Introducción
Esto de que Ana haya acudido a misa a un parroquia distinta a la suya, por evitar ese primer encuentro con Manuel, para darle un pequeño escarmiento y sin querer desmentir el hecho de que la historia, como tal, se desarrolla en una ciudad inventada, es casi un anticipo de lo que será la segunda parte de la novela, en donde la ciudad cobrará mayor protagonismo, por la dispersión de los personajes protagonista y ese juego del escondite entre unos y otros, en una búsqueda constante.
La cuestión es que en esta primera parte de la novela, esta segunda parroquia tan solo aparece mencionada en esta ocasión, sin darle mayor importancia ni relevancia, pero, por darle consistencia a la historia, al amparo de que esta ciudad ficticia situada a dos horas de coche de Toledo, se podría asociar de algún modo con Segovia, podemos hacer un poco de turismo.
Esta segunda parroquia, según la novela, te tienen que situar cerca de la casa de Ana, aunque no tanto como la que hay en su barrio, cuya proximidad es por dar a entender el compromiso y la vinculación que Ana mantiene con ésta. Esta segunda parroquia se puede entender que es par ocasiones como ésta, en la que por horario a Ana le viene mejor para acudir a misa.
Para ser coherentes con la historia y esa hipotética asociación de la ciudad donde reside Ana con la ciudad de Segovia, con la reflexión hecha ayer al respecto de la parroquia de Ana esta segunda parroquia se ha de encontrar cerca de la iglesia de Santo Tomás Apóstol.
La iglesia de San Millán
El marqués de Lozoya dijo que podríamos Ilamar a San Millán la «Catedral de los arrabales» de Segovia.


La parroquia de San Millán abarca hoy lo que un día fueron las de Santo Domingo de Silos, Santa Columba y la de San Clemente, además del convento de San Francisco, los Carmelitas Calzados y las iglesias de Sancti Spiritus, Santa Lucía, Hospital de la Encarnación y ermita de San Roque.

San Millán, la más hermosa, prevaleció entre todas las demás absorbiendo sus feligresías.

El alfarje
Las bóvedas barrocas de yeso, que desde 1668 cubrieron las naves de San Millán, impedían conocer la estructura original del edificio en su totalidad. Sin embargo, en 1929, el arquitecto Cabello Dodero y el Marqués de Lozoya, encuentran los restos de lo que sería una rica techumbre de madera que analizan, publicando las conclusiones de su estudio en el número 1 de la Revista «Universidad y Tierra», boletín de la Universidad Popular Segovia, en 1934.

El Arquitecto Técnico Municipal, Valero Herrera, llevó a cabo el inventario exhaustivo de estas piezas, que ha permitido determinar que el sistema de cubiertas es de techumbre plana o alfarje y que está compuesto de cinco modelos distintos en la nave central y otros dos en las laterales.
Todas estas piezas se han comparado con las piezas de madera tallada que ha encontrado en un recorrido que inició en Zaragoza, pasando por Córdoba hasta El Cairo (Egipto). Es en Kairwan (Túnez) en su gran mezquita Alhama, del siglo XI, donde se pueden encontrar piezas talladas con un estilo similar al de la techumbre de San Millán.
Para estudiar la disposición de techos de madera musulmanes del siglo XI y XII, incluso los anteriores de estilo califal y posteriores de estilo Mudéjar, es necesario observar todas y cada una de las piezas de San Millán, cuyos antecedentes inmediatos pensamos debían estar en los palacios de la Aljafería de Zaragoza y de Madinat Al Zahra de Córdoba, pero de los que desgraciadamente no queda ningún resto de madera. Las tablas que restan de los alfarjes de la Gran Mezquita de Córdoba no guardan ninguno de los atauriques que las ornamentaban y lo mismo sucede en la Mezquita de Ibn Tulum de El Cairo.
Al gran trabajo de Herrera, se unen los conocimientos científicos del Profesor de Arte Medieval de la Universidad de Zaragoza, Bernabé Cabanero, y del especialista en Arqueología Islámica del Instituto Arqueológico Alemán, don Christian Ewert, quienes llaman la atención de la gran importancia de esta techumbre, ejemplar único de alfarje con decoración tallada y policromada del Islam occidental.
Lugar sagrado desde al menos el siglo I
Los datos aportados por las excavaciones efectuadas en el atrio norte de San Millán, nos hablan de la pervivencia de un lugar sacralizado desde el siglo I de nuestra era, documentándose los primeros restos «in situ» de época celtibérica en Segovia.

La tipología de los enterramientos descubiertos es la siguiente:
- Urna cineraria celtibérica, que puede datarse en el siglo I de nuestra era. Actualmente se encuentra en el Museo de Segovia.
- Sarcófago tallado en único bloque de granito, quizá pieza romana o visigoda reaprovechada.
- Tumbas escavadas en el suelo, fechables entre los siglos VII y XIII.
- Tumbas de tipo mozárabe talladas en piedra caliza, correspondientes a los siglos X al XII.
- Tumbas contruidas con lajas de piedra caliza, correspondientes a los siglos XI al XII.
- También se encontró un osario perteneciente a distintas épocas.

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