Hemingway en Toledo
Me gustaría decir que cuando Ernest Hemingway vino a Toledo en 1937 lo hizo para disfrutar de la procesión del Corpus Christi y quedó encantado con la visita, que recorrió la ciudad, cada calle y monumento, como un turista más y se maravilló contemplando las vistas de la ciudad desde el Valle; que, como Benito Pérez Galdós, Hans Christian Andersen y otros muchos escritores, se llevó un recuerdo imborrable y el deseo de volver. Pero no.

En 1937 la ciudad no estaba para muchas fiestas, de manera que es complicado encontrar alusiones a esta visita.
The walls of Toledo (from Hemingway in Spain)
It took days for our troops to reach Toledo through all the sniper fire and land mines but just a few hours for Maria’s old Renault.I’d almost forgotten Ituarte´s son. We caught him trying to dynamite, the last bridge over the Tagus River before we could cross. Surrounded, the fascists retreated to the Alcázar. “To die like Romans” Ituarte shouted shaking his fist from the ramparts.
Then we showed him his son, a noose draped around his neck.
The young ones bleed like stems, but the old men are more stubborn.
The deal was this- a life for a fortress and their stockpile of arms. Through it all the youth stood defiantly, his black eyes, daring us to martyr him before his father could choose. He need not have worried.
the Romans swore this water, and hardened their swords like no other. Ituarte delivered it like a proclamation: “Pray, my son, then shout ‘viva España.’ and die like a hero!” I have seen many die, but I have never seen a politician die well.
We hung him from an orange tree, but it took a bullet to wipe the smile off his face. As the men cut him down the tree pelted them with ripe fruit.
A month later we had to lift the siege.
E Hemingway

Las murallas de Toledo
Nuestras tropas tardaron días en llegar a Toledo a través de todo el fuego de francotiradores y las minas terrestres, pero solo unas pocas horas para el viejo Renault de María.Casi me había olvidado del hijo de Ituarte. Lo atrapamos tratando de dinamitar, el último puente sobre el río Tajo antes de que pudiéramos cruzar. Rodeados, los fascistas se replegaron al Alcázar. “A morir como los romanos”, gritó Ituarte agitando el puño desde las murallas.
Luego le mostramos a su hijo, con una soga alrededor de su cuello.
Los jóvenes sangran como tallos, pero los viejos son más tercos.
El trato era éste: una vida por una fortaleza y su arsenal de armas. A pesar de todo, el joven permaneció desafiante, sus ojos negros, desafiándonos a martirizarlo antes de que su padre pudiera elegir. No tenía por qué haberse preocupado.
Los romanos juraron esta agua, y endurecieron sus espadas como ninguna otra. Ituarte lo pronunció como una proclama: “Ora, hijo mío, luego grita ‘viva España’. ¡Y muere como un héroe! He visto morir a muchos, pero nunca he visto morir bien a un político.
Lo colgamos de un naranjo, pero hizo falta una bala para borrarle la sonrisa de la cara. Cuando los hombres lo cortaron, el árbol les arrojó fruta madura.
Un mes después tuvimos que levantar el sitio.
E Hemingway
Guerra civil española y Segunda Guerra Mundial
En 1937 Hemingway acordó trabajar como corresponsal de la guerra civil española para la North American Newspaper Alliance (NANA), y llegó a España en marzo, junto con el cineasta neerlandés Joris Ivens, visitando entre otras ciudades Valencia o Madrid. Ivens, que estaba filmando Tierra de España, quiso que Hemingway reemplazara a John Dos Passos como guionista, ya que Dos Passos había abandonado el proyecto cuando su amigo y traductor José Robles Pazos fue detenido y muy probablemente asesinado por la NKVD. El incidente cambió la opinión de Dos Passos sobre los republicanos de izquierda, creando una brecha entre él y Hemingway, que más tarde difundió el rumor de que Dos Passos habría dejado España por cobardía.
La periodista y escritora Martha Gellhorn, a quien Hemingway conoció en Cayo Hueso la Navidad anterior (1936), se unió a él en España. Como Hadley, Martha era originaria de St. Louis, y al igual que Pauline había trabajado para la revista Vogue en París. Sobre Martha, Kert afirma que «nunca se ocupó de él como lo hicieron otras mujeres». A finales de 1937, cuando estaba en Madrid con Martha, Hemingway escribió su única obra de teatro, La quinta columna, mientras que la ciudad estaba siendo bombardeada. Volvió a Cayo Hueso durante unos meses y luego regresó a España en dos ocasiones en 1938, donde estuvo presente en la Batalla del Ebro, el último reducto republicano, y se encontraba entre los últimos periodistas británicos y estadounidenses en cruzar el río para salir de la batalla.
Ernest Hemingway – Wikipedia, la enciclopedia libre

Hemingway también visitó Toledo durante la guerra, específicamente el Alcázar de Toledo, un lugar históricamente significativo que fue asediado en 1936.

Muchos piensan que el asedio del Alcázar de Toledo marcó el final de la guerra en Toledo, pero esto no fue así. Toledo fue una ciudad muy afectada durante la guerra, con bombardeos y combates que continuaron después del asedio del Alcázar.
Hemingway se alojó en el Hotel Florida en Madrid durante el asedio de Franco a la ciudad en 1937, y desde allí envió informes de la guerra para la North American Newspaper Alliance. En su obra, «Por quién doblan las campanas«, que escribió durante su estancia en España, se hace referencia a la Guerra Civil Española y se dice que el protagonista luchó en la batalla de Guadalajara, que tuvo lugar en marzo de 1937. Hemingway también escribió su única pieza teatral, «La quinta columna», durante su tiempo en España .
Un plato de cerámica adorna uno de los muebles de la Casa-Museo de Ernest Hemingway en La Habana; Arturo Sánchez lo levanta con curiosidad y se da cuenta de que es cerámica de Talavera de la Reina.
Hemingway: Siguiendo los pasos de Hemingway | ser_toledo | A Vivir Castilla-La Mancha | Cadena SER
Una desconocida imagen de la Guerra Civil en Toledo en 1937
La histórica resonancia del asedio del Alcázar de Toledo en el verano de 1936, con el final por todos conocido de la liberación de los sitiados por parte del ejército franquista, hace que un alto porcentaje de la población piense que la guerra en Toledo finalizó con ese episodio. Ello solo es cierto si nos atenemos a la presencia de combates en las calles de la ciudad a partir de esa fecha, pero dista mucho de ser una realidad si nos referimos a enfrentamientos armados en el perímetro inmediato de la ciudad…tan inmediato como unos pocos centenares de metros, pues la guerra en las cercanías de Toledo no finalizó hasta el 26-27 de marzo de 1939 con la Ofensiva Final franquista contra las posiciones republicanas en las inmediaciones de la finca de las Nieves muy cerca del actual Polígono Industrial.
A modo de regalo de fin de año, hoy os voy a traer una muy desconocida y rara fotografía que he podido localizar en el fondo Roger Viollet de París en la que podemos ver un grupo de soldados (probablemente del bando nacional) con la ciudad al fondo. Casi con total probabilidad, se trata de una imagen tomada en 1937 en la zona de los Alijares (actuales terrenos adyacentes a la Academia de Infantería y el Valle). Todo el entorno de Toledo en su flanco sur permaneció en manos republicanas tras el asedio por lo que siguió viviendo intensos combates, escaramuzas, ofensivas y batallas hasta casi el final de la guerra en 1939, por mucho que la ciudad hubiera caído en manos del ejército sublevado a finales de septiembre de 1936.
Hay excelentes libros y blogs sobre la guerra en Toledo que explican muy bien, por ejemplo, la durísima batalla del Cerro de los Palos o «de los cigarrales» entre el 7 y el 13 mayo de 1937. En ella se enfrentaron en cruenta batalla por dominar el Frente Sur del Tajo las tropas republicanas encabezadas por la 11ª División de Enrique Líster frente a las nacionales comandadas por el General Juan Yagüe. El comienzo de la batalla fue una ofensiva nacional para ampliar la cabeza del Puente de San Martín y evitar que Toledo siguiera tan expuesta a una contraofensiva republicana por recuperar la ciudad. En la durísima batalla que tuvo lugar en esta zona cigarralera se contabilizaron 1.000 bajas entre ambos bandos y no tuvo un vencedor claro pues las posiciones permanecieron casi inalteradas.
La zona de la foto que hoy os traigo ya había sido objeto de escaramuzas entre ambos bandos desde el final del asedio. Están citados enfrentamientos, con anterioridad a la mencionada batalla, entre tropas marroquíes del bando nacional y miembros del célebre Batallón Thaelmann republicano en este paraje de Los Alijares a finales de 1936 y comienzos de 1937.
Es por ello complicado saber si la foto se corresponde con las fechas de la batalla de mayo o con las escaramuzas anteriores o posteriores a la misma (en septiembre de aquel año las tropas nacionales avanzaron por allí hacia la Sisla hasta tomar el antiguo palacio que había sido ocupado por los republicanos). Sea como fuere, se trata de una imagen impactante por lo que tiene de icónica: la vieja ciudad castellana aparece semidestruida al fondo de la imagen, con el Alcázar reducido a ruinas, con el aspecto de una tétrica aparición o de un decorado de película de terror épico:

Una vez más, es una imagen que debe golpear nuestras conciencias y recordarnos que la paz es un bien frágil que hay que valorar y construir cada día entre todos. ¿Quién no se asoma a menudo a los cerros del Valle para fotografiar nuestra querida Toledo, en un atardecer, o amanecer, o entre la niebla? Pues bien, que cada vez que lo hagamos nos venga a la cabeza esta estampa en la que otros, no tan lejanos en el tiempo, observaban la misma ciudad pero no para fotografiarla sino para controlar al enemigo, blandiendo fusiles en vez de cámaras y contemplando ruinas y no monumentos iluminados.
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