Donde todas son bienvenidas.

Introducción

Continuando con las reflexiones de la novela y el acercamiento a la pretendida idea de que Jessica, la narradora y protagonista de la novela, tenga ese halo de misterio y de aparente «superchica«, sin desvirtuar la novela ni variar la trama ni el argumento, el siguiente paso en su vida es el acogimiento en el internado, donde se desarrollará parte de la trama.

De aquel hospital, cuando se cumplieron los plazos y trámites pertinentes, me llevaron al «St. Clare’s Home for Girls», que está en 193 Fulton St., en el cruce con Earl Ave, un hogar de acogida católico que en aquella época estaba dedicado a la recogida de niñas sin hogar entre los 0 y 14 años, 

«St. Clare’s Home for Girls»: imágenes en 3D generadas por mí.

Para conocer y entender la trama hay que descubrir un poco la idiosincrasia de esta casa de acogida porque de algún modo será el lugar donde se forje la personalidad de Jessica, en su crecimiento de bebé a la adultez, en su vida desde la salida del hospital hasta su paso a la universidad. donde ponga en práctica y sufra las primeras consecuencias de ser nuestra particular y peculiar «superchica».

¿Cómo es este lugar?

Como primer punto, aclarar que este lugar es inventado, que la dirección y la ubicación que se le da en la novela es un mero recurso literario para ser coherente con la historia. Sencillamente, me pareció que era lo que mejor se ajustaba a la idea que pretendía transmitir, por la proximidad a la parroquia, al colegio y al parque, incluso a la avenida.

Es una institución católica dedicada a la acogida de niñas abandonadas o procedentes de familias desestructuradas. Pero, sobre todo, se tiene que destacar el hecho de que es una casa de acogida con medios personales y económicos limitados, sin lujos ni comodidades, donde la idea no es que las niñas se queden, sino buscarles una familia de acogida o adoptiva, si no hay posibilidad de retornarlas con sus padres una vez que sus circunstancias hayan mejorado.

Es una casa con pocas habitaciones y donde lo habitual es que los dormitorios sean compartidos por las niñas en función de su edad, por lo que no tiene nada de particular que en un mismo dormitorio convivan tres, cuatro o más niñas, evidenciando esa falta de espacio. El hecho de que la casa se quede pequeña en ocasiones.

Es un edificio de dos plantas con anexo en la parte de atrás donde se encuentra el garaje y una zona abuhardillada que hace las veces de trastero, que en ocasiones se utiliza de zona de castigo o de dormitorio de aislamiento en el caso de que se quieran evitar contagios.

De manera que, si te portas mal, ya sabes lo que te espera, lo cual es más una advertencia que una amenaza real, pero conviene tenerlo presente, porque evidencia el hecho de que la vida y convivencia en este hogar se rige por unas normas, que quienes viven allí han de portarse y comportarse como es debido y no a capricho.

Las responsables de la casa

Este hogar está dirigido y gestionado por Monica, una mujer con bastante carácter y seriedad, que, sin llegar a considerarla una mujer de edad muy avanzada, ya no es ninguna jovenzuela. Es quien representa la autoridad y eso asusta un poco, pero en el fondo es una mujer afable y de buen corazón, bastante comprensiva, pero poco dada a los cambios.

Además, hay una ayudante, una mujer joven, que, por lo que se deduce de la novela, cambia cada cierto tiempo. Tiene que ser una mujer con capacidad para saber manejar la situación y afrontar los problemas de educar y atender a las niñas. Se valoran tanto sus aptitudes como sus actitudes. Que no se acobarde ante las dificultades.

Esta ayudante no solo ha de estar dispuesta a limpiar cacas y mocos, por decirlo de manera suave, sino saber actuar con mano izquierda y esperarse lo inesperado, porque la inocencia, ingenuidad y esperada dulzura de estas niñas se desvanece tan pronto como se despiertan por la mañana hasta que se duermen al final del día.

Para subsanar la falta de personal o la falta de dedicación que las niñas requieren, de vez en cuando acuden algunas mujeres del barrio, que colaboran de manera desinteresada, con el objetivo de que la estancia de las niñas, durante el tiempo que permanezcan en la casa, sea lo mejor posible, pero sin lujos ni caprichos tontos o innecesarios.

¿Pesadilla o dulce hogar?

Esta institución depende de la parroquia del barrio y su principal fuente de ingresos son los donativos, la caridad, ya sea en dinero o en especies, como ropa de segunda mano o no cobrarles las compras en la tienda, aunque las facturas se pagan, al igual que los sueldos, a pesar de que éstos no sean elevados.

En gran medida, el bienestar de las niñas depende de las familias de acogida, que se ocupan de éstas en vacaciones, festivos y fines de semana. Para la entidad es importante que las niñas tengan una familia de acogida, porque de este modo se les proporciona todo aquello que necesitan y está por encima de las posibilidades de la entidad.

Durante el tiempo lectivo, las niñas acuden al colegio del barrio, dependiente de la parroquia, donde tienen la oportunidad de relacionarse con niños y niñas de su edad con completa normalidad, porque se supone que las niñas viven integradas plenamente en la vida del barrio.

Se pretende darles una buena educación académica para que lleguen tan lejos como sus capacidades se lo permitan, para que no pierdan el interés por parte de las familias de acogida ni la oportunidad de encontrar una familia adoptante, e incluso retornar a sus familias de origen, si las circunstancias les son favorables, sin que su estancia en este hogar de acogida les suponga un perjuicio.

En verano, aquellas niñas que por algún motivo no puedan estar con una familia de acogida son enviadas a algún campamento de verano. Durante los meses de julio y agosto, la casa cierra para dar descanso al personal y para disponer de tiempo para organizarse para el siguiente curso.

El objetivo principal es buscarles una estabilidad personal y familiar antes de que cumplan los 14 años, que es la edad máxima permitida para estar allí, porque a partir de dicha edad se entiende que las posibilidades de adopción se reducen y han de ser atendidas por otra institución, un high school con internado.

La llegada de Jessica

A este hogar casi idílico, donde todo parece funcionar como una máquina bien engrasada, llega el peor de los terremotos que se podría esperar o que les gustaría tener entre esas cuatro paredes.

Es nuestra particular «superchica», una niña a la que tampoco resultará tan fácil conseguir que se adapte a la vida en este hogar ni encontrarle una familia de acogida.

Es una llorona poco afable, que no quiere nada con nadie y a la que será difícil atar en corto, sobre todo porque pronto entenderá que aquellas amistades que llega a hacer se frustran en el momento en que las demás niñas encuentran familias adoptivas que las sacan del hogar, mientras que ella ha de quedarse.

Va a ser una niña con alguna que otra manía, que sabrá dar muestras de su dulzura y encanto siempre y cuando no le toquen las narices y le permitan vivir a su aire. Querrá explorar el mundo por su cuenta, consciente de que el único sitio donde no quiere estar es en el que se siente a salvo.

Desde este supuesto de ser una presunta o pretendida «superchica» a su manera, eso de «todo gran poder requiere una gran responsabilidad«, en su caso, más bien, será armarse de paciencia y saber encontrarle las cosquillas, aunque como no es la única niña en la casa, va a ser complicado.

Las cuidadoras descansaban tan solo cuando me vencía el agotamiento y lograban que me durmiera, lo que me sentaba de maravilla, porque en ocasiones eran más de siete u ocho horas seguidas, tras lo cual despertaba con hambre y con una vitalidad que casi era preferible que durmiera un poco más.

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