La mesa de los amigos

Introducción

Sábado, 25 de octubre, 2003. (20:45)

No es que esperase que Ana y yo nos fuésemos a sentar en la mesa de los novios, pero tampoco era muy prudente dar demasiada relevancia a la presencia de ésta mandándola a la última mesa.

Manuel

En nuestro caso, la mesa de la gente del grupo, tuvimos la suerte de que se nos colocó cerca de la mesa principal, por lo que tendríamos una buena visión de lo que allí sucediera

Ana

Cada cual a su mesa

Como no hay una mesa corrida para todos los invitados, una vez que entran en el salón, cada cual ha de buscar su mesa según la distribución establecida por los organizadores, lo que de algún modo es como las comidas en las convivencias, donde, en función del día, esta se ha hecho por grupos o se deja a la libre elección de cada cual, que mientras haya sillas sin ocupar en torno a una mesa, hay sitio donde sentarse.

En esta ocasión, se puede decir que la distribución de las mesas es por grupos; se entiende que en la mayoría de los casos se busca afinidades, cuando no se trata de rellenar huecos para completar o por dar más relevancia a unos invitados con respecto a otros por su cercanía con la mesa de los novios.

Mesa de los novios en el banquete// Copilot designer

Como se supone que ha habido ocasión de ver un listado previo, se trata de localizar la mesa y, en último caso, cerciorarse de si los sitios están asignados o cada cual se puede sentar donde considere en función de las sillas libres o del interés que tenga en tener una visión más o menos directa de la mesa de los novios, que es donde se centra toda la atención, para no perder detalle.

En este caso, Carlos, el novio, quiere tener a los amigos cerca, a la gente del grupo de la parroquia, sin que la mesa de la gente de Toledo quede muy lejos de ésta; por lo que se deduce que de Toledo ha acudido una buena representación, lo que es una manera de corresponder al aprecio personal demostrado, a esa cercanía.

Mesa de invitador// Copilot designer

Los discordantes

Como Ana ha sido invitada a la boda en base a esa amistad y unidad del grupo parroquial, no se la manda a la última mesa del fondo, ni como tal se le da ninguna relevancia a ese pasado sentimental que se prefiere dejar en el olvido y que ya no condicione sus vidas ni relación personal; como tampoco se la sienta en la mesa principal, donde su presencia llamaría demasiado la atención y tampoco tendría ningún sentido.

Ana ha acudido como amiga de los novios y como dirigente del grupo parroquial, en cierto modo en representación de aquellos que por unas circunstancias u otras se han visto imposibilitados a acudir, porque hemos de entender que el grupo es más numeroso de los allí representados. Los asistentes a la Pascua fueron al menos trece. La mesa que les han asignado es de ocho y uno de los sitios lo ocupa Manuel.

También se puede decir que Manuel tampoco está donde le corresponde, porque por pertenencia, él debería estar con los del grupo de Toledo, donde entendemos que no tiene sitio, lo que puede evidenciar ese carácter solitario del que la gente acostumbra a ver. Sin embargo, él no está allí por su vinculación con el grupo, sino con Ana; es su acompañante, aunque se supone que hay una relación directa entre lo uno y lo otro.

Tan cerca y tan lejos

Ana y Manuel se sientan en la misma mesa y uno al lado del otro, sin ningún reparo ni incomodidad por su parte. Es una situación que Ana asume con total normalidad, que ya está mentalizada al respecto, dado que los demás también están en pareja y, al igual que ha sucedido en la recepción, se evidencia esa mayor complicidad entre las chicas, más que entre los chicos.

Es decir, estuvimos entre amigos para disfrutar mejor de la cena. Eso pareció animarla o, al menos, darle un motivo para cambiar de actitud y que los demás no aludieran a nuestros problemas o discrepancias de aquel día.

Manuel

Incluso Ana se detiene a pensar en lo relevante y la trascendencia que tiene que Manuel comparta esa mesa con ella y con el resto de la gente del grupo, que esto sirva para que se sienta un poco más integrado, para poner en valor todo lo bueno que este puede aportar al grupo, donde ser alguien procedente de los grupos de Toledo supone un plus a su favor.

Ana comenta que ella conoció al grupo por medio de Carlos, lo que da a entender que como tal es un grupo que no lleva demasiado tiempo en la parroquia, que es un carisma heredado y que se ha ido extendiendo debido a situaciones como las de Manuel, que por circunstancias de la vida se habían encontrado en la tesitura de cambiar de vida llevando consigo ese carisma, cuando no eran gente de otras ciudades quienes se habían encontrado con gente de Toledo.

Es decir que, frente a esa mentalidad un tanto recelosa en cuanto a sus padres, Ana valora como algo positivo y beneficioso para el grupo el hecho de que Manuel se llegue a plantear ese cambio en su vida, aunque quizá las expectativas que dicha posibilidad planteaba en los demás no se ajustasen demasiado a la realidad; pero no iba a ser Ana quien airease los defectos más que las virtudes de quien considera que es un chico maravilloso.

En cualquier caso, como Ana se encuentra en su ambiente y entre amigas, encuentra más afinidad y complicidad con las chicas que con quien tiene sentado a su lado y se muestra un tanto callado y cohibido, queriendo acaparar su atención pero entendiendo que no le resulta fácil iniciar esa conversación de pareja sin desentonar.

El juego de la comida

De todos modos, para que no pensara que me desentendía de él, que le trataba como si no estuviera allí, de vez en cuando me permitía robarle comida del plato e incluso darle algo de la mía, buscaba esa complicidad silenciosa que hasta entonces tan buen resultado nos había dado.

Ana

De hecho, animada por el ambiente, las amigas y en parte por esa lógica necesidad de darle a Manuel la atención y complicidad requerida en esas circunstancias, como queriendo avivar y recuperar ese juego que ya en aquella cena con los amigos de Toledo del mes de febrero marcó un antes y un después en su relación, en sus sentimientos, Ana se dedica a robarle comida del plato, queriendo no ser muy evidente.

Manuel se percata de este doble juego por parte de Ana, pero tampoco demuestra ninguna contrariedad ni incomodidad por ello; la deja hacer, porque al menos percibe que ésta se esfuerza por superar esa frialdad y falta de comunicación entre los dos. Hasta cierto punto, podemos pensar que participa de ello y lo incentiva, aunque no le corresponda de igual modo.

Manuel entiende que Ana está tensa y nerviosa, y que lo único que necesita es que él esté a su lado, sin necesidad de hacer o decir algo especial, solo relajarse y disfrutar de su compañía.

Manuel vestido para la boda// Copilot designer

Parece empezar a comprender que la actitud tampoco ha sido la más adecuada y que desde el primer momento han partido de posturas diferentes y contrapuestas. Él había acudido confiado en que ella sería su mejor apoyo ante una situación en la que temía sentirse fuera de lugar y, en cambio, ella había confiado en apoyarse en él por el hecho de presentarle ante los demás como su novio.

Ana vestida para la boda // Copilot Designer

Jugar con la comida es la manera que tiene Ana de llamar su atención, de observarlo, de interesarse por él y, hasta cierto punto, de estudiar sus reacciones al verse privado de aquello que Manuel se ha reservado en el plato y que de pronto le ha desaparecido, porque es como si Ana pensara que se lo guardaba para ella, como si fuera un detalle de cariño, de esos en los que, de otro modo, acostumbra a meter la pata. Se siente cuidada y, hasta cierto punto, felizmente traviesa, pero con todo el disimulo del mundo.

Origen