará reaccionar y al final todo sea por mi bien, aunque no obtenga lo que yo quiero. La cuestión es que no sé dónde hemos ido y tan solo tengo sospechas para divagar y no llegar a ninguna conclusión, porque no tengo nada que me lo confirme ni lo desmienta. Desaproveché la única oportunidad seria cuando no quise llevarme nada de aquella tienda, al igual que me mostré indiferente con los libros que había en el chalé y que entiendo podría haber cogido sin que nadie me lo recriminase, pero estaban escritos en español.