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Introducción
En esta entrada pensaba hablaros y, en cierto modo, os hablo de la capilla de la Virgen del Sagrario. Pero, como es de buena educación, presentarse y saludar, digamos que nos han dado conversación, por eso de querer saberlo todo, hasta el último detalle.
La visita a la Virgen era cosa rápida: una salve, un saludo de buenos días, pedirle un favor, como si la Virgen supiera de días y noches, de penas y alegrías , encerrada en una capilla con olor a cera y a incienso rancio. Mientras mi madre de rodillas rezaba yo contemplaba la capilla: el rostro negro de la Virgen, la espléndida corona, el elaborado manto, los pesados candelabros de plata, el recargado altar, las voluptuosas columnas…
De camino al mercado, que estaba a la vuelta de la catedral, mi madre me contaba que durante la Guerra Civil la Virgen estuvo escondida en un aljibe y que el agua era milagrosa, que su rostro era negro del humo de los cirios, que debajo del manto era una talla de madera muy antigua (una de mis mayores desilusiones fue ver a la imagen desnuda), que la Virgen tenía una salamanquesa de lata en el hombro. Mi madre, que hubiera sido una gran actriz, me cantó por lo bajini, como si fuera una jota castellana, esta estrofa. Oí por primera vez, y me fascinó, la palabra salamanquesa que siempre he asociado con la Virgen y con piadosos, mágicos y refulgentes reptiles jugando en el hombro de la Virgen del Sagrario.
La Virgen del Sagrario
tiene en el hombro
una salamanquesa
de plata y oro.
La Virgen del Sagrario en la catedral del olvido (abc.es)
Aclarar que los versos a la Virgen, por lo que he podido indagar, se refieren a la Virgen de Rocío.


Entre las sevillanas populares de la historia rociera, existía una que hablaba de la salamanquesa.
«La Virgen del Rocío
tiene en el hombro
una salamanquesa
de plata y oro»
La Virgen del Sagrario. Historia y tradición
La tradición cuenta que era de los apóstoles y la trajo san Eugenio a Toledo.
Ante tan veneranda efigie, bendijeron los Prelados godos los pendones antes de marchar las huestes á las batallas; ejemplo que siguió el ejército cristiano después de arrojar al agareno de su inolvidable Tolaitola, pues es sabido que desde la invasión de los secuaces del falso profeta, hasta la reconquista de Toledo por D. Alfonso VI, estuvo la escultura de Santa María de Toledo, oculta en un subterráneo próximo á la Capilla de la Descensión, según unos, y según otros, en un pozo sito al pie de la Capilla de la mal llamada Nuestra Señora de la Antigua, de cuyo lugar fue descubierta merced á un vivo resplandor de luz sobrenatural que hizo fijar la atención de creyentes é incrédulos, y pensar que algo divino se ocultaba allí; esto es lo más probable; la tradición mozárabe así lo perpetuó. Una vez extraída del lugar que la guardara, fue con júbilo restituida de nuevo á su antiguo altar, en donde se la dió culto hasta la demolición del primitivo templo. Desde el año 1227, en que se puso por 1). Fernando III de Castilla la primera piedra de la actual metrópoli, hasta que se terminó el Altar mayor de la misma, ignoramos dónde sería trasladada nuestra venerable patrona, aunque es de presumir la llevaría, bien á la Basílica de los Concilios, ya restaurada, ó á una de las parroquias mozárabes; acaso á Nuestra Señora de Alficén, templo de importancia por entonces
1891_la-virgen-del-sagrario-de-toledo-y-su-basilica.pdf
En 1584, se publica el segundo volumen del Flos Sanctorum de Alonso de Villegas, dedicado al cardenal y arzobispo de Toledo Gaspar de Quiroga. Este volumen, parte de una serie dedicada a las vidas de los santos, incluía una larga sección dedicada a la Virgen, y a sus imágenes y santuarios marianos más importantes. Tras referirse al icono milagroso de María en la iglesia de Santa Maria Maggiore de Roma, y a la Virgen de Guadalupe en Extremadura, el historiador toledano reconstruía por primera vez la historia de la Virgen del Sagrario de Toledo. La sección escrita por Villegas sobre la Virgen del Sagrario cambió su historia, convirtiéndola en la imagen de la Virgen más prestigiosa de Toledo, y en una de las más privilegiadas de toda España.
A mediados del siglo XVI, la pequeña escultura de la Virgen del Sagrario era sólo una más de las muchas imágenes marianas del templo toledano, quizá una de las más antiguas. Realizada hacia el siglo XIII, se trata una talla de madera, recubierta de plata y oro, que se corresponde a la tipología llamada Sedes Sapientiae – sede de la Sabiduría –, por llevar en sus brazos al niño, representado en acto de bendecir. Estaba colocada sobre una de las puertas de la antigua capilla de las reliquias de la catedral, el Sagrario o Sacrarium, localización de donde adquirió su nombre. La popularidad de esta pequeña escultura fue creciendo a lo largo del siglo XVI, y en 1571 los trabajadores de la catedral primada fundaron una cofradía bajo su advocación, en lo que era un signo indiscutible de la devoción creciente hacia esta imagen. Pero contar con devoción popular no era suficiente para que una imagen sagrada fuese considerada de gran prestigio por la Iglesia. A finales del siglo XVI, y especialmente tras el Concilio de Trento, era fundamental que las imágenes de culto tuviesen además una gran antigüedad, casi inmemorial, y que contasen con unas biografías cuajadas de milagros, y apariciones milagrosas.
Y eso fue precisamente lo que hizo Alonso de Villegas, construir una historia nueva para la Virgen del Sagrario a partir de fragmentos de historias antiguas y de algunos detalles de su propia cosecha, una historia que probase la gran antigüedad de la imagen, y su relación privilegiada con la divinidad. Una historia que dotase a la Catedral de Toledo de una imagen mariana de gran prestigio, capaz de rivalizar con otras importantes imágenes de la virgen conservadas en iglesias españolas, como la Virgen del Pilar de Zaragoza. Para ello, Villegas contó con la ayuda del entonces canónigo (y luego arzobispo) García de Loaysa y Girón. Éste le dijo que había visto unos documentos muy antiguos en el archivo de la catedral, unos documentos que (muy convenientemente) revelaban la verdadera historia, hasta ahora desconocida, de la Virgen del Sagrario. Villegas, que nunca vería estos documentos con sus propios ojos, escuchó las informaciones que le daba Loaysa, y procedió a escribir la historia del Sagrario.
Según las palabras escritas por Villegas, la talla de madera recubierta de plata no era considerada una imagen del siglo XIII, sino una imagen mucho más antigua, más de quinientos años más antigua, en concreto, de la época del arzobispo de Toledo San Ildefonso. Y el relato no acababa allí. Según Villegas, ésta había sido la imagen preferida de San Ildefonso, precisamente aquella ante la cual había estado rezando el arzobispo el día en el que fue visitado por la Virgen. Los toledanos conoceréis bien esta historia, ya que es el milagro más importante de Toledo y parte fundamental de la identidad de la ciudad. Según cuenta la tradición, y según celebran muchas de las pinturas y esculturas que decoran las iglesias toledanas, en el año de 665 la Virgen descendió de los cielos a la iglesia (luego catedral) de Toledo para honrar al arzobispo Ildefonso con una casulla, un regalo con el que agradecerle su defensa del dogma de la Virginidad de María.
Tras vestir a Ildefonso con la casulla divina, y justo antes de volver a ascender a los cielos, continúa Villegas, la Virgen paró un momento en el altar dedicado a Nuestra Señora del Sagrario, y abrazó tiernamente a la talla de madera que la representaba. Este gesto cambió para siempre el estatus sagrado de la imagen del Sagrario. Al tocar la Virgen de manera física y corporal la escultura mariana, ésta se transformó en una reliquia del contacto divino de la Virgen. Ya no era sólo una escultura milagrosa de la Virgen venerada por los toledanos, sino que era también un objeto tocado por la divinidad, un objeto privilegiado por la misma Virgen.
A partir de este momento, el prestigio sagrado de la imagen del Sagrario creció, y arzobispo y cabildo decidieron reformar la antigua capilla de reliquias y convertirla en un espacio nuevo, dedicado a venerar esta imagen. Tras un empuje inicial por el Cardenal Quiroga en la última década del XVI, sería el Cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas quien llevó a cabo el proyecto, y quien inauguró la nueva capilla, la conocida hoy como la Capilla del Sagrario, en 1616. Cuando visitéis la próxima vez esta capilla, fijaos en el recuadro oscuro que hay sobre la virgen del Sagrario. Era allí, y no en el centro del altar, el lugar donde el cardenal Sandoval planeó colocar la imagen. Un lugar en el que la imagen sagrada estuviese menos expuesta a las miradas indiscretas, un lugar en donde su capacidad intercesora estuviese velada, y controlada.
A célebre imagen á que con predilección sin límites ha consagrado solemnes cultos siempre el pueblo de Toledo, estuvo colocada primeramente en el altar principal, ó mayor, de la antigua basílica: en este sitio vino, según la tradición, á abrazarse á su imagen la Madre de Dios cuando bajó á poner la admirable casulla á su acérrimo defensor San Ildefonso.
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La historia del abrazo de la Virgen a Nuestra Señora del Sagrario circuló por toda España, y fue publicada en muchos libros y panfletos. También llegaría a tierras italianas, mediante traducciones como aquella publicada en Venecia en 1595 por Giovanni Battista Ciotti, y titulada Nuouo leggendario della vita di Maria Vergine immacolata madre di Dio.
Y, sin embargo, probablemente ninguno de vosotros haya visto nunca una imagen representando a la Virgen abrazando a la imagen del Sagrario. Y tenéis razón, porque hay pocas, tan pocas que yo sólo he sido capaz de encontrar una, un dibujo realizado por el pintor real Eugenio Cajés, uno de los encargados por el cardenal Sandoval para decorar la capilla del Sagrario de la Catedral de Toledo.
Siempre resulta más fácil establecer hipótesis sobre las razones históricas que contribuyeron a la proliferación de determinadas iconografías, que sobre aquellas que llevaron a la ausencia de las mismas. Por ejemplo, la popularidad de la imagen de la Descensión de la Virgen y la Imposición de la Casulla sobre San Ildefonso se explican por lo extendido de su culto, en espacio y en tiempo. Sin embargo, y pese a que la historia del abrazo de la Virgen a Nuestra Señora del Sagrario también cuenta con un culto extendido en espacio y tiempo, esta popularidad no parece haber sido reflejada en la producción de imágenes. Lo más normal, como podemos ver en muchas iglesias parroquiales, conventos y monasterios en el arzobispado de Toledo, es que las pinturas de la Virgen del Sagrario sean siempre retratos de la escultura, ‘trampantojos a lo divino’.
¿Cómo podemos, pues, explicar la casi total ausencia de imágenes del abrazo de la Virgen a Nuestra Señora del Sagrario en la Catedral de Toledo?
Podemos encontrar algunas pistas para la respuesta a esta pregunta en el dibujo de Cajés, que contiene algunos elementos que podían ser considerados problemáticos para las autoridades eclesiásticas de la época, que controlaban la producción de imágenes religiosas. Un primer factor es que en él se muestra claramente el contacto físico entre la Virgen y su imagen, entre el prototipo divino y su copia. Además, vemos que el centro de la composición (el lugar más privilegiado de la imagen) no lo ocupa la Virgen, sino la escultura del Sagrario. Aunque seguramente de manera no intencionada, el resultado de la combinación de estos dos detalles parece poner en cuestión la teoría católica de las imágenes, que defendía que las imágenes religiosas eran válidas en tanto en cuanto guiaban al fiel hacia la devoción, ayudándole a visualizar la divinidad invisible. Es posible que los teólogos toledanos considerasen que una pintura en la que se viese como la propia Virgen veneraba a una de sus imágenes con su abrazo, podía dar lugar a interpretaciones erróneas que considerasen que la copia era más digna de veneración que el propio prototipo divino. Como escribiese en 1618 el canónigo Pedro Salazar de Mendoza, “Las pinturas son un muy fuerte argumento, y mayor, que el que se toma de la escritura, si van conformes con la tradición, o con las historias. Porque la pintura mueve y levanta mas el espíritu que la escritura”.
La imagen de Santa María de Toledo, como se llama en las célebres cantigas de Alfonso X el Sabio, fue veneradísima desde su entronización, hacia 1226. Isabel la Católica se unió al fervor del pueblo, siendo muy devota de ella. Al menos desde entonces, todos los reyes de España la han visitado y venerado. Felipe III presidió en 1616 la inauguración de la nueva capilla de la Virgen. Devoción particular le profesó la reina viuda Mariana de Austria, y su hijo Carlos II. La capilla actual de la Virgen del Sagrario es la obra más notable y lujosa de las llevadas a cabo en la catedral en la primera mitad del siglo XVII, iniciada por el arzobispo don Gaspar de Quiroga y terminada por el cardenal D. Bernardo de Sandoval. La imagen de la Virgen ocupa un trono de plata sobredorada, obra maestra del orfebre florentino Virgilio Fanelli, realizada por orden del Cardenal Arzobispo don Baltasar de Moscoso, entre 1654 y 1674.
La imagen tuvo una preciosa corona, labrada por Gregorio de Baroja, perdida a causa de un robo en 1869. Se conserva otra, hecha entre 1574 – 1586 por Alejo de Montoya, de seis kilogramos y medio de peso, de bello estilo renacentista.
Otra gran joya es la corona de la fiesta de la coronación canónica llevada a cabo el 30-V-1926, realizada por el nuncio apostólico monseñor Tedeschini durante el pontificado del cardenal Reig, ante el Príncipe de Asturias. Es obra del gran orfebre Félix Granda.
Se sabe que la imagen de la Virgen del Sagrario, Patrona de Toledo, fue restaurada tres veces, en los siglos XV, XVII y durante los años 1976 – 1977, descubriéndose la policromía original. Su fiesta es el 15 de agosto
Verdad y Sagrario: Virgen del Sagrario: Una advocación poco habitual.
La festividad de la Asunción de la Virgen
En Toledo se celebra la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen como una de las festividades más señaladas del calendario cristiano, al hacer referencia al dogma de fe que afirma que María, después de su vida terrenal, fue llevada al cielo en cuerpo y alma.
En la catedral Primada, las celebraciones comienzan ocho días antes del Día de la Virgen con el llamado Octavario en honor a su Patrona. Y para la organización de todos los actos, desde 1924, el cabildo cuenta con el apoyo de una asociación de laicos que procesan especial devoción a la Patrona de Toledo (Esclavitud de la Virgen del Sagrario). El calendario festivo comienza cada 7 de agosto con una celebración litúrgica en la capilla del Sagrario en la que se descubre el velo que protege a la Virgen y se la muestra vestida. A continuación, la imagen es llevada en procesión hasta un altar que se instala en el interior de la puerta de los leones, donde permanece hasta el cierre de la Catedral el día 15, cuando después de celebrar la solemne Eucaristía presidida por el Arzobispo y llevar la imagen de la Virgen en procesión por las naves catedralicias, terminan los cultos con los que se honra a la Madre de Dios. Al día siguiente, la imagen volverá a ocupar el trono de la capilla, sin su vestido ceremonial, a la espera del próximo Octavario.
La tradición de vestir cada año a la Virgen es un privilegio que realizan exclusivamente las llamadas “camareras” de la Cofradía de la Esclavitud, aunque el resto de cofrades participan en la organización de todos los actos. El año pasado, el joven artista toledano Rodrigo Navarro García (miembro de la cofradía de la Esclavitud), también hizo posible que la Virgen del Sagrario volviera a lucir un manto restaurado que copia al que fue robado en la catedral en 1936.
UNA COPIA DEL AÑO 77
Procedente del Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte del Ministerio de Educación de Madrid, donde fue tallada, llegó el día 7 de diciembre de 1977 a la catedral una imagen, copia exacta de la Virgen del Sagrario, tallada en poliéster, a la misma escala del original y cubierta también como aquella con un lámina de metal plateado. El parecido con el original es tan acusado que no será fácil distinguir una y otra. Esta copia se utilizará, según parece, en las ocasiones en que la Virgen sea cubierta con el manto, para evitar que la imagen auténtica se deteriore durante las operaciones de vestirla, desvestirla y ponerle la corona y las joyas que la adornan. Es posible también que se encargara con el fin de evitar que la auténtica sea robada.


Capilla de la Virgen del Sagrario
Pompa de la escultura Esta, que admiras, fábrica, esta prima pompa de la escultura, oh caminante, en pórfidos rebeldes al diamante, en metales mordidos de la lima, tierra sella que tierra nunca oprima; si ignoras cúya, el pie enfrena ignorante, y esa inscripción consulta, que elegante informa bronces, mármoles anima. Generosa piedad urnas hoy bellas con majestad vincula, con decoro, a las heroicas ya cenizas santas de los que, a un campo de oro cinco estrellas dejando azules, con mejores plantas, en campo azul estrellas pisan de oro. Luis de Góngora. De la capilla de Nuestra Señora del Sagrario, de la Santa Iglesia de Toledo, entierro del Cardenal Sandoval (1616)
La Patrona de Toledo no podía tener mejor lugar en la Catedral. En 1592, con planos de Nicolás de Vergara el Mozo y durante el Cardenal Quiroga, se iniciaron las obras adosando parte de la calle. De estilo grecorromano, se combinan en sus muros los mármoles con el bronce, el jaspe y la pintura. Hasta 1616 no se finalizan las obras, resultando un conjunto de cuatro piezas: la primitiva capilla de Santa Marina (antecapilla, o de Doctores, porque sólo se permitía celebrar misa a los graduados por Salamanca o Alcalá); la Capilla del Sagrario que da paso a un vestíbulo de acceso al Sagrario.

Finalizó su construcción en 1616 y en ella participaron Nicolás de Vergara el joven, Juan Bautista Monegro y Jorge Manuel Theotocópuli. Sus muros están revestidos de mármol, y en uno de ellos se encuentra el enterramiento del cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas. En el muro norte encontramos el altar con la imagen románica de la Virgen del S. XIII.
La Primada está acogida desde su origen al patrocinio de la Virgen María. La inscripción visigótica de la Capilla de la Descensión da cuenta de la primera consagración al rito católico de la primitiva catedral, acto que tuvo lugar en el año primero del reinado de Recaredo el día 14 de abril del 587.
Pero hasta el S XII no llega a la catedral de Toledo la primera representación conocida de la Virgen, una pequeña imagen de madera procedente de Limoges, (que posteriormente fue chapada en plata en el SXVI), y que actualmente está expuesta en el Museo de la Catedral.
En el S.XIII, con motivo de la segunda consagración del templo, el obispo fundador de la nave gótica, Jiménez de Rada, encarga la imagen de la Virgen del Sagrario para la Capilla central de la Catedral, pero en el S.XIV es sustituida por la actual talla que preside el retablo del Altar Mayor.
En el año 1300 también llega al Coro de la Catedral una imagen de alabastro de la Virgen Blanca donada por el arzobispo Gonzalo Pétrez, pero los toledanos ya habían elegido como su patrona a la de la Virgen del Sagrario que presidía el antiguo “sacrarium” (del que adopta su nombre), y que posteriormente fue entronizada en la actual capilla tras la remodelación del espacio, encargada por el cardenal Quiroga a finales del S.XVI, que fue inaugurado con gran solemnidad por el Felipe III en 1616, en vísperas de la Asunción de la Virgen, en una celebración que incluyó el estreno del auto sacramental San Ildefonso y la Virgen del Sagrario, compuesto por el gran dramaturgo y capellán catedralicio, Calderón de la Barca.
La Virgen del Sagrario – Actualidad – Catedral Primada Toledo

Junto con la capilla siguiente llamada del Ochavo (situada hacia el fondo), constituyen el mejor ejemplo de edificaciones herrerianas de esta catedral. La grandeza de su nueva estructura y ornamentación de severo estilo herreriano del siglo xvi (finales) se debe al cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas.
La capilla está bajo la advocación de la Virgen del Sagrario, una talla románica que fue recubierta de plata en el siglo XIII y vestida después con un manto cuajado de perlas. Esta imagen era conocida desde siempre con el nombre de Santa María. Tenía en su haber una tradicional leyenda en la que se cuenta que perteneció a los Apóstoles y que fue traída a Toledo por San Eugenio. También entra dentro de la leyenda el hecho de que fuera escondida en época de los musulmanes y restituida después por el rey Alfonso VI. La imagen se asienta sobre un trono del siglo xviii, obra del orfebre italiano Virgilio Fanelli, realizada en plata sobredorada.
Los muros están revestidos de mármoles y su gran cúpula se apoya sobre pechinas. En el muro norte está el altar con la imagen de la Virgen y en uno de los laterales, el sepulcro del cardenal Sandoval y Rojas.
Esta capilla ha servido de enterramiento a un número considerable de arzobispos de Toledo entre los que se encuentran Isidro Gomá (1940), Plá y Deniel (1968), Alameda (1872), Monescillo (1897) y Portocarrero, cuyo epitafio se hizo famoso: Hic iacet pulvis, cinis et nihil (Aquí yace polvo, ceniza y nada).
En esta zona encontramos interesantes pinturas de Carducho, Caxés y cuadros de Luis de Velasco. Aquí descansan, sepultados, cinco cardenales.

La imagen de la Virgen, sedente y sosteniendo al Niño, sonríe desde su trono al visitante, en una imagen gótica del siglo XIII, tallada en madera de níspero y recubierta de plata. Desde el XVI, se acostumbra a vestir la imagen con mantos que recuerdan las vestiduras de las reinas y damas de la Corte de la época. La imagen está sobre un cono truncado recubierto de plata, y bajo un gran arco triunfal de plata dorada y bronce de 1676.
Bajo Ella, el Sagrario, una rica pieza de bronce y plata, lleno de piedras preciosas y con un relieve de una concha en la puerta, rematado con el escudo de España. Realizado por Félix Granda, en 1926.

Y aquí está la medalla llena de polvo del tiempo, de ceniza del recuerdo, de nada de la nada . Como otra tumba de un toledano enterrado en la catedral del olvido
Lo que más me llamaba la atención era una colgadura, como un pájaro herido, que pendía del techo a la entrada de la capilla. Le pregunté a mi madre y me contó que era el capelo cardenalicio, «una especie de corona que llevaban los cardenales hace mucho tiempo y que se suspendía del techo encima de la tumba del prelado». Siguiendo la dirección del capelo, de arriba abajo, mi mirada chocó con una lápida que era diferente a todas las demás, no tenía, como las otras, ni títulos ni honores, ni siquiera el nombre del muerto. No sabía que una catedral es también un cementerio . Leí la inscripción: «Hic iacet pulvis cinis et nihil» y con mi latín de segundo curso de bachillerato entendí lo que decía y sin saber nada de la vida ni de la muerte, ni de lo que era el Renacimiento o el Barroco, el carpe diem , o incluso la poesía, creció una flor en mi mente, sentí un arañazo en mi corazón y me supe suspendido, como el capelo cardenalicio, entre el cielo y el infierno para siempre.
Web de referencia
Verdad y Sagrario: Virgen del Sagrario: Una advocación poco habitual.
La Virgen del Sagrario – Actualidad – Catedral Primada Toledo
La Virgen del Sagrario en la catedral del olvido (abc.es)
Señora del Sagrario de la Catedral de Toledo | TulayTula
Catedral de Toledo – Wikipedia, la enciclopedia libre
Mira Toledo: Pompa de la escultura
Catedral de Toledo Cultura. Castilla La Mancha.
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