Y si fuera diferente

Hola, seguidores del blog. Soy Manuel

Ya en alguna ocasión he publicado alguna entrada de blog sobre este poema (¡Qué no te lo tenga que repetir!) e incluso e intentado que la inteligencia artificial lo interpretase como un poema romántico (Una conversación que no fue). Sin embargo, aunque yo sea el autor del poema, basado en hechos reales, creo que se le puede dar una nueva vuelta, ser más exactos en la interpretación

¡QUÉ NO TE LO TENGA QUE REPETIR!

¡Qué no te lo tenga que repetir!
¡Tras las puertas no se escucha,
aunque no sea la puerta de la ducha
y en la vida sea todo un ir y venir!
¡Qué no te lo tenga que repetir!  

¡Qué no te lo tenga que repetir!
Tan solo son palabras tras una puerta.
Nunca dije que fuesen palabras para ti,
que la puerta se encontraba cerrada,
que yo ignoraba que tú pasabas por ahí.

¡Qué no te lo tenga que repetir!
Que la puerta no se cerró por nada,
se cerró porque la voz no debía salir,
porque era una conversación privada.
No había nada fuera de aquel existir.

¡Qué no te lo tenga que repetir!
Olvida las palabras que fueron dichas.
Olvida lo que un día llegaste a oír.
No sabes quién habla tras la puerta.
¡No imagines lo que nunca debiste oír!  
Photo de Rodrigo Santos/ www. pexels.com

La anécdota

En una primera lectura rápida parece que quien ésta tras la puerta me está echando un rapapolvo por escuchar conversaciones ajenas y la seriedad está en la advertencia reiterada de «¡Qué no te lo tenga que repetir!«, como seria advertencia de que es de mala educación escuchar tras las puertas; meterse donde a uno no le llaman y en asunto que no le importan.

¡Qué no se repita! (A lo que se le añade un taco o palabra malsonante para acentuar la desaprobación de tal comportamiento, de desahogo.)

Lo que escuché, por lo que recuerdo y propició el poema, tras esa puerta alguien que hablaba por teléfono y decía con voz firme y seria, con autoridad:»¡Qué no te lo tenga que repetir!, ¡Qué no te lo tenga que repetir!»

No escuché nada más porque yo tan solo iba de paso por ese pasillo. Tampoco es relevante el motivo de la conversación. Pero lo que sí tengo claro es que algo propició que esas palabras se me quedasen gravadas y de ahí surgió ese poema.

Reinterpretación del poema

¿Y si el poema, en realidad fuese precisamente lo que parece, lo que me impactaron esas palabras?

La conversación no me traslada a aquel momento, sino al presente, al momento en que me senté a escribir ese poema, cuando ya no hay puertas cerradas ni conversaciones ajenas y privadas que escuchar.

¡Qué no te lo tenga que repetir!
Olvida las palabras que fueron dichas.
Olvida lo que un día llegaste a oír.
No sabes quién habla tras la puerta.
¡No imagines lo que nunca debiste oír!  

Es como si la persona que estaba tras esa puerta me aconsejase que olvide aquella anécdota y no le dé más importancia ni relevancia. Es algo que, en realidad, tan solo viví yo.

De manera que ese supuesto «rapapolvo», o como se quiera considerar, es algo completamente diferente, son palabras amistosas.

Se trata de un diálogo entre dos personas que parecen entenderse, comprenderse ante una situación que cada cual plantea con más o menos objetividad.

Por lo cual, tal y como se deduce del poema, se trata de una conversación entre quien inspira y quien escribe.

Se trata de alguien que aconseja que plantee la situación con un poco más de criterio y objetividad.

Conclusión

Este poema es un claro ejemplo de lo que a mí me gusta considerar como poemas del subconsciente o que surgen de lo más hondo del corazón y no llevan engaño.

No te apropies de lo que no es tuyo ni pretendas hacerlo tuyo

¡Qué no te lo tenga que repetir!
Tan solo son palabras tras una puerta.
Nunca dije que fuesen palabras para ti,
que la puerta se encontraba cerrada,
que yo ignoraba que tú pasabas por ahí.

Parece que habla del acontecimiento del pasado, pero es tan actual como la propia vida.

En cualquier caso, es un poema de corazón a corazón.

Referencias