¿Cuándo es «luego»?

¡Qué larga se hace esta tarde de sábado! ¡Qué lento el correr del reloj cuando se tiene prisa! Ana ya le ha dicho a Manuel que le quiere, que tienen que hablar, pero no ahora, sino luego y ese «luego» parece que no llega nunca, pero se repite como una constante cada vez que ésta se acerca a él: «Te quiero, luego hablamos». Manuel, y nadie más que Manuel, escucha esas palabras en sus oídos mientras que los demás se fijan y han dado cuenta que a Ana le sucede algo, está demasiado seria, poco habladora y, hasta cierto punto, algo distante con sus amigas. Lo peor de todo es que parece enfadada y que con total recochineo tortura a quien le ha fastidiado la Pascua con sus absurdas pretensiones románticas. Ana ¡que es todo corazón! se ha convertido en una chica vengativa y castigadora justo en el peor momento, en el peor día, en la noche menos indicada, cuando debería primar el amor, la fraternidad, el perdón, el llevarse bien unos con otros y dejar a un lado, o mejor en el olvido, esas pequeñas discrepancias. Si Manuel ya ha colmado su paciencia, mejor que le ignore antes que torturarle de esa manera tan drástica, dado que el pobre ya no sabe dónde meterse para escapar de ella.

Primero se fue al alojamiento de los chicos impulsado por la brisa más suave como si fuera un tornado que en ese momento hubiera cruzado el pueblo justo por delante del alojamiento de las chicas. Tu eres mi príncipe azul, para él fue el sábado a media tarde, para nosotros, para los seguidores del este blog, el lunes 14 de junio con la publicación de esa secuencia de la novela. Las chicas estaban asomadas a la ventana y lo han visto. Ana le ha dicho algo al oído y ha entrado en la casa con una expresión seria en el rostro, como asustada, como si no se terminase de creer lo que acababa de pasar. Versión de Ana. ¡Si es que después de lo que ha pasado con lo del Emaús lo menos que Manuel se merece es que Ana le cante las cuarenta! ¡Ya está bien de tanta tontería! ¡Bien por Ana! ¡A ver si Manuel se empieza a comportar con un poco más de sentido común! ¡Vaya mal trago le ha hecho pasar a Ana! Normal, es que ya la tenía harta hasta el último pelo y lo del «Emaús» ha sido el remate. Además, ¿Te has enterado? Durante el Emaús hicieron un intercambio de pareja y al final se dieron el paseo juntos. ¡Lo que le faltaba a Ana! ¡Es que no la deja tranquila ni un segundo! ¡Si te han escogido como acompañante para el Emaús y no te gusta, te aguantas. ¡No echas a correr para alcanzar a la pareja que va delante! Lo mínimo es que al llegar al pueblo, cuando Ana se ha encontrado con el apoyo de las amigas, le cantara las cuarenta, pero no quisiera montar un escándalo. Es que Ana es muy discreta. Además estamos en Pascua.

Después Manuel ha cenado con mil ojos puestos sobre él, que como se le ocurriera moverse le linchaban allí mismo Y ahora dime que me quieres. Es que ya es mala suerte, la última cena de la pascua y a Ana le toca sentarse junto a Manuel, lo que éste ha intentado día tras día casi como una obsesión y que por fin ha conseguido, porque Ana no ha querido que por su causa se estropease la felicidad de los demás. Versión de Ana. – publicado el 15 de junio. – Si la cena de esa noche es por parejas, una continuación del Emaús, y dado que a ella el chico que escogió le ha dejado plantada, porque prefiere cenar con su novia, si no queda otro remedio, se resignará y cenará con Manuel. Pero ¿has visto cómo le ha susurrado al oído? Sí, mejor que no se haga muchas ilusiones. Esto de cenar por parejas, de que cenen juntos, no es por él. Ana tiene un corazón de oro ¡Así de grande! Además, esta vez tiene el respaldo de todo el mundo, no sólo de sus amigas, por lo cual más vale que Manuel se lo piense antes de respirar porque no sale vivo del comedor. ¡Qué se limite a comer, a atender las necesidades de su mesa, y se olvide que de Ana está sentada a su lado y no le quita el ojo de encima! ¡Qué manera de comer de Ana! ¿Te has dado cuenta? No ha hablado con nadie y casi se ha ido sin cenar, porque ha dejado la mitad de su naranja en el plato de Manuel. ¡Normal que se le haya hecho un nudo en el estómago! ¡Qué mal trago!

Y hoy, esta noche que por fin es la Vigilia, que se termina el día, Ana es de las primeras en llegar a la iglesia porque su grupo es de los que ayudan en la ayudan en la liturgia Versión de Ana, puede disfrutar de un momento de tranquilidad, tiene una distracción para escapar de todo y centrarse en lo que de verdad importa esta noche. Ella que con tanto esmero ha preparado esa meditación y nos ha dicho que la Vigilia es como la antesala de una gran fiesta, como si fuera el día de su boda, que ha puesto toda su ilusión en esa noche. Ella es así, brilla con luz propia en los grandes momentos, es el bebé en el bautizo y la novia en la boda. Además, la noche del sábado es un momento para renacer, para cambiar el corazón.

¿Y quién le viene a fastidiar los preparativos? Versión de Manuel ¿Quién, si no? Ana le ve llegar, le siente llegar como ya hiciera el viernes por la mañana. La iglesia debía estar llena de llena de gente, ser el bullicio por los preparativos de la Vigilia. Sin embargo, en realidad, no hay nadie, tan solo están ellos dos. ¡Ha llegado el escandaloso! ¡Se ha abierto la puerta y ha entrado una bocanada de aire frío! Nadie parece percatarse de la entrada de Manuel. Tan solo Ana

me sentía como aquella iglesia, vacío por dentro, pero esperanzado ante los acontecimientos de aquella noche, 

Manuel, 19 de abril. entrada en la iglesia

A mí se me había escapado un “te quiero” que a los dos nos había dejado helados, porque la primera vez no fue premeditado y la segunda fue una reafirmación de lo dicho para no desmentirlo y reafirmarme en ello, aunque no sonase tan sincero ni natural.

Ana, 19 de abril entada de Manuel en la iglesia

Y dado que la Vigilia comienza en la calle, en torno a la hoguera, que la iglesia se ha de quedar vacía y a oscuras, y dado que para Ana allí no hay nadie más que Manuel, es a él a quien se dirige para indicarle que ha de salir. Pero no le dice que se salga, no le hace ninguna indicación en ese sentido, ni tan siquiera se muestra cauta con sus palabras. Porque, si no hay nadie, nadie va a ser testigo de ello; nadie más que Manuel la va a escuchar con la máxima atención, le repite y se reitera por tercera vez en las mismas palabras. Esta vez se lo dice a la cara, mirándole a los ojos, busca ese cruce de miradas, esa confirmación de que los dos hablan y se comunican con un mismo y único corazón. Esta vez la presencia, la opinión y el juicio de los demás no importan. Esta vez Ana tan solo quiere estar segura de que Manuel la ha entendido, «Te quiero, tonto, luego hablamos»

¿Cuándo es «luego»?

Es la Vigilia, termina el sábado, es la ultima noche de la pascua, Ana ya debería estar pensando en que Carlos está a punto de llegar, que tienen esa conversación pendiente para esa misma noche. Y Manuel las tres veces que la ha escuchado hablar se ha quedado en silencio, contrariado y aturdido. Va a ser cómo llega Carlos, como Ana se marcha para hablar con él en privado y, sobre todo, como ese «luego» parece que no llega nunca.

Habrá que esperar a saber que ocurre tras la Vigilia y, sobre todo, pensar que aún queda el domingo, hasta que se marche cada uno a su casa. Primero alguien habrá de creerse eso de que Ana está enamorada de Manuel, en el supuesto de que ésta tenga el atrevimiento de comentarlo con alguien. ¡Tú sueñas! Los amigos y las amigas de Ana están al tanto de la visita de Carlos y, aunque sabe que no es algo que les haya de inquietar, es lógico pensar que cuando Manuel se entere querrá recuperar el protagonismo perdido. ¿Se atreverá a cometer una nueva tontería?

Tan solo os aviso de que tras la Vigilia, tras celebrar en espíritu la Resurrección, hay una pequeña fiesta, se repartirá chocolate y, aunque en principio sea tan solo para los jóvenes de la pascua, no sé, vosotros acercaos por si acaso han pensado en invitaros. Tras la Vigilia el corazón tan solo entiende de generosidad y la celebración se puede alargar hasta que el cuerpo aguante, ha de dar tiempo a que Ana y Carlos hablen, aunque el despertador no vaya a tener compasión por la mañana porque les esperan en el otro pueblo. Sin embargo, hasta que se suban en los coches hay tiempo para alguna que otra sorpresa.

Manuel está deseando que ese «Luego» sea ya y cuando vea que Carlos anda por ahí, con esas confianzas con Ana, seguro que se mosquea. Pero seguro, seguro que los demás se esperan que Manuel no ha escarmentado lo suficiente y quiera dar la nota hasta el último momento. De algún modo a de reaccionar a esas palabras que Ana le ha susurrado al oído.

Ahora, si aún estáis en dentro de la iglesia y la Vigilia no ha empezado, haced caso a Ana y salid fuera, situaros en torno a la hoguera y tener preparadas las velas para encenderlas del cirio Pascual. Y cuando la ceremonia termine, si no sois gente del pueblo quedaros sentados hasta que os avisen, dad tiempo a que se caliente el chocolate y fijaos en lo que sucede a vuestro alrededor, tal vez Ana os eche una miradita para que os sentéis a su lado o tal vez sean las miradas de todos los demás las que os mantengan pegado el culo al banco, porque es mejor que nadie se mueva.

Versión de Ana,

Versión de Manuel

Pero ya sabéis, lo que vaya a pasar, luego os los cuento.

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