Eres voz, pero no te oigo, Juzgas a mis labios y no eres juez. Eres testigo de la parte contraria, verdugo que no ha sabido leer . Te dices amiga y lo fuiste una vez eres confidente de lo que quiero ser . Pero dos piernas tiene tu cuerpo, tus oídos oyen y tus ojos ven. Tus labios tan solo dicen palabras y mi corazón aún no se lo cree. Por eso aún te guardo un secreto, un secreto que un día desvelaré, que llegué a poner por escrito, pero tú no has aprendido a leer. Por eso hago de ti mi verdugo, nombro a tu conciencia mi juez, testigo para la causa contraria, de la asesina de quien soy rehén.
Manuel Pellicer. Poema del 2000