Un roto para un descosido

Introducción

Sábado, 25 de octubre, 2003. (10:00)

Por no quedarme sin hacer nada, ante la desidia de Ana, su padre se ofreció a entretenerme, ante lo cual toda negativa por mi parte habría sido mal entendida, de manera que me resigné considerando que, al menos, estaría acompañado toda la mañana y me evitaría quedarme dando vueltas por la ciudad

Manuel

Mi padre se decidió a intervenir en aquella guerra fría. En realidad era algo que ya tenía previsto con antelación, pero que se vio favorecido por las circunstancias porque Manuel no encontró justificación para negarse.

Ana

Padre al rescate

Para mediar en esta tensión de pareja, en esta aparente falta de acuerdo y planificación de esta mañana de sábado, el padre de Ana, don José, se decide a intervenir. Lo cual puede parecer un poco improvisado, un querer ayudar a Ana y quitar a Manuel de enmedio para que no aumente el nerviosismo. Sin embargo, es algo que ya se tenía previsto con anterioridad.

Don José (el padre)// Copilot designer

Como buen hombre de negocios, los sábados por la mañana, salvo que el calendario diga lo contrario, son laborables. A él no le afecta de manera tan directa el asunto de la vida de Carlos, aparte que tan solo acudirá a la ceremonia religiosa, de manera que sigue con su rutina de siempre, ya que tampoco es que se vaya a paralizar toda la ciudad. Carlos no es alguien tan relevante más allá de su círculo social.

Se asume que el padre está al tanto de los planes de Ana para esa mañana, de su necesidad de tiempo y tranquilidad, dado que la boda de Carlos es un evento social al que no se puede acudir de cualquier manera y al que en este caso se le quiere dar la importancia que el hecho en sí requiere. Se trata de compartir la felicidad de los contrayentes y para ésta no basta con una sonrisa amistosa ni la sola asistencia al acontecimiento.

La cuestión es que durante la cena familiar del día anterior el padre le había planteado a manuel la posibilidad de trabajar en la gestoria, en la empresa familiar, lo que de manera indirecta era una manera de solventar su inestabilidad laboral, el tema de la distancia y el hecho de sentirse rechazado por parte de la familia, sin que como tal se entienda que ese posible trabajo haya de implicar una carta blanca. Tan solo es un primer voto de confianza.

De manera que como Manuel tan solo sabe de la gestoria por lo que Ana ha tenido a bien contarle, a parte de que en julio pasasen por delante de la puerta de las oficinas, cuando había anochecido. Iban en coche y no se detuvieron. Tampoco es que Manuel sepa demasiado. No tiene el suficiente criterio para ser objetivo a la hora de dar una respuesta válida y objetiva ante tal propuesta, y que haya rehusado una primera vez no implica que sea la respuesta definitiva.

Logotipo de la gestoria// ideogram

Una solución práctica

Hemos de asumir que esta propuesta de trabajo tiene truco y mucha relación con la personalidad de Ana, que es un tema que a ésta le preocupa y no ha tenido reparo en comentar con su padre, en un intento por convencerlo y que supere los lógicos reparos al noviazgo, porque Manuel no es el chico que hubieran querido para ella. De manera que busca ponerle remedio a esas imperfecciones.

Lo que se ha de entender es que el padre tampoco se plantea esta solución como algo definitivo y, tras el incidente con el vestido, es algo que se han de tomar con calma, porque implica un evidente riesgo. No se ha de entender la firma de este posible contrato como la exigencia o paso previo al matrimonio. El padre tan solo pretende ayudar con los medios de que dispone.

Manuel (imágen oficiosa para la web) // Copilot designer

Si Manuel aceptase la propuesta, pero no cumpliera como trabajador, al padre de Ana le va temblar poco la mano antes de firmar la carta de despido y darle la patada en el trasero y que sea Ana quien decida sobre la continuidad de la relación. Lo previsible es que la decepción sea demasiado relevante como para ignorarla.

De igual modo, si Manuel no cumpliera con las expectativas que por el momento Ana parece haber depositado sobre él, aunque sea el mejor trabajador del mundo, la patada en el trasero se la lleva. Lo primero es la felicidad de Ana, la familia antes que los negocios.

Entre la espada y el trabajo

Quizás ante el riesgo y las implicaciones que esta propuesta de trabajo tienen para Manuel, la primera respuesta que éste ha dado, al rehusar, sea la más acertada, la menos comprometida y comprometedora para todos, dado que ellos pueden seguir con su vida sin que la relación entre Manuel y Ana afecte al negocio de manera directa.

Sin embargo, como ya he indicado, se trata de mucho más, porque la intención de Ana, al haber mediado ante su padre y esperar que Manuel asuma el riesgo, es mejorar la impresión que éste ha causado y que se produzca ese acercamiento entre ellos; que la distancia deje de ser un obstáculo en su relación de pareja, porque dificulta la comunicación y lo de verse depende demasiado de factores ajenos a ellos.

Los padres de Ana, y se puede entender que ésta comparte este parecer, esperan que ella se vincule sentimentalmente a un chico que merezca la pena. No solo a uno que sea guapo e interesante ante sus ojos o los latidos del corazón, porque presiente que hay algo místico que les une. Sobre todo y ante todo, ha de ser un chico que esté a la altura de las expectativas y las circunstancias.

Ha de ser un chico responsable, trabajador y con una cierta estabilidad laboral y personal. No uno con el que se quiera jugar a buscar las siete diferencias con el chico perfecto y sea un no saber poner límites al juego, casi más fácil y rápido determinar las semejanzas, porque se intuye que alguna tiene que haber.

Objeciones de madre

En el fondo, sin ser demasiado obvio, detrás de esta propuesta y sugerencia están los reparos de la madre, a quien no resulta tan fácil de convencer y que tiene un punto de vista más objetivo y crítico.

Victoria (la madre)// Copilot designer

Tampoco es que se niegue en redondo a aceptar a Manuel como parte de la familia, como posible pretendiente de Ana, pero no está de más que se le dé un pequeño susto o llamada de atención para ver si reacciona y en parte para abrirle los ojos a Ana ante la realidad que ha de afrontar, porque las madres no se suelen equivocar.

Ana es igual de exigente que su madre, pero también algo más condescendiente con los defectos ajenos, cuando se trata de poner en valor los intereses propios. Ella, al igual que su madre, también quisiera tener por novio al chico perfecto y podemos pensar que su corazón le lleva a pensar que a Manuel no le falta potencial en ese sentido, pero es un chico al que hay que darle un tirón de orejas de vez en cuando y la distancia no ayuda.

Origen