No me claves los pies (2)

Analizamos un poema ya publicado en la web: «No me claves los pies»

NO ME CLAVES LOS PIES
¡No me claves los pies al madero!
¡Déjame todavía vivir mi libertad,
aún me quedan cosas por contar!

El poeta necesita de su libertad,
aún quiere recorrer el camino,
aunque ya no tenga sus manos,
aunque su corazón esté ya roto
y su mente no pueda pensar,
pero hasta los inválidos corren,
cuando no pueden tener nada más.

¡No me claves los pies al madero!
¡No me prives aún de mi libertad!
Deja que el poeta se enamore,
que no se deje nunca de inspirar.

El poeta siempre necesita caminar,
cuando no puede dar un abrazo,
cuando sabe que no puede cazar,
cuando su mente muerta no piensa,
lo único que quiere hacer es andar.

Manuel Pellicer Sotomayor. Poema de 1992
Photo by Gabriela Mendes on Pexels.com

Análisis

El poema que nos ocupa se titula “No me claves los pies al madero” y está formado por tres estrofas de cuatro versos cada una, con rima asonante en los versos pares. El verso predominante es el octosílabo, aunque hay algunos versos que tienen siete o nueve sílabas. El ritmo es ágil y fluido, y se refuerza con el uso de la anáfora, la interrogación retórica y el paralelismo.

El tema del poema es la defensa de la libertad del poeta frente a las limitaciones que le impone la vida, la sociedad o el propio arte. El poeta se identifica con un crucificado que pide que no le claven los pies al madero, es decir, que no le impidan moverse, expresarse y crear.

El poeta necesita de su libertad para contar sus experiencias, para recorrer el camino, para enamorarse y para inspirarse. El poeta se rebela contra el destino que le ha tocado vivir, marcado por la falta de manos, de corazón, de mente y de posibilidades. El poeta solo quiere caminar, aunque sea como un inválido, porque eso es lo único que le queda.

El poema tiene un tono dramático, trágico y desesperado, que se manifiesta en el uso de exclamaciones, de negaciones, de adjetivos como “roto” o “muerta”, y de verbos en imperativo como “déjame”, “no me prives” o “deja”.

El poeta se dirige a un tú implícito que puede ser Dios, el destino, la sociedad o el propio arte, al que le pide compasión y respeto por su libertad. Se muestra como un ser sufriente, marginado y rebelde, que no se resigna a su condición y que lucha por mantener su dignidad y su voz.

El poema es, en definitiva, un grito de libertad poética, una reivindicación de la autonomía del poeta frente a las imposiciones externas o internas que le coartan su expresión.

El poeta se siente crucificado, pero no quiere morir, sino vivir y crear. Se aferra a su libertad como el último recurso para seguir siendo poeta.

Origen