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Introducción
Seguimos dando vueltas por esta zona de la ciudad. Nos alejamos un poco del Alcázar para acercarnos al paseo de Cabestreros, pero no para volver a andar sobre el pasaje, sino a un nivel por encima, a la calle Carreras de San Sebastián. En este callejear sin rumbo fijo por esta zona de la ciudad, casi sin darnos cuenta, podemos aparecer por cualquier sitio, sin ningún orden. Estamos en Toledo, en el casco antiguo, de manera que no tiene que preocuparnos el hecho de que nos desorientemos, que nos perdamos, y por querer ubicarnos de nuevo, en vez de regresar al Alcázar, nuestros pasos nos llevan hasta la cornisa, hasta el río.

En la entrada anterior (El templo de los templarios), visitábamos la iglesia de San Miguel, nos adentrábamos en la Historia y sin salir de ésta nos acercamos a la iglesia de San Lucas, para aludir a otra de esas curiosidades de Toledo, porque tras o debajo de cada piedra siempre queda algo nuevo que descubrir, tal vez, a nosotros mismos. Nunca se sabe.
El rito mozárabe
Si algo tiene Toledo son iglesias y si hay algo que peculiar en esta ciudad es el rito mozárabe, que tiene en la iglesia de San Lucas uno de sus referentes, sin quitarle mérito ni relevancia a la Parroquia Mozárabe de Santa Eulalia. Pero en nuestro caminar por Toledo, hemos topado con la iglesia de San Lucas. Tal vez deberíamos haber callejeado más por los alrededores del convento de Santo Domingo el Antiguo, pero así ya tenemos un motivo más para volver.
Se da el nombre de “Rito Mozárabe” al rito utilizado generalmente en España y en lo que después fue Portugal desde los más antiguos tiempos de los que tenemos información hasta la parte final del siglo once y que aún sobrevive en la Capilla Mozárabe en la catedral de Toledo y en la Capilla de S. Salvador o Talavera, en la catedral vieja de Salamanca.
El nombre no es apropiado. Se originó en el hecho de que tras su abolición en la España cristiana, el rito siguió utilizándose por los cristianos que vivían en los dominios de los moros y que eran conocidos como Mozárabes, Muzárabes o, a veces, Mostárabes. No hay certeza de donde se deriva la palabra pero la mejor teoría parece: musta’rab, el participio de la décima forma del verbo ’araba significa un árabe naturalizado o uno que ha adoptado las costumbres o nacionalidad árabes, una persona arabizada. Otros, con menos probabilidad la hacen un compuesto latino o español mixto –arábigo. Los significados, que no difieren mucho, aplicados exclusivamente a las personas que usan el rito en su último período., y no al rito mismo, que no tiene signo alguna de influencia árabe. Los nombres Gótico, Toledano, Isidoriano también se han aplicado al rito – el primero se refiere a su desarrollo durante el tiempo del reino visigodo de España, el segundo a la ciudad metropolitana que era su principal centro y el tercero a la idea de que debía , si no su existencia, al menos una considerable revisión a S. Isidoro de Sevilla. Dom Ferotin (Liber Ordinum) prefiere Rito Visigótico.
aciprensa

La Iglesia de San Lucas
La Iglesia de San Lucas, se localiza en el Paseo de Cabestreros, aunque también tiene acceso por la Pza. de San Lucas.
La iglesia de San Lucas de Toledo situada frente al cerro del Bu, en la zona de la Cornisa, fue en su origen parroquia mozárabe. que tuvieron el privilegio de mantener este rito tras la Reconquista.
Construida en el siglo VII bajo influencia mudéjar, siendo reconstruido en estilo mozárabe siglos más tarde, en el XVI se le añadió la capilla de la Virgen de la Esperanza, estilo barroco
Desde los orígenes de la iglesia de San Lucas hasta la actualidad ha habido en Toledo guerras, cambios políticos y religiosos, diferentes reinados, cardenales, arzobispos y hasta muchos santos (reconocidos y anónimos) que han pasado por esta ciudad. Pero en esta iglesia que tantas veces ha caído y se ha vuelto a levantar.
Es citada en un poema atribuido a San Ildefonso, donde se dice que fue erigida en 641 por Evancio, hijo de Nicolás, que se casó con Blesila y que fueron los abuelos de San Ildefonso.
Su primera cita en documentos data de 1183, fecha en la que puede datarse su configuración actual, de estilo mudéjar.
Fue reformada ligeramente a principios del siglo XVII para construir la capilla de Nuestra Señora de la Esperanza y en siglos posteriores requirió de varias restauraciones.
Desde 1969 la Iglesia de San Lucas es filial de la Parroquia de las Santas Justa y Rufina y es sede de la Ilustre y Antiquísima Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes de Nuestra Señora de La Esperanza de San Lucas de la Imperial Ciudad de Toledo.
La iglesia de San Lucas parece adaptada de una mezquita anterior por la irregularidad en la disposición del muro sur y la asimetría de la inmediata nave de la epístola.
A una primera etapa constructiva, de finales del siglo XII, parece corresponder la estructura interior de las naves, que presentan arcos de herradura enmarcados por alfiz, con vanos en la parte superior, pilares de ladrillo, descantillados en forma ochavada, y techumbre de madera, en la nave central, que es una armadura a par y nudillo con decoración pintada en las tabicas, alternando motivos vegetales con escudos de un toro. A esa misma etapa constructiva corresponde el trazado de la cabecera, con testero, cuya tipología se acerca a la de los edificios mozárabes, con pilares que se prolongan hasta la entrada de la capilla mayor, en cortos muros con función de iconostasis, para separarla de las naves, y la torre, adosada a los pies de la nave del evangelio, que repite la estructura interior de machón cuadrado, rodeado por las escaleras de acceso al cuerpo de campanas. Finalizada esta primera edificación, la parroquia mantuvo el culto en los siglos siguientes.
La segunda fase constructiva corresponde a los primeros años del siglo XVII, momento en que se acometen unas obras para incorporar al edificio la capilla de la Virgen de la Esperanza. Esta incorporación obligó a modificar el lateral de la anterior iglesia mudéjar y, sobre todo, transformó el espacio interior al crear un nuevo eje transversal, que anula el longitudinal de las naves primitivas. La obra, de planta ligeramente rectangular, está dominada por el primer tramo cuadrado, cubierto por la cúpula, al que se incorpora el breve espacio del presbiterio. La construcción de la nueva capilla supuso la restauración de todo el edificio.
Gracias al interés personal del Arzobispo de Toledo, D. Braulio Rodríguez Plaza, que mostró desde su llegada a la ciudad por la rehabilitación de este templo para que se volviera a abrir al culto, el Arzobispado y el Consorcio de Toledo llegaban a un acuerdo para acometer el proyecto de rehabilitación de la Iglesia de San Lucas. El 13 octubre de 2014 y terminaron, la primera fase, el 26 de agosto del 2015, restaurando el templo y después del verano, se continuó con la segunda fase, se recuperó la zona ajardinada y terminaron el 20 de mayo del 2016 con un objetivo: recuperar el templo para reabrirlo al culto a finales de mayo de 2016.
La primera fase contemplaba la reparación de las cubiertas del edificio, y además se llevará a cabo la retirada de las instalaciones vistas en los parámetros exteriores de la iglesia; a la limpieza de los mismos; la retirada de falsos techos de escayola dañados o desprendidos por la acción del agua de lluvia que se ha filtrado al interior y de otros elementos, la recuperación del pavimento afectado, la limpieza, la reparación y sustitución de las carpinterías de madera de la iglesia y de la capilla de la Virgen de la Esperanza, así como la reubicación de las plazas de aparcamiento públicas en el exterior del edificio para alejar el estacionamiento de la iglesia.
La segunda fase consistió en la recuperación e iluminación de la zona ajardinada, restauración del amurallamiento y puertas del jardín, iluminación interior del templo.






Consta de tres naves formadas por cinco arcos de herradura, uno de medio punto y uno apuntado que apoyan sobre columnas de sección octogonal.




La nave central se cubre con una techumbre de par y nudillo y cerca de la cubierta se abren una serie de huecos cerrados con celosías.

Patio de la Iglesia
El espacio está compuesto de: sala de usos múltiples y jardín.
El espacio de usos múltiples y dependencias accesorias, aseos y cuarto técnico ocupa una posición central tras las columnas. Su fachada al jardín está constituida por puertas correderas que en posición de apertura transforman el edificio en un porche abierto al jardín. Dado el carácter claustral del jardín se ha proyectado un atrio-zaguán de 1.5 m de profundidad que filtra la luz y protege del sol al espacio central.
Se plantea un jardín frondoso siguiendo la tipología de los jardines de patio locales prácticamente desparecida. Se aprovecha el trazado y la pavimentación actual con las modificaciones que introduce una rampa peatonal desde la puerta Este.
Una trama de sendas de pavimento blando atraviesan los parterres. Una pérgola ligera adosada al muro Oeste recoge las sendas paralelas a la Iglesia. Los parterres se plantean como ámbitos independientes entrelazados por la trama de sendas.





Virgen de la Esperanza. Leyenda
Rainer María Rilke acudía semanalmente desde el Hotel Castilla a oír misa en esta iglesia mozárabe durante su larga estancia en Toledo en el invierno de 1912. Lo hacía atraído por la leyenda que narra que en este lugar se apareció la Virgen para cantar la Salve con unos ángeles venidos del cielo junto a ella. Cuenta la tradición que la Virgen de esta iglesia mozárabe era llamada «de la Esperanza» por el deseo de los mozárabes de que algún día Toledo volviese a manos cristianas. Sucedido esto en 1085, en agradecimiento, se siguió cantando cada sábado. Según la leyenda, Ana Romero -que era la devota que había mantenido y costeado la tradición- temió que su único descendiente, su sobrino Diego Hernández, no mantuviera la costumbre pues era persona licenciosa y con gran desapego por lo religioso. De este modo, Ana, en su lecho de muerte suplicó a la Virgen que recondujera a Diego y continuara con los cánticos sabatinos. Muerta la devota, Diego no prosiguió con la tradición de modo que la iglesia permaneció cerrada los sábados. Sin embargo, pronto corrió el rumor por la ciudad de que de la iglesia salían sonidos celestiales cada sábado pese a tener sus puertas cerradas. Cansado de la insistencia de su criado y recordando las súplicas de su tía, Diego fue de mala gana un sábado a poner fin a lo que él consideraba una superchería: se dirigió a la iglesia seguido por una muchedumbre de curiosos y, espada en mano, abrió bruscamente la puerta encontrándose, para su sorpresa, la imagen de cuatro ángeles que cantaban junto a la Virgen. Diego cayó de rodillas, avergonzado, y comenzó una vida piadosa dedicada a la beneficencia y también retomó el mantenimiento de la tradición, por lo que, desde entonces, fue conocido como Don Diego de la Salve.
No debían ser precisamente voces angelicales las que Rilke escuchara en 1912, pues el genial poeta escribió: «Si se pudiera hacer callar a estos gruesos salmodistas, oiría cantar la Salve a los ángeles; pero, aun así, siento intensamente cómo toda la música antigua resuena como el viento en el interior del mundo, soplando para sí misma, incluso si nosotros no estuviésemos aquí. ¡Y esto sí que es música!».
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