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Introducción
Seguimos con nuestro paseo por esta parte de la ciudad, con idea de que no haya un solo rincón de la ciudad sin recorrer, con idea de perdernos y encontrarnos a nosotros mismo, confirmar más con hecho que con palabras que los toledanos, al menos éste que escribe, conoce menos la ciudad de lo que en ocasiones presume. Que una vez te desvías dos pasos de los recorridos habituales, no sabes ni dónde estás, ni cómo has llegado hasta allí y mucho menos decir algo de interés de lo que te encuentras a tu paso.
Por que sí, lo reconozco sin tapujos, después de todo lo que he recorrido hasta ahora, de todo lo que creía saber de la ciudad, presuntuoso de mí, aseguro que, después de todo lo aprendido en estos días, aún me queda mucho por descubrir y, sobre todo, mucho por lo que me pueda sorprender. Porque en Toledo oyes campanas y no siempre son las de la catedral; levantas una piedra y no siempre hay debajo otra o nada. Por eso dicen que en Toledo es casi mejor no escarbar demasiado porque siempre se encuentra algo, y se sigue encontrando, muchas veces por casualidad, por hacer un arreglillo en casa, por parte de aquellos que residen en el casco. Que si parte de la muralla; que si los resto de un teatro romano, que; si una piscina romana; que si el muro de no se qué o que si el muro de no se cuantos. Hasta entre los muros de la catedral han entrado restos de los que no se tenía muy segura su existencia mientras investigaban un poco más gracias a los avances de la tecnología.
Esta vez no me quiero remontar tanto en el tiempo ni tan siquiera mover una sola del suelo, ni llamar a ninguna puerta con la expectativa de que nos abran y nos permitan observar los cuadros y esculturas que hay en las paredes o diferentes salas. Esta vez reconozco que en busca de un sitio al que ir, del que hablaros, me he fijado en el mapa y tan solo porque me ha llamado la atención el nombre. Me he dicho: «¿Tendrá algo de interés ese sitio?» Habrá quien piense que no, porque la ciudad tiene infinidad de tesoros y de rincones con más encanto. Sin embargo, a mí me parece un ejemplo de modernidad, de contraste.

Es un ejemplo de la duda que lugares como éste plantean, de sobre si esta parte de la ciudad ha de evolucionar con el tiempo o, por el contrario, esto estropea un poco el entorno. No sé si debemos felicitar a los arquitectos y promotores que han llevado a cabo el proyecto o lamentarnos de que cada ladrillo de más que llega a Toledo es un trozo de nuestra historia que nos quitan. En este caso, entiendo que no es una crítica. Tan solo la constatación de que la ciudad está viva, que no es tan solo para los turistas ni para el Turismo, sino también para aquellos que han decidido vivir en Toledo.
En la entrada anterior estábamos en la Iglesia de San Lucas (En rito mozárabe) y, si vamos por la calle San Lucas, a poca distancia, y sin callejear demasiado, nos encontramos con una plaza, que, como su nombre indica, casi parece imprudente dar su localización, de manera que para los aventureros, dejaré que la encontréis por vuestra cuenta.
La plaza Escondida
Todo parte de una obra, cuando los bajos de esta zona de la calle San Lucas se acondicionaron como aparcamientos para los residentes por la EMV durante la legislatura 200-2007, quedando una amplia superficie destinada a esta plaza, que en principio iba a tener unos 600 metros cuadrados, pero que se quedó en unos 300. Se instalaron unas farolas después, pero ni rastro de bancos o papeleras, pese a que el espacio ofrece unas impresionantes vistas del Casco. «Las vistas son maravillosas», apunta en esta línea el concejal.
La asociación ‘Iniciativa Ciudadana’ organizó en diciembre de 2010 una inauguración vecinal donde denunciaron que se trata de una infraestructura que incumple «claramente la Ley de Accesibilidad» municipal al contar con una entrada única con más de 25 escalones.
En 2011, un año después de esa primera fiesta, volvieron a organizar una parecida. En esta ocasión pedían algún tipo de señalización para el espacio, algo que resultaba complicado dado que la plaza no estaba reconocida en el callejero oficial, algo que ahora sí ocurre.
Decidieron colocar una placa simbólica, temeroso de que el olvido convirtiese este lugar en una ‘zona privada’, más en una ‘terraza amplia’ de una vivienda que en una plaza pública.
La tribuna de Toledo 6 de mayo 2019

Según las crónicas, la parcela fue adquirida a finales de años ochenta por la administración local para ampliar los servicios del antiguo Colegio Universitario de Toledo, que tuvo parte de sus instalaciones en el lindante edificio de San Juan de la Penitencia. Con la llegada de la Universidad de Castilla La Mancha, desapareció el colegio universitario, y la parcela cayó de lleno en el llamado Plan de Renovación del Casco Histórico. Y se redactó un proyecto para aprovechar este solar público de unos 800 m2 de superficie: una gran plaza-mirador pública asentada sobre un aparcamiento exclusivo para residentes. Una idea, en su concepto, similar a la que se ejecutó el lado del Alcázar: la gran explanada del Corralillo de San Miguel sobre un parking público soterrado. El Ayuntamiento de Toledo aprobó el proyecto, con un costo total aproximado de 650.000,00 €, con 30% de financiación-subvención de la Unión Europea.
Pero, en plena burbuja inmobiliaria, pronto apareció una modificación añadida por la Empresa Municipal de la Vivienda: en tiempos del ladrillazo, era un pecado que todos esos 800 m2 de planta superior quedaran solo para una nueva pero improductiva plaza pública, y se decidió que 500 m2 fueran para pisos, quedando menos de 300 m2 para la famosa plaza-mirador. Y cuando todos los ciudadanos creíamos que la EMV iba a anunciar que, como mal menor, las viviendas serían de protección oficial, de repente, el protagonismo de la gestión de la obra pasó por completo, mediante un apresurado convenio declarado de utilidad municipal, a la Federación Empresarial de Castilla-La Mancha de Economía Social y a la constructora Graman-Rallago. Y con la entrada de intereses empresariales en la finalización de obras de infraestructuras públicas, entraron también criterios privatizadores.
El resultado final es digno a aquella época del ladrillo salvaje: la edificación de todas las oficinas y apartamentos en esta parcela pública fueron de promoción privada, y el aparcamiento de plazas públicas exclusivamente para residentes se abrió a no residentes. Y donde iba una plaza pública de nueva creación en el Casco Histórico, de 800 m2, un mirador abierto, visible y de fácil acceso para todos los vecinos, quedó en menos de 300 m2 de oculta y aislada terraza, con tres farolillos, por un lado tapada a la vista de los transeúntes por las paredes del nuevo edificio de viviendas,
AV Iniciativa ciudadana
Lo primero que llama la atención es cómo políticos y técnicos del Ayuntamiento de Toledo llegaron a aprobar una burrada de proyecto de plaza pública incumpliendo toda la normativa sobre accesibilidad ya vigente cuando se redactó: 25 escalones de bajada o 7 de subida, con un pasillo-balconada de 20 metros que en parte estrecha su ancho a 1,40 m.



Existe una plaza en Toledo que se llama “Escondida”, nombre que se puso hace pocos años por los vecinos y ahora así se denomina oficialmente. Pero el concepto de plaza es muy diferente en Toledo al de otros lugares. Sigue leyendo para encontrar la plaza Escondida de Toledo.
El concepto de plaza en Toledo es muy curioso. Mientras que en otras ciudades y poblaciones suelen ser amplios espacios con diversos accesos y calles que llevan a la plaza o se marchan de allí, en la Ciudad Imperial parece que cualquier espacio abierto dentro del casco histórico ya da forma a una “plaza”.
En el caso que ahora nos ocupa, esta pequeña plaza escondida se originó a consecuencia de la nueva edificación de unas viviendas y un aparcamiento. Se dejó un espacio de unos 300 metros (de los 600 previstos) como una plaza elevada a la que se accede por un estrecho pasaje, como contó hace algunos años La Tribuna de Toledo.
Leyendas de Toledo


El nombre de Plaza Escondida ya está en el callejero municipal, casi una década después de que los vecinos del Casco la bautizaran así y reivindicaran el uso de los espacios públicos
La tribuna de Toledo 6 de mayo 2019

En esta misma ubicación, tras el Conservatorio de Música Jacinto Guerrero, que antes ocupó el Convento de San Juan de la Penitencia, incendiado en la Guerra Civil, existió una famosa “casa encantada” sobre la que se narran muchas historias en las visitas guiadas que pasan por esta zona, como en “Toledo Siniestro: casas y lugares encantados“. Ahora aquí se levantan viviendas y las oficinas del INE en Toledo y precisamente detrás se ubica la plaza Escondida.
Las vistas desde aquí son impresionantes. Desde la plaza, asomados a su barandilla metálica observamos parte de la zona del Valle (con su ermita), la torre desmochada de la Iglesia de San Lorenzo, que también ardió en 1936, el edificio del Seminario y el ingente caserío toledano que se asoma hacia el Tajo.
Leyendas de Toledo ¿Dónde está la plaza Escondida
La Tribuna de Toledo, 6 de mayo 2019
AV Iniciativa Ciudadana ⓉOLEDO HISTÓRICO: La plaza Escondida. 2016/09/18