Introducción
En la entrada anterior os hablaba del edificio de la Delegación de Hacienda, pero no nos hemos de ir muy lejos en nuestro paseo, tan solo que hemos de entrar por la puerta principal y no por la de atrás. Seguimos por los alrededores de la plaza del Padre Juan de Mariana, de la iglesia de los Jesuitas, aunque hemos de bajar por el Callejón de Orates hasta la calle Trinidad, girar a la izquierda y detenernos en la puerta de la rampa.

Si seguimos por la calle Trinidad nos encontraremos con los muros de la catedral.
Hoy os muestro un lugar que quizás pase desapercibido en Toledo, es cierto que su actual ubicación con la presencia de la otra sede Delegación de Hacienda lo hace muy impopular, pero quizás algunos lo recuerden como la antigua Sede de Cultura o incluso como sede de la Delegación Nacional de Juventudes
Aunque durante las últimas décadas muchos nos hemos detenido ante la fachada de este palacio, sobre todo por el rosal de la entrada, lo que daba a este palacio un aspecto cambiante y original a lo largo de todo el año, como podréis comprobar en las fotografías. Un rosal que formaba parte de la historia de la ciudad. Diría que hasta formaba parte de la decoración de la ciudad para la procesión de Corpus Christi
El palacio de los Oñate
La mejor descripción histórica del Palacio de los Condes de Oñate la realizó en 2016 el gran Rafael del Cerro Malagón en un par de artículos publicados en ABC Toledo (aquí la primera entrega y aquí la segunda). En ellos, Rafael desgrana minuciosamente los avatares de este céntrico edificio situado en la calle Trinidad.
Posee una bella portada con elementos originales y propios de la arquitectura toledana del siglo XVI.
A partir del siglo XVII, no pocas mansiones nobiliarias toledanas, al trasladar los titulares su residencia junto a la Corte y quedar vacías, fueron vendidas, cedidas a la Iglesia o arrendadas.
Sabemos que los Condes de Oñate eran sus dueños por un documento del siglo XVIII. Se trata de un gran edificio que tiene dos puertas hacia la citada calle Trinidad y una tercera, trasera, que da la plaza del padre Juan de Mariana. Se sitúa contiguo al convento de Jesús y María, hoy sede del Archivo Histórico Provincial.
En el XIX, los sucesivos procesos desamortizadores hicieron que ostentosos y amplios inmuebles llegasen a manos de los nuevos gestores de la vida civil (industriales, comerciantes, gestores, abogados, etc.) que, además, ocuparían los primeros lugares en los listados de los mayores contribuyentes de la ciudad.
Así, en 1870, una vez derribado el Coliseo de la plaza Mayor, cuando el Ayuntamiento estudia varios solares para levantar otro de nueva planta, por un momento, barajó la posibilidad de adquirir la casa de José Cea (un reconocido impresor) en la calle de la Trinidad como un lugar posible.
Eran factores favorables la gran extensión del solar y el hecho de alzar la fachada del futuro teatro frente al gran templo barroco de San Ildefonso, sin duda, un espacio considerado de mayor vistosidad urbana que el de la plaza de las Verduras, algo que finalmente se desechó
A comienzos del siglo XX el palacio pasó a manos del industrial Juan Boix y André, sirviendo el palacio temporalmente como sede del servicio de Correos mientras duraban las obras del edificio postal de la calle de la Plata.

De comienzos del XX datan las primeras imágenes del inmueble

En la posguerra el palacio pasó a ser gestionado por la Fábrica de Armas. Fue bajo sus auspicios cuando en 1947 se emprende la gran reforma del edificio, inicialmente pensada para acoger un colegio para los hijos de los obreros, mayoritariamente por entonces residentes en el centro histórico.

De este modo, Rafa del Cerro nos cuenta que el 26 de febrero de 1947, Visitación Pérez, en nombre de la Fábrica de Armas solicita al Ayuntamiento el derribo y la reconstrucción del palacio con un proyecto firmado por el arquitecto César Álvarez Casado.
La idea era que las clases de los niños se situaran en la planta baja, con acceso por la calle de la Trinidad, mientras que las niñas entrarían por la plaza del padre Juan de Mariana en la planta superior. El proyecto planteaba que las terrazas permitieran practicar “Gimnasia” y el patio -iluminado por una gran claraboya- sirviera para celebrar actos culturales. Sobre la puerta principal se colocó una imagen de Santa Bárbara tallada por Cecilio Béjar, como patrona del Arma de Artillería a la que se adscribía la Fábrica de Armas.
Sin embargo, aquella reforma nunca tuvo como utilidad la inicialmente pensada para los hijos de obreros, pues pronto se habilitaron colegios en zonas más cercanas a la Fábrica de Armas como por ejemplo el Poblado Obrero. Por ello, el palacio de los Condes de Oñate se destinó a otros usos encomendados al Frente de Juventudes, cuya primera academia impartió clases en el edificio. Más adelante acogió el Hogar Juvenil bajo la tutela de la Delegación Nacional de Juventudes.

Con la llegada de la democracia, el edificio ha servido como sede administrativa del Ministerio de Cultura y después, en 1983, de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. En estos años ha servido a las consejerías de Cultura y más recientemente a la Dirección General de Tributos y Ordenación del Juego en Toledo.
La portada ofrece elementos originales y castizos de la arquitectura toledana del siglo XVI: un trilito de piezas básicamente lisas, sin sillares ni dovelas, flanqueado con semicolumnas de capiteles jónicos. En los extremos del dintel, dos ménsulas sostienen flameros platerescos que enmarcan un amplio semicírculo de cantería acogiendo un escudo de la familia Niño con siete flores de lis. Dos grandes hojas de madera con clavazón en forma de pétalos cierran la portada, cada una con su respectivo portillo para el tránsito habitual de las personas.
En el ángulo superior izquierdo aparece un emblema tallado que sería de la familia Niño de Guevara , pues, tras la reforma de esta casa acaecida en 1947, se colocaron dos emblemas iguales para crear la composición simétrica que ahora así muestra hacia la calle.
En los extremos del dintel de la portada, unas ménsulas sostienen dos flameros típicamente platerescos que sirven de marco a un semicírculo que contiene el escudo de la familia Niño, que cuenta con siete flores de lis.
Sobre la citada entrada blasonada de los Oñate, estaba el balcón del salón principal, que en algunas casas solía incluir una trampilla en el suelo para ver quién accedía al zaguán. El palacio en cuestión también tuvo salida a la plaza presidida por la iglesia de los jesuitas a través de un paso volado sobre el oscuro callejón que desciende hasta la calle de Nuncio Viejo, detalle perceptible en algunos planos del siglo XIX.
El rosal
Había en Toledo un rosal que era monumental. Un rosal que era único, extraordinario, que él por sí solo era capaz de dotar de vida a un gran espacio pavimentado. Impregnaba de verde toda una calle, una de las más frecuentadas del casco histórico toledano. Cuando florecía era pura belleza y sobresalía entre el entorno monumental.

Se dice que el más grande de su especie está en Arizona (Tombstone), con una circunferencia en el tronco de un metro y medio y una copa que, a modo de emparrado, cubre una superficie de 429 metros cuadrados. Nuestro rosal, aunque grande, nunca podrá llegar a esas dimensiones, no se lo hemos permitido.

Nos referimos al Rosal de Trinidad, al que vivía -sus restos aún perduran- junto a la puerta del número 8 de la calle Trinidad, en lo que hoy es la Delegación Provincial de Hacienda y Administraciones Públicas de Toledo.

Era un rosal raro, antiguo, utilizado sobre todo en los jardines palaciegos durante el siglo XIX, y que hoy día no se suele plantar porque posee una única floración cada temporada. No tiene espinas, salvo excepciones, por lo que es confundido habitualmente con un jazmín.
No era un rosal cualquiera.
Era un rosal trepador, conocido como rosal de pitiminí por unos, como rosal chino por otros y como rosal de Banks por los más avezados en botánica. Su nombre científico, por si fuese de ayuda, es Rosa banksiae. De pitiminí por sus flores menudas y con numerosos pétalos, chino por su procedencia -pues es una planta originaria de la zona central y occidental de China- y de Banks porque este era el apellido de quien propició su introducción en Europa. Es tan poco habitual, tan rara su presencia, que no hay un nombre común consensuado o de amplio reconocimiento para referirse a él.

En enero de 2021 nos escandalizábamos por el atentado al patrimonio toledano producido por la mutilación inexplicable -a la que todavía hoy no se le ha puesto autor- del Taray de Safont. En aquel momento Toledo perdió a uno de sus monumentos vegetales más importantes. Por cierto, incluido posteriormente en la Lista Roja del Patrimonio de la asociación Hispania Nostra.
Pues bien, un par de semanas antes del suceso anterior se cometió otra tropelía semejante, una tropelía que no dio la cara hasta meses después, cuando debería haber aprovechado la bonanza primaveral para brotar. En la víspera de la festividad de Reyes de 2021 el personal encargado del cuidado y adecentamiento del rosal realizó una poda tan brusca y desmesurada que provocó la muerte inmediata del vegetal. El tronco viejo y resquebrajado, bonito por los años que atesoraba, por las arrugas fruto del paso del tiempo, no tenía yemas vivas capaces de reaccionar ante la eliminación de toda la copa provocada por la brutal poda. Todo el ramaje vivo, joven y vigoroso desapareció de un plumazo.
Cabe destacar que los manuales de jardinería insisten en que la poda de los rosales de Banks, cuando se lleve a cabo, debe ser suave.
Interior del palacio
La puerta de la calle de la Trinidad daría paso a una entrada en codo al patio central, estructura habitual de tradición islámica medieval en la vivienda privada para asegurarse así la intimidad y alejarse de las miradas de la calle.
Gracias a la memoria fotográfica del derribo iniciado en 1947, previo a la reforma que siguió luego, se ven los restos de un patio cuadrado, claramente renacentista, con dos niveles y vulgares cerramientos de cristal seguramente aplicados en el XIX.
En la planta baja hay columnas con capiteles alcarreños que se corresponden con las dispuestas en la planta superior, las cuales sostienen anchas zapatas de madera. El perfil de estas piezas sustentantes se aproxima a las conservadas en el palacio de los marqueses de Malpica y Valdepusa (sede de la Demarcación de Carreteras del Estado) en la plaza de San Clara 7, si bien aquí cuentan con una mayor riqueza ornamental y todo resuelto en piedra labrada.

Web de referencia
El Palacio de los Condes de Oñate / TOLEDO OLVIDADO
Vivir Toledo – El palacio de los condes de Oñate en la calle de la Trinidad (I)
https://joseherfer.blogspot.com/
Mutilación y muerte de un rosal monumental y símbolo vegetal (martes, 29 de marzo de 2022)
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