Introducción
El próximo jueves, 15 de agosto, fiesta de la Virgen del Sagrario, miles de toledanos y visitantes volverán a empinar estas vasijas de barro (botijos) con agua del aljibe del claustro catedralicio, una tradición centenaria.
15 DE AGOSTO
Desde las 7:00 h
Festividad de Ntra. Sra. Virgen del Sagrario
Cada hora hay misa en la Catedral de Toledo
Agua de la Virgen, en el claustro de la Catedral.
El término “botellón” proviene de la palabra “botella” y el sufijo “-ón”, que en español se usa para indicar algo grande o en gran cantidad.
“Ir de botellón” es una expresión coloquial en España que se refiere a la costumbre de reunirse en espacios públicos, como parques o plazas, para socializar y consumir bebidas alcohólicas, generalmente por la noche. Esta práctica es especialmente popular entre los jóvenes y suele implicar llevar las bebidas compradas previamente en tiendas, ya que es más económico que consumir en bares o discotecas.

Beber ‘agua de la virgen’, como se le denomina coloquialmente, se ha convertido en un homenaje a su patrona y en una seña de identidad toledana. Este jueves, 15 de agosto, se empinarán de nuevo los botijos con agua del aljibe del claustro catedralicio.
Aunque es “muy difícil calcular” la cantidad de litros que pueden dispensarse este día otros años se ha estimado que se han repartido entre 9.000 y 10.000 litros. Los botijos que se facilitan son “grandes” y “se van rellenando continuamente”. En total, la catedral dispone “entre 20 y 30 botijos” para todos los fieles y visitantes que acuden en este día.

Preparativos Meticulosos
La preparación del agua y los botijos comienza días antes de la festividad. Los botijos, que han estado almacenados en la Sala Capitular, se lavan minuciosamente con una solución de hipoclorito para asegurar su limpieza. Este proceso se repite hasta tres veces para garantizar que estén completamente desinfectados.
El agua del aljibe, por su parte, es sometida a rigurosos controles de calidad. El día 14 de agosto, los técnicos de medioambiente del Ayuntamiento realizan varias analíticas del agua almacenada en depósitos, asegurándose de que cumple con todos los estándares de seguridad. Si se detecta alguna anomalía, se corrige con cloro.
El Día de la Celebración
El 15 de agosto, desde primeras horas de la mañana, los botijos se llenan con el agua del aljibe y se colocan en el claustro para que los toledanos y visitantes puedan beber de ellos. Además, se han dispuesto fuentes y vasos desechables para aquellos que prefieran una alternativa más moderna.

Adaptación y Continuidad
A lo largo de los años, esta tradición ha sabido adaptarse a los tiempos modernos sin perder su esencia. Durante la pandemia, se implementaron medidas adicionales de seguridad, como el uso de vasos desechables, que han perdurado hasta hoy. Esta capacidad de adaptación es lo que mantiene viva y relevante una costumbre tan antigua.
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Mitos y leyendas sobre su origen
El médico Juan de Mata Moraleda y Esteban, empleado municipal el Ayuntamiento de Toledo a finales del siglo XIX y miembro de varias academias españolas y extranjeras, relata en uno de sus trabajos –La Virgen del Sagrario de Toledo y su Basílica (1891)– que un año de fiesta, debido al habitual calor de esta época veraniega, “un niño noble estuvo a poco de perecer en los brazos de su madre”. “Le rociaron con el agua de las cisternas del claustro y volvió en sí. Desde aquella fecha, el agua se distribuye gratis al pueblo en dicha festividad y tomó el nombre de ‘agua de la virgen’”, agregaba en dicho texto.
Esta historia la desarrolla también Juan Luis Alonso, académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (Rabacht), en el blog Leyendas de Toledo. En un artículo describe que tras terminar una tarde de celebración en el claustro, “la multitud comenzó a desfilar fuera de la catedral, incrementando de forma notable la sensación de calor asfixiante”. El hijo de uno de los asistentes sufrió “un repentino desvanecimiento por tales calores y apreturas, creyendo todos los que le vieron que había muerto”. Sin embargo, tras arrojarle el agua de los pozos, “recobró el aspecto habitual de forma inmediata”, añade sobre dicha leyenda.
De la misma manera, Alonso recoge otro episodio referido al origen de esta tradición y que apunta a la finalización de las obras de la Capilla de la Virgen del Sagrario en el siglo XVII, cuando se realizaron ocho días de fiestas en acción de gracias. También debido al intenso calor, “numerosos fieles abandonaban la catedral para refugiarse en lugares más frescos –si cabe-”, por lo que “las autoridades eclesiásticas de la época ordenaron la construcción de tarimas para distribuir jarras rebosantes de aguas cristalinas provenientes de los pozos”.
No son las únicas memorias que se conservan sobre esta práctica. Otra leyenda, más conocida popularmente, cuenta cómo la imagen de la Virgen del Sagrario habría sido lanzada al pozo del claustro para “salvarla de la invasión musulmana”. La imagen se rescató y las aguas en las que estuvo fueron protagonistas de milagros como los que se conocen, así como también para tratar “curaciones” de quienes las consumen.
Curiosidades: cuánto duran los botijos o cómo se guardan el resto del año
Te desvelamos ahora algunas de las curiosidades que rodean esta tradición tan querida en la ciudad de Toledo.
- El número de botijos no es estable. Aunque en alguna ocasión se han llegado a poner a disposición de los visitantes 40 botijos, la cifra suele oscilar entre los 20 y 30 recipientes, variando la cifra exacta de año en año.
- Dos años, la vida media de cada botijo. Su vida útil depende de distintos factores como el material o tipo de cerámica, pero también de los impactos que haya podido sufrir en traslados o durante su uso el día de la festividad.
- Los de barro blanco mantienen mejor el frío, pero son menos duraderos. Se compran en ferreterías y suelen estar hechos en Castilla-La Mancha, lo que es garantía de calidad, según nos dicen los responsables de mantenimiento. En todo caso, han comprobado que los de barro blanco son menos resistentes, pero a su favor tienen la cualidad de preservar mejor el frescor del agua.
¿Qué pasa después con los botijos?
Después de cumplir su función durante toda la jornada del Sagrario, los botijos que siguen en buen estado se lavan de nuevo y se dejan secar muy bien. Después, se trasladan a una nave del polígono donde se colocan en palés y se protegen para que lleguen en perfecto estado hasta el próximo año. En este lugar, también se almacena la grifería y los depósitos.

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