Doce uvas
Las doce uvas de la suerte es una tradición española que consiste en comerse una uva con cada campanada del reloj a la medianoche del 31 de diciembre para dar la bienvenida al Año Nuevo.

Las doce uvas datan de al menos 1895 pero se establecieron en 1909. Según una teoría, en diciembre de dicho año, algunos viticultores alicantinos popularizaron esta costumbre para vender mejor gran cantidad de uvas de una excelente cosecha. Según la tradición, comer las doce uvas conduce a un año de buena suerte y prosperidad. En algunas áreas, se cree que aleja a las brujas y el mal general, aunque esta «magia» es tratada como un legado antiguo, y en la actualidad se ve como una tradición cultural para dar la bienvenida al año nuevo.
Historia
El 2 de enero de 1894, El Siglo Futuro incluye un artículo del día anterior de El Imparcial titulado «Las uvas bienhechoras», en el que se habla de la costumbre «importada de Francia, pero ha adquirido entre nosotros carta de naturaleza». El mismo día, en El Correo Militar se podía leer: «La imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio á infinidad de familias, y todos á coro gritaron: ¡Un año más!».
En la Nochevieja de 1895 aparece una referencia escrita sobre las doce uvas, que simbolizaban los 12 meses del año, en esta fecha fue el Presidente del Consejo de Ministros quien despidió el año 1895 con uvas y champán.

La tradición de comer las uvas tiene un precedente: un bando municipal del alcalde de Madrid, José Abascal y Carredano, de diciembre de 1882, por el que se imponía una cuota de 1 duro (cinco pesetas) a todos los que quisieran salir a recibir a los Reyes Magos. Esta tradición servía para ridiculizar a algunos forasteros que llegaban esos días y a quienes se les hacía creer que había que ir a buscar a los Reyes Magos la madrugada del 5 de enero; se utilizaba, además, para beber y hacer cuanto ruido se quisiera. Con este bando José Abascal privó a los madrileños de la posibilidad de disfrutar de un día de fiesta en donde se permitiese casi todo. Esto, junto a la costumbre de las familias acomodadas de tomar uvas y champán en la cena de Nochevieja, provocó que un grupo de madrileños decidieran ironizar la costumbre burguesa, acudiendo a la Puerta del Sol a tomar las uvas al son de las campanadas. Estos son los antecedentes que dieron lugar a esta costumbre.
La prensa madrileña ya comentaba en enero de 1897.
La tradición marca tomar las doce uvas a los pies del reloj de la Puerta del Sol, pero esta tradición provocó tanto interés que ya en 1903 las uvas también se comían en Tenerife y poco a poco se fue ampliando al resto de España. La prensa de 1907 se queja de que esta tradición, supuestamente importada por los aristócratas de Francia o Alemania, se haya arraigado tanto en la sociedad y la clase más baja la haya adoptado cuando en sus primeros años se burlaba de esto. Esta tradición ya se conoce en toda España en 1903, aunque no será hasta años después que se extienda a todo el territorio nacional. La tradición, aunque documentada desde diciembre de 1897, algunos la retraen a 1880, pero sentando en diciembre de 1896.
Otra teoría, es que en 1909, los agricultores de Alicante, encontrándose en ese año con excedente de uva y con objeto de sacar al mercado la producción, lograron popularizar la costumbre y darle el impulso definitivo que, desde entonces, acabaría por convertirla en consolidada tradición.
