El dulce sabor de…..

20 de abril de 2003

Tras la Vigilia quien adquiere el protagonismo es Manuel, más que Ana, porque, en cierto modo, ella se escapa. Las amigas la secuestran porque han de preparar el chocolate, tarea de la que ella está exenta, pero no le dan opción. De hecho, por cómo se comporta ella tras ese «podéis ir en paz», parece que para ha llegado el momento de que ese «Luego hablamos» sea justo en ese momento, una primera oración compartida con su amado, a quien siente un poco distante. Busca a Manuel con la mirada, le invita a acercarse, a lo cual éste no reacciona; se siente embutido en la felicidad de la Resurrección.

Quienes responden a esas miradas, a ese nerviosismo, son todos los demás. Ana se comporta de manera extraña, inquieta. Se acentúa su inquietud de las horas previas, por lo cual las amigas se deciden a intervenir, sacarla de allí y preguntarle. ¡Qué mejor excusa que preparar el chocolate que aprovechen esos diez o quince minutos en que van a poder estar solas para compartir confidencias de amigas! Se llevan a Ana de la iglesia para distanciarla de Manuel.

¡Pobre Manuel, sin hacer nada, le cae una carga de críticas que esta vez no se merece! Las amigas de Ana no se reprimen a la hora de dar su parecer sobre lo sucedido aquella tarde. La razón del extraño modo de actuar de Ana tan solo puede tener dos causas o causantes, Manuel o Carlos, la manera un tanto alocada de actuar de uno o la inexplicable visita del otro. Sobre lo referente a Carlos, Ana no se reprime a la hora de admitir su inquietud por la conversación, aunque no hubiera motivo para esperar nada raro, la vida sentimental al Carlos está bien asentada y no cabe la posibilidad de que vuelva a renacer esa historia de amor entre ellos. ¿Qué decir de Manuel? Todos han sido testigos de sus tonterías y torpezas.

Entonces Si Ana tiene las ideas tan clara con respecto a Carlos, ¿de quién está enamorada? Como suele decirse, sus amigas las conocen casi como si fueran su madre, tal vez mejor. ¡No, a tus amigas no las puedes engañar! ¡Tú estás enamorada! De Manuel no puede ser. Venga, cuenta, ¿Quién es el afortunado? ¿Quién te provoca esas mariposas en el estómago? Se te nota en la mirada, tienes un brillo distinto en la mirada. ¡La Vigilia te ha cambiado el corazón!

Pero Ana no suelta prenda. Lo único que le pide a sus amigas es que le concedan un poco de libertad, que no se entrometan cuando Manuel se acerque a felicitarle la Pascua. Tan solo les pide a sus amigas que le concedan dos segundos. Es la Resurrección y esa felicitación, ese saludo, ha de ser con todo el mundo sin excepción. Ya se teme que, en cuanto éste asome la nariz por la puerta, todas las miradas se van a fijar en él, se esperan que haga una de sus tonterías. ¡Qué diferente va a ser el recibimiento a Carlos!

Y en cuanto Manuel aparece por la puerta, como ese «luego» tiene que ser ya, Ana corre a su encuentro.

me faltó tiempo para correr a su encuentro, esperando que en medio de la confusión por las felicitaciones de la Pascua los dos segundos de margen fueran dos minutos.

Ana, 20 de abril

Y sin mediar palabra, más que un cruce de miradas, ese momento de complicidad de enamorados, Ana no se reprime a la hora de darle un beso en la mejilla. Ana tiene prisa porque Carlos esta a punto de llegar, y presiente la desconfianza de los demás. Sin embargo, quiere tener la certeza de que Manuel ha entendido su juego y, sobre todo, que le corresponde, dado que ella le ha confesado sus sentimientos, porque es lo que ha percibido de él, pero ahora necesita que se lo confirme. En vez de hablar, Manuel siente el impulso y toma la iniciativa de responderle no con uno, sino con dos besos en la mejilla. Cuatro, si le dejan. De modo que ue se pone en evidencia, sin percatarse de que todo el mundo les observa, Por lo cual, antes de que puedan decirse nada, apartan a Ana de su lado. ¡Tan solo un «Feliz Domingo de Resurrección» y un beso de cortesía, si ella te lo consiente! ¡Sólo uno, no uno de tras de otro sin parar! ¡No te pases de listo!

Otro detalle de cariño se produce con el reparto del chocolate, donde Ana se permite tener con Manuel esa complicidad de pareja, de manera que escapan al control al que parecen someterles todos para que Manuel se comporte. Lo del Emaús ya ha pasado y es mejor que se centré en la realidad más que en sus ensoñaciones románticas. Comparten esa taza de chocolate, lo que, en cierto modo, es la manera en que Ana le corresponde a sus besos y demostraciones de cariño. Todo lo tuyo empieza a ser mío, de los dos, ese compartir no se va a quedar tan solo con palabras. Por primera vez, de un modo un tanto sutil, de manera indirecta, sus labios se van a poder juntar. El primer beso de verdad tardará algo más en llegar.

Y quien llega es Carlos, recibido con entusiasmos por todo el mundo, porque la mayoría son de su misma ciudad y, dentro de lo que cabe, esté tiene asumido esa faceta de liderazgo. Sin embargo, la atención de éste se centra en Ana. Ha venido a hablar con ella y ni el reparto del chocolate ni nada se lo va a impedir. Por lo cual, en cuanto ésta se siente liberada de esas tarea, los dos abandonan el comedor y desaparecen en plena noche. No se van muy lejos, pero sí lo suficiente como para que nadie les moleste. Tienen que hablar en privado. Allí se queda Manuel un tanto contrariado sin saber muy bien lo que ocurre, confiado en que una vez se hubiera terminado el reparto de chocolate y la tensión se hubiera rebajado, acapararía toda la atención de Ana, pero ésta se marcha con Carlos casi sin despedirse.

Aquel no era el fin de fiesta que me había imaginado ni esperaba.

Manuel, 20 de abril, fiesta tras la Vigilia

Pero tranquilos, que aún queda todo el domingo, hasta que se marchen a casa. Aún necesitan convencer a todo el mundo de la fuerza de su historia de amor. Aún tiene que hacerlo público, pero no cada uno por su lado, sino los dos juntos. Sobre todo aún queda tiempo para esos momentos de complicidad y de cariño, de buscarse y encontrarse, de jugar al despiste, aunque, en realidad, no hay nada que esconder, porque Ana no puede ocultar el hecho de que está enamorada y Manuel se debate entre hacer el tonto por última vez y gritar a los cuatro vientos lo mucho que la quiere o reprimirse y esperar a que sea Ana quien le respalde para que le tomen en serio.

El domingo va a ser el día en que los amigos se empiecen a implicar en toda esta historia, al principio con cierta incredulidad, pero con la intriga de saber quién es el afortunado que ha conquistado el corazón de Ana, porque candidatos la verdad es que hay unos cuantos, pero Carlos ya está descartado porque tiene novia y Manuel, la verdad, es que, más que méritos para que se le tenga en consideración, los ha hecho para que se le excluya y más de uno lo haría sin dudarlo un instante. Ana tendrá que hablar porque quizá para mañana lunes sea tarde…..

Durante el domingo la gente va a querer saber quién es él y ¿Cómo es él?……

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