¡Habla, chucho, que no te escucho!

Introducción

«The end»; «Game Over»; «Next»; «Don’t see you later»; «Bye, bye, for ever and ever «

Se quiera utilizar la terminología y el idioma que se quiera utilizar para definirlo, Manuel se encuentra con que la chica que tuvo el coraje de abrirle el corazón, a causa de esa falta de comunicación entre ellos, de las distancias, de la falta de acuerdo, le ha dado con la puerta en la narices; le ha dado calabazas; le ha dejado compuesto y sin novia. Sobre todo sin novia.

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Es un «si quieres algo, ya sabes dónde vivo«, dado que el desplante de Ana, la ruptura, se debe precisamente a eso, a que se supone que Ana había hecho planes, organizado un fin de semana para que Manuel pudiera ir a verla, que por primera vez no fuera ella quien se tuviera que desplazar a Toledo, pero se encontró con que éste ya tenía otro compromiso, otro plan, para el que ella no estaba avisada ni invitada

Operación: «Reconquista»

Pero, claro, Ana se puede cerrar en banda y poner en tierra por medio, sentirse a salvo en su casa, con esas dos horas de coche de distancias con Toledo y el hecho de que hay que estar muy loco para hacer lo que sea por demostrarla que no hay nada ni nadie que vaya a impedir que se reavive la llama del amor. ¡Cómo si pide la luna! Las demostraciones de amor no entienden de límites.

A ver, se trata de Ana, de una chica con un corazón que vale, como poco, todo el esfuerzo que se pueda hacer por no perderla, consciente de que nada de lo que se haga será suficiente para volver a ganarse su confianza y su corazón.

Sin embargo, Manuel ya ha conseguido un «Te quiero, tonto, luego hablamos» de sus labios. Un «Te quiero» dirigido a él de manera particular, exclusiva y excluyente. ¿Qué menos que intentar recuperarla?

Como no acudí al retiro de mayo, Manuel se dio cuenta de la gravedad del asunto, intentó que retomásemos nuestra relación y superásemos aquel bache. Me mandó varias cartas e incluso intentó localizarme por teléfono con la esperanza de que le contestara, pero no me pareció tan buena idea.

Cuando mi teléfono sonaba y me daba cuenta de que era él, ni siquiera me molestaba en cogerlo, dejaba que Manuel se cansara. Me sentía desencantada con él, aunque también sintiera el impulso de soltar todo lo que llevaba dentro y que ello fuera una descarga de tensiones.

Ana. Silencio en tus labios. Junio, 2003 (2)

Teléfono de Ana recibiendo un mensaje de Manuel // Diseño con Canva

¡Tanto no la tiene que querer!

Como se dice en la versión de Ana, ese esforzarse; ese luchar por el gran amor de su vida; ese no rendirse por nada ni ante nadie, hasta no haber conseguido al menos un respuesta por parte de ésta, duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio, una semana de infructuosas llamadas telefónicas a las que nadie respondía.

De no haber llamado en tres semanas, por pensar que todo estaba bien, a hacerlo todos los días y encontrarse con que Ana no le responde. De manera premeditada deja que el teléfono suene y suene y suene…., pero sin que nadie responda ni corte la llamada, como si fuera la llamada de un desconocido, spam, con la expectativa de que se canse.

Al principio las llamadas eran diarias, pero pasada la primera semana, comenzado el mes de junio, se rindió. Comprendió que no quería hablar con él y desistió de intentarlo de nuevo. Se confió en que tal vez sus cartas fuesen más efectivas que esas llamadas perdidas.

Ana. Silencio en tus labios. Junio, 2003 (2)

Ana con gesto triste (imagen oficiosa para la web) // Copilot designer

Si las llamadas no funcionan

Ante lo frustrante de no obtener respuesta, Manuel prefiere recurrir a las cartas, donde tiene ocasión de explicarse, aunque sea una comunicación más lenta y, si cabe, más arriesgada, porque, si Ana no le responde al teléfono, es fácil deducir qué hará con las cartas que encuentre en el buzón, que le lleven a él como remitente.

Manuel no tiene la certeza de que las vaya a leer, que los sobres no acaben troceados en la basura, sin que se haya molestado en abrirlos, dado que de igual modo tampoco obtiene respuesta. Es una comunicación en una sola dirección, un monólogo consigo mismo

Ana interpreta que son cartas de un chico desesperado, tanto por el hecho de haber perdido todo contacto con el amor de su vida como por las consecuencias que esto pueda tener, porque las grandes expectativas y esperanzas puestas en el amor darán paso a la frustración, al desamor, a no querer verse ni coincidir, a sentir que el mundo se queda demasiado pequeño para los dos y los perjudicados son los demás al ver cómo ambos se recluyen en casa.

Aún quedaba el retiro del mes de junio como última oportunidad para que nos volviéramos a ver antes del verano, porque era fácil intuir que, sin mi compañía, él no se sentiría con ánimos para ir a ninguna parte, en lo que hasta cierto punto coincidíamos, porque yo tampoco me veía demasiado animada, ni campamento, ni convivencias ni nada que acentuara esa sensación de frustración.

Ana. Silencio en tus labios. Junio, 2003 (2)

Lo tiene muy fácil

Lo que Ana tiene claro es que, si tanto la quiere, lo único que tiene que hacer es ir y decírselo en persona, enmendar el hecho de que ella se haya sentido plantada por haber organizado un plan para los dos y por causa de esa falta de comunicación haberse quedado en nada.

Tan solo son dos horas de coche y se trata de no perder al gran amor de su vida.

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